
Un traje verde oliva y un bikini
A mediados de los 80, cuando trabajaba en Polygram, Peter Guber -el famoso ejecutivo hollywoodense- produjo la serie de televisión Oceanquest, en la que filmaba las aventuras acuáticas de buzos y científicos. Uno de los segmentos de la serie lo llevó a Cuba, a grabar en la bahía de La Habana, donde galeones y piratas habían llevado sus tesoros desde el siglo XVI. El segmento de La Habana era clave para el éxito del proyecto, pero ni Fidel Castro ni el gobierno de Estados Unidos querían a americanos filmando en La Habana. Guber logró conseguir el permiso americano con la ayuda de los ex secretarios de Estado Henry Kissinger y Alexander Haig. Pero la autorización cubana para filmar bajo el agua fue más esquiva. Corriendo el riesgo de perder varios millones de dólares en gastos, Guber partió a Cuba con la esperanza de conseguir la aprobación estando ya en el lugar. Después de algunas tomas en la superficie de la marina Hemingway, Guber y su gente se enteraron de que Castro se había interesado en su proyecto y pasaría por el lugar "diez minutos", según les dijo un oficial cubano. Guber vio en la visita de Castro una oportunidad única para obtener de primera fuente la aprobación que necesitaba. Para atraer la atención de Fidel, un aficionado al buceo, puso sobre la cubierta varios de sus vehículos submarinos, trajes y cámaras de alta tecnología. Al llegar al barco, Castro se impresionó con lo bien equipado que estaba el proyecto, pero se impresionó mucho más con lo bien equipada que estaba la ex Miss Universo Shawn Weatherly, parte de la tripulación de Guber, quien vestía traje de baño.
Según confiesa el propio Guber, ese traje de baño le ayudó a romper el hielo con Castro. Después de eso, pudo narrarle una historia.
Historia sobre La Habana
La bahía de La Habana, comenzó Guber, ha estado por siglos en el centro mundial del comercio, la diplomacia, las intrigas y la guerra. Los primeros exploradores que llegaron a América lo hicieron buscando tesoros, y La Habana fue muy importante en esa búsqueda, como punto central del imperio comercial español y como llave estratégica para el Golfo de México. Por el puerto de La Habana pasaba el oro que iba a la corte real española. Y los piratas, corsarios, los espías, y las fuerzas navales de los imperios rivales, incluyendo la Armada Real Británica, surcaban sin cesar sus aguas buscando botines, tratando de encontrar secretos militares y económicos, y compitiendo por influencia. Usando la última tecnología, explicó Guber a Castro, ellos llevarían la historia de Cuba a los televidentes del mundo entero. "El mar le pertenece a toda la humanidad", le dijo, "al igual que la historia. Usted es el guardián de la historia de La Habana y de usted depende compartirla con el mundo".
Al terminar la historia, Guber mostró a Castro el diente gigante de un megalodón, tiburón prehistórico que alguna vez acechó las aguas de La Habana.
¿Qué pasó después de la narración de Guber? Un Castro inicialmente escéptico, terminó quedándose con Guber y su gente cuatro horas en vez de diez minutos. Y finalmente les dio la autorización para filmar donde quisieran.
Claves para narrar
Esta historia sobre una historia, Guber, un veterano de la industria del entretenimiento, la cuenta en un artículo -The Four Truths of the Storyteller- que escribió a fines del 2007 para Harvard Business Review. En él, el autor entrega claves sobre cómo contar una historia de manera que genere el impacto buscado y movilice a la audiencia. Para ponerlo en pocas líneas: la historia debe ser fiel a quien la cuenta, a la audiencia que la oye, al momento y el contexto en que se narra, y a la misión que el narrador trata de empujar.
El artículo de Guber, que profundiza sobre estas cuatro claves, debería estar en el velador de cualquiera a quien le toque dirigirse a audiencias para mover una causa: un gerente, un candidato, un ministro o un general.
Pero más allá de las notables recomendaciones de Guber, el episodio con Castro en La Habana es un gran ejemplo de las formas para abordar a una audiencia, las que en nuestra discusión pública se han perdido y harta falta nos hace recuperar.
Dos lecciones
Primero, la historia sitúa la conversación en el plano o en la dimensión correcta, aquel en que las partes podían estar de acuerdo.
Es decir, si la conversación se movía en un plano más concreto -de los papeleos necesarios para obtener una autorización, de cuánto tiempo tomaría la filmación, de los costos de la investigación, o incluso de la relación de Estados Unidos con Cuba-, era muy probable que Guber no consiguiera la autorización de Castro, porque en esos planos iban a surgir diferencias.
Guber logró mover el tema a un nivel de abstracción en que probablemente sospechaba que Castro iba a estar de acuerdo con él. En el fondo, Guber le dice a Castro "esto es historia universal, no nos quedemos en pequeñeces administrativas ni rivalidades mezquinas".
Necesitamos más de esto en nuestra conversación pública. No discutamos, por ejemplo, si el porcentaje de Codelco en manos de las AFP debe ser 5% o 10%. Ni siquiera si la empresa debe ser 100% pública o no. Discutamos primero cuál es la mejor manera de cuidar para las próximas generaciones uno de los recursos más valiosos que tiene nuestro país. Si nos ponemos de acuerdo en ese plano, el debate sobre la solución práctica se ordena. Aunque ocurrió pocos metros sobre el nivel del mar, la conversación de Guber con Castro tuvo altura de miras. La gracia de la altura es que desde ahí las cosas pedestres se ven más pequeñas.
La segunda lección es que Guber pone a Castro en el centro de la historia. Lo importante aquí es que, para usar palabras de Guber, Castro es el héroe. De él depende que un pedazo de la historia de La Habana pase a la posteridad. Él es "el guardián" de la historia. Y tiene por tanto un rol activo en influir en cómo termina la historia. Es protagonista activo.
En nuestros debates públicos los ciudadanos somos nombrados a cada rato. Es cierto. Pero no como actores o como sujetos activos, sino como entes pasivos. Y eso hace una tremenda diferencia. Lo que genera un vínculo entre Castro y Guber es que Castro tiene algo que decir en la historia de Guber, lo que hace que la historia pase a ser también suya. Genera sentido de pertenencia en Castro y lo hace sentirse parte de algo más grande que él mismo.
En suma
Hoy tenemos a la mano muchas herramientas tecnológicas para transmitir mensajes. Pero como dice el propio Guber, aunque la tecnología state-of-the-art es una gran herramienta para capturar y transmitir palabras, imágenes e ideas, el poder de contar historias reside fundamentalmente en la tecnología state-of-the-heart. Es en el corazón de las personas donde comienzan los cambios más profundos. Cuando las historias funcionan, emocionan. Y ofrecen por tanto una llave a esos cambios.