Al café literario "Mi opción" en Vicuña Mackenna 31, junto a la sede del Partido Comunista, llega el martes a las cuatro en punto, el subdirector del Centro de Estudios Públicos, Harald Beyer. Un par de cuadras más allá, Camila Vallejo sale caminando rápidamente de la sede de la FECH rumbo al punto de encuentro. Entra varios minutos atrasada, por eso, no hay tiempo que perder y ambos parten una distendida conversación, que sólo será interrumpida por un nervioso Andrés Oppenheimer, que la espera en el mismo local para entrevistarla para CNN Internacional.
Harald Beyer: En su último libro el historiador británico de izquierda Tony Judt hace una fuerte crítica al movimiento estudiantil europeo. Explica que esa movilización fue adquiriendo una especie de narcisismo y, que en vez de acordar soluciones con sus gobiernos, defendieron posturas impracticables, que sólo levantaban el ego de sus dirigentes. Judt concluye que el ánimo era mantener vivo el movimiento más que llegar a acuerdos que beneficiaran a los estudiantes.
Camila Vallejo: En ningún caso aquello es representativo de lo que pasa hoy en Chile. De hecho, los mismos dirigentes hemos estado viendo cómo podemos darle una salida a este conflicto, pero nos encontramos con la postura de los compañeros que quieren mantener esto hasta el final. Hemos expresado en reiteradas ocasiones nuestra voluntad de llegar a acuerdos y avanzar, pero eso pasa por la decisión de hacer un cambio en la educación chilena, porque para medidas específicas no nos hubiéramos movilizado tres meses, mejor hubiésemos pedido una reunión al ministro para decirle: "Ministro, tenemos problemas con las becas y necesitamos mejorar un poco el sistema, y punto". No, nosotros emprendimos una lucha mucho mayor para lograr cambios de fondo, que desde hace 30 años se vienen planteando.
HB: ¿Sientes que no han ganado nada en estos tres meses de movilización?
CV: Sí, han mejorado ciertas cosas, pero dentro del mismo modelo que cuestionamos. Hay un aumento de becas, pero bajo el esquema de distribución que es el financiamiento a través de la demanda, que no compartimos. En el tema de la democratización, logramos la libertad de asociación, que era algo que está asegurado constitucionalmente y que no se respetaba. El hacer cumplir la ley que prohíbe el lucro en las universidades, también es algo que estaba escrito. Hay avances, pero al calor de este movimiento histórico, falta más. Este movimiento se merece mucho más que eso: cambios estructurales, y eso es lo que necesitamos poner sobre la mesa, por lo menos, obtener la voluntad de avanzar en esa dirección. No pedimos terminar el lucro de la noche a la mañana.
HB: Pero este gobierno obtuvo una mayoría en las urnas y todo esto no estaba en su programa, ¿por qué el Ejecutivo no puede defender sus ideas?
CV: El gobierno obtuvo una mayoría relativa que no se expresa hoy en la sociedad.
"Los dirigentes hemos visto cómo darle una salida a este conflicto, pero nos encontramos con la postura de los compañeros que quieren mantener esto hasta el final" C.V.
HB: Una mayoría de acuerdo a las reglas electorales.
CV: Y por eso, hemos hecho un llamado a la inscripción en los registros electorales, para que exista una representación real de lo que quiere hoy la gente. Y ojo, porque en la campaña no se mencionaba bien cuál era el programa educacional, entonces, la gente vota por algo que desconoce. La gente tampoco vota por sus ministros.
HB: Era claro que este gobierno no iba a cambiar el paradigma educacional que ustedes proponen.
CV: Pero ahora la gente lo está pidiendo con fuerza y hay que saber gobernar también de acuerdo a la voluntad de la gente. La democracia no se ejerce necesariamente una vez cada cuatro años en una urna. Hay países que establecen otros mecanismos, como el plebiscito, iniciativas populares de ley y tienen un mejor sistema electoral.
HB: Participé en los grupos Tantauco y planteamos en la campaña, con fuerza, que había que cambiar el sistema de financiamiento de los estudiantes. No sé si de esta magnitud, pero había claridad que podría haber movilizaciones estudiantiles importantes. Lo que pasa es que creo que el terremoto como que hizo olvidar al gobierno su agenda en educación superior, y después ya fue muy tarde cuando la retomó.
CV: Queremos que la solución se dé por la vía institucional. Que el gobierno haga un pronunciamiento, pero sin "baypasear" el eje central de la discusión, que tiene que ver con el paradigma que va a sostener el modelo educacional en Chile. Nuestra petición quizás sea un poco ideológica, pero no es utópica ni idealista: pedimos que la educación sea entendida como un derecho y una inversión social. Ello significa no sólo garantizar el derecho, acceso y calidad, sino que la sociedad en su conjunto -a través del Estado- pueda invertir sus recursos para generar profesionales y técnicos de calidad, ciudadanos críticos con formación integral para transformar el país y permitirle llegar al desarrollo. Si existe esta voluntad, de inmediato comienzan a surgir las soluciones.
"Nuestra petición quizás sea un poco ideológica, pero no es utópica ni idealista: pedimos que la educación sea entendida como un derecho y una inversión social" C.V.
HB: Pero más allá de este paradigma, en los documentos que han presentado uno aprecia distintos énfasis. El petitorio del 30 de abril es distinto al del 26 de julio. ¿Cómo aterrizamos entonces los elementos esenciales por los que están movilizados hoy?
CV: A mi juicio, eso no tiene nada de malo, es parte de la maduración de un debate que se ha ido desarrollando. Lo central y que no cambia mucho respecto de lo que se pidió en primera instancia tiene que ver con la pregunta: ¿A quiénes queremos educar dentro de este sistema? Nuestra respuesta es al conjunto de la sociedad chilena o a un segmento representativo de ella. ¿Qué significa eso? Que el actual sistema de selección no puede perdurar, porque es un filtro de clase que reproduce la desigualdad. Pedimos cambiar el sistema estandarizado por uno que incorpore nuevos criterios, que permitan una nivelación a los estudiantes más vulnerables. Por eso, hablamos de democratizar la educación.
HB: Es cierto que el AFI genera un incentivo para usar la PSU, pero en estricto rigor, la selección es una decisión autónoma de las instituciones. Tú vienes de la Universidad de Chile, que es la que administra la PSU. Uno se pregunta por qué esta casa de estudios no ha decidido cambiar estos instrumentos. Tal vez por el incentivo económico que recibe.
CV: Es el Estado el que tiene que jugar un rol en la selección, aplicando una política orientada a aumentar -por ejemplo, del 40% al 65%- la cobertura universitaria, pero con criterios de equidad. Y para eso hay que intervenir el actual sistema de selección. Está comprobado y hay acuerdo en los sectores políticos que la PSU es un filtro de clase. Como transición a eso, debe haber un mecanismo transitorio que pueda comenzar a paliar la desigualdad que existe en la educación básica y media. Por ejemplo, pueden adoptarse medidas que no son tan radicales, como cupos propedéuticos, que los tienen hoy la USACH, la Católica Silva Henríquez, la Alberto Hurtado.
HB: Cuando hablas del fin del lucro -que en estricto rigor en educación superior sólo existe en los institutos profesionales y centros de formación técnica, más allá de que esto se cumpla- ¿incluyes a la educación escolar? Porque hay 1,2 millones de estudiantes que van a esas instituciones. ¿Cómo se haría esto de forma razonable?
CV: Efectivamente, hay 4 mil colegios particulares subvencionados y no es llegar y decir les vamos a quitar el subsidio a la demanda y dejar a esos niños sin la posibilidad de seguir estudiando en sus establecimientos. Debe haber una hoja de ruta para ello. Decimos que se discuta el proyecto de ley que elimina los subsidios a las instituciones que lucran para que el Estado pueda preguntar: señor sostenedor, ¿puede seguir sosteniendo este colegio sin aportes del Estado? Y ahí habrá los que tendrán que decidir entre estar dispuestos a perder el negocio y sustentar su proyecto, o cambiarse de negocio. En los casos en que decidan dejar su negocio, el Estado debe hacerse cargo de esos establecimientos. Y eso no es estatizar.
"Tú vienes de la Universidad de Chile, que es la que administra la PSU. Uno se pregunta por qué esta universidad no ha decidido cambiar estos instrumentos" H.B
HB: Pero hay colegios subvencionados que son experiencias muy exitosas, y cuando uno pone el acento en asegurar la calidad que, como has dicho que, para ti, es un punto muy importante, uno dice, bueno, no importa tanto la naturaleza de la institución si cumple con los estándares de calidad que yo he definido. ¿No te parece que ése es un modelo apropiado? Porque al final lo que le da diversidad a la educación privada en Chile son estos establecimientos subvencionados, que son laicos, que no pertenecen a congregaciones religiosas ni a fundaciones. Y si hay colegios que están lucrando y no cumplen con la calidad, se van a acabar de forma natural. No porque uno diga arbitrariamente estas instituciones sí y estas otras no.
CV: Es que el tema es cómo medimos hoy la calidad, y qué se entiende por calidad. Porque cuando uno dice que es mejor un Volkswagen o un BMW, la respuesta es depende del objetivo que tenga que cumplir el auto.
HB: Sobre la calidad escolar, los informes internacionales concuerdan en que uno de los déficits de la educación en Chile es la calidad de los profesores y que ese factor tira hacia abajo el sistema.
CV: Se ha instalado un discurso injusto, porque hay buenos y malos profesionales en todos los ámbitos, no sólo entre los profesores, entonces ¿por qué tratar de examinar y castigar sólo al magisterio?. Hay un doble discurso, porque se dice los profesores son los responsables de garantizar la buena calidad, pero se les paga un sueldo miserable.
Diálogo abierto (con Camila Vallejo)
El debate sobre el lucro
HB: En Chile existe una ley que fija estándares de aprendizaje y de desempeño que tienen que ser aprobados por un consejo amplio.
CV: El problema es que esos sistemas han demostrado que no son objetivos. Si castigamos en función de la calidad, bajo los actuales sistemas de medición, perjudicamos justamente a los establecimientos que tienen menores posibilidades de desarrollarse.
HB: Pero si no tienes nada, ¿cómo vas a tener información respecto de si los que se quedan lo están haciendo bien, usando un criterio subjetivo?
CV: Para ser un establecimiento de buena calidad en función de los actuales criterios tienes que entrar en la competencia con el sistema privado y para eso no están las condiciones. Hoy no se puede competir con el sistema privado, y eso hoy lo viven tanto las universidades en regiones como los establecimientos municipales, que día a día pierden matrícula y que no tienen financiamiento para impartir enseñanza en buenas condiciones y con buenos profesores. Castigamos a los que siempre han estado abandonados, que no es justo, o fomentamos su desarrollo para mejorar sus estándares que es una responsabilidad del Estado, por lo menos con las instituciones que le pertenecen.
HB: En fortalecer el sistema de educación pública hay acuerdo de todos. Yo coordiné un panel de expertos donde hicimos una propuesta -quizás no era tan buena, pero fue consensuada por todos- que fortalece la educación escolar pública. Mi duda es que si queremos equilibrar la posibilidad de elegir con la de que exista educación de calidad, no es claro que el paso sea decir estas instituciones (particulares subvencionadas) se acaban, sin preguntarnos cómo lo están haciendo. No es un paso correcto.
CV: Yo no estoy diciendo que las instituciones se acaben o desaparezcan, sino que cambien de dueño: sale el sostenedor que quiere lucrar y ahí entra el Estado. No estamos diciendo que haya que destruir el sistema privado.
HB: Las instituciones escolares con fines de lucro existen en Chile desde 1860. La Ley de Instrucción Primaria las reconoce como proveedores de educación. Entonces, uno pensaría que es mucho mejor poner el acento en la calidad, que es lo que yo veo en el espíritu de ustedes, que dicen que hay instituciones que no están ofreciendo la calidad adecuada y otras que sí, entonces hagamos la distinción. Eso es lo que a uno le gustaría como criterio final.
CV: Insisto, el sistema privado en general no es de calidad. Podrá haber unos buenos, pero si uno empieza a medir y a evaluar a fondo las universidades o instituciones de educación superior de excelencia, hay muy pocas, incluso las mejores son las que no tienen finalidad de lucro. Entonces, tengamos mejores criterios de evaluación que no pasan por la PSU, las pruebas Inicia o el sistema de acreditación, que sabemos que es pésimo. ¿Están saliendo realmente capacitados los estudiantes?, ¿egresan con capacidad crítica o son sólo reproductores de contenidos?, ¿hay investigación?, ¿cómo se mide hoy eso? No se mide, porque da lo mismo, porque una institución abre matrículas sin ningún tipo de regulación. Publicidad, publicidad y más publicidad y sacas no sé cuántos profesionales al año. Periodistas, por ejemplo, que cuando egresan no tienen dónde trabajar. Y eso es porque lo que prima es generar mayor rentabilidad, y cuando uno quiere sustentar un negocio tiene que disminuir los costos y aumentar las ganancias. Y aquí aumentar los costos significa disminuir la calidad, y aumentar la ganancia significa subir los aranceles o aumentar las matrículas.
La selección en las universidades
HB: Tú estás de acuerdo con un sistema selectivo, más allá que no compartas el instrumento. Entonces, uno dice: ¿qué pasa con los estudiantes que no quedan en las universidades más selectivas? En los últimos años se han triplicado las matriculas, y aquí viene la parte que uno echa de menos en la discusión de la actual movilización. Chile tiene un modelo muy añejo de formación, profesionalizante. Hoy en ninguna parte del mundo uno estudia Periodismo u otra carrera de cinco años, sino que estudia una formación general y luego se va especializando. La carga financiera que tienen que soportar los estudiantes en Chile es en parte porque las carreras son muy largas.
CV: Eso se ha tratado de discutir en Chile con el Plan Bolonia, que busca acortar las carreras, hacer una formación básica y salir con un pregrado técnico y especializarse después. Está bien, pero volvemos a lo mismo: cómo vamos fomentando un tipo de segmentación vertical. Porque hoy por el costo de las carreras, lo que vamos a hacer es seguir haciendo un filtro de clases hacia arriba: los que van a poder sacar una carrera completa son sólo los que la van a poder pagar y los demás se van a quedar con lo básico para empezar a trabajar.
HB: ¿Qué pasa con los estudiantes que no quedan en las carreras en universidades más selectivas, más allá del sistema de selección? Tú dices la PSU, yo no tengo ningún problema con discutir la PSU, en un momento hasta escribí en contra de ella, pero ¿cuál es la opción que tú piensas para aquellos que no quedan en las universidades?
CV: Si pensamos en lo inmediato y tenemos una visión cortoplacista, claro, hoy la UC y la Universidad de Chile no les abren las puertas a los estudiantes más vulnerables, aunque hay esfuerzos por hacerlo. Entonces, ¿qué hacemos en lo inmediato? Asegurémosles financiamiento para cualquier otra institución, pero que entren. Por eso los CFT, los IP, y no proponemos abrir un sistema de formación de educación técnica pública, porque es muy caro y el ejemplo de Lota Arauco lo demuestra. Pero sí tenemos una visión política de largo plazo, que es que queremos fortalecer el sistema público. Queremos que toda la población, independiente de su situación socioeconómica, pueda ingresar a este sistema, sí. Entonces mayores recursos para que las universidades estatales no representen el 20% o 30%, sino que su matrícula sea el 40% a 60% o más, y para eso necesitamos recursos. Y ampliarlos en los segmentos más bajos. Entonces cambiemos el sistema de acceso para que ellos puedan entrar a la Chile, la UC o a la USACh.
HB: Yo no creo, por ejemplo, en los aportes basales sin rendición de cuentas... Gradualmente creo que hay que duplicar los recursos para la educación superior, la discusión es cómo se gastan.
CV: Yo tampoco creo en eso. Estamos de acuerdo, tiene que haber más transparencia.
La gratuidad de las universidades
HB: Tú estudiaste Geografía, y al cuarto año de egresada tú vas a pertenecer al 10% de las personas de mayores ingresos en Chile, desde el punto de vista del ingreso promedio que aparece para un geógrafo en su futuro laboral. Entonces, desde el punto de vista de la equidad, ¿es justo subsidiar una proporción grande, cualquiera que sea ella, de las carreras universitarias?
CV: Si uno lo ve como una inversión individual, claro que no, porque yo le voy a pagar al que va a tener ganancias una vez egresado. Pero bueno, al que le vaya bien profesionalmente en el futuro tendrá una mayor carga impositiva.
HB: Bueno, eso se puede administrar. El crédito del fondo solidario dice que es un 5% como máximo del ingreso, el Crédito con Aval del Estado no, pero eso se puede corregir...
CV: Pero cuando impone en el sistema tributario lo hace para que se financie eso, para que el Estado recaude. La gratuidad tiene que ir en función de un cambio paulatino, con una reforma tributaria de por medio.
HB: Pero yo te estoy planteando cuál es el principio para la gratuidad, porque en general los egresados de las buenas universidades van a estar siempre en el 10% de los mayores ingresos, y en un país con tanta desigualdad, siempre hay otras prioridades...
CV: Pero si uno divide por situación socioeconómica, los que aumentan hoy de estatus no son los más pobres...
HB: Porque ellos no están llegando hoy a la universidad o llegan a las universidades menos selectivas.
CV: Es verdad, algunos ni siquiera terminan cuarto medio. Pero veámoslo en el sistema secundario, donde los más pobres se centran en los CFT, IP, universidades regionales. Cuando uno habla de movilidad social, basándose en el promedio del ingreso, es sorprendente, pero distribuyámoslo mejor, según el nivel socioeconómico.
HB: Pero la idea del crédito contingente justamente es ésa, porque si a ti te va mal, y eres pobre, no pagas o cancelas una proporción muy chica del ingreso. Entonces en un país con tanta desigualdad…
CV: Pero los más pobres componen la pobreza estadística.
HB: No, estoy pensando en los egresados de las universidades que les va mal. Yo creo que en general hay que ir a programas donde el retiro sea gradual del uso de beneficios. Lo que tenemos hoy es un programa que se focaliza en el 40% más pobre, y si está en el 41%, que es lo que pasa con las becas, no recibe nada. Eso es injusto. No tiene sentido. La idea general de que un estudiante al que le vaya relativamente bien no tenga que pagar por la universidad parece tremendamente injusta en una sociedad tan desigual como la nuestra. Mucha gente con recursos estudiaría gratis, y cuando uno tiene tantas prioridades, creo que hay que focalizar esas prioridades en la gente que lo está pasando peor.