Por María Jesús del Pozo Febrero 16, 2012

A las nueve de la mañana, en el gimnasio Arena de Londres, el equipo mixto de gimnasia femenina es llamado a desfilar. Simona Castro termina de hacer sus últimas elongaciones, se saca sus audífonos -escucha música para aislarse- y se reúne con el resto de las competidores para comenzar su presentación. Es 11 de enero y Castro es la única chilena en esta clasificación. Ese día puede transformarse en la primera gimnasta nacional en clasificar a unos Juegos Olímpicos. Minutos más tarde, se para frente a la mitad de la viga, apoya sus manos y comienza su actuación. Finaliza su paso por el "Test event  2012" con un giro en la segunda de las barras asimétricas. Rechaza en la colchoneta, alza los brazos y mira a su entrenador de la Universidad de Denver, Carl Leland. Sus compañeras la abrazan y Castro presiente su clasificación. Horas más tarde, la Federación Internacional de Gimnasia lo anuncia: ha clasificado para Londres 2012.

Con sus 50.332 puntos, Simona Castro se sitúa al fin en posición de dar otro salto: uno que deje atrás la polémica por el conflicto de su familia con la federación. Tras entrenar y competir en medio de las acusaciones, Simona ahora salta por su revancha.

La niña que no quería saltar

A Simona, o "Mona" como le dicen sus padres, de pequeña nunca le gustó hacer gimnasia. A diferencia de su hermana Martina, tres años mayor, se quedaba en su casa junto a su abuela viendo televisión. Según su madre y entrenadora, Isabel Lazo, Martina la acompañaba a todas partes y entrenaba con ella, mientras que Simona se rendía al primer intento de hacer la rueda. A los siete años dio sus  primeros pasos, luego de una dura conversación con sus padres, en donde la obligaron a ir al gimnasio para que abandonara el sedentarismo. "Se sabía las historias de Tom y Jerry de memoria, por lo que con Alfonso, su padre, decidimos obligarla a ir al gimnasio como mínimo tres veces a la semana", recuerda Lazo. En un comienzo, para Simona el deporte fue un juego; los ejercicios que realizaba eran por obligación y cuando le tocaba competir por segunda vez en el mismo aparato, se amurraba y se negaba a repetir su actuación.

Aun así, su madre notaba que tenía habilidades. A su corta edad tenía una fuerza en los brazos impresionante, lo que hacía presagiar un buen futuro en las barras asimétricas, algo extraño en las niñas de su edad. Al pasar a primero medio, Simona abandonó el colegio y optó por dedicarse completamente a la gimnasia. "Fue una decisión difícil, ella aplicada y autoexigente; por lo que la idea de dejar el colegio y dar exámenes libres no le gustaba mucho", asegura su madre.

Su primera medalla la obtuvo en el campeonato sudamericano de Guayaquil, cuando tenía 12 años. El 2001 se integró a la selección nacional femenina, por lo que su asistencia a campeonatos nacionales e internacionales comenzó a ser cada vez más frecuente. Dentro de sus triunfos se encuentra el 53er lugar en el All Around del Mundial de Melbourne 2005, un oro sudamericano el 2007 en suelo, y una plata subcontinental en viga el 2011.

Pero sus participacione internacionale también estaba marcada por la polémica con los otros gimnastas. Ser hija del entonces director de la federación, Alfonso Castro y de una entrenadora y jueza internacional como Isabel Lazo levantaba sospechas y acusaciones serias.

Hija de la polémica

"Los procesos eran injustos, la mamá decidía quiénes iban a los torneos, la jueza que se sentaba a decir quién ganaba era su madre, la comisión técnica estaba manejada por su madre y el director era el padre, por lo que más allá de las cualidades que sus hijas tuvieran, el proceso era injusto", comenta Neven Ilic, presidente del COCh.

Al triunfar en algunos campeonatos era pifiada por el público, aparentemente asumiendo que su madre había intervenido en la evaluación de su presentación. Fue parte de lo que la llevó a postular a becas en Estados Unidos. 

 Esto motivó el reclamo de varios deportistas que llegaban al Comité Olímpico por su escasa participación en los torneos. La polémica más álgida se desató a finales del 2009, cuando Tomás González, el gimnasta más exitoso y conocido del país, no fue inscrito en sucesivas ocasiones para diversas copas del mundo. La federación, aún presidida por Castro, decía que su entrenador, Yoel Gutiérrez, no había enviado a tiempo los papeles de inscripción por lo que la federación no los había mandado y dejaban a uno de los mejores deportistas chilenos sin participar.

Los padres de Simona niegan los procesos injustos que se les atribuyen y las irregularidades en el manejo financiero de la federación que denuncia Ilic. 

La controversia resultó en la expulsión de Castro y Lazo a comienzos del 2010, por parte del COCh, y el inicio de una nueva federación de gimnasia bajo la presidencia de Jorge Castro (sin parentesco con Simona).

Nada de esto, en todo caso, ensombrece los logros de Simona Castro, según el propio Neven Ilic: ella clasificó con esta nueva federación, por lo que los panamericanos, el mundial y la clasificación a los JJ.OO. se los ganó en la cancha.

Como es de suponer, el proceso, las acusaciones y la polémica fueron muy difíciles para la joven gimnasta. Debió enfrentar varios momentos dolorosos. Su madre recuerda que al triunfar en algunos campeonatos, en lugar de ser aplaudida, era pifiada por el público, aparentemente asumiendo que Lazo había intervenido en la evaluación de su presentación. "Creo que ese ambiente fue una de las cosas que la hicieron decidir irse a entrenar a Estados Unidos", asegura una amiga.

Denver, la aventura solitaria

Desde hace dos años, Simona se encuentra radicada en Denver, Estados Unidos. Las gestiones para postular a diferentes becas deportivas universitarias fueron de Steve Butcher, ex miembro de la federación internacional de gimnasia masculina. Martina fue la primera en postular, pero decidió abandonar el camino porque no quiso alejarse de su familia.

Para sus propios padres, la postulación de Simona fue una sorpresa: sus familiares la describen como una persona tímida, callada e introvertida. Al cumplir 20 años postuló a las universidades de Denver, Chicago y Louisiana. Envió videos mostrando sus habilidades en la gimnasia y realizó las pruebas en inglés requeridas. Luego de varias ofertas, optó por una beca de cuatro años para la Universidad de Denver, que figuraba en el puesto número 14 en gimnasia de las 220 universidades estadounidenses que practicaban el deporte. Indecisa sobre su carrera, Simona tomó al comienzo ramos de medicina y negocios. Luego de un año optó, por negocios, y hoy es una de las mejores alumnas de la facultad.

Desde su llegada a los Estados Unidos, el ritmo de Simona ha sido intenso. A las siete de la mañana comienza un exigente entrenamiento. Luego va a clases y regresa al gimnasio para ejercitarse en los diversos aparatos. Al llegar a su casa, estudia para sus asignaturas en la universidad y aprovecha de hablar con su familia a través de Skype. Su beca consiste en dinero para alimentación y estudios, y Simona se gana unos dólares extras haciendo clases de gimnasia a niñas más chicas.

A Londres y más allá

Tras saber que había clasificado a los JJ.OO., Simona fue a la cafetería del gimnasio O2 de Londres para hablar con su familia. Al otro lado de la cámara de su computador la esperaban sus dos hermanos y sus padres, ya enterados de la buena noticia y celebrando por partida doble con una torta de lúcuma, su preferida: ese mismo día Simona cumplía 23 años.

simona

Ella lloraba. Decía que la clasificación había sido su mejor regalo de cumpleaños. Tras despedirse de su familia, salió a comer con el presidente de la federación chilena de gimnasia, Jorge Castro, quien la esperaba para celebrar el triunfo. Al día siguiente regresó a Denver a continuar con su vida normal.

En los próximos días tendrá que enfocarse en entrenar para 14 competencias que tiene hasta  finales de marzo, entre ellas el campeonato universitario.

Luego de Londres 2012, Simona piensa continuar con su entrenamiento para llegar en buen estado a los Odesur del 2014 y posiblemente los Juegos Olímpicos 2016.
Ella ya no tiene Facebook, pero en el "muro de su madre" últimamente se ven canciones como "We are the champions" de Queen y frases de Gandhi que reflejan un espíritu de triunfo y algo de revancha. Simona, discreta, ha comentado lo que todo esto significa: "Dejar el pasado y concentrarme en rendir bien en mis propios proyectos".

En cierto sentido, el salto de Simona Castro ya comenzó.

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