Por Emilio Maldonado Enero 31, 2013

Cerca del mediodía del 5 de noviembre, cuando el ambiente estaba a minutos de saturarse por el estrepitoso sonido del cañonazo del cerro Santa Lucía, la comitiva del presidente Sebastián Piñera llegó hasta la cumbre del macizo capitalino. Al interior del Castillo Hidalgo, tradicional salón de eventos del centro de Santiago, lo esperaban decenas de médicos, junto con las diversas autoridades del Ministerio de Salud, incluido su titular, Jaime Mañalich.

La cita, con una concurrencia numerosa pero de carácter reservado, tenía como objetivo exponer frente a los profesionales, representantes de diversas especialidades médicas que hay en el país, los alcances de un nuevo programa que impulsará la administración Piñera, el cual pretende cambiar el modo en que se forma un especialista en Chile.

Desde que llegó la centroderecha a La Moneda, el ministerio de Salud ha encargado al menos tres estudios a diferentes entidades, entre ellas el Banco Mundial y la Pontificia Universidad Católica, para radiografiar el mercado laboral de los médicos, especialmente en el sistema público, en el cual se atienden tres de cada cuatro chilenos. Las constantes críticas de los gremios, centradas principalmente en las diferencias salariales entre el sector privado y la atención pública, motivaron dichos análisis.

Sin embargo, y luego de cruzar los datos de varias de estas publicaciones, el diagnóstico -compartido por Piñera y Mañalich en la cita del Castillo Hidalgo- fue lapidario: en el sistema público no sólo se paga hasta un tercio menos de lo que ofrecen las clínicas de la capital, sino que se demostró que a nivel nacional faltan 1.380 especialistas. Peor aún. En hospitales de zonas como Iquique, Arica, Talca, La Araucanía Sur, Osorno y Aysén la existencia de algunas especialidades, como anestesiólogos, se reduce a cero. 

En medio de esta presentación las autoridades explicaron que comenzará a operar en 2013 un programa que pretende, en un plazo no mayor a tres años, acabar con el 90% de la escasez de médicos, que se produce principalmente por los apenas 340 cupos disponibles en los programas de postítulo, para un universo de 1.200 egresados de Medicina por año.

El ambicioso plan, que tiene como pilar central un presupuesto histórico de $ 45.000 millones para este año, busca precisamente solucionar este problema. Como nunca antes, el dinero destinado por doctor formado en las aulas universitarias aumentará hasta los US$ 150.000, unos $ 75 millones por cada profesional, lo cual incluye el pago a las universidades y el sueldo bruto por trabajar 44 horas semanales en algún recinto hospitalario. Pero el plan no se redujo simplemente a una entrega de más recursos. Los doctores quedaron sorprendidos cuando se anunció que muchos becados -como se conoce a quienes realizan estudios conducentes a una especialidad médica- serán enviados al extranjero a perfeccionarse, ante la negativa de algunas universidades de acceder a formar a más especialistas. Un claro dardo a la capacidad formadora de los planteles educacionales.

 

EL CHOQUE

 

A pesar de las aparentes buenas noticias, los representantes de las sociedades médicas no celebraron. Muy por el contrario, muchas de ellas esperaban mayores anuncios, como desechar la idea de que especialistas de otras nacionalidades ingresen al país para suplir la falta inmediata de médicos.

Esto porque apenas seis meses antes del encuentro entre Piñera y las sociedades médicas comenzó a circular la idea -patrocinada por el Ejecutivo- de traer anestesiólogos y médicos de otras ramas de nacionalidad española, aprovechando la gran crisis económica que vive la península ibérica y la falta de estos expertos en Chile, que sólo en anestesia totalizan un déficit de 300 médicos a lo largo de los hospitales del país, con especial énfasis en la zona sur. 

La idea causó rechazo entre los colegiados. La Sociedad de Anestesiología de Chile, presidida por el doctor Sergio Cerda, manifestó su oposición. Principalmente, porque se dotaba de facultades más amplias a los inmigrantes para llegar a Chile sin rendir el Examen Único Nacional de Conocimientos de Medicina (Eunacom), prueba habilitante para cualquier médico que quiera prestar servicios en la atención pública chilena. La idea fue desechada con el correr de los meses y pocos hispanos aceptaron la oferta. Pero apenas diez días después del encuentro entre Piñera y los doctores en el Santa Lucía, en el Congreso ingresó una moción parlamentaria para permitir, a través de una ley, la entrada de profesionales europeos al servicio público, para reducir la brecha. Los ánimos volvieron a calentarse.

Según Cerda, la manera correcta de enfrentar la escasez de profesionales es aumentar los sueldos y disminuir la brecha entre lo que gana un anestesista del servicio público versus uno que trabaja en una clínica. “De esa manera no se darían casos como el de Talca, donde en el hospital no hay especialistas, pero sí hay tres en la ciudad, trabajando en el área privada”, explica. 

Fue precisamente esta especialidad, altamente demandada desde la entrada en vigencia del AUGE, la que motivó al Ministerio de Salud a solicitar a las universidades replantear la cantidad de cupos que ofrecen por año, que bordean los 60 para esta rama específica, y para la cual postulan casi 600 médicos por año. Al detectar esta escasez, el Minsal pidió a los planteles aumentar hasta 120 el número de vacantes. Ninguna universidad accedió y el equipo de Mañalich realizó otra movida: licitó los cupos en un solo paquete. La Universidad Diego Portales acudió al llamado y se quedó con la formación de 35 nuevos anestesiólogos por año. Este número, más los que ya pueden formar los planteles, lograría la aspiración del Minsal.

 

AL EXTRANJERO LOS PASAJES

 

Con la puesta en marcha del programa, bautizado como “Médicos especialistas para Chile”, durante 2013 habrá 831 estudiantes en los diferentes programas de postítulo que imparten las facultades de Medicina del país. Quinientos más que la base histórica de los últimos años. Eso significará que en el corto plazo más de 1.500 graduados irán a parar al sistema público. Y, a diferencia de años anteriores, en los cuales los becados pagaban rápidamente los dineros entregados por el Estado para no cumplir con el trabajo en hospitales o en zonas rurales, el programa del gobierno exigirá el reembolso con seis años de trabajo a tiempo completo en hospitales o centros asistenciales públicos para saldar el préstamo hecho por el Fisco. Quien quiera salirse deberá pagar una multa de 4.500 UF (poco más de $100 millones). “Así retenemos al talento y evitamos que la brecha siga creciendo”, explica el subsecretario de Redes Asistenciales, Luis Castillo.

Pero por más recursos que el gobierno destine a las casas de estudio para formar más profesionales, el cuello de botella se seguirá creando en las universidades, que no son capaces de formar grandes cantidades de médicos. De ahí que durante 2012 el Minsal negoció convenios con entidades extranjeras para llevar a profesionales a formarse en aulas foráneas. Uno de ellos fue el alcanzado con la Fundación Santa Fe de Bogotá, de Colombia. El segundo, acuerdo que está destinado a formar anestesiólogos en cardiología, con la Fundación Favaloro en Buenos Aires. A ellos se sumarán otros convenios -actualmente en negociaciones- con universidades estadounidenses y otras de Europa. Brasil también aparece en la mira y por estos días el Minsal estaría finiquitando pactos de formación con la Corporación Fiocruz y con la Universidad Federal de São Paulo. La idea, como aclaran en la secretaría de Estado, es formar a todos los especialistas necesarios, aun cuando las aulas chilenas no puedan recibirlos.

 

MÁS GERIATRAS, MENOS PEDIATRAS

 

Cardiología, medicina intensiva, anatomía patológica, dermatología y hematología son, hasta ahora, parte de las especialidades que más escasez presentan en el sistema público. Parte del diseño del nuevo programa de formación de especialistas empodera al Estado a destinar recursos a aquellas especialidades donde se vea un aumento de la demanda. 

De ahí que en los próximos meses se incentivará que geriatría, por ejemplo, tenga una duración de un año, y no tres como hasta ahora. “Para formar más especialistas en menos tiempo”, explica el subsecretario de Redes Asistenciales. 

Asimismo, cada año los recursos que el Minsal destinará a becas irán variando, de acuerdo a las especialidades que al país le interesa potenciar. A contar de 2014, se congelarán los cupos para los programas de pediatría, ginecología y obstetricia y se aumentará el dinero para dar más becas en otras áreas. No se descarta que aquellos programas con una baja utilidad para la población vean incluso reducidas sus cuotas en años posteriores. 

“El Minsal no tiene herramientas para intervenir en los programas que imparten las universidades, pero a través del dinero con el cual financia la mayoría de éstos puede ir manejando la demanda ”, relata el académico de una facultad de Medicina.

Eso es precisamente lo que el gobierno quiere normar. En Chile hay más de 250 programas de postítulo, pero sólo 45 están acreditados por Apice, la agencia que hasta ahora certifica la calidad de los programas. Andrés Heerlein, miembro de la Academia Chilena de Medicina y presidente de Apice, comenta que los postulantes no tienen mayor información sobre la calidad de acreditación de los programas que tomarán. En Chile apenas nueve universidades (de un total que supera las veinte) tienen certificados sus programas, todas en Santiago, salvo la Universidad Austral de Valdivia y la U. de Antofagasta.

Por ello el gobierno también introducirá cambios en esta materia. A contar de enero de 2015 todas las entidades deberán acreditar sus programas. De lo contrario, no podrán acceder a recursos estatales para sus becas.

Lo mismo con la calidad de los profesionales. Durante las próximas semanas Conacem, que actualmente certifica a través de un examen a quienes hacen sus becas en instituciones no acreditadas por Apice, será ungida como la agencia oficial para validar los títulos de los especialistas. Ello con miras a que, a partir de 2015, los especialistas validen sus títulos cada diez años ante este organismo. Otra de las reformas que el gobierno de Piñera introducirá al complejo mercado de las becas médicas.

 

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