Por Carlos Basso Septiembre 16, 2014

Quizá una de las revelaciones más asombrosas de las 45 mil fichas de inteligencia de Colonia Dignidad, desclasificadas por el ministro en visita Jorge Zepeda hace un par de meses, es el hecho de que, más allá de la conocida colaboración entre Paul Schäfer con la DINA y la CNI, Colonia Dignidad fue, además, un organismo de inteligencia en sí mismo, que recolectaba y clasificaba información estratégica no sólo respecto de personas de izquierda, sino también sobre funcionarios de Carabineros, Investigaciones, Ejército, DINA, CNI y (especialmente) del SIM, el Servicio de Inteligencia Militar.

“Colonia Dignidad fue una asociación criminal, pero al mismo tiempo era una secta destructiva, coercitiva, que anulaba la voluntad de sus víctimas y, además, fue un servicio de inteligencia”, asegura Hernán Fernández, abogado de muchas de las víctimas de la asociación.

La expresión más conocida de esta maquinaria son, por cierto, las fichas de inteligencia que el recientemente fallecido colono Gerd Seewald confeccionaba a máquina, plasmando en ellas informaciones de prensa y de otras fuentes abiertas, así como antecedentes basados en rumores sobre personas de todo Chile.

Una revisión de las fichas deja en evidencia algunas de las obsesiones de Paul Schäfer y su séquito: además de ver comunistas y miristas en todos lados, les interesaban mucho los artistas (sólo Nemesio Antúnez tiene cerca de 60 fichas), así como los masones y especialmente los miembros de la AMORC (Antigua y Mística Orden de la Rosa-Cruz), que parecía tener varios adherentes en San Carlos, a los cuales seguían y fotografiaban, atribuyéndoles todo tipo de características negativas, rayanas en el infantilismo, lo mismo que hacían con prácticamente todas las personas que pertenecían a la Iglesia Católica en la Provincia de Linares, partiendo por el obispo Carlos Camus, a quien en una de las fichas calificaban de “marxista”.

La operación de inteligencia no se limitaba a llevar un archivo;  además se dictaban ahí clases de inteligencia a los miembros de la DINA, como consta en el proceso por el homicidio de Miguel Ángel Becerra, agente de dicho organismo.

Asimismo, Dignidad manejaba amplias redes de informantes e infiltrados, y seguía, fotografiaba e interceptaba las comunicaciones de todos los que parecieran una amenaza.

Quizá la constatación más evidente de esa paranoia en que vivían los alemanes y la forma en que operaban como aparataje de inteligencia son las cerca de 300 fichas sobre las monjas de la congregación de las Hermanitas de la Paz, quienes llegaron en 1977 al sector de San Manuel, a pocos kilómetros del predio principal de la colonia.

Encabezadas por Paulina Camus Larenas, hermana del obispo Carlos Camus, durante años sufrieron el acoso de los colonos, hasta que en 1985 debieron abandonar el lugar, luego que les quemaran el convento.

TODO SOBRE PAULINA
De las cerca de 300 fichas sobre las monjas, hay 167 dedicadas a la madre Paulina. Cien de ésas son fotografías que le fueron tomadas clandestinamente no sólo a ella, sino que a sus documentos personales, a las demás monjas, a quienes las visitaban y a las habitaciones del convento.

Una de las secuencias más escabrosas está compuesta por tres imágenes que muestran el plano general de un dormitorio muy modesto, compuesto por una cama y un velador que tiene un cajón encima y una vela. Un zoom, tomado desde otro ángulo, permite apreciar un detalle del cajón, la vela y una caja de fósforos, además de un post-it pegado a una tabla.

Además, hay fotos aéreas y terrestres del convento y sus construcciones, un plano de éstas  hecho a mano alzada y muchas imágenes de las monjas en distintas acciones.

Paulina Camus sabía perfectamente bien que sus comunicaciones eran interceptadas, y por ello enviaba “mensajes” cuando hablaba con las otras religiosas.

-Cada vez que hablaba con las hermanitas, antes de empezar, saludaba a los hermanos alemanes: buenos días, sé que nos están escuchando, así es que queremos decirles que Dios los ama mucho, que los conoce y está con ustedes-, recuerda hoy con humor.

Sin embargo, no sospechaba el volumen del espionaje que revelan las fichas, y se sorprende al saber que en éstas hay muchas cartas y fotos de ella. ¿Podría haber sido algún trabajador del convento informante de la colonia? Camus lo niega rotundamente, y asegura no saber quiénes son “Reca”, “Mami” o “Mina”, los principales “soplones” sobre sus actividades.

Paulina Camus recuerda que una vez enfrentó a Paul Schäfer en un camino público. El líder de la secta, muy molesto, le preguntó qué quería. Ella le respondió que necesitaba “saber por qué nos persiguen”.

-Mande una carta.- Fue la respuesta del jerarca.

No fue la única vez que estuvo cara a cara con Schäfer. De hecho, lo vio muchas veces. “Él parecía que tenía como miedo de nosotros”, recuerda. “Era divertido, porque nosotros no teníamos ningún poder, fuera de la oración”.

MONJAS ENCUBIERTAS
Lo que ella nunca entendió, las razones del encono de la colonia en su contra, quedan en  evidencia en las fichas de inteligencia. En la numerada con el 12, de la “colección” sobre la madre Paulina, se relata una visita de la entonces edil de Parral a las monjas, cuando éstas acababan de llegar a San Manuel. Dicho encuentro sería clave para la posterior persecución en contra de las religiosas.

Como consta en la ficha, la informante “Mami” dijo a los alemanes, el 31 de diciembre de 1977, que “las monjas son muy peligrosas según la información de la alcaldesa”, quien “cree que no son monjas, cree que solamente son gente que está tratando de vigilar y ver la entrada de la Colonia Dignidad, viendo los vehículos que pasan y los que salen y controlando. Es muy posible, por la bulla que ellas sintieron, que ellas tenían (sic) un transmisor. La alcaldesa no lo escuchó, pero la Sra. directora departamental de Educación escuchó un ruido como que era de radio. Hay una monja joven que no habló una palabra, que creen que es extranjera. Que es diferente de las demás, porque lleva una toga diferente. La otra, cuando entró la Sra. alcaldesa, la abrazó y la trajinó, prácticamente en medio segundo supo si iba armada o no armada la alcaldesa. Esa misma monja usaba una manta, posiblemente debajo llevaba arma”.

En la ficha 13, “la señora Elda”,  otra informante, asevera que “son gente que está preparada para hacer más de alguna cosa o transmisión y enviar todo al exterior. Mucho cuidado”.

Todo eso, se señala, fue informado por la alcaldesa al gobernador de Linares, incluyendo sus sospechas de que había “una monja muy alta, muy grande, que parecía más hombre que mujer”, además de una monja “gorda” que creían era una especie de guardaespaldas de Paulina Camus.

“Todo el tiempo, la monja gorda la había cuidado de atrás, nunca se pasó adelante, por si acaso había algún movimiento o algo, como defendiendo a la hermana del obispo, que estaba delante de ellas. La gorda es la que creen que es una extremista preparada, porque es ella la que las abrazó y las trajinó muy rápido”, dice el texto.

En la ficha 14 todo queda más explícito: “De monjas no tienen nada y de espías, mucho”.

En el mismo informe se señala que “el 4-1-78, al abrirse la urna de la Consulta Nacional en la mesa de mujeres de San Manuel, se encontraron arriba tres votos  No -los únicos entre 297 del Sí- y las monjas habían sufragado al final”. Y no es todo: “el día de la Consulta Nacional, las monjas salieron muy a menudo a observar los votantes, los militares y los vocales de mesa; para disimular sacaron agua del pozo en el patio de la escuela donde votaba la gente”.

La diferencia de estas dos informaciones con las anteriores es que en éstas no se menciona una fuente de origen de los antecedentes, lo que indica que a partir de ahí era la colonia la que recolectaba los datos directamente.

LOS JÓVENES SOSPECHOSOS
En función de ello, comenzó el espionaje más directo en contra de las monjas, así como de todo su entorno. Existen minutas detalladas respecto de sus movimientos, así como fichas de todas las monjas y también de los aspirantes a monje de los Hermanos de la Paz, que provenían de un convento situado entre San Javier y Constitución.

Patricio Atton era uno de ellos. Hoy se declara poco asombrado al saber que hay más de 20 fichas sobre él: dice que sabían que los fotografiaban de noche con equipos especiales y que mandaban a los más jóvenes de la colonia a allanar las habitaciones de las monjas. “Muchas veces los vimos saliendo”, dice, y agrega que, de adrede, dejaban todo desordenado, con el fin de intimidar.

Por cierto, las redes de la colonia se extendían mucho más allá de su ámbito inmediato. Por medio de un pariente que era oficial de Carabineros, Atton supo en aquel tiempo que había un agente de inteligencia de esa institución destinado a seguirlo, lo que se confirma por la ficha 41 sobre Paulina Camus, que precisa que un informante llamado “Mk” dijo a los alemanes que el “Servicio de Inteligencia en Parral” (es decir, la CNI, que funcionaba en una casa que le proporcionaba la colonia) se había interesado en las monjas, lo mismo que Carabineros.

A todos ellos les parecían sospechosos estos jóvenes, claro está. En la ficha 16 sobre la madre Paulina se lee que “a la casa donde viven estas monjas llegan permanentemente unos jóvenes, en su mayoría usando barbas, que decían ser monjes, que toman contacto con los campesinos del lugar, conociendo la topografía del terreno y estándar de vida los habitantes; también estarían haciendo una campaña política en contra del actual gobierno”.

En noviembre de 1978 las cosas ya se volvieron más álgidas cuando desde Dignidad identificaron un auto que andaba cerca del acceso al fundo, y del cual sus ocupantes, entre los cuales identificaron a Paulina Camus, tomaron algunas fotos. Unos colonos detuvieron el auto y demandaron la entrega del rollo fotográfico, a lo que finalmente los visitantes accedieron.

"OJOS QUE NO SON DE BONDAD"
En el mundo maniqueo de la secta y sus adherentes, las monjas fueron convirtiéndose cada vez más (imaginariamente) en enemigas temibles y perversas. Para la inauguración de la iglesia de San Manuel, en 1979,  encabezada por el obispo Camus, una informante relató a los colonos que “empezaron unos cantos, unas tocaduras de manos, se meneaban así como quienes estuvieran bailando una cumbia, un verdadero paganismo”. La misma aseveró sobre el sacerdote que éste tenía (sic) “unos ojos que dan la impresión, una imagen de un demonio, ojos grandes, penetrantes, unos ojos que no son de bondad”.

Tras ello, los hostigamientos se incrementaron, lo mismo que el espionaje. A los disparos frecuentes en contra del convento se sumaba la interceptación de todo lo que escribían o recibían las monjas, y ya hacia 1982, cuando el dueño del fundo San Manuel vendió el predio a Colonia Dignidad, los colonos les cortaron el agua, con un bulldozer, para siempre. Lo peor vendría a mediados de 1985.

-Ese día yo estaba en Linares hablando con el padre Juan, porque justo nos habían pedido que nos cambiáramos de San Manuel para que no nos pasara algo. Las hermanitas estaban tomando once como a las 7 y media y sintieron un sonido como de unas tejas, pensaron que estaban disparando los alemanes, pero cuando salieron estaba incendiándose-,  recuerda Paulina Camus.

Para Atton el final de esta historia no es de extrañar, considerando la forma en que operaba la colonia y, sobre todo, porque coincide con Fernández respecto de que dicho enclave era mucho más que una secta pedófila o una organización criminal. “El servicio de inteligencia de  Colonia Dignidad no era un simple sistema de protección de civiles… investigaban a las autoridades, a los funcionarios públicos, a gente de la Iglesia, era algo muy amplio”.

Colonia de espionaje

LAS DECLARACIONES DE SEEWALD Y SCHÄFER
En seis declaraciones prestadas ante el ministro de fuero Jorge Zepeda, el colono Gerd Seewald relató con muchos detalles la forma en que se hacían las fichas, de dónde se recopilaba información y por qué: “Schäfer quería tener fichas y antecedentes de todas las personas de izquierda, pero también confeccioné fichas de militares y personas que no eran de izquierda, porque a Paul Schäfer le interesaba saber cosas sobre ellos”, dijo el 23 de julio de 2005.

Por su parte, Schäfer alegaba ignorancia: “Desconozco cómo y cuándo él comienza a confeccionar las carpetas de archivo. Es probable que hubiese tenido relación con algún organismo de seguridad, como la DINA. Me parece muy extraño todo esto”, afirmó el 1 de septiembre de 2005 al mismo magistrado.

Seewald también se refirió al espionaje a las monjas, aseverando algo que no figura en las fichas que él mismo escribió: “Sobre las ‘hermanas’ que ocupaban la iglesia aledaña a la villa, teníamos la impresión que en Santiago había ocurrido algo, una fuga de personas, que habrían sido refugiadas por las monjas. Creo que esa información la obtuvimos de los vecinos. Una de las monjas era hermana del obispo Camus, a quien se le tenía por una persona de izquierda. Por tal razón se les confeccionó las fichas (sic). Se les trató de hacer la vida un poco complicada a las religiosas; los vecinos tampoco estaban contentos con ellas. Paul Schäfer salía de caza en la noche, disparando en sectores cercanos a la capilla, para provocarles inquietud. Definitivamente se fueron del lugar cuando ganamos un juicio”, afirmó.

Schäfer lo negó todo: “Nosotros tuvimos un litigio con esa monjas, el que ganamos en tribunales, a pesar de que no nos daban muchas esperanzas de ganar ese juicio a la Iglesia. Pero ignoro lo que pudo recopilar y escribir Seewald respecto de esta situación”.

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