Cambios en la manera de organizar las experiencias de aprendizaje, metodologías didácticas de los docentes, educación personalizada, capacidad de trabajo colaborativo, desarrollo de habilidades y competencias frente al saber académico y desarrollo de pedagogías más concretas, centradas en la experiencia más que en la transmisión de conocimiento del docente al alumno, son algunas de las transformaciones que experimentarán las escuelas en un futuro cercano, donde se rediseñará la forma de aprender y enseñar.
Así lo indican las conclusiones a las que llegó el informe emanado durante la Cumbre Mundial para la Innovación en Educación de la Fundación Qatar (WISE por sus siglas en inglés) en 2014. La pregunta fue, ¿cómo será la escuela en 2030? Más de 645 expertos internacionales participaron, entre ellos Noam Chomsky y Sugata Mitra, profesor de la U. de Newcastle.
La innovación será la clave del futuro en la enseñanza, según sus principales conclusiones. De los consultados, el 93% de ellos está a favor de nuevos enfoques de enseñanza y un 83% anticipa un cambio hacia una educación más personalizada, donde el profesor se verá como un facilitador de conocimiento.
Crear nuevos entornos de aprendizaje es el desafío que enfrentarán en las próximas décadas los sistemas educativos de todo el mundo, gracias a la inclusión de internet, nuevas herramientas y tecnologías en el aula.
“El modelo tradicional de la escuela está en crisis”, afirma Eugenio Severin, consultor en educación. Su análisis lo complementa Álvaro Salinas, académico de la Facultad de Educación de la PUC e investigador del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE), especializado en educación y tecnologías de la información y comunicación, quien explica que los niños han cambiado y el conocimiento que debe enseñar la escuela también se ha transformado, debido al contexto que plantea la sociedad actual “con el acceso a la información, las tecnologías y la rápida evolución del conocimiento”, añade Marcelo Vera, coordinador de Enlaces del Mineduc, institución que desde 1992 ha buscado contribuir al mejoramiento de la calidad de la educación integrando las TIC en el aula.
Un cambio de paradigma en la educación es lo que propone Ana María Raad, gerente del Centro de Innovación en Educación de Fundación Chile. De una escuela que enseña a una comunidad educativa, donde los estudiantes aprenden con experiencias que les permiten aprender haciendo, y adquieren habilidades para continuar su aprendizaje a lo largo de la vida, ese es el salto que deben dar las escuelas. Agrega que no sirve tener un sistema con metodologías de educación donde el niño está frente a la pizarra, porque ese modelo no entrega las herramientas que los alumnos necesitan para enfrentar el mundo del mañana, y quedará obsoleto.
Perfil de los alumnos
En tiempos mediados por la tecnología, los expertos concuerdan en que es difícil prever las habilidades que requerirán los alumnos en el futuro, ya que todo va cambiando muy rápido.
Lo que tiene claro Ana María Raad es que es necesario que los alumnos aprendan y dominen habilidades y destrezas –las que no sólo tienen que ver con el uso y dominio de dispositivos móviles– que les permitan identificar el conocimiento útil, pues hoy este está en todas partes y ya no es patrimonio del profesor. Severin agrega que deben ser capaces de “discernir críticamente el contenido ampliamente disponible, para trabajar sobre la incertidumbre, más que sobre verdades establecidas”.
¿Qué se debe privilegiar en el aprendizaje de los alumnos? La exploración e indagación, así como la resolución de problemas más el aprendizaje que vincula contenidos con aplicaciones concretas en la vida cotidiana, según Hugo Martínez, director ejecutivo de Eduinnova, Centro de Investigación y Desarrollo de Innovación Educativa. Se suma a ello su capacidad de trabajar en equipo y colaborar para crear contenido innovador.
Para Álvaro Salinas, investigador del CEPPE, “la escuela debe centrarse en enseñar habilidades para desempeñarse adecuadamente y participar con sentido en ambientes digitales”, pues el uso de la tecnología es un catalizador de esta transformación, añade Vera. “Hoy en Lenguaje, por ejemplo, no basta con saber leer y escribir. Se requieren habilidades para comunicar en lenguajes variados, tales como el audiovisual, aprender a buscar, seleccionar, sintetizar y procesar información variada, entre otros”, dice Salinas.
Por el contrario, quedarán obsoletas y con menos relevancia las tareas repetitivas y habilidades rutinarias, las que quedarán fuera de las llamadas “competencias del siglo XXI”, señala Severin.
Docentes
Los profesores, encargados de llevar estas transformaciones al aula, deben abandonar el paradigma de ser “proveedores de conocimiento”, indica Severin y convertirse “en diseñadores de experiencias de aprendizaje ricas, y pertinentes para sus estudiantes. Esto es un cambio muy profundo, al que llegamos bastante tarde en Chile y América Latina”, agrega.
Para ello, tienen que estar abiertos a los cambios, trabajando cooperativamente entre ellos e integrar herramientas en su trabajo docente para generar estrategias y metodologías que apoyen la pedagogía y prepararse para “transformarse en mediadores, articuladores que faciliten y estimulen los procesos de aprendizaje de sus estudiantes”, dice Martínez.
Acciones y desafíos
Conscientes de los cambios que está experimentando la sociedad, ministros de Educación de 22 países, junto a líderes de la industria educativa, se dieron cita en la primera versión de la Global Education Industry Summit, cumbre organizada por la Comisión Europea, la OCDE y el Ministerio de Educación y Cultura de Finlandia, realizada en Helsinki en octubre pasado.
¿El objetivo? Debatir sobre la necesidad de crear nuevos ambientes de aprendizaje incorporando innovaciones tecnológicas que permitan mejorar la educación y satisfacer las demandas del siglo XXI. En aquel encuentro, Andreas Schleicher, director de Educación y competencias de la OCDE, apuntó a que la idea es “crear un marco estratégico para la transformación de la educación en lugar de inundar las escuelas con soluciones tecnológicas individuales”. Señaló, además, que la tecnología “es la única manera de ampliar drásticamente el acceso al conocimiento”.
Marcelo Vera, de Enlaces, indica que Chile va de la mano de lo que se discute a nivel internacional, y prueba de ello es que en 2012 se definió una matriz de 20 habilidades digitales que han sido incluidas de manera paulatina en el currículo nacional de 1º Básico a II Medio, las que tienen relación “con la búsqueda y manejo de información en internet, generación de nuevos productos, comunicación y colaboración, convivencia digital y el uso de tecnologías”.
Nuevas bases curriculares, eso sí, se implementarán paulatinamente de 7º Básico a II Medio, donde se plantearán “habilidades de orden superior”. ¿Qué quiere decir? Los alumnos no sólo tendrán un manejo funcional de la tecnología, sino que “deben ser capaces de generar nuevos productos o ideas a partir de la información obtenida en internet, para transformarse de consumidores de información a creadores y partícipes de internet, generando nuevos contenidos y aprendizajes”.
En medio del debate actual por las reformas educativas en marcha en el país, Severin agrega que los cambios deberían concentrarse en el futuro en el currículo y evaluación, la formación docente y una institucionalidad escolar, pues se deben actualizar las competencias de los estudiantes y el perfil y paradigma desde donde los docentes enfrentan su tarea. A ello se suma la importancia que debería tener el tipo de recursos pedagógicos, estrategias y metodologías que puedan apoyar esto, opina Salinas. Ana María Raad señala que esta “es una oportunidad única para empujar esta visión de la educación del siglo XXI a todos”.