“Chris, tú no estás entendiendo”. La voz raspada de Bernie Sanders se elevaba y trataba de imponerse a la serie de preguntas que le estaba disparando su interlocutor, Chris Matthews, el emblemático presentador del programa político “Hardball” de NBC. Era el pasado jueves en la noche y el senador, de vuelta en su alma máter, la Universidad de Chicago, enfrentaba una y otra vez el mismo cuestionamiento: cómo podría realizar sus planes de ser electo presidente sin contar con una mayoría a prueba de vetos en el Congreso. “Esto es una revolución política”, agregaba a continuación el retador de Hillary Clinton, para luego explicarle a Matthews que él contaba con que la presión de “millones de personas” impactaría en los senadores, y que éstos se verían obligados a aprobar las leyes que el sugería, como alzas de impuestos en Wall Street, cambios en el sistema de coberturas médicas y educación superior gratuita en las instituciones públicas. Mientras el presentador lo miraba con cara de poco convencido, la esposa del senador, sentada a pocos metros, retrataba en su rostro la inquietud ante las preguntas.
En las últimas semanas, después de convertirse en la sensación de la contienda demócrata, Sanders se ha enfrentado a una cuesta arriba. Pese a que cuenta con muchos recursos frescos gracias a las donaciones de sus seguidores, el hecho de que Hillary Clinton haya logrado aguantar su arremetida en Nevada y le haya sacado más de 40 puntos en Carolina del Sur hacen que llegue al Súper Martes jugándose mucho. Éstas son las claves para leer lo que ocurrirá la jornada de hoy.
1.HILLARY ANTE SU REVANCHA
La semana pasada, uno de los tantos análisis estadísticos que son pan de cada día en la campaña presidencial estadounidense aportó un dato decidor: aun cuando Hillary Clinton logre 55% de los delegados en todas las contiendas que quedan –y que duran hasta junio-, no logrará la mayoría absoluta. Para eso requerirá de los “superdelegados”, los miembros de la Convención Demócrata (la instancia que elige finalmente al candidato) que tienen derecho propio a voto y que suman alrededor del 20% de la cifra total.
El dato sirve para entender por qué en el lado demócrata están preparados para una carrera larga, pero no invalida la tradición. Esta noche, Hillary puede aprovechar la ventaja táctica que le da una contienda en terreno favorable: la mayoría de los 11 estados que votan hoy están en la zona sur, que históricamente ha sido reducto de los Clinton. Los pronósticos hablan de que en una buena jornada, la ex primera dama podría acumular una ventaja de 100 delegados, bastante difícil de remontar.
¿Qué pasó para que en dos semanas una campaña que estaba en problemas ahora parezca en camino a la nominación? Básicamente, Hillary encontró un complemento entre una buena estrategia de campo, que la mantuvo en pie en las primarias iniciales, y un relato inesperado de su candidatura: ser la orgullosa heredera y continuadora de Barack Obama. Lo percibieron así los votantes de Carolina del Sur, que la hicieron ganarle a Sanders el pasado sábado por un margen mayor que el que obtuvo Obama ante ella en 2008.
2. SANDERS Y EL MOMENTO DE LA VERDAD
Pocos dudan que Bernie Sanders seguirá en carrera mientras pueda, pero hoy requiere de una sorpresa mayúscula para continuar con posibilidades reales. En una carrera que se alimenta muchísimo de sensaciones, la significativa derrota en Carolina del Sur dejó un sabor amargo en la campaña. Aun cuando su equipo se la jugó por bajar las expectativas ahí y poner la energía en el “Súper Martes”, la derrota fue de tal magnitud que desnudó las falencias de una campaña construida con más voluntad y ganas que profesionalismo.
La semana pasada, Joe Trippi, uno de los más emblemáticos estrategas demócratas, apuntaba que el problema de Sanders no eran los recursos ni el entusiasmo, sino que el nivel de organización. La campaña ha ido creciendo a medida que las expectativas aumentan, a diferencia de Hillary, que trabajó un esquema detallado para ganar la nominación desde hace varios años.
Sanders esperará los resultados en Vermont, el pequeño estado donde es senador. Para cuando llegue al escenario esta noche, debería estar claro si es que sigue teniendo una opción de ser el abanderado demócrata o si bien deberá apostar a seguir en una competencia más con el afán de influir que con el de ganar.
3. LA REIVINDICACIÓN DE OBAMA
Se sabe que el presidente estadounidense es fanático de Abraham Lincoln y que siguió su camino de nominar un “equipo de rivales” en su gabinete con figuras de prominencia que incluso fueron adversarios suyos previamente. Sin embargo, hace ocho años nadie podría haber previsto que Hillary, su entonces tenaz adversaria, terminaría siendo su defensora pública número uno y haciendo de la defensa a su gestión un eje central de su candidatura a la Casa Blanca.
Aunque Obama no le ha dado un apoyo público a su ex secretaria de Estado, muchos miembros de su equipo de las campañas de 2008 y 2012 están trabajando para ella, y figuras emblemáticas como David Plouffe, su estratega de campaña, y Jon Favreau, el hombre que le escribía los discursos, han escrito largos artículos explicitando su respaldo y explicando cómo las heridas sanaron.
Más aún, incluso comentaristas políticos conservadores como David Brooks, del New York Times, han comenzado a elogiar la compostura del mandatario comparada, por ejemplo, con el campo actual de presidentes republicanos. Con su aprobación hacia arriba, el presidente estará en condiciones de ser un apoyo en lo que puede ser la última pieza de su legado: conseguir lo que no pudo Bill Clinton en 2000 y entregarle la Casa Blanca a un demócrata. Que, además, fue su mayor rival en una larga batalla ocho años atrás.