Por Cecilia Correa A. // Fotos: Jorge Fuica Marzo 17, 2017

Son las tres de la tarde y 35 alumnas de primero medio del Colegio Sagrados Corazones de Manquehue escriben concentradas en post it. No se sientan en filas mirando un pizarrón, sino que se distribuyen en grupos de a cuatro.

El tema del día es el sentido de la historia y el profesor Cristóbal Guerrero (27) interviene sólo para hacerles una pregunta: ¿Por qué tiene valor estudiar historia? La respuesta la construyen ellas. Natalia escribe:

—Para entender de dónde venimos.

—¿Por qué tenemos que entender de dónde venimos?

— Para saber quiénes somos.

—¿Por qué es necesario saber quiénes somos?

—Para que las futuras generaciones comprendan.

—¿Por qué las futuras generaciones deben comprender?

—Para valorar lo que hicieron sus antepasados y valorar la vida.

—¿Por qué hay que valorar la vida?

—Para ser felices.

El profesor lo lee en voz alta y dice con entusiasmo: “La última respuesta llega a la esencia”, no se puede profundizar más.

Esta es una de las 60 “rutinas del pensamiento” que el profesor utiliza para sus clases con uno de los enfoques más innovadores en educación: el Pensamiento Visible, que se enmarca en el Proyecto Cero de la Universidad de Harvard. Su premisa: aprender es consecuencia de pensar, y para pensar profundamente se requiere hacer visible el proceso de reflexión que hay detrás (que muchas veces es inconsciente).

Guerrero pega los post it en un mural, mientras lee las respuestas en voz alta.

Luego le pide a la clase que revise la materia del año anterior, elijan los 10 conceptos y las palabras claves de cada uno  y fabriquen tarjetas con “palabras prohibidas” para jugar el resto de la clase. Las jóvenes trabajan en pareja, las voces suben de tono, pero no se conversa del fin de semana, sino de la Revolución francesa y luterana y la conquista de América.

“Esto es magia”, dice el profesor.

En solo una hora, las niñas fueron capaces de hacer un recorrido lúdico por el pasado. En ese tiempo no miraron el reloj.

Desafiar el promedio

El Pensamiento Visible, ideado por los investigadores Ron Ritchhart y David Perkins, argumenta que las personas pueden dirigir y mejorar sus pensamientos cuando se exteriorizan  a través de la conversación, la escritura, el dibujo u otros métodos. Esto se logra a través de las rutinas de pensamiento, estrategias concretas que ayudan a que el pensamiento se haga un hábito. Una especie de código que sólo los que pasan por este enfoque pueden entender.

 El modelo está revolucionando la manera de enseñar en el mundo, y desde hace tres años que se desarrolla en algunos colegios privados y jardines infantiles, con la convicción de que cambiar el paradigma de la educación tradicional requiere una transformación cultural que tomará años.

En Chile han sido pocos los colegios particulares que se atrevieron a desestructurar la forma tradicional de hacer clases, la misma de hace décadas. Pero, al parecer, cada vez son más los que se suman a esta aventura, porque está el temor de no quedarse atrás.

El enfoque Pensamiento Visible traspasa el protagonismo desde el profesor al alumno, y de la cátedra al intercambio de ideas, con el fin de formar niños pensantes, creativos y tolerantes

La consultora de proyectos sociales Focus, en alianza con la organización educacional con sede en Estados Unidos Edu1st, llevan el servicio de capacitaciones en Chile y en otros países como España, Colombia, Argentina y Costa Rica. Por sus cursos han pasado los colegios Manquehue y Notre Dame, que tienen un contrato de cuatro años, dos profesoras del Villa María Academy, el San Ignacio El Bosque, y al menos cinco jardines infantiles, entre ellos el Pintacuentos.

El Villa María incluso creó un equipo académico que tiene entre sus objetivos la innovación pedagógica y la formación de las profesoras en esta metodología.

Estos pioneros se dieron cuenta de que la educación formal ya no estaba respondiendo a los desafíos de hoy, donde los niños “despiertan con un tablet” y la información está disponible en todos lados. Urgía formar jóvenes más críticos, creativos y colaboradores, empapados de una “cultura del pensamiento”.

“Los colegios particulares no tienen ningún incentivo para actualizarse, ya que les llueven las matrículas y lideran los rankings. Pero en el mundo, la educación cambió radicalmente”, dice la coordinadora de Focus, Teresa Covarrubias, cuando se refiere al modelo de enseñanza en las salas de clases del país.

El enfoque de Pensamiento Visible cuestiona, a través de preguntas estratégicas y actividades dinámicas y lúdicas, la forma de evaluar la inteligencia y capacidades de los niños según los rankings y las pruebas estandarizadas, que miden a un curso según una misma variable; se rebela contra la noción de que todos son iguales en cuanto a aprendizaje y a la sala de clases como un masa homogénea de receptores pasivos de información. Cuestiona la memorización como forma de aprendizaje y exalta la individualidad del niño y su carácter multifacético.

La vieja estructura de enseñanza heredada de la Revolución industrial, en que un profesor dicta cátedra y una sala llena de alumnos ordenados en fila toman nota, donde sólo los más inteligentes o atrevidos osan preguntar, es lo que este nuevo método viene a derrumbar. Todos tienen algo valioso que decir. El niño comprende mejor a través de su experiencia, de lo que le da sentido y de su interacción con otros. El estudiante es el protagonista, y el profesor, si bien juega un rol clave, tiene un papel no ya de transmisor de contenidos, sino de guía o facilitador para que los alumnos exploren la selva del conocimiento por ellos mismos. Aquí no existen las verdades absolutas ni las respuestas hechas de antemano. La expresión del punto de vista tiene mayor valor que el perfeccionismo.

Fernando Maffioletti, de 48 años, ha pasado casi toda su vida en los patios del Colegio Manquehue, primero como alumno y luego como rector. Hizo un máster en Gestión Escolar en Melbourne, Australia, y llegó a Chile con la inquietud por adoptar metodologías que prepararan a los jóvenes para la vida y fueran un aporte para la sociedad. “Tenemos que ampliar el foco de la educación más allá de las notas y rankings”, dice.

El conflicto de los mateos

En el jardín infantil Pintacuentos, ubicado en Las Condes, ocho profesoras se capacitaron el año pasado en Pensamiento Visible.

Es martes en la mañana y los 19 niños de tres años entran a la sala cansados de tanto jugar en el recreo, pero aún les queda energía para hacer una rutina de 15 de Marzo 2017/SANTIAGONevo proyecto educativo en SSCC Manquehue.pensamiento más. La profesora los invita a jugar a la “Perla de la Sabiduría” y se forman en una medialuna. Los niños entienden de qué se trata y uno de ellos, Max, de pelo castaño y ojos cafés saltones, toma la iniciativa. La idea es relatar una anécdota y decir qué se aprendió de ella. Cuenta que fue a la playa y se mojó, pero que gracias a que usó la toalla llegó limpio y seco a su casa. Mientras habla, cinco niños se mueven impacientes en sus puestos con la mano levantada.

—El cambio que se ha sentido con las estrategias de pensamiento visible ha sido especialmente notorio en el vocabulario, dice la directora Catalina Vicente, y explica que a través de las estrategias los niños han hecho conscientes las palabras que escuchan de las profesoras y se expresan de una forma más precisa.

Sin embargo, en este modelo los que más han sufrido son los “mateos de la clase”, según cuentan los profesores y la alta dirección del Colegio Manquehue. Explican que los saca de su zona de su confort. “En el sistema tradicional los niños hábiles son los que se lucen. Conectan rápidamente y en la prueba se sacan un 7. En éste sistema se les da espacio a los niños que nunca destacaron”, dice Ximena Valle, jefa del Departamento de Historia.

Lorenzo, alumno de segundo medio, es uno de los no convencidos. Es tímido e introvertido. Aunque su clase de Historia lleva dos días con este sistema, sigue prefiriendo el sistema tradicional de “llevarse las guías para la casa”, para internalizar con calma la materia. Sin embargo, reconoce que se siente con más confianza para participar en grupos pequeños.

Aprender de otros. Esa es la apuesta.

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