“Soy un milagro andante”. Así, sin sutilezas, sin eufemismos, definió su presente Tiger Woods ante la prensa hace algunos días.
A los 42 años, el jugador que a principios de siglo remeció el golf y elevó sus niveles de popularidad tal como antes lo hicieron Muhammad Alí en el boxeo o Michael Jordan en el básquetbol, vive un momento muy especial. En Augusta National, la cancha donde saboreó sus momentos más gloriosos, Woods vuelve a disputar el Masters tras dos temporadas en las que no formó parte del field que tomaba el tee de salida.
Los martes, previo al comienzo del primer major de la temporada, se realiza la Cena de Campeones, en la que el último campeón del Masters elige el menú para agasajar a los invitados. Hace un año, Woods llegó hasta el exclusivo clubhouse, pero no tuvo ocasión de tomar sus palos. Teniendo derecho a jugar gracias a sus cuatro triunfos en esa cancha, las lesiones lo tenían contra las cuerdas. Muchos, incluso, lo daban por retirado. “Estaba debilitado”, reconocía el estadounidense hace unos días en su sitio web.
Después de someterse a una cirugía de fusión espinal en abril pasado, su cuarta operación desde marzo de 2014, la carrera deportiva de Woods estaba en peligro. Otra vez, lentamente, comenzaba un arduo proceso de rehabilitación, cuyo resultado era incierto.
“Soy un milagro andante”.
Y vaya que lo es. Ahí está, ahora, un año después. No sólo jugando: es candidato a ganar por quinta vez el torneo que define como “el mejor del mundo… El campo de golf, la atmósfera… Es el paraíso de los golfistas”.
Tras imponerse en 1997, 2001, 2002 y 2005, Woods quiere sumar su quinta chaqueta verde, el deseado honor que se adjudica el ganador.
Hasta este domingo se juega el Masters de Augusta (Georgia)
El golfista llega precedido de buenos resultados, que han mejorado en la medida que ha ido disputando campeonatos. Y resulta que figura entre los favoritos en las apuestas. “Es gracioso, todo un cambio. Hace seis meses, las apuestas eran que ni siquiera iba a jugar”.
Todo parece estar a favor de Woods en este retorno. Por ejemplo, desde 2005, cuando Tiger ganó en Georgia por última vez, que no había tan pocos inscritos. Aquella vez hubo 93. Ahora hay 87.
“Va a ser uno de los masters más atractivos de los últimos años, porque Tiger reaparece jugando mucho mejor de lo que se esperaba, al punto que es uno de los favoritos, y ojalá juegue bien este fin de semana, porque le hace bien al golf”, analiza Felipe Aguilar, el chileno que se luce en el Tour Europeo.
El valdiviano hace una confidencia: “Conversando alguna vez con el ‘Pato’ (Ángel) Cabrera, él cree que el Masters es uno de los majors más fáciles de ganar, precisamente porque el field es bien limitado, en una cancha donde es difícil que gane un debutante. A eso hay que restar a quienes no les acomoda el campo y a algunos excampeones que ya no son particularmente competitivos… Eso convierte en favorito a Woods”. Aguilar hace eco de los dichos de un ganador en Augusta en 2009, como es el golfista argentino, quien también ganó el US Open 2007.
“Tiger es quien puede dar una sorpresa y todos esperamos que nos la dé. Se ve cómodo en la cancha, con grandes resultados en los torneos anteriores y con confianza. No es el mismo escenario de hace unos años cuando el resto de los jugadores lo respetaba en este campeonato, cuando temían enfrentarse a él peleando en la última ronda”, analiza Matías Domínguez, quien jugó el Masters de 2015 como ganador del Latin America Amateur Championship.
“Soy un milagro andante”, dice Woods. “Y estoy acá para ganar”, remata amenazante.
Representación de Chile
Mientras Woods va por su revancha, otros llegan a Georgia con la ilusión de demostrar su talento.
Por tercera vez hay un chileno jugando el Masters. Así como Domínguez en 2015, Tomás Gana hizo lo propio ganando como aficionado el torneo latinoamericano en 2017. Y, para este año, quien clasificó en ese cupo fue Joaquín Niemann.
El talagantino de 19 años, eso sí, llega con un sustento adicional a sus aspiraciones en la mítica cancha de Augusta: es el número uno del mundo entre los amateurs. Además, y a diferencia de los dos chilenos que tuvieron este honor en los años recientes, llega con la ventaja de haber disputado el US Open 2017. Si bien en esa ocasión no pasó el corte, la experiencia le puede redituar ahora.
“De lo poco que hablamos antes de que se fuera, lo noté tranquilo, preparado emocional y técnicamente. Ha mostrado buenos resultados y tiene altas expectativas”, cuenta Domínguez.
El primer major del 2018 tiene en competencia a un debutante chileno y a una resucitada estrella.
Una de las metas alcanzables para ‘Joaco’ es ganar entre los aficionados. Sin embargo, parece ser un objetivo menor. “Me parece que cualquier cosa que no sea pasar el corte, implicaría que no quede satisfecho”, agrega el primero de los últimos tres nacionales que jugaron el Masters.
“Muchos piensan que este es el inicio, pero ‘Joaco’ viene preparando no sólo este desafío. Viene enfocado en que el golf será su profesión, y Augusta es un campeonato más dentro de su camino. Eso ya lo deja en un estado emocional con mucha confianza para afrontar este torneo”, complementa.
Niemann se convertirá en profesional una vez concluida su participación en el Masters. Y puede ser una despedida de la condición de aficionado que le dé el empujón anímico adicional.
“Es difícil anticipar su desempeño, pero le puede ir muy bien, y ojalá así sea, porque le haría bien al golf nacional. Rematar con un top 30 sería espectacular. Tiene buen juego corto y arriba del green, lo que le favorece para ir por un buen resultado”, sentencia el experimentado Aguilar. De paso, el valdiviano le anticipa un buen futuro. “Si bien jugar de profesional es diferente porque hay otras presiones, ‘Joaco’ tiene el juego y calidad demostrada. Va a depender de él, pero su techo es el cielo… Puede ser, lejos, el mejor jugador que hayamos tenido y el tiempo dirá cuál es su lugar”, complementa.
En lo inmediato, Domínguez, conocedor de la cancha y del juego de Niemann, anticipa un resultado positivo. “Tiene un juego muy preciso, que se acomoda bien a Augusta”, dice. Así que no sería sorpresa que el chileno esté tomando las salidas el fin de semana.
Si no lo hace, en todo caso, seguramente tendrá nuevas oportunidades.
Todo puede pasar en los fairways de Augusta. Es el lugar para concretar los sueños, para conquistar la gloria, para jugar por el honor y para vivir milagros. Es, finalmente, y como dice Woods, el paraíso de los golfistas. Uno donde los caminos de un debutante chileno y de una resucitada estrella —quién sabe— podrían unirse.