Van 41 minutos del primer tiempo del partido de vuelta de los octavos de final de la Champions League, entre el Manchester City, que ganó 4-0 el partido de ida, y el Basilea de Suiza, cuando un jugador de los ciudadanos duerme el balón con el pecho y, al ser apurado por un rival, lo esquiva con un globito antes de que toque el suelo. Es la fría tarde del 7 de marzo en el norte de Inglaterra. El responsable de la jugada no es David Silva ni Kevin De Bruyne, los más talentosos del equipo sensación de la Premier; tampoco el Kun Agüero, ni Gabriel Jesus, la gran promesa del fútbol brasileño. Es Claudio Bravo, el portero suplente del equipo, chileno, de 34 años, quien resuelve una jugada complicada con un lujo que dará la vuelta al mundo.
Ocho días después, el bicampeón de América dejará las sutilezas de lado y saldrá a reventar la pelota. En entrevista con radio La Clave intenta explicar los motivos de su inasistencia a la primera convocatoria de Reinaldo Rueda. La molestia de Bravo es evidente. Se nota en su tono golpeado y en sus ideas, las que lanza sin filtro.
El principal motivo de su rabia es una nota aclaratoria de tres líneas, que bastan para provocar el incendio. El día anterior se había publicado la nómina de la selección nacional para los amistosos contra Suecia y Dinamarca. En la lista aparecía el nombre del capitán junto a los de los otros estandartes de la generación dorada (Sánchez, Vidal, Medel, Aránguiz). Precisamente debajo del nombre de Vidal, el último de la nómina por orden alfabético, decía: “Adicionalmente, se informa que el jugador Claudio Bravo fue desconvocado de la nómina de la selección chilena para los compromisos amistosos antes mencionados. La decisión fue adoptada debido a que el jugador declinó asistir a la convocatoria de la Roja”.
Bravo, furioso, esta vez decidió no salir jugando. Y sus explicaciones enredaron aun más el asunto. Dijo que había conversado previamente con Rueda sobre su inasistencia, que le había propuesto incluir a un preparador de arqueros pagado de su bolsillo —luego se supo que era su formador, Julio Rodríguez— y que no estaba dispuesto a ir a la selección a pasear. Criticó duramente a Arturo Salah, recordó la cercanía de Sergio Jadue con los jugadores, y cuestionó el uso que le está dando la federación a todo el dinero que entró durante los procesos anteriores.
El capitán, líder del equipo que ganó dos campeonatos continentales inéditos para la selección chilena, con la que había jugado dos mundiales consecutivos, estaba enojado. Las alarmas se encendieron. Hubo que imaginar al equipo sin uno de sus estandartes. ¿Se puede pensar a esta selección sin su arquero titular? La pregunta, inconcebible en un momento, ahora se hacía válida.
"Respecto al fracaso de no clasificar al Mundial de Rusia, creo que fallamos todos: jugadores, dirigentes, cuerpo técnico. Ahora bien, en qué grado fallamos cada uno y qué cuota de responsabilidad asumimos con autocrítica, es un ejercicio clave."
Tan válida como preguntarse qué hace finalmente a un equipo. ¿Quiénes lo definen? ¿La totalidad de sus integrantes? ¿El entrenador? ¿Puede entrar otro arquero, cumplir la función, y que el mecanismo siga funcionando?
Frank Bascombe es el alter ego del escritor estadounidense Richard Ford. Un tipo demasiado normal, que se dedica al periodismo deportivo y que protagoniza gran parte de lo mejor de su obra. En El Periodista Deportivo, la primera novela donde aparece el personaje, Bascombe entrega una reflexión atingente: “Algunos usan el concepto de equipo como si hablaran de máquinas. Todo eso excluye el papel individual del jugador: jugar o no jugar, jugar bien o no tan bien. Darlo todo (…). Esos tipos tienen un concepto de equipo muy mecánico. Olvidan que un jugador decide intentarlo de nuevo cada día y que los hombres no funcionan como máquinas. Ahora la gente habla del equipo sin tener en cuenta la idea del héroe, un concepto al que yo no quiero renunciar. Tampoco tienen en cuenta por qué a veces los grandes jugadores no juegan tan bien como deberían. Ni por qué pierden los mejores equipos y ganan los que no deberían ganar. No se trata, como dice mucha gente, de tener un rol fijo o de comportarse como una máquina”.
La disrupción es determinante. Tanto en la victoria como en la derrota. Según esto, entonces, sería tan difícil imaginar este equipo con Claudio Bravo afuera como con Alexis o Vidal viendo el partido desde sus casas.
—No, no he renunciado a la selección. Sí pedí que no me convocaran para estos dos partidos —dice a través del correo electrónico, medio por el cual aceptó contestar las preguntas de Qué Pasa.
—¿Hace un mea culpa luego de sus últimas declaraciones?
—Desde luego que hago una autocrítica, pero creo que hablo desde la sinceridad y el deseo de mejorar. Hoy estoy jugando muy pocos partidos en el año, por lo que le asigno aun mayor importancia al entrenamiento. Es mi obligación profesional buscar una mejor calidad de trabajo diario. Si la forma de expresar mis ideas no cayó bien, entiendo la molestia de la gente. Sin embargo, lo que busco es plantear y aclarar ciertos temas. Creo que muchas veces nos falta discutir y decir las cosas de una manera directa, con respeto y altura de miras. Espero que todo mejore, porque al final la selección representa a muchas más personas que los que jugamos o dirigen el fútbol chileno.
—¿Sintió que Reinaldo Rueda lo presionó a definir su posición al nombrarlo capitán antes de los partidos frente a Suecia y Dinamarca?
—En ningún caso. El nombramiento fue un acto voluntario por parte de cada miembro del plantel y mi aceptación del rol de capitán también fue absolutamente espontánea.
—Antes de la nómina, usted se juntó con el entrenador de la selección en Manchester. ¿Cómo fue esa conversación?
—Fue una conversación tranquila, sincera y privada.
—En la entrevista que dio a La Clave, usted criticó la relación del actual presidente Arturo Salah con los jugadores.
—Nuestro contacto con cualquier presidente de la ANFP se reduce a nuestra estadía en Pinto Durán, no tenemos mayor relación saliendo de Chile. Generalmente, hay dirigentes con distintas personalidades y algunos son más cercanos que otros, pero no nos influye en nada, simplemente nos da una base para relacionarnos de mejor manera. Con Arturo Salah no he tenido contacto desde el último partido que jugamos en Brasil.
—¿Cree que el hincha chileno es malagradecido, que olvida rápido? Ha sido muy criticado luego de no asistir a los partidos en Europa.
—No veo la razón para condenar o estigmatizar al hincha. Como todo en la vida, uno debe asumir los costos de estar en una actividad tan pública, en términos de la recepción de críticas y de cometer errores que puedan generar molestia.
La gente es muy amable y cariñosa conmigo en la calle y he sentido siempre el respeto por mi trayectoria. Lo sentí también en los días que pasé hace poco en Chile. No me podría quejar nunca del hincha, que al final paga las entradas más caras de las clasificatorias y que cuando vamos a jugar a cualquier cancha del mundo nos hace sentir en casa.
—¿Está molesto? ¿Siente que le han faltado el respeto, que su trayectoria no ha sido considerada en esta polémica?
—No, no lo considero así. Creo que la trayectoria de un jugador de fútbol se construye en el largo plazo y que cuando tu trabajo ha sido hecho con honestidad y profesionalismo vas a generar una opinión respetuosa de parte de los demás. Siempre y cuando hayas sido un intachable, tanto dentro como fuera de la cancha.
—¿Por qué insistió en la inclusión del preparador de arqueros Julio Rodríguez en el cuerpo técnico?
—Julio es un gran profesional, una persona que puede sacar mucho rendimiento a los arqueros de proyección pensando en el futuro de nuestra selección. Jamás he querido pasar a llevar a otras personas, lamento que este tema tomara otro matiz, simplemente quise colaborar para hacer crecer nuestra selección.
—Dijo que tiene sus ideas respecto a por qué Chile no clasificó a Rusia. ¿Podría desarrollarlas?
—Creo que cuando se consigue el éxito como equipo, los méritos se deben atribuir a todos, desde el que diseña y gestiona la institución hasta el último jugador que se integró al plantel. Respecto al fracaso de no clasificar al Mundial de Rusia, creo que fallamos todos: jugadores, dirigentes, cuerpo técnico. Ahora bien, en qué grado falló cada uno y qué cuota de responsabilidad asumimos con autocrítica es un ejercicio clave. En el fútbol, como en cualquier actividad, fallar es una posibilidad, el negarse a reconocer que se fracasó no nos ayuda a crecer como equipo, como selección o como país, ser autocrítico no es señal de debilidad, es un ejercicio que a todos nos viene bien para mejorar. Fallar y errar está permitido en la vida, el tema es usar ese fracaso para crecer, no para retroceder.
—¿Cuánto dolió realmente no clasificar al Mundial? ¿Les dolió a todos por igual?
—Dolió mucho, fue muy fuerte el asumir que se nos había ido de las manos una oportunidad única, un hito que iba a trascender para muchas generaciones. El fútbol es demasiado relevante en muchos países y nosotros debemos hacernos responsables de no haberle dado un triunfo a nuestro país, que obviamente iba a generar entusiasmo, confianza en el futuro y un ambiente de alegría en las personas. Creo que cuando comience el Mundial sentiremos con más fuerza la pena de no haber conseguido la clasificación.
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—Mucho se ha hablado del recambio. ¿Están las condiciones para que vuelva a aparecer una generación como la actual?
—Chile tiene talento en cada generación; sin embargo, necesitamos mejorar el nivel de exigencia en todas las áreas: desde la organización y calidad de los torneos hasta las normativas que se refieren a las divisiones menores, los cupos de extranjeros y los criterios de trabajo para cada área del fútbol chileno. Habrá selección chilena siempre, por muchos años más, pero el éxito no pasa sólo por los jugadores, pasa por tener un proyecto de país para este objetivo, tener una idea clara de cómo jugamos, qué jugadores queremos formar, cómo nos relacionamos entre nosotros y con el fútbol mundial.
" No me corresponde establecer las pautas de cómo utilizar el dinero que genera el fútbol chileno. Lo que sí tengo claro es que hasta ahora los años de éxito de esta selección chilena no se ven reflejados en un plan de crecimiento, en un plan con proyección a 10 o 20 años."
—Usted habló de que se terminaron desperdiciando generaciones.
—No sé si la palabra exacta es desperdiciando, pero es evidente que ante la ausencia de un plan moderno para nuestro fútbol, el tiempo corre y nuestros talentos jóvenes se pueden ir perdiendo o diluyendo en pocos años. Los jóvenes deben tener su espacio en la alta competencia, nuestra generación en poco tiempo más termina, por tanto, es responsabilidad de los clubes y seleccionadores nacionales generar ese acuerdo nacional de trabajo que tenga sentido para todos, que permita tener una mixtura entre el éxito deportivo individual del jugador y el institucional del club o selección.
—¿Se está utilizando mal el dinero obtenido por la selección en los procesos anteriores?
—No me corresponde establecer las pautas de cómo utilizar el dinero que genera el fútbol chileno. Lo que sí tengo claro es que hasta ahora los años de éxito de esta selección chilena no se ven reflejados en un plan de crecimiento, en un plan con proyección a 10 o 20 años. Puedo decir, con propiedad, que la evolución de nuestro fútbol, en términos de estructura y de infraestructura, no tiene relación con los éxitos deportivos que se han obtenido. Pinto Durán no tiene las condiciones propias para una selección que ha ganado dos copas América, las selecciones menores no cuentan con una cancha con medidas oficiales para entrenar en el Complejo Fernando Riera… Así, son muchas las cosas que podrían haber mejorado en beneficio del fútbol chileno. Creo que todos los que trabajamos en el fútbol chileno compartimos esta opinión y es fundamental que esta situación cambie, por eso es tan importante que todos contribuyamos con nuestra parte a ese cambio.
—¿Se nota todo esto en los malos resultados obtenidos por las selecciones menores?
—Los hechos son objetivos: en los últimos procesos de selecciones menores los resultados han sido malos, pero creo que esto no obedece a que la generación actual o pasada sea mala o a si un DT hizo mal un cambio en determinado momento. A mi juicio, lo que influye en que un proyecto triunfe o no se es que haya una cabeza visible que dicte las pautas del fútbol chileno, en donde esté clara la idea de crecimiento del fútbol nacional. Debe existir un diseño de éxito, que luego debe ser ejecutado por profesionales de área que dediquen el 100% de su vida profesional a esta actividad. La federación inglesa de fútbol tardó 11 años en terminar de implementar el proyecto England DNA y hoy son campeones mundiales sub-17 y sub-20. Ese es un ejemplo a seguir.
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—¿Es difícil para un jugador que ha sido titular en todos lados ser hoy el segundo portero en su club?
—Más que difícil, es un reto en mi carrera y un tremendo desafío mental: yo siempre debo estar preparado para cuando me necesiten en el City. Es mi obligación profesional.
—¿Cómo es estar al mando de Pep Guardiola, el mejor técnico de la actualidad?
—Es simplemente un privilegio, un lujo. Escuchar sus ideas del juego, entender su exigencia y el porqué de ella son cosas que marcan.
—¿Le costó la adaptación al fútbol inglés? Usted llegó para ser titular.
—En mi caso, la adaptación al fútbol inglés fue normal. Lo que no me esperaba fue una suerte de enjuiciamiento tan duro contra mi persona de parte de la prensa y de los hinchas. Hoy estoy feliz en Manchester y en mi club, los años de experiencia me ayudan a estar consciente de mi rol en el equipo y eso me facilita la comprensión de muchas cosas.
—¿Está cómodo o le gustaría probar suerte en otro lado? Ha sonado en otros clubes grandes como el París Saint-Germain o el Napoli de Italia.
—Estoy en un gran club, me siento orgulloso de trabajar en el Manchester City.
—¿Quién ha sido el mejor entrenador que ha tenido en su carrera?
—Me lo reservo, sólo te digo que he tenido el privilegio de ser entrenado por profesionales espectaculares y con mucho conocimiento.
—En Chile se ha hablado mucho de que los equipos salen a atacar sin medir consecuencias, y que por eso les ha ido mal internacionalmente. ¿Cree que se está dejando de lado el legado de Marcelo Bielsa y Jorge Sampaoli, un estilo que le dio una identidad a la selección?
—Atacar es parte del juego. Ahora bien, cómo lo hagas y cómo te resulte dependerá del tipo de jugadores que tienes a tu cargo.
—Finalmente, ¿planea terminar su carrera en Colo-Colo?
—Por ahora tengo contrato con el City y me gusta mucho estar aquí.