Quizás antes del caso Punta Peuco, cuando se conoció que el ex ministro Jaime Campos no firmó el decreto de cierre del penal, no eran muchos los que sabían que se estaba a punto de elegir a un nuevo gran maestro en la Gran Logia de Chile. Que cerca de 2.000 masones irán a las urnas el próximo 21 de abril en un proceso muy parecido a las elecciones presidenciales, con locales de votación y una decisión secreta. Y que el próximo 28 de julio el ex rector de la Universidad de Chile Luis Riveros pasa a ser también ex gran maestro. Porque una organización que llegó a tener un peak de influencia, en que los presidentes de la República eran también hermanos de alguna logia, hoy ha estado más alejada de la palestra.
Además de Campos, hay otros dos candidatos en competencia: Mario Cabezas y Sebastián Jans. Dentro del organismo, dicen que este último es quien corre con ventaja. Ha visitado gran parte de las 230 logias del país, está 100% dedicado a su candidatura, y llega con la promesa de modernizar la institución y recuperar posición en los temas clave que enfrenta el país. Aunque aclara una cosa: “En la masonería está prohibido hablar de política partidista y de intereses religiosos”.
—¿Qué rol juega la masonería hoy en Chile? ¿Ha perdido poder?
—Trabajar por sus miembros en torno a los grandes valores humanos respecto a los grandes temas que afectan el transcurrir humano y la condición humana es algo que ha hecho siempre la masonería. Pero por circunstancias obvias, respecto a la calidad de los miembros que concurren a trabajar en la Logia de Chile, hay momentos en la historia que han sido mucho más relevantes que otros. En el siglo XIX por ejemplo, pese a que los masones eran muy pocos, estaba en discusión de los grandes temas, como el Estado laico. Después un gran tema fue la educación, que es un tema clave para los masones en cómo entienden la sociedad.
—¿Siente que la masonería ha perdido esta influencia?
—Hoy hay una enorme cantidad de profesionales jóvenes que reciben los valores masónicos y que se expresan en sus ámbitos de trabajo, relacionales y donde se mueven cotidianamente. Tienen influencia en cómo impactamos en la sociedad, y eso es muy relevante.
—¿Hay prejuicios?
—Hay espacios donde se mira con cierto prejuicio a los masones. En grandes empresas y algunas instancias de desarrollo cultural y educacional. Por ejemplo, es muy difícil que en la Universidad Católica se encuentre a masones desde el punto de vista institucional, porque hay comprensiones distintas de las cosas y es natural que ocurra. En muchos lugares del desempeño profesional el masón es considerado de manera prejuiciosa.
“Hay espacios donde se mira con cierto prejuicio a los masones. En grandes empresas y algunas instancias de desarrollo cultural y educacional”.
—Todavía…
—Sí, porque es un librepensador, entonces, cuando hay miradas muy consolidadas desde el punto de vista valórico es muy difícil que haya un encuentro. Es una realidad.
—¿Cuáles son sus ejes de campaña?
—Son tres temas: consolidar la formación masónica; temas organizacionales de la masonería que hay que mejorar para poner a la organización en el siglo XXI; y cómo proyectar a la masonería en el quehacer cotidiano. Es la acción de las logias con los temas regionales y locales: la vinculación de la masonería no se hace en torno a los temas políticos, sino a las implicancias morales y éticas que tienen los problemas en discusión. Así como lo hace la Iglesia Católica, que a veces hace referencias a la contingencia, la masonería también debe entrar a debatir problemas que afectan a la realidad nacional.
—¿Cómo se materializa eso?
—Tenemos que ilustrar a la sociedad, entregar conocimiento, porque muchas veces se discuten temas, hay enfrentamientos encarnizados en los debates públicos, pero el conocimiento respecto al tema es bajo. Se maneja mucho la emocionalidad para tomar posiciones, pero no hay una argumentación que respalde esas visiones. Vamos a tener que contribuir desde el punto de vista de que la sociedad reciba esta información.
—Ustedes son liberales en lo valórico...
—La libertad de conciencia es el derecho a la autodeterminación del ser humano. Tal como una persona elige lo que quiere estudiar o dónde quiere vivir, puede elegir todo lo que tiene que ver con su vida.
—¿Cuál es su visión personal sobre el aborto?
—En el aborto nadie puede dar una mejor respuesta que la mujer frente a un trance de su vida. A veces estas discusiones se dan mucho entre hombres, pero las mujeres tienen derecho a determinar su vida. También hay que ayudar al ser humano a resolver sus problemas. La sociedad tiene que tener la capacidad de dar respuestas y acompañar a quienes le aconsejen, le ayuden y le den otra mirada.
—Si la masonería tiene una posición liberal, ¿por qué han decidido mantener a las mujeres al margen?
—Nos sentimos orgullosos de que las mujeres tengan derecho a la iniciación (rito masónico), y también está la Gran Logia Femenina de Chile.
—¿Por qué?
—Por la naturaleza de los procesos iniciáticos, que son de carácter masculino. Los que ellas (la Logia Femenina) practican son de naturaleza femenina, algo que se entiende con claridad cuando uno es iniciado.
—¿Cuál es su posición sobre la educación gratuita?
—Para mí debe haber una educación pública que entregue a todos los niños la oportunidad del conocimiento. Hoy más de un tercio de los niños chilenos no tienen oportunidad de llegar al conocimiento necesario para determinar sus vidas por la calidad de la educación que reciben. El Estado no puede excluirse de educar de la misma forma a todos, los talentos en el país se están perdiendo por eso.
—¿Qué le parece la decisión del Tribunal Constitucional sobre el lucro en los sostenedores?
—El lucro en tanto sea manifestado en instituciones que tienen ese fin hacia un segmento de la población es irrelevante. A mí lo que me importa es el rol del Estado, y este desde luego no puede lucrar. Porque para mí la gran apuesta, más allá de ponerse a discutir si puede haber o no lucro, es cómo el Estado cumple con su labor y responde a las necesidades de educación que tienen todos y con la misma calidad que pueda entregar a aquellos que lo hacen con lucro.
—¿Cuál es la gran batalla que van a dar ahora?
—Sigue siendo la educación. Pero también hay otros temas que se deben empezar a tratar en profundidad, como el medioambiente. Hoy no hay una preocupación social con el alcance que debería tener. Tenemos el tema de la habitabilidad de las ciudades, no hay espacios donde los habitantes puedan ir a disfrutar, no hay una comprensión de cómo tratar la ciudad desde el punto de vista cultural. La robotización y la automatización y cómo impactará al mundo del trabajo. La precarización del empleo, el envejecimiento de la población. Y, desde luego, la laicidad.