"Es realmente en los últimos años que descubrimos exoplanetas con las condiciones necesarias para la vida humana. Si hay una catástrofe mayor, por ejemplo, producto de la superpoblación, no creo que lleguemos a tiempo"
La atmósfera penumbrosa y señorial del Hostal de los Reyes Católicos, frente a la monumental Plaza del Obradoiro, acentúa la intensidad de los rasgos de Anthony Leggett, desde su mirada hasta su hablar apasionado, el que acompaña con gestos enfáticos y manos que dibujan un sinfín de trazos en el aire. Su visita a Santiago de Compostela incluye una serie de actividades cuyo culmen es una charla que lleva por sugerente título: “¿Por qué no puede el tiempo ir hacia atrás?”. Su disposición a poner en cuestión los cimientos de la física no es reciente. Se trata del mismo tipo de preguntas que lo llevaron a explicar un fenómeno sorprendente: la superfluidez del isótopo más liviano del helio a temperaturas inferiores a las 2,7 milésimas de grado por sobre el cero absoluto.
-En su discurso al recibir el Nobel dijo que de niño quería ser explorador. Ahora los chicos prefieren ser cantantes o jugadores de fútbol...
-No creo que la mayoría de la gente deba realizar una carrera científica. Pero es muy importante que la fracción relativamente pequeña de la población que tiene la aptitud para hacer ciencia y, más importante aún, la capacidad para disfrutar con ella, tenga la oportunidad. Creo, en este sentido, que no sólo se trata de la escuela secundaria: la educación científica recibida en la primaria es crítica. Ésa es la razón por la que siempre estoy bien dispuesto a dar charlas a niños.
-¿Cómo incentivar a los jóvenes para hacer una carrera en ciencia en tiempos de presupuestos recortados?
-No creo que sea cuestión de empujarlos a hacer algo que el corazón no les pida. Si el problema es que no hay suficientes puestos de profesor en las universidades, una posibilidad es la docencia a nivel secundario. Mi sobrino, por ejemplo, que vive en Canadá, hizo su carrera en física y es actualmente profesor de secundaria. Eso no le impide mantener un vivo interés en los temas científicos de actualidad.
La coreografía del helio
Leggett trabaja en la actualidad en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, pero su descubrimiento de la teoría de superfluidos anisotrópicos tuvo lugar en 1972, cuando estaba en Sussex. Un recipiente que contuviera helio líquido superfluido vería como éste escala sus paredes por efecto de la capilaridad, como sube el agua por los tallos de las plantas, pero sin fricción. De modo que nada impediría que finalmente se derrame, por muy altas que sean las paredes del recipiente que lo contiene. Este excéntrico comportamiento es un fenómeno cuántico que se vuelve macroscópico porque, a tan bajas temperaturas, los átomos de helio se mueven como si fueran parte de una multitudinaria coreografía. Así como la cadencia de un cardumen expresa el elegante nado de un único pez, una propiedad característica del universo subatómico se amplifica a toda la sustancia.
-Usted tiene una formación como filósofo previa a la carrera de físico. ¿Le ha sido útil?
-Creo que el ejercicio de la filosofía me enseñó, antes que nada, a no dar por sentadas varias de las suposiciones que mis colegas tienden a considerar como naturales en sus investigaciones. En segundo lugar, probablemente me ayudó a plantearme interrogantes más fructíferos en mi trabajo como físico.
-¿Debemos cuestionar los principios sagrados de la física, como el segundo principio de la termodinámica?
-Yo creo que sí. Si estamos o no en posición de poder formular preguntas significativas no me resulta obvio. Varios de los aspectos más profundos de la física son aquellos en los que realmente no sabemos cuáles son las preguntas adecuadas que deben ser respondidas. En particular, los interrogantes que giran en torno a la llamada flecha del tiempo caen en esta categoría. Las preguntas más profundas en física son semifilosóficas.
-Usted sugiere la posibilidad de que el tiempo vaya hacia atrás en algunas regiones del universo.
-Se trata de algo especulativo. Aun cuando llegáramos a la conclusión, a nivel cosmológico, de que la entropía o el desorden sólo pueden crecer como indica el segundo principio de la termodinámica, brindándonos una flecha del tiempo, es posible que existan pequeños islotes en el espacio-tiempo donde, en algún sentido, la dirección del tiempo esté invertida. Sin embargo, si me pides que sugiera un experimento para verificar esta idea, lo cierto es que no puedo hacerlo.
-¿Cuán grandes pueden ser estos islotes?
-No tan grandes como para albergarnos. De otro modo, nos encontraríamos con la posibilidad de que un nieto viajara en el tiempo e impidiera que sus abuelos se encuentren, llevando a una paradoja irresoluble. Existen experimentos de entrelazamiento cuántico cuyos resultados nos fuerzan a abandonar al menos uno de los postulados básicos sobre el universo físico que preferiríamos conservar. La mayoría prefiere abandonar la hipótesis que dice que afirmaciones contrafácticas tienen un valor de verdad definido. Pero si no quieres hacerlo, y tampoco quieres abandonar la causalidad local que impone la teoría de la relatividad especial, entonces tienes que poner seriamente en cuestión las suposiciones sobre la flecha del tiempo que se utilizan en los experimentos. Lo que nos devuelve a la pregunta de cuán grandes deben ser los islotes para que esta explicación de los experimentos tenga sentido. Y eso nos lleva a un conjunto de problemas que yo creo que no están bien entendidos. Básicamente, ¿cuándo un evento definido tiene lugar? Me refiero al proceso de observación. La mecánica cuántica no es realmente una explicación de la realidad. Es una prescripción.
-¿Cómo se compatibilizan los mundos clásico y cuántico? ¿Cuál es el sistema más grande que podríamos considerar cuántico?
-No lo sabemos. Éste es el punto intrigante, pienso yo. No creo que, en caso de que hubiera algún tipo de ruptura de la mecánica cuántica, ésta se deba simplemente a la escala geométrica. Creo que puede deberse a cuestiones más sutiles. Por eso estoy involucrado en un proyecto, como asesor general, para realizar experimentos sobre la visión humana, para ver si ésta es capaz de reaccionar a la superposición cuántica.
-¿Qué nos hace a priori capaces de elaborar una teoría unificada de la naturaleza?
-Creo que la pregunta interesante es qué queremos decir cuando hablamos de una teoría final. Hay una tendencia en la ciencia a considerar que ésta da una descripción errada o correcta de lo que está allá afuera. Yo creo que eso es erróneo. Estamos intentando dar mapas parciales de la realidad, ninguno de los cuales puede dar información completa.
-Pero, si conocemos todas las leyes que rigen el Universo microscópico...
-Estás dando por sentado que, si conoces las reglas que gobiernan a los constituyentes básicos, eso implica que puedes entender o, al menos en principio, calcular el comportamiento del universo como un todo. Aun haciendo esa suposición, ¿sería de alguna utilidad la respuesta, si ésta viene dada en la forma de un conjunto enorme de páginas plagadas de números y gráficos? ¿No deberíamos ponerlo en algún formato gestáltico, en el que el todo esté organizado de modo que sea percibido como algo distinto a la suma de sus partes y resulte más accesible para nuestro propio cerebro? Creo que una pregunta mucho más interesante es si es cierto que conocer el comportamiento de los constituyentes básicos nos lleva necesariamente, aun en principio, a la posibilidad de calcular el comportamiento del universo. El hecho de que las cosas grandes estén hechas de cosas pequeñas, y tengamos un conjunto de leyes que describen a estas últimas, no implica, necesariamente, a nivel lógico, que debamos ser capaces de describir el comportamiento de las primeras. Podría haber otras leyes de la física que irrumpieran en el medio.
-Dijo alguna vez que sus investigaciones en helio superfluido fueron las menos útiles que ha realizado...
-Es que alcanzar temperaturas por debajo de un grado demanda condiciones demasiado elaboradas. Sin embargo, estudiando algunos de estos sistemas tan peculiares que ocurren por debajo de esa temperatura es probable que se aprendan cosas que sean aplicables en sistemas más prácticos. Por ejemplo, la investigación en superfluidez fue muy importante cuando descubrimos, años más tarde, superconductores de alta temperatura basados en materiales que conocemos como cupratos, para entender varias de sus propiedades características. Y estos superconductores pueden eventualmente resultar útiles, en el sentido más práctico, para transmitir energía eléctrica a grandes distancias.
-¿Qué opina sobre la conveniencia de invertir en la carrera espacial?
-Sospecho que todavía podemos hacer mucho con misiones espaciales no tripuladas. Sería, sin embargo, interesante y satisfactorio poder enviar astronautas a Marte. No importa cuán sofisticada sea la tecnología, pienso que hay cosas que jamás serán registradas como podría hacerlo un ser humano que estuviera allí.
-¿Cree, como Stephen Hawking, que hay que buscar establecer bases para la vida en el espacio exterior?
-Es realmente en los últimos años que descubrimos exoplanetas con las condiciones necesarias para la vida humana. Si hay una catástrofe mayor, por ejemplo, producto de la superpoblación, no creo que lleguemos a tiempo.
-¿Superpoblación o calentamiento global?
-Están relacionados. Más población requiere más energía. Mi visión sobre el calentamiento global es ambivalente. Pienso que los argumentos de que está ocurriendo y que se debe a la actividad humana son fuertes, pero no concluyentes. Es muy importante monitorear en detalle los datos del derretimiento de los casquetes polares. ¿Pueden los modelos actuales dar cuenta de lo que está pasando? Yo creo que no. Pienso que la evidencia de un calentamiento global antropogénico es ciertamente suficiente, pero las conclusiones basadas en modelos concretos son mucho más dudosas. En cualquier caso, veo argumentos de sentido común para tomar medidas de ahorro energético.