“El hecho de que Chile tiene capacidad eólica ya instalada demuestra que es posible ser competitivo con energía renovable. Justamente eso están haciendo todos los países: están mirando los esfuerzos nacionales para definir cuál es la contribución que pueden hacer hacia el esfuerzo global”.
Christiana Figueres (57) dice que el ser mujer ha implicado un énfasis especial en su tarea. “El hecho de que este sea un tema que está muy vinculado con el bienestar de las futuras generaciones, de nuestros hijos, de nuestros nietos, las mujeres tenemos ese tema muy cerca de nuestras metas personales”, explica la secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Pero lo de ser latinoamericana la ha marcado mucho más: venir de este continente fue una preparación para hablar con el resto del mundo.
“Antes de llegar acá tuve el honor de trabajar a lo largo y a lo ancho de Latinoamérica, y el hecho de que nosotros tenemos una diversidad de economías tan grande me ha ayudado mucho”, dice Figueres, quien antes de este cargo fue vicepresidenta de la misma Convención, representando a América Latina y el Caribe. Desde 2010 encabeza las negociaciones de 195 gobiernos del mundo que, espera, concluirán en un acuerdo legal a fines de 2015. “En América Latina tenemos economías emergentes, como son las de Brasil y México; tenemos economías muy poco desarrolladas como Haití; y muchas economías medias, como la de Chile mismo. Esto me ha ayudado a entender la diferencia que existe en cómo se enfocan estos temas de acuerdo al tamaño de la economía y la dirección en que va caminando”.
-¿Cómo ha aplicado esta experiencia en las negociaciones con otros países del mundo?
-Uno nunca puede decir que un país es como otro, pero hay ciertos temas que se aplican a las economías emergentes, como Brasil, que tienen similitudes, por ejemplo, con Sudáfrica. Hay ciertas características que Haití tiene en común con los países poco desarrollados de África. Hay características de las economías medias de Latinoamérica que tienen en común con las economías medias asiáticas, sobre todo dentro del tema de cambio climático y de transformación de la energía. Todo esto me parece de gran valor.
-Este debate está liderado por las grandes potencias, con participación de países como Brasil, India y China, pero países más pequeños, como Chile o Costa Rica, no parecen tener mucho que decir: tienen menos poder y contribuyen menos en CO2. ¿Cuál cree que debe ser el rol de países como los nuestros en este debate tan monopolizado?
-A mí no me parece que esté monopolizado el debate. Muy por el contrario, las economías medias, como la de Chile o la de Costa Rica, tienen un rol muy importante que jugar en su negociación internacional. Pero incluso todavía más en lo que están haciendo dentro de las fronteras del país, porque con eso van marcando la pauta y van comprobando que la transformación es posible. Que en Chile exista la ley que promueve la energía renovable es algo muy importante y se toma como lección para los otros países. El hecho de que Chile tiene la capacidad eólica, y no sólo capacidad sino la capacidad ya instalada, por ejemplo de Valle de los Vientos y Talinay, demuestra que es posible ser competitivo, que la energía renovable puede ser competitiva. Justamente esto están haciendo todos los países del mundo: están mirando los esfuerzos nacionales para poder definir cuál es la contribución que pueden hacer hacia el esfuerzo global.
-¿Y nosotros, no tendríamos que quizás estar mirando a otros lados también?
-La verdad es que Chile ahí tiene un liderazgo. El año pasado los niveles de inversión en tecnologías limpias bajaron un poco a nivel global, pero subieron en Chile, subieron en México, subieron en Costa Rica. Hay varios países en América Latina que están demostrando la validez a largo plazo de la inversión en energía renovable.
-¿Cuáles son las deudas de Latinoamérica entonces?
-El Banco Interamericano publicó recientemente un estudio donde dice que es posible, si quisiéramos, generar toda la electricidad que necesitamos en base a renovables en América Latina. En este momento tenemos el reto de que, si bien la matriz de América Latina ha sido tradicionalmente muy limpia, pues estamos incursionando más y más en el gas natural, no nos está ayudando en cuanto a la intensidad de carbono de la matriz. Al final, la región tiene tres retos importantes: uno, cuál va a ser el futuro de la generación energética, sobre todo con la incursión del gas natural. Dos, qué vamos a hacer en las zonas urbanas y cómo vamos a poder solucionar el problema de transporte. Que no nos pase lo que tiene China en este momento, que están subiendo su nivel de transporte urbano, pero están ahogando a la población. Y, tercero, tenemos el tema de la deforestación.
-Usted mencionaba el aumento de uso de gas natural como un posible problema. ¿Cómo nos afectaría el auge del gas shale? ¿Lo ve como una amenaza?
-Eso depende de qué es lo que se está reemplazando. Si lo que se está reemplazando es carbón, entonces por supuesto que la entrada del gas es una ayuda, siempre y cuando ese gas sea manejado responsablemente. Si lo que se está desplazando o atrasando es la entrada de energía renovable, entonces eso no ayuda. Habrá una participación de gas natural en la matriz energética de la región, pero como estamos construyendo esa capacidad todavía, deberíamos hacerlo responsablemente y sobre todo deberíamos hacerlo con la tecnología que reduce los gases fugitivos, especialmente de metano.
-En estos cuatro años, ¿qué cambios ha visto en la forma de tratar el tema del calentamiento global?
-Estamos viendo una trayectoria muy marcada del incremento de legislación nacional y estamos viendo un incremento en la inversión en tecnologías limpias, sobre todo por el hecho de que está bajando el costo de energía renovable. El costo de la energía solar ha bajado en un 80% desde el año 2008 y, en varios países de Europa donde el costo de electricidad es alto, la energía solar es competitiva con electricidad de combustibles fósiles. La otra cosa que he visto a lo largo de estos cuatro años es que nos damos cuenta de que más que proteger la atmósfera global, esto no es de interés global, sino que muchas de las medidas tienen muchísimos beneficios a nivel nacional y local.
-¿En qué ve ejemplos de esto último?
-Un caso es la seguridad energética de un país. Los que lo sienten un poco más inmediatamente son las pequeñas islas del Caribe, porque ellas, en general, casi con pocas excepciones, importan y a veces dedican incluso un 20 ó 25% del producto bruto a la importación de combustibles fósiles. Si esas islas se pueden pasar a generación energética renovable, que la tienen ahí mismo en su país, eso contribuye a su seguridad energética. Lo mismo se puede argumentar sobre la transformación del transporte. Ahí estás bajando las emisiones que tienen efecto invernadero global, pero también vas limpiando la calidad del aire para la población de esas ciudades.
-Acabamos de recibir las conclusiones del V Panel de Expertos sobre el Cambio Climático, donde se confirmaron los temores y proyectan más aumento de la temperatura. Lo que usted escucha y ve, ¿le pone pesimista al respecto? ¿Qué la pone optimista?
-Podrías decir que cada día se marca más el efecto de cambio climático. Si estás viendo Haiyan en Filipinas, Sandy en Nueva York , la sequía en el norte de Costa Rica o si estás viendo el derretimiento de los glaciares en los Andes, todo eso podría ponerte pesimista. A mí no me pone pesimista; me pone impaciente. ¿Y qué me pone optimista? El hecho de que todos los días veo más gente y converso con más gente que se da cuenta de que esto existe, porque lo están viendo con sus propios ojos. Esto se va tornando un tema de conocimiento popular y se va abriendo el espacio al reto y a irle buscando soluciones. La colectividad de lo que estamos haciendo todavía no es suficiente para revertir la tendencia hacia al alza en los gases de efecto invernadero, eso debo decirlo. Y ése es el reto que tenemos enfrente a nosotros: poder reunir todos los esfuerzos que se están dando en todos los sectores, en todos los países, pero llevarlos todavía a un nivel muchísimo más alto y acelerarlos para poder revertir la tendencia. Ése es el reto del acuerdo que se está negociando entre los países para el próximo año.