Por Javier Rodríguez / Foto de Sentidos Comunes Diciembre 1, 2015

El miércoles pasado, el presidente electo de Argentina, Mauricio Macri, anunció su nuevo gabinete. Llamó la atención que ratificara en su cargo a Lino Barañao, ministro de Ciencia elegido por su antecesora, Cristina Fernández. "Está desarrollando una política de Estado. Mauricio Macri la cree como una de las políticas más exitosas de la gestión anterior", dijo Marcos Peña, jefe de gabinete del ex presidente de Boca Juniors.

Por su parte, Barañao, elogió la capacidad de escuchar del nuevo presidente y explicó su deseo de seguir con Estado: "Sentí la obligación ética de salvaguardar algo que es un bien de toda la sociedad", afirmó sobre los motivos que lo llevaron a aceptar la propuesta de Cambiemos de continuar en su puesto.

Jorge Babul es doctor en Bioquímica, profesor de la Universidad de Chile y presidente del Consejo de Sociedades Científicas de Chile, desde donde ha impulsado la creación de un ministerio de la Ciencia en nuestro país, desde donde aplaude la decisión del gobierno argentino de darle continuidad al mandato de Barañao.

El miércoles Macri anunció su gabinete y ratificó al ministro de Ciencia. ¿Cómo interpreta esta decisión?

El mensaje central es que ellos toman todas las políticas que tienen que ver con desarrollo científico y tecnológico como algo de Estado, no de los gobiernos. Tienen un ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación y lo mantienen. Lino Barañao es un doctor en Química, investigador y experto en políticas públicas al que nosotros hemos invitado varias veces para que dé el ejemplo a los políticos y científicos chilenos, de cómo se tienen que hacer las cosas. Y ese es el mensaje: que vean que las políticas científicas no pueden depender del gobierno de turno, como sucede en Chile.

¿En Chile la ciencia no es una política de Estado como sí lo es, según usted, en Argentina?

No, no es. Porque ellos tienen en el ministerio un conjunto de sectores —agroindustria, energía, salud, de desarrollo de tecnología, desarrollo social, etc.—, donde está asociado eso con la carrera del investigador. Y en la carrera del investigador tienen investigadores de distintos niveles que son contratados por Conicet para desarrollar los planes que tienen, porque tienen hasta más del 2020 un plan de desarrollo científico y tecnológico que crearon hace mucho tiempo. Nosotros no tenemos un plan de desarrollo científico y tecnológico. Ellos tienen todo unificado. Todos los sectores que tienen que ver con el desarrollo del país, los tienen unificados, tienen una sola mirada y tienen acciones específicas. Con dinero, con personal y con una estructura propia.

¿Es muy grande, entonces, la diferencia entre la ciencia argentina y la chilena?

Lo que sucede es que nosotros, por conveniencia, decimos "mire cuánto publicamos: publicación por número de habitantes, citas". En ese sentido estamos mejor que Brasil y que Argentina. Decimos que somos pocos, pero que tenemos buena ciencia. Lo que nos hace falta es conectar la buena ciencia que hacemos con aspectos que interesen a los gobiernos para que el Estado desarrolle planes que tengan que ver con el bienestar de la gente. Esa conexión los gobiernos nunca la han hecho. No se han creado instancias estatales que busquen desarrollar proyectos de largo aliento.

¿Como un ministerio de la ciencia, por ejemplo?

Podría ser un ministerio de la Ciencia. Hay acuerdo de que eso es lo que se necesita. Yo me sumo a eso porque ya estamos aburridos de comisiones, de estudios, de análisis. Las últimas dos comisiones presidenciales han hecho la misma recomendación, de un ministerio de Ciencia y Tecnología, algunos le ponen Innovación, ahí hay un poquito de discusión, pero creo que tenemos que partir. Desesperadamente. Se nos están acabando los recursos naturales.

¿En Chile se pueden encontrar figuras como Barañao, de un alto nivel científico pero también con manejo político?

No, porque no los hemos educado. Imagínese que los últimos tres presidentes de Conicyt han renunciado. El primero, por malas prácticas durante el gobierno de Michelle Bachelet; el segundo, durante la administración de Piñera, debido a que le bajaron el presupuesto; y ahora Francisco Brieva también después de trece meses se fue. Hoy al presidente de Conicyt nadie lo escucha. Lo que es preocupante, sobre todo considerando que maneja más o menos el 50% de lo que el país invierte en ciencia y tecnología.

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