Antes que un astronauta, lo que Dan Barry (62) realmente quería ser era un pájaro. Desde su infancia en la Luisiana rural de los años 50, en Estados Unidos, despegar los pies del piso se convirtió en una obsesión que no lo dejaría el resto de su vida.
Pasaba las tardes en los hangares, viendo cómo se elevaban los aviones, y con sus amigos construían pequeños modelos de madera, los que hacían volar hasta ya no poder repararlos más. En ese escenario, manejar una nave espacial era la cúspide del sueño, compartido por todos sus compañeros de primero básico en el momento en que, en medio de la Guerra Fría, su país trataba de llevar la delantera en la carrera espacial. La diferencia es que él jamás dejaría de aspirar a escapar de la gravedad de la Tierra.
Aun cuando le tomara casi 40 años que lo aceptaran en la NASA.
Hoy es un astronauta retirado y tiene en su cuerpo más de 734 horas en el espacio, incluyendo cuatro paseos espaciales que suman 25 horas y 53 minutos flotando en el vacío. Pero también es médico, dirige su propia compañía de robótica, Fellow Robots, y es una voz reconocida a la hora de hablar de inteligencia artificial. La próxima semana será uno de los 14 expertos en ciencia, tecnología e innovación que estarán en nuestro país en el marco del SingularityU Chile Summit, programa intensivo de formación ejecutiva organizado por BeSTinnovation, que se realizará en Santiago el 26 y 27 de abril. Ahí, entre anécdotas de su vida como astronauta, les enseñará a los asistentes cómo entrenarse para tomar decisiones en situaciones estresantes, y participará de un teens lab, espacio interactivo organizado junto a Fundación Mustakis, donde adolescentes de enseñanza básica y media podrán aprender en torno a lo más avanzado en tecnología robótica.
Aunque siempre supo que su objetivo era el espacio, el camino para llegar a él fue sinuoso. Aconsejado por Ed Gibson, uno de los primeros astronautas-científicos, estudió primero Ingeniería en Cornell, para luego terminar especializándose en bioelectrónica y medicina de rehabilitación.
—Cuando descubrí que podías usar las matemáticas para crear cosas reales, como circuitos electrónicos, simplemente me volví loco —recuerda hoy a través de Skype desde su casa en Massachusetts—.
Pero a pesar de su perfil multidisciplinario, que cualquier universidad hubiese envidiado, le tomó 14 años de postulaciones consecutivas conseguir un puesto en el Programa del Transbordador Espacial.
Aunque no ha estado nunca en Chile, dice conocer de memoria sus montañas, bosques y desiertos, pero desde arriba. Tuvo el tiempo de observarlo todo con detención mientras cumplía sus tres misiones en la NASA, entre los años 1996 y 2001.
—Uno de mis momentos favoritos en el espacio fue cuando pasé sobre el sur de Chile. Extendiéndose por unas 1.500 millas, se podía ver debajo nuestro la aurora austral, una serpiente verde neón, gigante, como si estuviera cabalgando la atmósfera, mientras que un poco más al norte brillaban las luces de Santiago.
—Desde que la NASA cerró el Programa del Transbordador Espacial, en 2011, han cambiado mucho las condiciones en que las personas están explorando el espacio. ¿Cómo ve el panorama?
—Ahora la única forma de ir al espacio es en un Soyuz ruso, una nave considerablemente más pequeña, y quedarte en la estación espacial, por lo que las misiones son mucho más largas. Es malo para el equipo de astronautas, porque antes volábamos entre treinta y cuarenta personas en un año. Ahora lo hacen cinco o seis.
“La razón más importante para ir a Marte es que garantiza la inmortalidad de la especie humana. La Tierra está en una situación precaria y con cualquier catástrofe podríamos dejar de existir, pero el riesgo desaparece si vivimos independientemente en dos planetas”.
—Parte del argumento de la NASA es que enviar personas al espacio es muy caro y riesgoso, por eso es que el foco ha estado en la exploración con robots. ¿Es una solución válida?
—La combinación entre humanos y robots es la manera correcta de explorar el espacio, y si sabes qué es lo que quieres, entonces un robot es la mejor opción. Por ejemplo, si quieres ir a Marte, sacar un poco de tierra y traerla de vuelta, no necesitas una persona.
—¿Cuándo son necesarias las personas entonces?
—La razón más importante para ir a Marte es que garantiza la inmortalidad de la especie humana. La Tierra está en una situación precaria y con cualquier catástrofe podríamos dejar de existir, pero el riesgo desaparece si vivimos independientemente en dos planetas. En especial si nos damos cuenta de que Marte es estéril, pese a que tiene condiciones para la vida, porque significaría que esta es realmente rara. Si hay millones de especies inteligentes en la galaxia, nuestra supervivencia no es importante. Pero si somos los únicos, se vuelve una obligación.
—¿Cree que el siguiente paso en la evolución de la especie humana consiste en colonizar el espacio?
—Creo que es parte de nuestro futuro, pero no vamos a ser los terrestres los que sigamos colonizando el sistema solar, van a ser los marcianos, ya que adaptarse con facilidad a situaciones extremas, como el vacío, las presiones bajas y las grandes distancias va a ser parte de su cultura. La Tierra va a llegar a Marte, pero los marcianos van a llegar a las estrellas.
—¿Alcanzaremos a ver humanos en Marte durante nuestra vida?
—Establecer una colonia independiente va a tomar 100 años, pero la tecnología y los recursos para hacerlo están ahí. En este punto es un asunto de voluntad política solamente. Y dado el ambiente actual, yo creo que los que van a tener la voluntad de ir van a ser los chinos. Así que quién sabe, probablemente en cien años más el lenguaje en Marte va a ser el chino, porque el primer grupo que llegue ahí básicamente va a ser el dueño del lugar. Es un asunto geoestratégico, aunque nuestros políticos no lo ven así.
—¿Por qué cree que la exploración espacial ha perdido relevancia en la agenda de los gobiernos?
—Creo que la comunidad espacial no ha hecho un buen trabajo al explicarles a las personas por qué esto es importante. Estamos en una situación muy precaria, la Tierra es mucho más delicada de lo que la gente piensa. Desde el espacio se puede ver que la atmósfera es tan delgada como la cáscara de una manzana, y nosotros la estamos destruyendo.
Robots para entendernos
Apenas se retiró de la NASA, en 2005, Dan Barry retomó uno de los intereses que recién estaba comenzando a explorar cuando le dijeron que sería astronauta: la robótica. Desde ese entonces ha fundado dos compañías, Denbar Robotics y Fellow Robots, y hoy se dedica a construir robots personalizados para empresas en Estados Unidos y Japón.
—¿Por qué la industria de la robótica se está moviendo tan rápido?
—Los sensores se están volviendo más baratos, más exactos y necesitan menos energía, lo que permite que los robots ahora puedan percibir el mundo. También estamos avanzando en la creación de softwares que interpretan estos datos, tecnologías de inteligencia artificial.
“La inteligencia artificial se está volviendo muy buena en resolver problemas en ambientes muy restringidos.Pero todavía no logramos lo que realmente queremos: inteligencia artificial general, que entienda el mundo”.
—¿Qué tan avanzados estamos en el desarrollo de inteligencia artificial?
—La inteligencia artificial se está volviendo muy buena en resolver problemas en ambientes muy restringidos. Recién, un programa de inteligencia artificial le ganó al mejor jugador de go (juego de mesa chino) en el mundo, lo que se pensaba estaba muy lejos de ocurrir por la complejidad del juego. Sin duda es un gran avance, pero sigue siendo algo muy pequeño. Pero todavía no logramos lo que realmente queremos: inteligencia artificial general, que entienda el mundo.
—En la ciencia ficción al menos, cuando las máquinas se vuelven pensantes las historias siempre terminan mal…
—Sí, la verdad es que da un poco de miedo. Pero si somos capaces de construir algo que sabe que existe vamos a poder aprender mucho sobre qué es la conciencia. Nos va a ayudar a entender cómo funciona nuestra propia mente y la de los otros seres que nos rodean.
—¿Estamos cerca de llegar a ese punto?
—Personalmente, creo que falta mucho camino por recorrer. He trabajado el tiempo suficiente en el área como para conocer todas las barreras que existen. Pero tampoco pensaba que íbamos a vencer al campeón de go en un futuro cercano. Quizás me estoy poniendo viejo.