Por Antonio Díaz Oliva Marzo 27, 2010

Ésta es una historia de golpes. Chuck Palahniuk (48) lo sabe. Lo sabe porque su vida ha estado llena de eso. De golpes. Algunos fortuitos y otros dolorosos. Fortuitos como cuando, lentamente, El club de la pelea se transformó en una película de culto. Algo extraño si tomamos en cuenta que el libro no vendió más allá de la primera edición y que en las salas de cine, el film de David Fincher, pese a tener a Brad Pitt en el reparto, tampoco tuvo una taquilla espectacular.

O golpes dolorosos, como cuando su padre y su madrastra fueron asesinados y quemados por el ex de ésta. O la vez en que su abuelo mató a su abuela y luego se pegó un tiro, lo que se transformó en un tabú familiar. Capítulos que Chuck prefiere no volver a evocar en esta entrevista. Pero que el mismo escritor recomienda repasar en ese indispensable compendio de textos de no ficción que es Error humano (2004).

Todo eso, se sabe, es lo que ha ayudado a Palahniuk a posicionarse como un escritor con un grupo de fans, digamos, especiales. Una fanaticada, tal vez, sólo comparable a la de Stephen King. Gente que no sólo lee los libros, sino que también fabrica poleras, tiene una comunidad en internet (con el atinado nombre The Cult) y celebra cada lanzamiento literario con un entusiasmo fuera de lo normal para cualquier otro novelista.

Y lo cierto es que Palahniuk dista bastante de la imagen de sus libros. O de sus personajes. Cuando responde esta entrevista desde su casa, en Portland, Oregón, Chuck está de buen humor, pregunta por la situación post-terremoto y hasta bromea con eso ("este último tiempo, Chile ha estado en mis oraciones todas las noches"). Así las cosas: el tipo que escribió El club de la pelea -libro que por fin se reedita en español- es más normal de lo que se cree. Y eso, claro, es porque Palahniuk no se concibe a sí mismo como un héroe literario. Ése que cobija a los freaks, como algunos han apuntado. Para él, los héroes no son los que se sientan a escribir. Tampoco los intelectuales, músicos o los políticos. "Son los carpinteros, gásfiter y electricistas", dice. "Gente que hace un hermoso trabajo, pero que pocas veces obtienen algo de fama por su labor. Esos son mis héroes".

Snuff: un cuco moderno

Nació como un rumor a mediados de los 80. El término snuff se usaba para denominar a ciertas películas caseras que registraban asesinatos de verdad. Cintas que se transaban en los círculos oscuros de Estados Unidos. Y pese a que se hicieron rastreos policiales, no se obtuvieron mayores pruebas de su real existencia. Como siempre, la cultura pop tuvo algo de culpa a la hora de engrosar el mito. El escritor Bret Easton Ellis, por ejemplo, en su novela iniciática Menos que cero narraba una escena en que el protagonista conseguía una cinta VHS con una mujer muriendo en un garaje. Otro referente, y de más cerca, es el cineasta Alejandro Amenábar, quien en Tesis jugó con esta subcultura, llevándola a las aulas universitarias españolas.

En todo caso, Snuff, el libro de Palahniuk que acaba de ser publicado en español, le quita toda gravedad al asunto. Y también le adhiere otra leyenda: la de Annabel Chong, una pornostar que en 1995, durante diez horas, tuvo 251 actos sexuales con 70 hombres. De igual manera, en Snuff está Cassie Wright, una ex estrella de películas triple X. Y están los 600 tipos que, impacientemente en una larga fila, esperan participar en este nuevo récord Guinness.

"La cultura snuff es simplemente un cuco moderno fabricado para asustar a la gente y para modificar su comportamiento".

Y así: entre esos dos mundos (el del porno y la supuesta cultura snuff) se pasan las páginas de esta novela que -como ya nos tiene acostumbrados Chuck- da un giro en sus últimas páginas. Uno sangriento. Y que bien resume uno de los personajes que está haciendo la cola: "No fue el propósito de ninguno de nosotros terminar haciendo una película snuff". O como lo esclarecen estas frases que aparecen en la contratapa: "Seiscientos tipos. Una reina del porno. Una película que cualquier coleccionista del material XXX debiera tener". O sea: Palahniuk en estado puro y duro.

-¿Qué concepto tenías del snuff antes de ponerte a escribir?

- Sé que la cultura snuff no existe. Es una leyenda urbana. Entre mis amigos está la feminista Susie Bright, y muchas veces con ella nos reíamos de la absurda idea de la existencia de películas en que se mata a la gente.

-¿Pero no te dieron ganas de ver un video o hablar con alguien que hubiese visto uno?

- No. Partí de la base que no existe algo así. Y no creo que nunca haya existido.La cultura snuff es simplemente un cuco moderno fabricado para asustar a la gente y para modificar su comportamiento.

-Y entonces ¿de qué trata esta novela?

-Trata de toda esa gente que encuentra una manera de comportarse. Una manera que les trae poder, sí, pero que también se convierte en una trampa. De la gente linda siempre se espera que se comporte como gente linda. Y a la gente inteligente no se le permite ser estúpida. De esa manera, mi estrategia favorita a la hora de escribir es mostrar a una persona tomando su estrategia básica para conseguir éxito y ver cómo la lleva a un extremo.

-Que es lo que hace la protagonista de Snuff cuando intenta romper una marca ¿no?

-Claro. Es lo que sucede con Cassie. Porque en ese punto, las acciones que le dieron poder en un pasado, en este caso ser una connotada reina pornostar, son ahora acciones que la van a destruir. Por ejemplo, pocos conductores de autos de carrera envejecen; prefieren arriesgarse e ir más rápido y más rápido hasta que fallan y mueren. Ése es su planteamiento para lograr el récord que quiere imponer.

"Siento miedo cuando veo gente con mi nombre tatuado en el cuerpo"

-Al igual que en tus otras novelas, ésta trata sobre un grupo de gente que comparte algo en común: son fanáticos de la pornografía. ¿Es una de tus metas escribir de clubes para que luego se formen grupos de fanáticos en torno a tus libros?

-Mira, espero no herir a ninguno de mis fans con esto, pero mi prioridad cuando escribo libros no es crear ni una familia ni una comunidad. Nada de eso.

-Pero tú mismo lo dijiste en la introducción de Error humano: "Por si no se han dado cuenta, todos mis textos tratan de una persona solitaria que busca alguna forma de conectar con los demás".

-Antes que todo, un escritor es una persona que sabe escuchar. Y a partir de eso, de lo que escucha, el escritor encuentra diversos patrones comunes en historias escuchadas por muchos, muchos tipos, y luego cobija esas pequeñas historias para hacer un largo y unificado relato. Por eso mi meta prioritaria, siempre, es reunir y organizar información que encuentro convincente.

- Tus libros parecen narrar algo que, luego, misteriosamente se asemeja a la realidad. Después del 11-S, por ejemplo, El club de la pelea tomó una lectura bastante diferente. ¿Qué opinas de eso?

- En mi defensa, cuando concibo una idea, se puede decir que ya hay millones de otras personas pensando lo mismo y hasta actuando sobre aquella idea. El hecho de que no lo escriba en uno de mis libros, no significa que impida que suceda algún desastre o ataque terrorista.

El club Palahniuk

Otro golpe. Esta vez contra el público. Ocurrió para la gira de Diario. Una novela (2003). Cuando Palahniuk leía "Guts", un cuento sobre cómo al masturbarte en una piscina puedes terminar perdiendo tus tripas y, de pasada, embarazar a tu hermana y arruinar a tu familia. Sesenta desmayos se registraron en aquella gira. Y eso sin contar los que, probablemente en sus casas, se fueron de espaldas al leer el relato.

"Lo mejor de irme de gira es la secreta esperanza de que alguien me mate y, de esa manera, no tener que volver a mi casa para lavar toda mi ropa sucia".

El comentado suceso -y que situó en el mapa a Palahniuk para los que a esas alturas aún no lo habían rastreado- hizo que el séquito de fanáticos creciera. Y que por cada nuevo libro de Palahniuk, los recintos se hicieran más pequeños y los trucos para embobar a la audiencia aún más raros. Así, los afortunados que han asistido a alguna de sus lecturas han recibido muñecas inflables, brazos y piernas ortopédicas con sangre, y distintos muñecos como pequeños hombres lobo o pingüinos con rabia. Todos, por supuesto, firmados por el mismo Chuck.

Y de hecho, mientras respondía estas preguntas, se encontraba preparándose para salir a promocionar Tell-All, su nueva novela, que trata sobre la esposa del escritor policial Dashiell Hammett. Un libro que ha sido considerado, por los pocos afortunados que lo han leído, como un giro dentro de la marca Palahniuk. "Los seres humanos siempre han exagerado sus vidas. Y la dramaturga Lillian Hellman se hizo infame por eso", dice. "En este libro le doy a ella, a Hellman, una fama aún más grande de la que ella inventó para sí. Es una comedia-romance-misterio".

-¿Qué es lo mejor de irte de gira de promoción?

- La secreta esperanza de que alguien me mate y, de esa manera, no tener que volver a mi casa para lavar toda mi ropa sucia.

-¿Y lo peor?

- Los aviones. Sin duda. Odio viajar en avión.

-¿Viajar en avión? No es el tipo de miedo con el que uno asociaría a la persona que escribió El club de la pelea...

-Es verdad. Pero detesto realmente permanecer sentado. Mi cuerpo no fue hecho para estar inmóvil por horas. Y por eso también me carga cortarme el pelo: soy una persona adicta al movimiento.

-¿Hay algo que te siga perturbando de tus fanáticos?

-Sí, todavía siento miedo cuando veo gente con mi nombre tatuado en el cuerpo. Y eso -para peor- sucede más a menudo de lo que quisiera.

-¿Y no te atemoriza que alguien pueda ponerse peligroso en una de tus presentaciones?

-Claro que me preocupa eso. Mi única esperanza es ser asesinado cuando recién estoy empezando una gira de promoción de alguno de mis libros. O sea, antes de haber sufrido la mayor parte de ese exhaustivo proceso. Pase lo que pase, mantengo mis cuentas al día y siempre llevo mi ropa interior limpia, que es una típica práctica norteamericana: siempre tener la ropa interior limpia, así los médicos y los enfermeros de las ambulancias sabrán que en vida fuiste una persona respetable.

-Por último: ¿qué les dirías a todos esos tipos que, noche tras noche, siguen juntándose en un estacionamiento a golpearse?

-Les diría: diviértanse muchachos.

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