Simone Regazzoni, filósofo, 35 años, es profesor en la Universidad Católica de Milán, aunque él cree que no seguirá siéndolo por mucho tiempo. Las autoridades de esa casa de estudios lo tienen en la mira por la publicación del libro "Pornosofía", una colección de ensayos sobre el porno audiovisual en la era de internet. En esas páginas aborda, por ejemplo, las performances de la joven pornostar Sasha Grey a la luz del pensamiento del filósofo fenomenológico de origen lituano Emmanuel Lévinas.
Regazzoni está acostumbrado a buscar la filosofía en lugares donde los académicos convencionales no se internan. Su libro sobre el porno fue antecedido por una publicación sobre las claves filosóficas de "Lost", que coincidió en Chile con el reciente final de la serie creada por J. J. Abrams. "Lost, la Filosofía" es uno de los títulos que forman parte de una nueva tendencia editorial, donde pensadores profesionales ya no discurren en torno a la ética, la conciencia y todos esos temas que etiquetamos automáticamente como "densos" de un modo abstracto, sino a partir de los ejemplos concretos de la ficción audiovisual.
"La filosofía de House. Todos mienten" es otro ejemplo reciente de publicaciones que efectúan un maridaje entre filosofía y cultura popular. En esta antología de ensayos, editados por los profesores de filosofía estadounidenses William Irwin y Henry Jacoby, el protagonista de la serie "Dr. House" es diseccionado filosóficamente para hablar de ética, religión, evolución y sociedad. Simone Regazzoni, como parte del colectivo intelectual Blitris, también aportó a otro libro sobre "Dr. House", un ensayo donde aborda la "hiper-ética" del personaje del bastón. "Para mí -asegura Regazzoni-, House es interesante en cuanto es un sujeto capaz de no ceder con sus propias decisiones, cueste lo que cueste".
"En series como 'Battlestar Galactica', 'Los Soprano', 'Dexter', 'Fringe', 'True Blood', estamos a un nivel altísimo de escritura y dirección. Son mucho más interesantes que la mayor parte de las películas que se han estrenado en el último año".
La nueva ola de la TV
Regazzoni habla de "filosofía pop" en general y de "filosofía ficción" en particular. Se trata de un género o de una subdisciplina distinta a los trabajos académicos que se realizan habitualmente sobre cultura popular. La filosofía pop se puede aplicar a cualquier manifestación de la cultura popular, como en un análisis filosófico del porno. En el terreno de la filosofía ficción, este profesor italiano se propone hacer filosofía a partir de una obra de ficción, como "Lost" o Harry Potter. El enfoque de Regazzoni toma a las series de TV como una filosofía ya escrita, a partir de la cual desentraña sus claves.
Filosofía Pop
-¿Cómo define el concepto de "filosofía pop" que usted promueve?
-La filosofía pop no es simplemente la filosofía aplicada a la cultura de masas: los libros de los filósofos analíticos sobre Los Simpson no me importan. Para mí, la filosofía pop es un intento de llevar la polémica filosófica y más precisamente una cierta idea de la deconstrucción en el espacio de la cultura de masas. Lo que importa es lograr crear un objeto filosófico perturbador, que se presente como texto pop y consiga contagiar al público de masas con el virus filosófico.
-¿La idea de la filosofía pop es bienvenida en círculos académicos?
-En este momento no, sobre todo porque rompe con la idea de escritura académica. La academia puede acoger sin problemas un texto "sobre" la cultura de masas. Pero rechaza un texto que no entiende bien qué es, un texto que al mismo tiempo es un objeto filosófico y un objeto pop: un monstruo. Por esto, creo que hoy es necesario trabajar por la creación de este monstruo filosófico.
-Usted identifica una "nueva ola" de series de TV estadounidenses. ¿Con qué programa comenzó esta tendencia y cuáles son sus principales exponentes?
-Para mí, comienza con "Twin Peaks", en la que David Lynch demuestra cómo se puede experimentar también en la TV. Encuentro muy interesantes series como "Battlestar Galactica", "Los Soprano", "Dexter", "Carnivale", "Fringe", "True Blood". Aquí estamos a un nivel altísimo de escritura y dirección. Seguramente, éstas y otras series son mucho más interesantes que la mayor parte de las películas que se han estrenado en el último año.
-Estas series son escritas por verdaderos ejércitos de guionistas. ¿Ve este trabajo colectivo como algo revolucionario, en el sentido de que es lo contrario a la noción del genio creativo individual?
-Absolutamente sí. La famosa muerte del autor, de la que tanto se ha hablado, encuentra aquí su forma más avanzada e interesante, porque estamos frente a una inteligencia colectiva que crea obras extraordinarias.
-¿Hay propuestas filosóficas en viejas series como "El Hombre Nuclear" o en sitcoms como "Seinfeld" ?
-No excluyo nada a priori. Pero yo escribo siempre a partir de un objeto que me obsesiona y con el que me enfrento largamente. Sólo así logro pensar filosóficamente con los objetos pop. Por lo tanto, si ahora dijese cosas filosóficas sobre "Seinfeld", estaría diciendo cosas abstractas, sólo juegos intelectuales, y prefiero abstenerme de ese tipo de juegos.
Las claves de Lost
No cabe duda que "Lost" fue durante sus seis temporadas una obsesión para Regazzoni. A partir de pequeños diálogos o de secuencias pasajeras, el académico remite a grandes sistemas filosóficos, sin quedar por eso presa de lo anecdótico. Su línea de pensamiento logra traspasar la noción de una interpretación general sobre el terreno filosófico y moral en que se movieron los sobrevivientes del vuelo 815 de Oceanic y los otros habitantes (reales y simbólicos) que encontraron en la isla a lo largo de la serie. Para el autor, además, "Lost" es una obra "transmedial", que sigue construyéndose fuera de la pantalla gracias a las posibilidades de interpretación que genera su trama, ambigua por elección, y a las instancias de convocatoria y agrupación que internet instauró en el paisaje mediático contemporáneo.
-En su libro compara a "Lost" con un videojuego. ¿Por qué?
-Porque "Lost" no es una obra que simplemente se deje "guardar". "Lost" requiere un alto nivel de interacción, más parecido al de un videojuego que al de un filme. Los espectadores repetíamos en el fondo el gesto clave de la serie: abrir los ojos y entrar en ese mundo. "Lost" nos invita a entrar en su mundo y a jugar en él nuestra partida conceptual. En este sentido, mi libro no quiere explicar "Lost", sino que juega su partida filosófica con "Lost".
Filosofía Pop
-Esta pregunta es inevitable: ¿le gustó el final?
-En general, diría que la sexta temporada es más débil que las otras y pasa lo mismo con el final. Dicho esto, encuentro que fue una elección valiente concentrarse en los personajes y dejar sin resolución los grandes enigmas. Desde el punto de vista filosófico, confirma lo que escribí en mi libro parafraseando a Lacan: No es seguro que exista una sola verdad sobre la isla ni que se llegue a decirla toda. El final no coincide con el hallazgo de la verdad, porque "Lost" precisamente habla sobre la idea de la pérdida de un mundo dotado de sentido, de un mundo como un sistema de alta complejidad que conserva siempre un fondo de opacidad irreductible. En este sentido, el final es coherente con la "filosofía-ficción" de estos seis años. Desde esa perspectiva, me gusta. Sólo esperaba que el tema del origen de la isla fuese mejor abordado, pero no está escrito que esto no pueda ser dicho por otros autores.
- Personajes importantes de "Lost" tenían nombres de filósofos: Locke, Rousseau, Hume, pero usted conecta más a la serie con pensadores como Derrida, Deleuze, Foucault.
-Encuentro más interesante la filosofía implícita en "Lost" que los nombres de filósofos que aparecen en la serie. "Lost" es una máquina filosófica o, como escribo, una máquina de filosofía-ficción, del mismo modo en que se puede hablar de ciencia-ficción. Yo he trabajado, jugado con esta máquina, así como se puede trabajar con una obra de arte considerada de alta cultura o con un filme de autor. Y sobre aquello que emerge de la serie, la conexión más evidente para mí era con aquella filosofía del siglo XX que cuestionó la idea del sujeto clásico y del mundo como una totalidad dotada de sentido. Los espectros de Derrida o de Deleuze, más allá de las intenciones de los autores, se pasean por la isla.
-¿Qué cree que representaban en "Lost" los Otros y el proyecto Dharma?
-Los Otros representan el hecho de que el encuentro con otros, precisamente en el sentido de otros sujetos, es perturbador y traumático. Hay casos en que también entra en escena la cuestión del punto de vista: ¿quiénes son los otros? Locke pone el ejemplo al decir: "Sayid es otro para Rousseau". En "Lost", el problema de la relación entre sujetos es el problema de aprender a convivir con el aspecto traumático del otro. El proyecto Dharma, más allá de referencias a la filosofía oriental, de las que no tengo competencias para poder abordarlas, parece la reexposición del tema de la isla como un lugar para la realización de una utopía, pero la realidad compleja hace naufragar la simplificación utópica. En este sentido, podría decir que la idea de comunismo de (Slavoj) ?i?ek podría leerse a través de Dharma.
-Usted conecta a "Lost" con temáticas complejas del mundo real, como la verdad y la tortura, que son tópicos muy discutidos desde Irak (uno de los personajes de la serie fue un torturador iraquí). ¿"Lost" tiene una visión pesimista u optimista sobre nuestro mundo?
-También jugando con el hecho de que el final se articula en dos dimensiones paralelas, en las que tenemos al mismo tiempo un final complaciente y un final trágico, podríamos decir que la visión del mundo de "Lost" es a la vez pesimista y optimista. ¿Qué significa esto? Que la complejidad produce "conflictualidad", que no hay espacio para la utopía (proyecto Dharma o el comunismo de ?i?ek) como simplificación e intento de reimplantar un orden simbólico en el mundo. Aquí encontramos cierto pesimismo. Pero al mismo tiempo los sujetos juntos pueden hacer cosas dotadas de sentido y valor, pueden contribuir a hacer visible este espacio, pero para hacerlo deben aprender a elegir y a tomar decisiones difíciles.