Por Antonio Díaz Oliva Julio 30, 2010

© Daniel Rodríguez

En algún lugar de la llanura argentina se ha cometido un crimen. Un crimen atípico para esas tierras. No de ésos que resultan luego de una pelea en que -frente a la mirada impávida del resto de los pueblerinos- dos gauchos se acuchillan. Esta vez, en cambio, hay elementos ajenos a la pampa: un extraño forastero (el puertorriqueño Tony Durán), dos hermanas gemelas (Ada y Sofía Belladona) y un trío sexual entre ellos (ocurrido hace mucho tiempo en Atlantic City), que les pesa como un péndulo sobre sus vidas.

Así las cosas, muchos en el pueblo temían. Temían que una mañana, como justamente pasó, Durán apareciese muerto en la habitación del hotel donde ya llevaba meses viviendo. "Tony Durán era un aventurero y un jugador profesional y vio la oportunidad de ganar la apuesta máxima cuando tropezó con las hermanas Belladona", se lee en las primeras líneas de Blanco nocturno. Lo cierto es que alguien estaba tras él. Así, para muchos Durán era un objetivo que -en medio de la noche- alguien aprovechó de finiquitar. "El nombre de la novela remite a una cacería nocturna. Un blanco en la noche. Ése es el sentido del título", dice Piglia (60) para Qué Pasa desde Buenos Aires, cuando se le pide que aclare la relación del nombre de la novela con la trama. Aunque luego, por supuesto, remata con una de sus típicas frases: "Los títulos son metáforas -o adivinanzas-. Y las metáforas -o las adivinanzas-, es mejor no aclararlas antes de tiempo".

Esta novela -la primera que Piglia lanza bajo el sello Anagrama (las otras han sido reediciones)- que desde inicios de septiembre debutará en España, Argentina, México y Chile, tiene una larga historia tras de sí. Primero se habló de este libro como una historia que sucedería en medio de la guerra de las Malvinas. Pero algo pasó en el camino. Y todo terminó en un crimen en medio de la pampa argentina que deriva en una fábula familiar. Lo único cierto es que -tal vez junto al póstumo El Tercer Reich de Bolaño- éste debe ser el título más esperado de este 2010 en lo que respecta a la literatura hispanoamericana (el mismísimo Guillermo Schavelzon -agente literario del escritor argentino- lo ha anunciado reiteradas veces a través de su Twitter en las últimas semanas). Piglia, en todo caso, siempre se ha tomado con calma el proceso de escritura. "Trabajo de esa manera: hago varias versiones de una novela a lo largo del tiempo, con la intención de que tome vida -e inspiración- propia", dice sobre los largos trece años en que estuvo trabajando este libro. "La historia se modifica, pero los personajes permanecen. Aunque muchas veces cambian de lugar, pero nunca de nombre".

La invención de Renzi

En 1967 se abrió la puerta de una celda y el lector, por primera vez, conoció al álter ego de Piglia. Era Emilio Renzi, un joven aspirante a escritor que -por causas desconocidas- terminaba en la cárcel de Mar del Plata junto a dos criminales argentinos quienes, en medio de la noche, tenían una orgía. Así empezaba "La invasión", uno de los primerizos relatos del autor argentino que, además, le da el nombre a su primera publicación de 1967. Renzi volvería a aparecer en Respiración artificial (1980), La ciudad ausente (1992), además de otros cuentos y novelas breves. Así, es posible construirle una genealogía a este personaje. Una genealogía que -con Blanco nocturno- adquiere otro capítulo. En esta novela Renzi es el encargado de revisitar el asesinato de Tony Durán. Entrevista a las hermanas y va urdiendo la trama. O complicándola con algunos datos contradictorios. Nada de raro: como buen lector, Piglia sabe que lo mejor no es siempre esclarecer la historia. A veces, es mejor enturbiar todo. Una buena novela de misterio es aquella que justamente escapa de los elementos básicos del género policial. Ése el caso de Blanco nocturno que, aunque parte con un crimen, en algún momento se va tornando en una historia familiar y hasta -rescatando la senda borgeana- en una radiografía de los pueblo de la llanura argentina.

-¿Cree que hay similitudes entre Blanco nocturno y Crónica de una muerte anunciada? En ambas novelas un caso policial se convierte en una historia familiar...

- Me gusta esa novela de García Márquez, pero la verdad no le veo ninguna relación con mi libro. Te aseguro que un pueblo de la provincia de Buenos Aires, de la pampa húmeda para ser más preciso, no tiene nada que ver con un pueblo del Caribe. Y en cuanto al género policial, bueno, siempre trabajé con ese género (y en contra de él). En este caso,el policial fue uno de los ejes de la historia, no el principal. El personaje del comisario Croce está ligado -a su manera- con la novela de detectives.

Como buen lector de policiales, la serie favorita de Piglia es "The Wire". "Parece que las series han sustituido al cine clásico de Hollywood. Por de pronto los mejores guionistas actuales escriben para la televisión", asegura.

El punto, claro, es que Croce poco llega a hacer en cuanto a la resolución del caso. Por eso la importancia de Renzi. La investigación que Renzi lleva en su diario de vida. Un diario personal (donde caben sus investigaciones, hasta los apuntes de los libros que va leyendo) y que ya había mencionado en otros títulos. El mismo Piglia, es sabido, lleva un diario y gran parte de su ficción se construye en base a ese género literario. "De hecho, en una primera versión, Renzi, en su pieza del hotel en el pueblo, se dedicaba a leer sus cuadernos. Pero pronto me di cuenta de que esa situación no funcionaba en este libro", comenta.

-¿Qué representa el diario como género literario?

- Para mí son como mapas del pasado. Hay casas, bares, calles, ciudades. Pero todo en escala. Como un mapa. Lo curioso -e interesante de los diarios- es que leer las señales de lo que uno ha vivido no es lo mismo que haberlo vivido.

-¿Es cierto que ha estado pensando la idea de publicar sus diarios?

- Sí. Sería la historia de mi vida, pero escrita por otro.

Márgenes pop

Tal vez uno de los puntos más interesantes de Blanco nocturno es la diversidad de los personajes. No sólo por Tony Durán y toda su historia en Puerto Rico y su educación como un estadounidense en Nueva Jersey. También por Yoshio, el conserje del hotel del pueblo. Un tipo silencioso que cobra más relevancia a medida que las páginas avanzan. "La inmigración japonesa ha dejado su marca en la cultura argentina. Muchos japoneses son agricultores que cultivan flores en la provincia de Buenos Aires y de ahí viene Yoshio. Siempre estuvo la idea de tener un nikkei. Es decir: un argentino de origen japonés", dice Piglia.

libro

Título: Blanco nocturno / Editorial: Anagrama / Páginas: 304

-¿Por qué incluyó a un extranjero como Tony Durán?

-Justamente Tony Durán es un puertorriqueño de Nueva York que llega a ese pueblo perdido de la llanura pampeana y nunca termina de entender lo que pasa. Para mí fue, desde el principio, una condensación de la figura del forastero, del extraño, el que no es de ahí. Tengo muchos amigos puertorriqueños en Nueva York y en Princeton y admiro la fuerza de la cultura y de la tradición boricua en los Estados Unidos y en América Latina. En cuanto a la literatura, siempre he leído con gran interés los relatos de José Luis González y Luis Rafael Sánchez.

Fue en su memorable libro de ensayos y entrevistas Crítica y ficción (1989) donde -tempranamente- Piglia esbozaba la idea de que el cine relevó a la literatura a la hora de fabricar historias para grandes audiencias. Hoy -con el auge de la ficción hecha para la televisión-, aquella hipótesis está aún más latente que nunca. "Parece que las series han sustituido al cine clásico de Hollywood. Por de pronto los mejores guionistas actuales escriben series", asegura. Y a la pregunta si hay alguna que haya seguido atentamente, responde muy acorde a su educación de lector de policiales: "Bueno, me gusta mucho The Wire".

-¿Cree que hay una lectura común entre las series y la literatura?

- Sí, claro. Pero hay que aclarar que siempre ha sido así. Por ejemplo, la presencia de Kafka es obvia en The Wrong Man (El hombre equivocado) de Hitchcock. Y es difícil entender Taxi Driver de Scorsese, escrita por Paul Schrader, sin haber leído Memorias del subsuelo de Dostoievski. En Blanco nocturno hay una leve alusión al cine: en un momento aparece la vieja cartelera de un cine del pueblo donde anuncian la película Nightfall (Al caer la noche) del gran Jacques Tourneur, basada en el libro de David Goodis, uno de los novelistas policiales que más admiro.

-Luego de esto, ¿qué le depara a Emilio Renzi?

-Está enamorado en esta novela. Por eso no se va del pueblo y tarda en volver a Buenos Aires. Imagino que cuando regrese va a renunciar al diario donde trabaja. En este momento tiene cerca de treinta años, y unos años después se convertirá en el que narra Respiración artificial.

-¿Y qué pasará con la historia de Renzi revisando su diario?

-Imagino que las páginas de Renzi encerrado en una pieza leyendo su vida pertenecen a otra novela. Quizá la próxima.

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