En su tercera edición, que terminó el domingo pasado, el Rapa Nui Film Fest se vistió de gala para pasar a la madurez creativa con un certamen cargado a lo nacional: Gatos viejos, 03:34 Terremoto en Chile, Post Mortem, Qué pena tu vida, La vida de los peces y, ejem, Baby shower, compartieron una única locación -el gimnasio del Liceo Lorenzo Baeza Vega, ubicado frente a la plaza de Hanga Roa, en el pulmón comercial de la isla- junto a otros títulos extranjeros, como la argentina Carancho. Durante cinco días, directores, actores y productores se trasladaron a estos 163 kilómetros cuadrados de tierra para compartir sus creaciones con los 3 mil habitantes.
El rapanui (nunca pascuense) es gente de cine. Aunque muy pocos han tenido la experiencia de una proyección en una sala oscura, la gran mayoría no sólo disfruta las películas, sino que las exige. Hasta la década de los 90, la televisión en Rapa Nui se limitaba a un canal que transmitía envasados de seis de la tarde hasta la medianoche, exhibiendo programación de la década anterior, fundamentalmente episodios añejos de El pájaro loco, Los Dukes de Hazzard y Mi bella genio.
Hoy el rapanui sigue con fervor la programación de películas de La Red (que, junto a TVN y una estación local, son los únicos canales que llegan a la isla). Además, existe un abundante intercambio de DVDs (no oficiales, por llamarlos de alguna forma), generándose un gusto casi de culto por algunas películas. Rapa Nui, el filme histórico/de aventuras dirigido por Kevin Reynolds, filmado en la isla y producido por Kevin Costner, no es precisamente uno de los favoritos. El rodaje de ese blockbuster no sólo puso la alucinante geografía de la isla en la retina de todo el planeta, sino además cambió para siempre la manera de vivir de algunos habitantes. Uno de ellos me confiesa: "Kevin Reynolds me hizo ganar 200 mil dólares". Muchos aún recuerdan los días en que Kevin Costner se paseaba por el centro. Casi todos trabajaron como extras en la cinta, pero a nadie parece gustarle el resultado. Yo no la he visto, pero me cuentan que en el final aparece un iceberg, detalle que a muchos les parece razón suficiente para odiar la película y despreciar eternamente a Costner. Porque si hay algo que el local detesta es la traición a la verdad o la falta de respeto a la tradición histórica isleña. A pesar de lo anterior, Rapa Nui se exhibe religiosamente tres veces a la semana en un hotel del pueblo para que el turista desprevenido pueda admirar los parajes de la isla en la pantalla grande.
Un local de pelo largo y polera de Iron Maiden, adicto a las películas de terror, me dice: "Tengo casi todas las de Argento y algunas de Fulci". Le pregunto cómo las consigue, y él responde que algunas las encarga a Santiago, otras las baja él mismo, aunque tenga que esperar como tres semanas debido a la velocidad 2001 de internet. Como si todos los elementos de la naturaleza se pusieran en su contra, el cinéfilo rapanui debe hacer malabares para ver películas.
Hombres y mujeres hacen fila en la entrada para ver de qué se trata todo esto con una curiosidad fascinante. Antes de cada función se proyecta un cortometraje filmado en Rapa Nui durante la edición 2010 del festival y realizado por un director invitado con la colaboración de estudiantes de la Universidad Católica. Además, hay clases diarias de actuación (con la actriz Cristina Peña y Lillo), una muestra de cine infantil y un taller de animación para niños, a cargo de Andrés Pakarati.
En los festivales de cine convencionales, hay funciones y eventos y fiestas y críticos, y un público académico que fuma y toma café mientras habla de la acidez de Aki Kaurismäki o el significado del dolor en el cine de Michael Haneke. En el Rapa Nui Film Fest también se conversa mucho de cine, pero no existe, por suerte, esa mirada intelectualoide. Una noche, nos quedamos con la actriz Loreto Aravena (Los 80) y los amigos de la exitosa 03:34 Terremoto en Chile conversando de la legendaria Punto de quiebre. Otro día hablamos de la historia de la isla, mientras el sol de Anakena nos da en la cara para luego ofrecernos una lluvia subtropical. Cine + playa es una combinación perfecta, y en este caso todos coincidimos en lo mismo: este festival no es como los demás.
Aquí la competencia oficial no es lo primordial, tampoco las estrellas ni la prensa o los premios. No hay alfombra roja ni glamour ni cámaras de TV. Uno anda todo el día en traje de baño y a pata pelada y, como decía Papelucho, si uno no se baña no importa mucho tampoco. El gran beneficiado del festival es el público, el rapanui agradecido que quiere compartir las películas con los realizadores y saber cómo se filmaron. Para un pueblo ávido de emociones nuevas, estos cinco días son una oportunidad única. No todos van a las funciones, aunque absolutamente todos sí saben qué es el festival, quién lo organiza y cuánto se enorgullecen de que el Rumpy haya elegido la isla para este proyecto, único en su tipo.
Cuando las películas se acaben y todos los invitados tengamos que volver obligados y sin muchas ganas a la rutina del conti, acá se quedarán los gritos, risas y suspiros que el pueblo rapanui ha desplegado en estos días de cine. ¡Gracias Maururu, Rapa Nui y hasta el 2012!