El 24 de enero de 1961 llegó a Nueva York un joven de Minnesota que había abandonado la universidad y todavía no cumplía los 20 años. El agotador viaje desde Chicago, en medio del invierno, lo había realizado en el asiento trasero de un Impala '57 en unas 24 horas. Sus papeles decían que su nombre era Robert Allen Zimmerman, pero por entonces ya se hacía llamar Bob Dylan.
Más de cuatro décadas después, en el primer tomo de sus memorias, escribiría que había venido a Nueva York "a buscar cantantes, esos que había escuchado en discos", y sobre todo a buscar a su ídolo, el cantautor folk Woody Guthrie. Pero está claro que sus ambiciones eran mucho mayores.
En menos de cinco años, ese joven desconocido les cambiaría la cara a la música y la cultura popular estadounidenses con discos como The Freewheelin' Bob Dylan, The Times They're a-Changin', Bringing It All Back Home y Highway 61 Revisited; se cambiaría legalmente de nombre, se convertiría en novio de la cantante folk más talentosa del momento, se casaría con una modelo, se convertiría en padre y destruiría la imagen que su público original se había formado de él. Es decir, había inventado a Bob Dylan, una creación que probablemente no hubiese podido ocurrir en ningún otro lugar.
Para quienes creen que tanto la obra como el personaje que Dylan comenzó a inventar en esos años cambiaron al mundo -gente como este cronista, a quien una vez alguna mujer, en medio de una pelea, le dijo: "¡La vida no es una canción de Bob Dylan!"- Nueva York es la capital del universo Dylan. Un lugar donde todavía se pueden seguir las huellas de esa revolución iniciada en ese frío día de 1961.
Los escenarios
A poco de llegar, Dylan dirigió sus pasos al café Wha? (115 MacDougal), local que combinaba en su cartel músicos, cómicos y artistas de variedades profesionales y aficionados. Aunque nunca llegó a presentarse como solista, ahí fue donde Dylan comenzó a insertarse en la escena musical de la ciudad, acompañando en armónica al cantante Fred Neil (quien más tarde grabaría la canción principal de la película Perdidos en la noche).
Pero los sitios de la escena folk eran otros. A poca distancia de ahí estaba el Gerde's Folk City, uno de los verdaderos clubes de folk de Manhattan, donde Dylan debutó como solista (el 11 de abril de 1961, teloneando al blusero John Lee Hooker), donde conoció a Joan Baez y donde recibió una crítica del New York Times. Y también el Gaslight Café (116 MacDougal), donde en 1962 grabó unas cintas que fueron editadas oficialmente en 2005.
Más de cuatro décadas después, en sus memorias, Dylan escribiría que había venido a Nueva York a buscar a su ídolo, el cantautor folk Woody Guthrie. Pero está claro que sus ambiciones eran mucho mayores.
De esos lugares, el único que hoy existe es el café Wha? (aunque convertido en un local que entretiene a turistas con bandas de covers), mientras que el edificio del Gerde's Folk City fue demolido y donde estaba el Gaslight funciona hoy un local de tatuajes.
A pesar de los años y las remodelaciones, hay un lugar que todavía parece mantener el espíritu de la escena folk de comienzos de los 60. Washington Square Park fue entonces el eje de casi todos los escenarios y aventuras de Dylan & Cía. y hoy, como entonces, aloja cada fin de semana a músicos aficionados en torno a su arco y fuente.
La calle de la foto
Es una de las carátulas de discos más famosas de la historia, y también una de las más simples: Bob Dylan con las manos en los bolsillos y su novia Suze Rotolo caminando por la única cuadra de la calle Jones en el West Village en la tapa de The Freewheelin' Bob Dylan, el disco que lo convirtió en estrella. Fue tomada en una fría mañana de febrero de 1963, y Rotolo delataría a Dylan diciendo que la pose que éste inmortalizó -algo encorvado y subiendo los hombros- se debía, antes que nada, a la vanidad de llevar encima sólo su chaqueta favorita.
La célebre foto había sido tomada a pocos pasos del departamento que los novios compartían desde diciembre de 1961 en el 161 de la calle 4 Oeste. Viviendo ahí fue donde Dylan escribió muchas de sus primeras grandes composiciones y donde, a través de Rotolo, aprendió de la historia del arte y la política. Hoy, el edificio sigue intacto y muchos son los que intentan entrar para imaginarse la vida del joven cantautor.
Tras el período en que Dylan se aisló en Woodstock con su familia, a mediados de los sesenta, en 1970 el músico decidió regresar a la ciudad. Compró una casa en el 94 de la calle MacDougal. Más tarde Dylan lamentaría haber pensado que podía llevar una vida normal en Manhattan, particularmente a raíz de los incidentes con A. J. Weberman, un delirante fan que, entre otras cosas, hurgaba en su basura para demostrar su tesis de que Dylan era drogadicto. Los acosos de Weberman hicieron que Dylan terminara golpeándolo en la calle. Hoy la casa sigue ahí, con una reconocible puerta verde, pero en 1973 Dylan se mudó a una mansión en Malibú, California, donde reside oficialmente hasta hoy.
Capital Dylan
El estudio
Hasta la obra maestra Blonde on Blonde (1966), grabada parcialmente en Nashville, todos los discos de Dylan habían sido registrados en Manhattan. Y de esas grabaciones ninguna es más determinante que la realizada el 16 de junio de 1965 en el Studio A de Columbia Records de la Séptima Avenida y la calle 52. Ese día, Dylan registró "Like a Rolling Stone" en medio de un ambiente tan caótico, que el famoso riff de órgano eléctrico de la canción fue improvisado por un músico que no era oficialmente tecladista. Ésa sería también la canción que convertiría a Dylan en un éxito pop, y la que marcaría irreversiblemente el quiebre con su etapa de cantante folk.
Una década después, Dylan volvería al hoy desaparecido estudio (en su lugar existe hoy un banco) para registrar las canciones de Blood on the Tracks (1975). Esas sesiones también resultarían legendarias, en parte porque a las pocas horas de iniciadas Dylan despidió a los músicos originales por no ser capaces de seguir su proceso creativo, y en parte porque Dylan decidiría volver a grabar gran parte de las canciones en Minneapolis. Y como suele suceder en el rock, muchos consideran esas grabaciones uno de los grandes "discos perdidos" de la historia.
El edificio donde Dylan vivió a inicios de los 60, en el 161 de la calle 4 Oeste, sigue intacto y muchos son los que intentan entrar para imaginarse la vida del joven cantautor.
Estadio eléctrico
A pocos días de lanzar el single "Like a Rolling Stone", Dylan había enfurecido a los asistentes al tradicional Festival de Folk de Newport al tocar un par de canciones con una banda de rock. Pero la conversión definitiva de trovador en poeta eléctrico se produjo poco después, en Queens, Nueva York. El 28 de agosto de 1965, Dylan estrenó en el estadio de tenis de Forest Hills (donde por entonces se disputaba el Abierto de Estados Unidos) el que sería su polémico formato de concierto en años siguientes: una mitad con guitarra acústica y armónica seguida de una sección con banda de rock. A raíz de los abucheos que había recibido en Newport, Dylan les advirtió a sus músicos que estuvieran preparados para cualquier cosa. Pero el rechazo que su nuevo sonido inspiró en sus fanáticos originales fue mucho más lejos de lo que pudo imaginar: años más tarde el tecladista Al Kooper reconocería que cuando caminaba hacia su auto tras el concierto, temió por su vida.
Brooklyn
Cuando Dylan decía que había venido a Nueva York en 1961 en parte motivado por conocer a Woody Guthrie, no mentía: en los años siguientes visitaría muchas veces al autor de la famosa "This Land Is Your Land" en el Brooklyn State Hospital, donde estaba recluido a causa de la enfermedad de Huntington. De esas visitas -en los días buenos, dicen, Dylan le cantaba; en los malos, Guthrie no lo reconocía- surgió la primera canción importante del joven autor, "Song to Woody", que mostró su potencial en medio de su irregular primer disco.
En 2008, Dylan volvería a Brooklyn para dar su primer concierto oficial en el condado a pocas cuadras de ese hospital. Y, en 2009, seguiría explorando la conexión: la portada de su último disco, Together Through Life, tiene una fotografía en blanco y negro de una joven pareja en el asiento trasero de un vehículo. Es parte de la serie Brooklyn Gang, realizada en 1959 por el célebre fotógrafo Bruce Davidson, quien siguió a jóvenes que pululaban por la playa de Coney Island. En esa foto, la promesa que para muchos sigue ofreciendo su música no necesita palabras: una pareja, un beso, un auto y la carretera.