Parece broma, pero es cierto: alguna vez, Jani Dueñas fue una mujer grave. De esas que se toman la vida con demasiada seriedad. De hecho, fue una adolescente algo atormentada, ropa negra, deprimida, medio emo, música de Radiohead de fondo. Una adolescente que sabía que no era la más bonita del curso, por lo que debió acentuar otras cualidades, por ejemplo, el humor. Una adolescente cuya vida amorosa no dejó de repetir la siguiente historia: Jani se enamora de un chico. Lo pasan bien y él no se da cuenta de que ella anda detrás de él. Se hacen amigos. Él conoce a la mejor amiga de Jani, se enamora de ella. Se acaba la historia.
Parece broma, pero es cierto: alguna vez Jani Dueñas, la misma que este sábado 9 de julio se parará en el escenario de El Cachafaz y estará 27 minutos contando historias, haciendo reír al público en el stand up comedy Niño gordo y riéndose de sus desgracias amorosas, alguna vez, digo, ella fue una mujer grave que quería ser una actriz de papeles serios, dramáticos. Pero algo pasó. O, mejor dicho, pasaron demasiadas cosas, demasiadas personas: 31 minutos, la radio ADN, Malena Pichot -la creadora de La loca de mierda-, Niño gordo, el programa Las sopranos de la Copa América.
Y toda esa seriedad parece broma porque Jani Dueñas, la misma que está aquí, frente a 40 personas, no dejará de hacer reír al público en estos 27 minutos, porque su talento es ése: contar historias, reírse de sí misma, hacer reír.
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El tono de su voz es un poco grave, algo desgastado, especial. El tono de alguien que fuma, por ejemplo. O el de alguien que puede cantar, quizás, algún tema de soul, alguno como "Stop", de Sam Brown. Un tono que no se olvida. Un tono perfecto para la radio. Un tono que hace tres años está de lunes a viernes, entre 3 y 6 de la tarde, junto a la voz de Patricio Cuevas, conduciendo Es lo que hay, programa de noticias y humor de radio ADN. Un tono que ahora conduce Las sopranos de la Copa América, junto a Beatriz Sánchez y Diana Massis, un programa de fútbol con mirada femenina. Iba a durar dos semanas -empezó el lunes 4 de julio-, pero ya se extendió hasta fin de mes. Y ahí está ese tono de voz, que habla de fútbol, que alaba a Alexis Sánchez, que hace preguntas a los distintos entrevistados que van al estudio, que nunca, repito, nunca deja de estar atento a cualquier situación que se preste para la risa, porque volvemos al principio: contar historias, reírse de sí misma, hacer reír.
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Es lunes al mediodía, y Jani Dueñas está terminando de revisar un texto que le pidieron de la tienda Sex Shop Japi Jane acerca de la sexualidad de los chilenos. Jani escribió sobre una de sus obsesiones: la pornografía. "Escribí una defensa de la pornografía desde la mirada femenina. Creo que nosotras no hemos sabido usarla a nuestro favor porque siempre pensamos que se denigra a la mujer. Para mí, el porno ha sido una escuela", dice Jani en el living de su casa, en Ñuñoa. El barrio es tranquilo, no hay ruido. En un sillón está acostada Nina, su gata, la misma de la que habla en sus monólogos.
Jani cierra su Mac -es fanática de la tecnología- y durante más de dos horas hablará de sus 36 años, de la radio, del humor, de su vida junto a su padre, Abraham Dueñas -mítico relator de fútbol de la radio Minería y también de televisión-, quien, de alguna forma, le transmitió la pasión por la radio. "Cada día que voy a grabar, siento que le estoy haciendo un homenaje a él. Siempre le pido consejos y creo que le ha achuntado a todo. Es como mi superhéroe. Estoy media enamorada de él".
Jani Dueñas se ríe. Dice que a lo mejor debería ir a terapia, que quizás por eso hace stand up comedy. Pero antes de llegar a los escenarios y a la radio, Jani estudió Arte en la Universidad de Chile, pero se salió al tercer año y ahí decidió estudiar Teatro en la escuela de Gustavo Meza. Quería ser una actriz seria. Pero de pronto apareció el humor. De pronto, la llamaron a un casting para actuar en una teleserie de Mekano y la llamaron a otro casting para ser la voz de un personaje de 31 minutos.
Y ahí, en ese momento, apareció el humor.
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Hace un par de meses que Jani vive, junto a una amiga, en esta casa. Está soltera, pero bien. Lo repite entre risas. Dice que era grande ya cuando se dio cuenta de que podía ser una mina atractiva para el sexo opuesto. "Es extraño, pero siempre he tenido relaciones con hombres más chicos. Quizás es porque sé que no se van a comprometer conmigo", dice y se ríe. Nada es tan grave. Eso lo aprendió con el tiempo, lo aprendió cuando actuó en distintas teleseries de Mekano (Xfea2, EsCool), pero sobre todo lo aprendió cuando trabajó en 31 minutos. "La gente de Aplaplac eran ídolos para mí, y me pusieron una exigencia muy fuerte porque era la única mujer y el bullying era muy grande: era como estar en un camarín de colegio de octavo básico con puros hombres. Y ahí te ofendes o respondes a la altura, con humor, y ahí me di cuenta que ésa era una herramienta que podía explotar".
Cuando Jani teloneó a Malena Pichot hizo lo que haría luego en Niño gordo: contar historias, reírse de sí misma, de su gata gorda, de sus miedos a ser madre, de sus amigas que no la entienden, de sus amigos que creen que es un hombre más.
Y la explotó. Primero, con su participación como Patana en la serie y luego en la película, y tiempo después la explotaría en los stand up comedy en los que participaría, como en la SCA (programa de Vía X que derivaría en El Club de la Comedia). Y aunque se ríe siempre, nunca deja de tomarse el trabajo en serio. Se levanta de su asiento y muestra los libros y DVDs que hay en su biblioteca: las temporadas completas de Seinfeld, un libro de Tina Fey, DVDs de los Monty Python y George Carlin. "Acá somos pocos comediantes, por lo que uno tiene que estar mirando hacia afuera. Creo que es necesario tener ídolos", dice.
Y de ellos aprendió el humor informado, ése que evita el chiste fácil, ese humor rudo con el que deslumbró a las casi mil personas que asistieron en octubre de 2010 a la presentación de Malena Pichot en el Teatro Oriente. No fue un día cualquiera. Porque ese día, cuando Jani teloneó a la argentina, hizo lo que luego haría en Niño gordo: contar historias, reírse de sí misma, de su gata gorda, de sus miedos a ser madre, de sus amigas que no la entienden y de sus amigos que creen que es un hombre más.
"Esa noche estuve 20 minutos y salí con la sensación de que podía haber estado 40, y dije: no me quiero bajar más de acá. Ahí fue mi confirmación de que no sólo volvía al stand up comedy, sino que quería quedarme", cuenta. De hecho, ahora Pichot la invitó para participar, en octubre, en un festival de stand up comedy internacional en Buenos Aires.
Fue después de esto que Jani se contactó con Felipe Núñez y Paloma Salas (y ahora se les unió Sofía Vicuña) para comenzar una temporada de stand up en El Cachafaz con Niño gordo. Eso fue en noviembre de 2010. Regresaron hace pocos meses, y este sábado 16 de julio será la última presentación antes de un receso más largo. Será el último día que la podrán ver ahí, en el escenario, como el sábado pasado, cuando iban 40 minutos de atraso y ella se subió, encendió un cigarro e improvisó. Pidió disculpas y empezó a hablar de ese cigarro -que era uno de esos que tienen un botón para hacerlos mentolados- y de cómo cuando apretaba ese botón ella también cambiaba y se volvía más salvaje. Y quizás ese detalle habla completamente de ella: subir al escenario y ser otra, molestar al público, preguntar si alguno es fanático de la pornografía y no dejar de incomodar al que dijo yo. Eso: Jani Dueñas está convencida que el humor sirve para incomodar. Y la gente se incomoda con sus chistes sobre el aborto, por ejemplo, pero también se ríen. No dejan de reírse.
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Es lunes 11 de julio y Jani Dueñas entra corriendo a la radio ADN, en Providencia. En unos minutos más estará en el estudio grabando un nuevo capítulo de Las sopranos de la Copa América. Es su nueva vida, la vida de una mujer de radio. "Acá siento que es donde me quiero quedar para siempre", dice. Y lo disfruta. Y se nota.
Se pone los audífonos y se sienta junto a Beatriz Sánchez y Diana Massis y hablan de fútbol, y de lo mino que es Messi, y de la lesión de Matías Fernández, y entrevistan, este lunes, a Luka Tudor, y Jani ordena las preguntas, y coquetea, y juega con el doble sentido y le pregunta si es mejor meter 7 goles en un partido o 2 goles en la vida real. Y Luka Tudor duda un poco, mientras ella mira su Twitter (@janidejesmar) y se ríe. Porque eso está siempre ahí: la risa de Jani Dueñas. La tiene ahora, la tendrá unos minutos después, cuando conduzca Es lo que hay, y la tendrá también cuando grabe un monólogo para El Club de la Comedia, que se emitirá el próximo martes. Porque Jani Dueñas no deja de reírse. Porque ya no es grave. Porque sabe que esa risa nos hace reír al resto.