Por Antonio Díaz Oliva Noviembre 30, 2011

Al igual que muchos hechos similares en México, hay un halo de secretismo que rodea a éste. De secretismo y rumores y versiones que se contradicen. Los hechos fueron así: la mañana del jueves 24 de noviembre se encontraron 26 cadáveres, en tres camionetas abandonadas, en una concurrida avenida de Guadalajara. Automáticamente se vinculó con el narcotráfico; un ajuste de cuentas entre dos carteles. A la vez, también se vio como un narcomensaje dirigido a los gobernantes de una ciudad en la que recientemente se habían realizado los Juegos Panamericanos y la cual estaba a dos días de inaugurar la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). Pese a eso, y a diferencia de otras localidades en México, Guadalajara sigue siendo de las ciudades más seguras del país. Y se nota. Es cosa de caminar por el centro, donde pese a que circulan hartos militares, policías, guardias de seguridad ciudadana, hay una sensación de calma, lo que la diferencia del frenesí del DF.

La noticia de los 26 muertos, eso sí, sigue en boca de los tapatíos (así se le dice a la gente de Guadalajara). "Acá es donde dejaron los cuerpos", dice un taxista cuando circula cerca de los Arcos del Milenio, el monumento amarillo donde se descubrieron los cuerpos. "Ni caso, parece que la burbuja tapatía explotó, ya no somos tan inmunes al narco como pensábamos", comenta el mismo taxista antes de avanzar las pocas cuadras que hay desde el lugar de los hechos hasta la Expo Guadalajara, el centro de exposiciones de la ciudad donde se hace la FIL.

El hecho no impidió que se celebraran los 25 años de existencia de la FIL, tal como se tenía pensado. No sólo porque es el evento literario más importante del mercado de habla hispana (más de mil editoriales se hacen presentes y en total hay una asistencia de 600.000 personas, sin contar los profesionales del libro), sino porque todos en la ciudad saben lo crucial que es tanto para la imagen como para la economía local. "En este hotel somos lectores", es lo que se lee fuera de algunos de los principales hoteles que reciben a los escritores, editores y agentes literarios que vienen de todas partes del mundo. Una marca de cerveza local lanzó una versión conmemorativa para la ocasión y diversas tiendas y restaurantes tienen promociones.

Pese al relativismo de los mexicanos frente al tiempo (se sabe: un "ahorita" acá puede demorar bastante más que unos minutos), en la FIL de Guadalajara todo funciona a la hora y de manera ordenada. Y eso que más que un recorrido dominical familiar -como el que tenemos en nuestra feria del libro criolla en Santiago-, lo de Guadalajara es una combinación entre centro de negocios, evento literario y una gran celebración a la mexicana. En otras palabras: mientras en nuestra Filsa lo que se come es churros con manjar, acá las papas fritas con salsas picantes son algo así como el snack oficial. Hay, por supuesto, espacios para la familia (un salón gigante para niños, por ejemplo), pero parte importante de la feria es transmitir el espíritu mexicano a los extranjeros. Ya sea por los stands de cerveza o tequila que hay al inicio de la feria (siempre con filas enormes, en Guadalajara siempre hay filas y atochamientos de personas) o por las cuantiosas fiestas que se suceden a lo largo de los nueve días. "¿Ya te conseguiste entrada para la fiesta de Sexto Piso?", "¿vas al cóctel de la librería Gandhi?". Todas las noches hay un evento organizado por alguna editorial o entidad literaria; desde una fiesta de los periodistas que ya tiene fama de imperdible en la FIL, hasta una noche tropical en una salsoteca en el centro de la ciudad. Y es muchas veces en instancias como ésas donde los agentes literarios o editores (gente como Guillermo "Willie" Schavelzon o Jorge Herralde de Anagrama, quienes vienen todos los años) se pasan tarjetas entre ellos o establecen las primeras conversaciones con autores. Así, luego del primer día de FIL, hubo una fiesta en una casona -a lo El gran Gatsby-, la cual terminó con fuegos artificiales conmemorativos de los 25 años. Y muchas editoriales, luego de lanzar libros, organizan en sus stands cócteles con mezcal o tequila -lo que hace que se termine convirtiendo en una pequeña reunión-, aunque apenas sean las dos de la tarde.

Vargas Llosa, punks y coreanos

Es domingo a eso de las once y media de la mañana y lo que, al parecer, es el acto más masivo de la FIL sucede. Mario Vargas Llosa sostiene un diálogo con la también Premio Nobel Herta Müller. La concurrencia es numerosa. Muchos se quedan afuera del salón de eventos. Incluso Vargas Llosa se asombra de la cantidad de gente: "No es frecuente, para un escritor, estar frente a audiencias tan grandes". Otros, desde pasillos lejanos de la FIL, ven todo en algunas de las pantallas especialmente situadas para los que no entran a la sala. La cantidad de gente que atrae el autor peruano-español, en todo caso, no queda ahí: para la sesión de firmas que dio un día antes hubo una fila interminable, con gente que hizo cola por tres o más horas. Y, pese a que el escritor estuvo por más tiempo de lo esperado, de todas maneras dejó a varias personas sin conseguir su firma.
Otro de los actos inaugurales fue el del escritor colombiano-mexicano Fernando Vallejo, quien se encargó de disparar contra Vicente Fox, Felipe Calderón, el PRI, el PAN y llamó a no votar en las elecciones del 2012. Y no sólo eso: los 150 mil dólares que le dieron como parte del premio FIL (ex Juan Rulfo) los donó a dos organizaciones en pro de los derechos de los animales. "Que no me vengan a mí con el cuentecito de que hemos tenido civilización algún día, cuando estamos masacrando millones de animales en los mataderos. Esto es barbarie".

Algo similar, pero a escala más pequeña, fue lo que hizo el estadounidense James Ellroy, quien venía a presentar A la caza de la mujer, sus memorias sobre el asesinato de su madre y sobre las particulares mujeres que ha tenido como parejas. "Buenas tardes, pederastas, prostitutas, punks y proxenetas presentes", dijo el autor de La dalia negra antes de iniciar una lectura dramatizada que hacía retumbar la acústica de la sala. "Soy James Ellroy, autor de 18 libros, obras maestras todas, que preceden todas mis futuras obras maestras. Éstos son libros para toda la puta familia, si el nombre de su familia es el de Charles Manson". Además de aquellos autores, escritores como J.J. Benítez, Santiago Roncagliolo y Marcela Serrano tienen concurridas actividades y, por ejemplo, hasta un encuentro de nuevos narradores de Corea del Sur (apenas publicados en español) consigue llenar las salas y atraer curiosos.

El invitado de honor

Justo al lado de la sala donde los autores firman libros (situada en el pabellón internacional), está el stand de Chile. Ahí hay una muestra de libros (tanto de editoriales grandes como independientes), además de la promoción de los eventos en que hay escritores chilenos involucrados, como la presentación de la antología de narradores menores de treinta años Voces-30 (eBooks Patagonia) o las mesas literarias en las que participan los tres escritores nacionales seleccionados entre los 25 secretos mejor guardados de la literatura latinoamericana: Diego Muñoz Valenzuela, Nona Fernández y Francisco Díaz Klaassen (este último, de hecho, tuvo a Jorge Herralde entre el público que lo vio y se le acercó a saludarlo y felicitarlo y hasta solicitó el contacto del joven autor chileno más tarde).

Recorrer la FIL es algo tan grato como abrumador. La cantidad de editoriales repartidas en los numerosos pasillos hace que incluso en un día el tiempo se haga escaso. Así, el efecto que da la FIL es que aunque uno crea que la ha recorrido entera, siempre queda algo que ver y, por lo tanto, siempre hay una razón para volver al día siguiente.

Lo que hoy es el stand de Alemania es el espacio que el 2012 ocupará Chile. Un amplio lugar al inicio de la feria con una muestra de libros, institutos de cultura y turísticos y oportunidades de estudio en universidades e institutos. Hay más: una de las cosas más atractivas es que los países invitados no sólo traen escritores y gente del rubro literario. Cada día, a eso de las nueve de la noche, una banda alemana toca en un escenario fuera de la feria. Si se repite eso el próximo año, nombres como Chico Trujillo, Francisca Valenzuela, Gepe y Javiera Mena podrían entrar dentro del formato, ya que más que abordar el folclor nacional, la idea es tener muestras de lo que se está haciendo actualmente en el país invitado (en el caso de Alemania, desde la música electrónica de una banda como Stereo Total, hasta una violinista clásica y DJs). Eso es parte de la tarea que lentamente ya se empieza a trabajar.

De esa forma, por la FIL se han visto varios rostros locales; algunos vinculados con la organización de lo que será el 2012 y por otros motivos. Por ahí se pasearon Cecilia García-Huidobro (decana de la Facultad de Comunicación y Letras de la Universidad Diego Portales), quien fue invitada para la premiación de Fernando Vallejo, el director del CEP y escritor Arturo Fontaine, el ex director de la Cámara Chilena del Libro Eduardo Castillo y el actual, Arturo Infante, además de Pablo Dittborn, de Random House Mondadori Chile, quien ya es un habitué de la FIL. Asimismo, uno de los chilenos que circularon fue Beltrán Mena, médico y autor de la novela Tubab y quien forma parte del comité que organizará la venida de la comitiva chilena para el próximo año. Además de eso, para el último día de la FIL, se espera que el ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke, venga para el acto en que los alemanes traspasan el título de país invitado.

Una última cosa: recorrer la FIL es algo tan grato como abrumador. La cantidad de editoriales repartidas en los numerosos pasillos (debe ser como 5 o más veces nuestra Filsa) hace que incluso en un día el tiempo se haga escaso. Así, el efecto que da la FIL es que aunque uno crea que la ha recorrido entera, siempre queda algo que ver y, por lo tanto, siempre hay una razón para volver al día siguiente. De alguna forma, funciona como una feria cíclica. Porque, de hecho, cuando quedan pocos días para que termine, ya se empieza a hablar de lo que se verá el próximo año; se habla de autores famosos que ya están casi confirmados (suena con fuerza el nombre de Paul Auster); de lo que les gustaría ver del país invitado en la versión que vendrá, de si habrá más seguridad (en caso que haya más  muertos por el narcotráfico); y algunos, inclusive, ya comentan de qué lugares se deberían arrendar para las fiestas del año que viene.

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