Por Diego Zúñiga Febrero 1, 2012

© José Miguel Méndez

No sé si Marialy Rivas habrá alcanzado a leer esa crónica de Clarice Lispector, pero imagino que si llegó ahí, a la página 141 de Revelación de un mundo -el libro que está leyendo por estos días-, de seguro que se detuvo en ese párrafo y se reconoció, de alguna forma: "Vivo de casualidades, vivo de líneas que inciden una en la otra y se cruzan y en el cruce forman un leve e instantáneo punto".

Ese punto, por ejemplo, en el caso de Marialy Rivas, podría ser una amistad, un trabajo, una película. Podría ser el premio a Mejor Guión Dramático Internacional que recibió el fin de semana pasado en el Festival Internacional de Cine de Sundance por Joven y alocada, una historia sobre el despertar sexual de una joven evangélica. O podría ser su próxima película, La princesita, escrita junto a Camila Gutiérrez, la misma con quien subió a recibir el premio en Sundance, y la dueña del fotolog que inspiró Joven y alocada. Porque la vida de Marialy Rivas ha estado llena de esas pequeñas casualidades, de imágenes, gestos y momentos que le han dicho: por acá, hay que ir por acá. Y ella va. Y ella, que se toma un té helado con leche un día antes de partir a Sundance, hace unas semanas, dijo que no sabía lo que venía. Que sólo tenía que ir a Sundance y luego al Festival de Cine de Berlín… ¿y luego?

-No sé, depende de lo que pase -dijo.

-¿Y qué puede pasar?

-Quién sabe, es como el Loto. Igual, ya con todo lo que ha pasado estoy feliz. O sea, que te seleccionen en festivales tan buenos es lo que uno quiere, entonces imagínate. Yo estoy ultrafeliz. Si pasa algo más…

***

Lo que pasó fue lo siguiente: obtuvo un premio en Sundance, se adelantó el estreno de Joven y alocada para el 29 de marzo en Chile y, de paso, consiguió que la agente de ventas internacional Elle Driver (La marcha de los pingüinos, Fahrenheit 9/11) adquiriera los derechos de la película para distribuirla internacionalmente.

Llegó este martes en la mañana a Chile. Y su voz sonaba cansada, contenta pero cansada: "Todavía estoy en shock", dice.
Pero alguna vez las cosas no fueron tan rápido. De hecho, Marialy Rivas -35 años- se tomó un buen tiempo para sentarse y decidir que Joven y alocada sería su primera película. Porque antes pasaron muchas cosas.

Las podríamos ordenar así: Marialy con 19 años, estudiando en la Escuela de Cine y filmando Desde siempre, un cortometraje para un ramo de documental. Marialy ganando el Festival de Cortometraje de Santiago con Desde siempre y convenciendo a los protagonistas para poder dar el corto, porque el tema era la homosexualidad. La historia era mitad ficción y mitad realidad.  Así que hubo problemas, algunos participantes se opusieron a la exhibición del corto, aunque al final terminó siendo transmitido por Canal Plus de España.

Así la describe Pedro Peirano: "Trabajólica, caótica, rígida, muy simpática, de mente dispersa, entretenida, muy segura de algunas cosas, muy insegura de otras".

Y acá viene un desvío y esas casualidades que siempre se dan en su vida.

"Era el tiempo cuando con Sebastián Lelio íbamos a hacer una película entre los dos, Smog. Fuimos a ensayar a la casa de una de las actrices y afuera me encontré una revista Paula, tirada en la calle. La recogí, la empecé a hojear y vi: 'se sorteará una beca para estudiar en la New York Film Academy', y yo dije: 'Listo, es mía'. ¡Porque no puedo encontrar una revista nueva en la calle y que aparezca justo eso!", cuenta mientras se ríe.

Y se fue a Nueva York. Y estudió. Y le comenzó a faltar plata. Y trabajó como mesera. Y se despertaba pensando: "No estoy haciendo películas, no estoy haciendo películas". Y entonces fue el 11 de septiembre de 2001 y el ambiente se volvió denso, extraño. Y regresó.

Y acá viene otro desvío.

Empezó a trabajar en publicidad. Necesitaba un trabajo, comenzó como asistente de dirección y luego pasó a ser directora, hasta que su nombre se hizo conocido. Dirigió la franja televisiva para la campaña de Michelle Bachelet, daba charlas en el extranjero, conoció a Antonio Montero -uno de los referentes más importantes de la publicidad española- y empezó a dirigir comerciales en Europa.

Parecía, entonces, que su deseo de ser cineasta y filmar una película no se iba a concretar. Aunque ella nunca lo dudó: "Lo que más amo es el cine. Nunca tuve miedo. Ha sido largo el camino, pero aprendí a filmar. Tengo mucha experiencia en set porque he hecho cerca de 400 campañas de publicidad".

Ahí lo aprendió todo: el trato con la gente, la presión. Se movió mucho, pero nunca dejó de pensar en el cine. "Yo creo que cada proceso es superpersonal. En mi generación no teníamos el digital tan a mano en la escuela. Era superdifícil, ahora los alumnos hacen una película de tesis", explica. Sin embargo nunca abandonó la ficción. De hecho, fue en 2010 cuando compitió en Cannes con Blokes, un cortometraje basado en un cuento de Pedro Lemebel. Una historia sobre un adolescente y su sexualidad. Los mismos temas que volvió a visitar tiempo después, cuando decidió que Joven y alocada sería su primera película y que la haría junto a la productora Fábula (de Pablo y Juan de Dios Larraín), en la que se instaló a trabajar el 2008, cuando se cansó de estar en el extranjero. Necesitaba volver a Chile. Estaba decidida, esta vez era el momento para hacer su primer largometraje.

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Cuando el sábado 28 de enero Marialy Rivas se subió al escenario de Sundance para recibir el premio por el guión, sólo estuvo acompañada por Camila Gutiérrez. Pero también debió estar junto a Pedro Peirano, Sebastián Sepúlveda y la escritora María José Viera-Gallo, quienes, en distintos momentos, fueron parte de la escritura del guión de Joven y alocada.

El despertar de Marialy Rivas

"Es cierto que al final la que termina en la mesa de montaje soy yo, pero todos ellos fueron un aporte", dice Marialy.

La primera versión de la película la escribió junto a Viera-Gallo, con quien armó, en menos de un mes, el guión para mandarlo al Fondo Audiovisual, el 2009. "Marialy me dio mucho espacio para escribir y echar a andar la historia. Yo escribía y ella era como una supraeditora que preguntaba, cuestionaba, desmenuzaba, editaba y dirigía la escritura obsesivamente. La dinámica funcionaba bien. Todavía guardo en mi computador cinco versiones del guión", explica la autora de Memory Motel, quien aún no ve la película.

Después vino el trabajo con Pedro Peirano. "Al principio yo no quería trabajar en el guión, era una historia que me costaba entender y me parecía que nunca la iba a sentir como propia. Ese blog, esta niña evangélica, me parecía entretenido, pero lejano e incomprensible. Pero creo que después de vencer mi resistencia y hacernos amigos, comencé a entender qué aporte podía hacer yo", cuenta Peirano. Y luego se sumaron Sebastián Sepúlveda y Camila Gutiérrez. Con esta última fue con quien más dialogó, pues ella era la autora del fotolog y quien mejor conocía ciertos detalles, como por ejemplo el mundo de los evangélicos.

Hace cinco años Marialy descubrió el fotolog de Camila y entendió que tenía que hacer algo con él, que había una historia, una muy buena historia. Pero no sabía qué hacer. Pensó en pedirle que actuara, filmar una especie de documental, pero con algo de ficción. Pensó muchas cosas, hasta que la conoció y de a poco entendió que lo mejor era ficcionalizar la historia. Y ahora, después de volver de Sundance, recalca una y otra vez eso: que ésta es una historia de ficción. Que hay cosas inspiradas en la vida real, pero que también hay muchas cosas inventadas.

"Yo me acuerdo que enganchamos al tiro. Conversamos un poco, y luego como que surgió un amor creativo. Recuerdo que el año nuevo de 2010 lo pasamos juntas, escribiendo el guión", cuenta Camila Gutiérrez, quien estudió Literatura y trabaja como periodista.

"Confío en su gusto, ella confía en el mío. Pimponeamos muy bien al momento de escribir juntas", dice Marialy, quien a pesar de estar de lleno en la película no abandona su trabajo en la publicidad. De hecho, el último comercial de Alexis Sánchez, sobre la portabilidad numérica, lo dirigió hace unas semanas, en Barcelona. Ella es así: intensa, incansable. Y en eso concuerdan casi todos.

"Yo me paro a mirar el mundo desde la sexualidad. Por eso me interesó contar la historia de 'Joven y alocada'", dice  Marialy Rivas.

"Exigente. Obsesiva. Meticulosa. Aguda. Me impresiona su capacidad analítica", dice Viera-Gallo.

"Trabajólica, caótica, rígida, muy simpática, de mente dispersa, entretenida, muy segura de algunas cosas, muy insegura de otras. Insistente cuando el instinto le dice que algo no cuadra",  agrega Peirano.

Y ella también se reconoce así: intensa, obsesiva, enamorada de lo que hace.

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Dice que cree en el cine chileno. Que la dictadura le hizo mucho daño a una generación de directores que estaban haciendo un cine increíble, como Raúl Ruiz y Patricio Guzmán. Dice que cuando vio Tony Manero sintió que ahí cambiaba todo. Se quedó pegada. Le gusta el cine de Sebastián Lelio. Le gustó Huacho, de Alejandro Fernández. Espera que vaya mucha gente a ver su película. "Porque uno hace películas para que las vean las personas. A mí no me interesa ir a festivales para que me digan: 'Oye, que eres inteligente'. No, yo quiero que algo pase, que algo se mueva, que algo cambie con la película", dice.

Y es probable que pasen muchas cosas con Joven y alocada. Porque pocas veces un cineasta chileno ha filmado tan bien la adolescencia, con tanta frescura, sin el prejuicio de creer que los jóvenes son estúpidos y adictos a las redes sociales -aunque acá el tema de internet está muy bien trabajado-. Porque ésta no es sólo una película de una joven bisexual, hija de una familia evangélica. Ésta es una película sobre la represión sexual: "Yo me paro a mirar el mundo desde la sexualidad. Por eso me interesa contar esto", dice ella. Y filma la sexualidad con una libertad y desparpajo poco vistos por estos lados. "En Fábula yo les digo: 'Yo no sé nada de lentes ni de luz, pero si quieren filmar bien una escena de sexo, yo les puedo enseñar'", dice y se ríe.

No tiene miedo de que encasillen a la película por el tema juvenil y sexual. Tampoco de jugar con lo pop, con la idea del videoclip. De hecho, en la banda sonora están casi todas las bandas de moda: Gepe, Javiera Mena (con dos covers increíbles), Astro, Dënver; pues siente que retratan bien a los adolescentes de hoy.

A pocas horas de llegar a Chile, Marialy está contenta. Y ya piensa en su nueva película, La princesita, que estará basada en una historia real acerca de una secta apocalíptica, en el sur de Chile. La próxima semana viajará a Berlín, para competir en la sección Generation. En su bolso llevará las crónicas de Clarice Lispector. Y a lo mejor leerá ese fragmento de las casualidades.

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