La palabra es urgencia.
Gonzalo Díaz la repetirá un par de veces durante la entrevista, con el tono pausado de quien sabe muy bien lo que está diciendo. Porque su obra -la obra de este profesor de la Universidad de Chile, Premio Nacional de Artes- siempre ha estado ligada a eso: a la urgencia, a las distintas formas de hacerse cargo de aquello que ocurre en la calle, lejos de los talleres, las galerías y las escuelas de arte.
Aunque esta vez el formato cambió. Porque ya no son pinturas -como en sus comienzos- ni instalaciones -como "Unidos en la gloria y en la muerte", "Rúbrica" -, sino que esta vez nos encontramos con imágenes que están ahí, en el computador, específicamente en Facebook.
Lo que ha estado haciendo Gonzalo Díaz (65) en los últimos meses se llama ARTEface, y son imágenes que sube a su perfil de Facebook, muy similares a los memes -esas imágenes que circulan en la web en las que aparece el rostro de una persona, dibujo o animal, sobre las que se pueden escribir una frase-, y que Díaz define así:
-Son como pequeños y concentrados y esquemáticos discursos emitidos por este medio abierto y masivo que es Facebook.
Imágenes y palabras que recuerdan a los artefactos de Nicanor Parra, a los Quebrantahuesos que hizo el antipoeta con Enrique Lihn y Jodorowsky. Imágenes que podrían estar en alguna página de ese libro extraño y maravilloso que es La nueva novela de Juan Luis Martínez.
-Son como jeroglíficos -explica Díaz- porque tienen imagen y textos que pretenden ser un condensado gráfico-visual-literario sobre la contingencia, aunque también hay otros más subjetivos.
Eso: memes que Díaz viene publicando desde agosto de 2011, cuando se creó un perfil en Facebook, cuando entendió que ahí, en esa red social, estaba pasando algo.
Lo que estaba pasando es que el país salía a la calle y Facebook servía para organizarse, para comunicarse, para ser ese lugar donde la gente -aunque siempre rápido, quizás demasiado rápido- podía generar debate.
Y entonces vino el primer ARTEface, el 26 de agosto de 2011, cuyo título fue "La universidad de Camila Vallejo": siete imágenes -capturadas de un video donde hablaba la dirigenta estudiantil- acompañadas con la frase "El trívium de Camila Vallejo", más una definición de las palabras gramática, retórica, dialéctica, aritmética, geometría, astronomía y música.
En mayo, Gonzalo Díaz intervendrá los frontis de las galerías D21 y Metropolitana. En junio, montará la instalación "Lonquén", después de 22 años, en el Museo de la Memoria
Luego vendrían más imágenes de ella y Salvador Allende y Cate Blanchett y Pinochet y el Che Guevara y Marilyn Monroe y la Universidad de Chile y una imagen de Nicanor Parra que dice: "Yo hacía memes cuando todavía se llamaban artefactos".
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Tiene un poco más de 1.000 amigos en su perfil de Facebook, aunque para ver los ARTEface no es necesario ser amigo de Díaz. El perfil está abierto y se pueden revisar los más de 70 álbumes que, de alguna forma, tienen un precedente. Fue en su última exposición que hizo en la Galería D21, en 2010, que se llamó "Índice": allí mostró imágenes digitalizadas de fotografías, fotocopias, recortes, notas, postales, diarios. Aunque ahora, dice Gonzalo Díaz, ha aprendido a usar mejor las herramientas digitales. Lo explica mientras está sentado en un cuarto, al final de su casa, ubicada en Ñuñoa. Aquí tiene su taller. En vez de caballetes de pintura, tiene tres Mac -dos nuevos y uno antiguo-, donde prepara sus próximos proyectos. Para los ARTEface trabaja, sobre todo, con Illustrator, un poco de Photoshop también. Los diseños los tiene más o menos armados. Lo que importa es lo que quiere decir. Y también, en particular, el montaje. Dice que cuando partió no conocía los memes, pero que una amiga le habló de los sitios web El Chico PUC, Porlaputa y Jaidefinichon -dedicados a publicar memes chilenos-, y entendió el formato.
-También en un principio pensé en el tono que tenían que tener estas imágenes, pero entendí que no tenían que tener sólo un tono. Entonces la contingencia está ahí, pero también he hecho otras cosas. Me gusta que sea algo bastardo, sin tanta prolijidad, con imágenes pixeladas. Eso me permite darme cuenta del rigor formal-conceptual-procedimental que uno tiene en la obra. Porque yo también considero esto como parte de una obra -dice. Eso sí, no ve la posibilidad de hacer una exposición con los ARTEface, porque significaría sacarlos de su plataforma.
Y es que Díaz ve a Facebook como un lugar donde se puede exponer y donde el boca a boca es fundamental. Porque esto partió así. Alguien lo comentó en Twitter o en Facebook y luego otro lo replicó y después un amigo de un amigo lo supo y dijo eso: que Gonzalo Díaz estaba haciendo memes que eran desquiciados, que casi todos los días subía imágenes nuevas, que estaba ahí, dando una respuesta a lo que muchos se preguntaban y se siguen preguntando: ¿Qué puede hacer el arte con todo lo que está ocurriendo en la calle, con los movimientos sociales? Y ésta es una respuesta clara, rápida, llena de dobles lecturas, sarcástica y que entiende la velocidad de los tiempos. Que entiende la urgencia.
Pero de alguna forma es lo que siempre ha hecho Díaz con su obra. Por eso se alejó de la pintura más formal y durante los ochenta comenzó a montar instalaciones. Porque los tiempos no estaban para estar encerrado en un taller, pintando, abstraído de todo, mientras afuera había desaparecidos y la dictadura parecía ser eterna.
-Había una urgencia vinculada a la historia política del país y la instalación era aparentemente más liberadora. La pintura requiere de tiempo, concentración y una desconexión con la realidad que era imposible en esos años. La instalación tiene un poder y una velocidad que la pintura no tiene -dice.
Los artefactos de Gonzalo Díaz
Y luego agrega:
-Curiosamente el año pasado los estudiantes de mi taller de pintura -de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile- cuando comenzaron a volver de las movilizaciones, decían que les producía una contradicción, un malestar enorme estar metidos en un taller pintando hueaítas cuando al mismo tiempo en la calle estaba quedando la cagá. Hay ahí una cuestión de la pintura que requiere de un aislamiento y de un tipo de reflexión que te impide la acción.
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Decir Gonzalo Díaz es decir neón, es decir Adolfo Couve, es decir Universidad de Chile, es decir grandes instalaciones, es decir dictadura y desaparecidos, es decir los ochenta, es decir el Premio Nacional de Artes más joven de la historia, es decir esa frase de Novalis que él ha utilizado y que dice: "Buscamos por doquier lo incondicionado y encontramos sólo cosas".
No le gusta mucho que le saquen fotos pero ahí está, de pie en su taller, dejando que el fotógrafo haga su trabajo, mientras él fuma un cigarro tras otro. Encima de una mesa, un pequeño cuadro.
-Es parte de "Lonquén" -explica Díaz.
Y el cuadro dice: "En esta casa el 12 de enero de 1989 le fue revelado a Gonzalo Díaz el secreto de los sueños".
Justamente en junio, Díaz volverá a exponer "Lonquén", pero esta vez será en el Museo de la Memoria, después de 13 años desde que la montara en la galería Ojo de Buey. En esa obra, una de las más importantes de su carrera, Díaz aborda el caso que destapó las violaciones a los derechos humanos que se cometían en dictadura.
Pero además está trabajando en una nueva obra, que mostrará en la Bienal de Corea del Sur, en septiembre.
-Todavía no tiene título, pero es más o menos esto -dice y muestra en la pantalla de uno de los Mac la imagen: unas cajas de vidrio acrílico llenas de agua, sobre las que flotan piedras volcánicas. Y sostenidas a estas piedras están las letras de neón que conforman los nombres, en mapudungún, de al menos 30 volcanes de Chile como Llaima, Chaitén, Lonquimay.
"Me gusta que los arteface sean algo bastardo, sin tanta prolijidad, con imágenes pixeladas".
La instalación son las cajas con los 30 nombres que, además, están sostenidos por unos cables -"como si la obra estuviera en la UTI", dice Díaz- que los iluminan. Y dentro de cada caja de vidrio hay un motor que mueve el agua.
-La idea es que todas las palabras se muevan y que cuando entres a la sala, dé la sensación de que todas esas piedras forman la cordillera de los Andes -dice Díaz, quien recalca que la obra está en proceso de producción y que todavía puede sufrir cambios. Junto a él está trabajando un antropólogo y una vulcanóloga.
Lo que también lo tiene ocupado es otro proyecto, que consistirá en intervenir a partir de mayo el frontis de la Galería D21, en Providencia, y la Galería Metropolitana, en Pedro Aguirre Cerda.
-Será una frase que dice: "El neón es…" y la última palabra irá cambiando mes a mes hasta fin de año, por palabras como miseria, delirio, infarto, amnesia, desdicha, fascista, desmayo, blasfemia, secreto, demencia, plegaria, latido.
Las mismas frases que se podían leer en "Rúbrica", una instalación que hizo en 2003, en Matucana 100, semanas después de obtener el Premio Nacional.
-Si te das cuenta se produce una letanía, porque esta palabra que cambia es trisílaba y acentuada al medio. Y son todas palabras sacadas de los relatos de los torturados. Pero si te fijas nadie hablaba de la tortura como dolor físico, sino que hablaban del efecto en la conciencia de eso. Siempre me ha parecido increíble eso.
A Díaz nunca le han gustado mucho las galerías, pero esta obra estará en sus fachadas, en una esquina tan transitada como Lyon con Providencia, en el caso de D21, con el fin de interpelar al público que pase frente a ellas.
-A mí me interesa que alguien entienda algo de lo que hago al nivel que sea. Pero eso no significa que renuncie a una complejidad enunciativa. Siempre está el fantasma de la inutilidad completa de lo que uno hace. Y todo esto, el arte, se mueve en un sector de la sociedad muy pequeño, demasiado pequeño, entonces eso alimenta el fantasma de la inutilidad -dice, mientras revisa en su computador algunos ARTEface que aún no publica.
Son varias las horas que pasa frente a la pantalla, trabajando en sus proyectos, pero también revisando Facebook, chequeando las notificaciones que le llegan a las dos o tres de la mañana. Porque siempre hay alguien ahí, conectado, que presiona "me gusta" o que deja algún comentario. Sí, Facebook es una adicción y Gonzalo Díaz no le hace el quite. Porque en su Mac hay una carpeta exclusiva para los ARTEface, con los álbumes que ha publicado y también con imágenes que toma de otros perfiles o, simplemente, de internet. Porque le gusta esa idea de que todo es de todos, de que nadie reclama por la autoría, de que las imágenes están ahí para usarse y armar nuevos trabajos que va a publicar hoy a la noche, y mañana y pasado mañana.