Por Valeria Bastías Marzo 14, 2013

Fue un día por la tarde, mientras buscaba locaciones para hacer alguna toma y también huellas de Gordon Matta-Clark. Se paró justo ahí, en la esquina de las calles Prince y Wooster, en pleno SoHo, en Nueva York. Con una fotografía antigua en la mano, Cano Rojas comparó la imagen del mítico restaurante Food con la fachada actual del lugar. Rastros de Matta-Clark o vestigios de la bohemia setentera que allí se vivió, ninguno.  Salvo el pilar en donde estuvo escrito el nombre del restaurante. El resto, es historia bajo una tienda de ropa para mujeres. Una historia que Rojas ha seguido escudriñando porque él es parte del equipo que está rodando el primer documental sobre la vida y obra de Gordon Matta-Clark, el primogénito de Roberto Matta, y que será estrenado en junio en el Museo de Bellas Artes. 

Food es sólo una parte de la corta vida de Matta-Clark, que murió en 1978  a los 35 años por un cáncer de páncreas, pero es clave para entender la esencia del artista, que fundó en el año  71,  junto a su novia de entonces, la bailarina y fotógrafa Carol Goodden, el restaurante que se convirtió en un activo y dinámico punto de reunión para los artistas de esa época. Por ahí deambulaban, entre otros, la compañía de teatro experimental Mabou Mines de Philip Glass, los bailarines del Grand Union y los artistas que participaron en la galería 112 Greene Street. Gordon acondicionó el interior del lugar cortando muros e ideando nuevos espacios, donde organizaban performances, hacían muestras de teatro, cocinaban en grupo y también bailaban. Era una fiesta constante. El proyecto duró poco más de dos años y será revivido en el documental a través del relato de artistas y amigos. Un grupo que en los 70 vivía en los sótanos de viejos edificios y realizaba de manera esporádica trabajos de carpintería o gasfitería, y cuya cohesión estaba basada en el amor al arte y la libre creación.

Todo comenzó en medio de las celebraciones del centenario de Roberto Matta,  en noviembre de 2011, cuando Matías Cardone, productor de cine y director del documental, se juntó con Ramuntcho Matta, el cuarto hijo del pintor surrealista.  Esa vez, conversaron sobre el fallecido artista y de la película que había estrenado Ramuntcho sobre su padre, Intimatta. Hablaron también de Gordon Matta-Clark.  Cardone no olvidó ese nombre, averiguó un poco más sobre él y contactó a su amigo Cano Rojas, un documentalista chileno radicado en Nueva York hace nueve años y que ha trabajado, entre otros, con Morgan Spurlock, el director de Super Size Me. “Vimos que en los museos más importantes, como el MoMA o el Metropolitan de Nueva York, había  documentales de Laurie Anderson, de Richard Serra y no había nada de Gordon, nada. Entonces, quisimos hacer un documental, basado en el relato de quienes lo conocieron y vivieron con él”, dice Cardone, que obtuvo a través de Ramuntcho los primeros contactos de los cercanos a Matta-Clark. “El desafío más grande fue hacer que viejos dinosaurios entregaran sus testimonios de lo que ocurrió hace más de treinta años”,  asegura Rojas, quien ha realizado la mayoría de las entrevistas del documental. Hasta ahora llevan más de treinta horas de grabación, quince entrevistados y un costo de 80 mil dólares, que han salido en gran parte del bolsillo de los realizadores, más aportes de un mecenas y de la productora Invercine, de la cual Cardone es socio. 

 

SUS MUJERES

Hijo del primer matrimonio de Roberto Matta con Ann Clark, Gordon nació en Nueva York y estudió Literatura Francesa en la Sorbona y Arquitectura en la Universidad de Cornell. A principios de la década de los 70, Matta-Clark participó en numerosos proyectos y exposiciones colectivas. Además, creó Garbage Wall, un refugio para personas sin hogar. Pero el reconocimiento vendría con sus famosos building cuts, que consistían en intervenciones agresivas sobre la estructura de edificios en ruinas. Splitting (1974), Day’s End (1975) y Conical Intersect (1975) se convirtieron en un corto plazo en íconos del activismo urbano y del arte conceptual. En esta última, una de sus obras más conocidas, cortó un cono hueco a través de dos casas que iban a ser demolidas para construir el futuro Centro Georges Pompidou. Hoy, ninguna de estas construcciones se mantiene en pie. Todo lo que queda de ellas son fotos, películas, dibujos y, en algunos casos, restos aislados del edificio.

“Gordon vio los problemas que aquejaban a Nueva York en la década del 70, como la basura y las personas sin hogar, y haciendo uso de su experiencia en arquitectura trató de ofrecer una posible solución. Él intentó enseñar cómo convertir los edificios en ruinas en espacios de vida. Aunque su trabajo de vez en cuando estaba en desacuerdo con las autoridades y con la ley, Gordon fue posiblemente la persona más moral que he conocido”, cuenta desde Nueva York Jane Crawford, viuda del artista.

En septiembre del año pasado, Matías Cardone viajó en tren con Cano Rojas al norte de Nueva York.  Allí, se juntaron con Jane Crawford y le contaron acerca de la idea del documental. Ella, encantada con el proyecto, les abrió las puertas al mundo de Gordon, entregándoles fotografías, algunos videos y varios contactos.

Jane Crawford conoció al hijo de Roberto Matta a mediados de los 70, cuando recién Matta-Clark impactaba a la escena neoyorquina con sus cortes en edificios abandonados. Salieron un tiempo, se enamoraron y tres años más tarde él falleció. En 2009, Jane Crawford vino a Chile para inaugurar una exposición sobre Matta-Clark que se realizó en el Museo de Bellas Artes. Esa vez, en la muestra Deshacer el espacio, se mostraron fotos de la intervención que hizo en el museo en 1971 y también videos de los cortes que el hijo de Matta realizó sin permiso y motosierra en mano, en edificios y casas antes de ser derribados en Nueva York y París.  Este año, Crawford volverá a Chile, a un seminario que acogerá el estreno del documental y que también se realizará en el Museo de Bellas Artes.  “Vamos a reconstruir la galería 112 Greene Street y haremos varias performances. La idea es cubrir todas las artes que rodearon  a Matta-Clark, desde la danza hasta el arte de cocinar”, asegura Matías Cardone.

Después de la entrevista a Jane, el rodaje del documental se ha movido entre las ciudades de Nueva York, Santiago y el estado de Nuevo México. Han conversado con artistas como Richard Nonas, Jene Highstein y Les Levine. Por Chile también han pasado. En Valparaíso contactaron a la bailarina chilena Carmen Beuchat, quien conoció a Gordon en Nueva York, cuando vivían en el mismo edificio. Juntos hicieron performances de danza en la galería 112 Greene Street. Ella les regaló fotos y dibujos inéditos de Gordon, los que serán revelados durante el largometraje.

 

LA HISTORIA NO CONTADA

Treinta y cinco años después de la muerte de Matta-Clark, aún hay aspectos de la vida del artista que son desconocidos, al menos así lo afirma su viuda, que explica que la conexión entre arquitectura y performance, especialmente la danza,  es un área del trabajo de Gordon que merece más atención, así como su vida íntima. “A pesar de la gran cantidad de contactos entre los cuales Gordon creció, como Marcel Duchamp, Robert Motherwell,  Isamu Noguchi, etc.,  su vida fue difícil. Hubo pobreza,  inseguridad y escasez de afecto parental. La enfermedad que sufrió su hermano gemelo,  “Batán”, lo afectó profundamente, de maneras sutiles y otras no tanto. Ésa es una historia que con el tiempo será contada”, sentencia Crawford.

Gordon Matta-Clark siempre mantuvo en reserva su vida privada y especialmente la de su hermano gemelo, John Sebastian, “Batán”, quien estuvo  internado en institutos mentales porque oía voces y sufría  alucinaciones. De hecho, a Carol Goodden, la novia de Gordon de la época de Food, le contó de la existencia de su hermano gemelo sólo un mes después de estar saliendo juntos, cuando fueron de visita a la casa de la mamá del artista.  En 1976, Gordon perdió a su hermano de una manera trágica. Lo había recibido en su departamento de Nueva York y cierto día Gordon salió a comprar para el almuerzo. Al regresar se encontró con el cuerpo sin vida de su hermano, que se había lanzado seis pisos bajo su ventana. Rodeado de una multitud anonadada, fue cuando Gordon perdió su otra mitad. 

De esa historia y más, se acuerda Carol Goodden, quien es hasta ahora la última entrevistada del documental y que vive hoy en Nuevo México, en una ciudad lejos del SoHo y de los recuerdos de su juventud con Gordon.

Cano Rojas salió un día a las cuatro de la mañana desde Nueva York,  tomó un vuelo a Dallas de tres horas, y luego otro de dos horas más hasta Albuquerque.  De ahí hasta la casa de Carol, manejó durante cuatro horas por un camino desértico.  Deberían haber sido tres, pero el GPS del auto que arrendó lo llevó hasta un rancho en medio de la nada. Finalmente, logró llegar. Estaba de noche y Carol lo llevó a comer a un pequeño restaurante. Al día siguiente, se levantaron temprano. Cano entrevistó a Carol, primero dentro de la casa y luego salieron a caminar, sólo un rato. Hacía frío, mucho frío. Carol rememoró emocionada aquellas épocas en las que vivían del arte, en las que todo era alegría y diversión.  Hubo varios recuerdos en los que ella hace tiempo no pensaba. Es que nada del lugar en donde vive le recuerda a esos años del SoHo y de Food. Ahora está casada con un hombre que no pertenece al mundo del arte y su mayor compañía es un caballo que está bajo su cuidado. Ahí, lejos de todo, Carol Goodden le dijo a Cano que todavía sueña con Gordon, que todavía lo siente.

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