Por quepasa_admin Abril 18, 2013

Sólo el año pasado el evento incluyó a invitados como Martin Amis, Ian McEwan, Hilary Mantel y Salman Rushdie. Antes han estado premios Nobel como Mario Vargas Llosa y el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, quien bautizó el festival como “el Woodstock de la mente”.

Dice que suena a una extraña megalomanía y se ríe. Y sí, esta historia tiene mucho de megalomanía, pero de la buena, si es que hay algo como eso. Peter Florence ya había ayudado a amigos a fundar los festivales literarios de Mantova, en Italia, y de Paraty, en Brasil, y estaba contento, pero había algo que le molestaba. “Yo decía sí, está bien como lo están haciendo, pero ésa no es la forma como yo lo habría hecho”, explica el fundador del Hay Festival. “Lo que pasa es que hay algún grado de conocimiento por haberse equivocado tanto en 25 años, una especie de banco de sabiduría brutalmente ganada”. Ahí estaba el germen de lo que le haría llevar su festival más allá del Reino Unido.

Hoy el Hay Festival está en Kenia, México, las Maldivas, India, Líbano, Bangladés, Irlanda del Norte, Turquía y España, Colombia y Florence estuvo en Chile la semana pasada para traerlo hasta acá. “Estamos muy optimistas de que el próximo abril estaremos lanzando nuestro festival acá, y ahora estamos en el excitante proceso de pensar duramente cómo será”, dice Florence. Porque cada uno de los festivales tiene un elemento identificador. “El de México, en Xalapa, inevitablemente se enfoca en migraciones, libertad de expresión y la seguridad de los periodistas. El de Kenia es sobre desarrollo social y, por supuesto, contar historias. Todos tienen diferentes intereses”, explica.

Lo común entre todos estos festivales es algo sencillo: sentar a gente a conversar. “No importa cuánta información y datos tengamos hoy desde el mundo digital, no hay nada tan placenteramente humano como sentarte en una mesa y contar historias, eso es lo que este festival hace”, dice Florence. Ésa fue la idea cuando partieron en Hay-on-Wye, una ciudad galesa que tiene menos de 1.500 habitantes, pero -el gran detalle- alrededor de treinta librerías. En mayo, cuando se realiza el evento, la ciudad aumenta su población en más de 80 mil personas. “La primera vez, en 1988, sólo queríamos armar un fin de semana con gente que admirábamos, pero esto se transformó en una bola de nieve”, explica el británico.

La leyenda de Hay partió con un juego de póquer. “Como todos los mitos fundacionales, hay algo de verdad ahí. Gané algo de plata jugando cartas y eso me compró tiempo para hacer algo que no fuera transformarme en abogado”, dice Florence, quien empezó a conversar con su padre, Norman, la posibilidad de  tener una especie de negocio familiar, como suele suceder en los pequeños pueblos británicos. “Y lo que encontramos que nos atraía era juntar gente y conversar sobre cosas”.

Entonces, con su familia se sentaron a pensar cómo debía ser el evento. Su padre creía que lo importante debía ser la poesía. “Y nuestra habilidad para atesorar las formas de expresar las cosas más importantes de la vida. Yo, por otra parte, estaba interesado en la emoción de conocer a tus héroes y a la gente que ha cambiado tu vida”, dice Florence. Pero lo que realmente marcó el éxito del festival, explica el organizador, vino de lo que dijo su madre, una actriz. “Ella dijo: ‘Tienes que acordarte que tiene que ser una fiesta’. Hoy sé que ella era la que estaba en lo correcto. Básicamente lo que tienes que hacer es armar una fiesta y asegurarte que todos se conozcan, se escuchen”.

Para esto, los Florence crearon una serie de conversaciones, entrevistas y performances con gente de disciplinas tan distintas como la ciencia, las artes, la política, la música, el cine, la ingeniería y la comedia. A eso se le suman fiestas que duran hasta el amanecer y muchas conversaciones en pubs y librerías. “Se da una mezcla de gente que es mucho más rica que cuando se reúnen personas de un mismo campo”, dice. Para él, lo que se logra es algo muy distinto de las ferias del libro. “Esos son eventos de la industria, donde las editoriales y los vendedores se reúnen. Lo que nosotros hacemos mira hacia el público y tiene que ver con la interacción entre lectores con escritores y escritores con escritores”. Sólo el año pasado el evento incluyó a invitados como Martin Amis, Ian McEwan, Hilary Mantel, Stephen Fry y Salman Rushdie. Antes han estado premios Nobel como Mario Vargas Llosa y el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, quien bautizó el festival como “el Woodstock de la mente”.

 

La multinacional del pensamiento

Tiene algo que ver con esa cultura de pub que hay en los ambientes universitarios ingleses. Eso de seguir la conversación después de clases. De hecho, Florence dice que, antes de partir con el festival, estaba dividido entre seguir su carrera en el show business y la academia. “Pero no me gustaba lo vacuo de uno y lo seco de la academia, e inventamos una forma diferente de hacer la academia show business, al menos de alguna manera”, explica. Hay algo de eso tan británico, pero también hay algo de escapar de la isla. “Una de las razones por las que nos reunimos alrededor del mundo es para buscar un mejor clima”, dice riéndose.

La busqueda de otras tierras los llevó a Colombia. “Fue un accidente, un adorable accidente”, recuerda Florence. En una comida estaba conversando con Carlos Fuentes sobre cómo podía convencer a Gabriel García Márquez de ir a Gales. “Olvídalo, nos dijo, no habla inglés, no le gusta venir al hemisferio norte, no le gusta el clima”, comenta el británico. Pero la idea quedó dando vueltas y cuando años después se encontró de nuevo con Fuentes, él les dijo que iba a Cartagena a un evento y que por qué no iban con él. Florence envió a Cristina Fuentes, una española que había trabajado con él en un festival en Mallorca. “En tres días, Carlos le presentó a todo el mundo en Cartagena y se nos hizo rápidamente evidente que era posible hacer un festival ahí”. Si Gabo no podía ir a Hay, Hay iría adonde Gabo. Pocos meses después estaban juntando fondos en España, y los españoles mismos empezaron a preguntarse por qué no en su país, y así surgió la versión en Segovia. Y luego en Nairobi, Dacca, Xalapa, las Maldivas, Kerala, Beirut, Belfast, Budapest, Estambul, y ahora Santiago, en abril del 2014.

“Todas las semanas recibimos una llamada de alguien de algún lugar del mundo preguntándonos si queremos hacer un festival allá -relata Peter Florence-. Algunos lugares son posibles y otros son una locura. En general, hacemos los que parecen una locura. Santiago es una excepción, acá hace perfecto sentido, extrañamente”.

La idea les estaba rondando hace rato, especialmente después de que organizaran el encuentro de literatura Bogotá39, en 2007, cuando los escritores chilenos Álvaro Bisama y Alejandro Zambra fueron invitados. Luego el embajador nacional en Londres, Tomás Müller, les dijo que por qué no pensaban en hacerlo en Chile, y empezaron a  sondear entre posibles invitados, si les interesaría ir hasta allá. “La gente nos decía ¡por supuesto! En todos los años que he organizado este festival, nunca he visto una respuesta positiva tan rápida a la posibilidad de ir a un país -dice Florence y se ríe-, quizás es porque saben que van a tomar muy buen vino, pero la verdad es que el ruido positivo sobre Chile hoy es enorme”. También explica que los motiva el tener escritores como Pablo Neruda, traducidos a prácticamente todos los idiomas. “La gente de alguna manera conoce de Chile a través de él, y ésa es, para nosotros, una excelente forma de introducirnos en el país”.

Hoy están trabajando en cerrar acuerdos con socios estratégicos y comerciales, además de aclarar dónde lo van a hacer, ver los principales invitados y cuál es el acento que tendrá. Florence cree que la poesía debería tener un rol importante y que definir un buen lugar es central. En general, el festival se hace en pueblos, no en grandes ciudades, aunque hay excepciones como Beirut y Nairobi. “Hay que estar en donde se pueda dar vida a una comunidad, que dure dos o tres días. Eso es difícil en una gran ciudad. O hay que buscar una parte de la ciudad que resuene en la gente”, dice el inglés. Pero, sin importar dónde sea, lo que asegura es que habrá una interesante y extraña mezcla de gente. “Astrónomos, músicos, poetas, novelistas. Asiáticos, africanos, europeos, americanos. Conocidos y desconocidos. Pero lo que los definirá es que todos serán especialmente interesantes”.

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