Para adaptar “Opening night”, Ivo van Hove decidió no ver la película. “Sólo leí el guión y me encantó el texto y los personajes y la historia”, dice.
El teatro como el lugar perfecto para representar la vida, sus múltiples versiones, las mentiras y las verdades, los silencios. Vemos una obra, nos cuentan una historia, pero sabemos que detrás de esos personajes hay hombres y mujeres reales con otras historias, con otros miedos y otras verdades que no conocemos, pero que quizás intuimos. Por eso resulta perturbadora la posibilidad de presenciar las dos realidades: la obra de teatro y lo que hay detrás, como se puede ver en Opening night (1977), una de las mejores películas de John Cassavetes. Y es probablemente esa posibilidad de ver el mundo completo -la ficción y lo que hay detrás de esa ficción- lo que llamó la atención del director belga Ivo van Hove, quien en 2006 decidió convertirla en una obra de teatro.
Eso es Opening night: lo que pasa detrás del escenario, lo que nunca vemos, los actores desnudos, frágiles. La historia de una compañía durante ese difícil periodo que antecede a un estreno, la historia de su protagonista, la actriz Myrtle Gordon y sus miedos y obsesiones y su afición a beber de más. Opening night: la obra que se ha presentado en París, Nueva York, Melbourne y Seúl, y que trae por primera vez a Latinoamérica a la compañía Toneelgroep Amsterdam, una de las más vanguardistas de Europa, junto a Ivo van Hove, “un director con ojos de cineasta”, como lo llamó The New York Times. Opening night: una de las obras internacionales más importantes que se presentarán en enero en la nueva edición del Festival Internacional de Teatro Santiago a Mil.
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Ivo van Hove (1958) tenía 12 años cuando se unió al grupo de teatro de su colegio, en Bélgica, y se sintió inmediatamente en casa. Era feliz ahí, en ese lugar. Pero también lo era viendo películas. Vivía en Amberes y en la esquina de su casa había un cine que siempre estaba vacío, donde daban películas de Visconti, de Pasolini, de Fassbinder. Y ahí se fue formando, entre las obras de teatro y las películas, y así ha seguido su vida, porque no sólo ha dirigido obras dramáticas, sino que también películas, series de televisión e incluso óperas, aunque donde más se ha destacado es en el ámbito teatral. Ha montado obras de clásicos, como Tennessee Williams, Ibsen, Shakespeare y Molière, pero en los últimos años se ha arriesgado con la idea de mezclar cine con teatro. En ese sentido, Opening night es una muestra perfecta del trabajo de Ivo van Hove, quien también ha adaptado películas de Antonioni, Visconti y Bergman, además de Faces, del mismo Cassavetes.
-Lo que me atrajo de Opening night para adaptarla es que habla de nuestra vida en el teatro y sobre la necesidad de hacer teatro -explica quien además es director artístico de Toneelgroep Amsterdam desde 2001, la compañía más importante y prestigiosa de Holanda, que se caracteriza por lo experimental de sus montajes.
Carmen Romero -directora del Festival Santiago a Mil- vio Opening night en 2009, en Nantes, y le sorprendió, sobre todo, el riesgo que toma el director belga al momento de construir esta historia teatral: “El lenguaje que decide usar atraviesa el cine y el video con el teatro, y eso funciona muy bien”.
-Lo que nosotros hacemos con Toneelgroep Amsterdam es un teatro con las ventanas abiertas al mundo -explica el director belga, a quien la prensa especializada siempre describe como uno de los renovadores del teatro europeo, un director vanguardista, denominaciones que él no se toma muy en serio.
-Lo que parece ser innovador hoy, mañana se convertirá en la “vieja escuela”. Yo nunca trato de ser innovador. Sólo trato de ser fiel a mí mismo.
Y esa fidelidad muchas veces tiene que ver con arriesgarse, con agregar distintos elementos al teatro para ser capaces de contar de la mejor forma la historia que se quiere plantear ahí, en el escenario. O, por ejemplo, con tomar decisiones tan desconcertantes como optar por no ver la versión cinematográfica de Opening night y sólo leer el guión al momento de adaptar a Cassavetes, tratando de desentrañar la película desde las palabras.
-Lo que pasó es que yo leí el guión, y me encantó el texto y los personajes y la historia -cuenta Van Hove y agrega-: Todavía no he visto la película. He visto muchas otras de él, pero adoro la dureza de Cassavetes, la forma en que interpretan los actores y el hecho de que no les importe en absoluto la belleza estética de las imágenes.
Así, entonces, sin ver la película, Van Hove decidió adaptar Opening night, que se convirtió, en sus propias palabras, en una de sus obras más importantes.
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Arriba del escenario hay un escenario, unas butacas, el teatro.
Así.
Arriba del escenario está el teatro o una representación del teatro: están los actores, un escenario, unas butacas y unos pocos elegidos del público que observarán una obra que está siendo interpretada dentro de Opening night, que es la obra que encierra todo y que el resto de los espectadores podrán ver desde sus asientos. Porque la adaptación de Opening night es una obra de teatro que cuenta otra obra de teatro y lo que viene después, cuando se apagan las luces y los actores y el director viven su vida cotidiana, sus dramas personales, la vejez, el miedo a la muerte, las inseguridades.
Pero no fue fácil estructurar esta historia. Por eso Van Hove opta, también, por mezclar el lenguaje teatral con el lenguaje cinematográfico, y utiliza cámaras que van grabando a los actores, que los filman en primer plano y que el público puede ver en pantallas que, de alguna forma, multiplican el escenario, la historia.
-Como en el teatro no se puede pasar de un set a otro, tuvimos que inventar un mundo que trabaja en un teatro. Así que decidimos mostrar una obra de teatro para una pequeña audiencia en el escenario, y las otras escenas hacia el público que esté en el auditorio. Al mismo tiempo, todo es filmado, por lo que el público ve cada reacción en primer plano -cuenta Van Hove, quien además se obsesionó por la mirada que tiene Cassavetes del teatro.
-Él ve a estas personas (director, actores, productores, técnicos) como una familia. Una familia en crisis, porque la actriz principal no quiere interpretar el papel de la forma en que está diseñado por el autor.
Y en ese sentido, el papel de Myrtle Gordon -interpretada por Elsie de Brauw- es fundamental en la película y también en la obra de teatro, pues en ella recae gran parte del nudo dramático: es su conflicto lo que guía la historia, es su miedo a envejecer, pues le ha tocado interpretar un papel de una mujer madura, cuando ella, en realidad, no quiere abandonar la juventud. Y es el miedo a la muerte, pues la perturba la imagen de una chica que la esperaba afuera del teatro para que le diera un autógrafo y que luego fue atropellada, la misma escena que años después Pedro Almodóvar homenajearía en Todo sobre mi madre.
Elsie de Brauw, de hecho, obtuvo por la interpretación de este papel el premio Theo d’Or, galardón que se entrega anualmente en Holanda a la mejor actuación femenina en teatro.
-Ella está impresionante -dice Carmen Romero, quien desde que vio la obra en 2009 quiso que Ivo van Hove y su compañía se presentaran en Santiago a Mil. Ahora lo consiguió y Van Hove admite que tienen muchas expectativas, pues será la primera vez que se presenten en Latinoamérica.
-Vamos a estar muy nerviosos esa primera noche, pues no sabemos nada acerca de cómo va a reaccionar el público chileno. Pero es muy emocionante -dice.