Por Diego Zúñiga Octubre 9, 2013

© Fernando Rodríguez

Las actividades de Filba en Santiago, a inicios de octubre, reunieron a más de tres mil personas. Braun y su equipo ya trabajan en la próxima versión. De hecho, postularon a un Fondo del Libro para conseguir financiamiento. 


La librería Eterna Cadencia (abajo, en la foto) fue el primer proyecto cultural de Pablo Braun. Ahí se realizan presentaciones de libros, charlas y talleres.


Poco antes de inaugurar la librería, él soñaba: una fila de personas esperando entrar, muchos libros vendidos en esas primeras horas y el comienzo de una historia llena de alegrías. 

Él, Pablo Braun (37), soñaba con eso. Armar una librería que no sólo fuera un lugar donde comprar libros, sino algo más: un pequeño centro cultural. Pero ese 20 de diciembre de 2005, cuando se inauguró Eterna Cadencia, en las primeras cinco horas no entró nadie.

-Nadie-dice, por teléfono, desde Buenos Aires.

Y eso tampoco cambió de forma radical en los primeros meses de vida: la  gente empezaba a acercarse a la librería, pero nunca de forma tumultuosa: estaba ubicada en Palermo Hollywood, cuando este barrio aún no se transformaba en uno de los atractivos turísticos de Buenos Aires. Había indicios, claro. Braun había decidido instalar la librería ahí porque intuía que podía ser el lugar perfecto. Pero esos primeros años, costó.

-Costó tiempo y plata -dice.

Pero Braun insistió,  fue aprendiendo, pues él no venía del mundo de los libros.

Y, entonces, tuvo paciencia e insistió.

Y lo logró.

Pero no sólo armó una de las mejores librerías de Argentina, sino que luego fundó una editorial y formó una fundación -Filba-, que es la encargada de organizar el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires, ése que acaba de realizarse, por primera vez, en dos países: Argentina y Chile, y por el que han pasado autores como J.M. Coetzee, Fernando Vallejo, Laurent Binet, Simon Reynolds y Tobias Wolff.

Pero ese 20 de diciembre de 2005, cuando empezaba esta historia, nada de eso había ocurrido. Y Braun junto a tres vendedores -los mismos que siguen atendiendo la librería- pasaron esas primeras cinco horas así, esperando que alguien entrara al menos a hojear los libros. 

Hoy lo recuerda con humor, pero en ese momento él venía saliendo de una separación y el futuro era, entonces, algo demasiado incierto, frágil, difícil de imaginar.

 

                                                                                                    ***

 

Es difícil rastrear el origen, pero sabe que empezó a leer con cierta regularidad cuando era adolescente. Estudiaba en un colegio particular, a las afueras de Buenos Aires, su padre había muerto cuando él tenía 8 años, su vida era la de un adolescente normal, pero estaban los libros, que lo hacían ver un poco extraño frente a los amigos. Cuando terminó el colegio -más por mandato familiar que por vocación- entró a estudiar Administración de Empresas, pero entendió rápido que no quería trabajar en eso. Entremedio, en 2003, se enamoró y decidió hacer una fundación de ayuda social junto a su novia, la Fundación Temas. Su padre le había dejado una herencia, así que podía echar a andar el proyecto. Pero de pronto su relación de pareja empezó a complicarse. Terminaron separándose justo cuando ella estaba embarazada. 

Entonces, Braun optó por dejar de trabajar en la fundación. Era 2004, se acuerda de eso perfectamente. También recuerda que se encerró en su casa, sin saber muy bien qué hacer. Entonces, empezó a leer de forma compulsiva. Si leía 30 ó 40 libros al año -sobre todo novelas-, ahora, encerrado en casa durante seis meses, leyó 200, 300 libros, todos los que compraba mientras recorría las librerías de Buenos Aires. Encontró un refugio ahí, en los libros, que finalmente terminarían siendo la salida de todo, pues un día, mientras pensaba qué hacer con su vida, entendió que ahí, en esos libros que lo rodeaban, estaba la respuesta.

Al año y medio nacería la librería Eterna Cadencia. Buscó una casa para comprar en Palermo, la arregló durante un año, y ese 20 de diciembre de 2005 empezó su nueva vida de gestor cultural.

-Yo tenía muy claro que quería hacer una librería que no sólo fuera un negocio de venta de libros. Suena pretencioso, pero yo la imaginaba como un pequeño centro cultural, un lugar que tuviera un bar donde la gente se quedara a conversar -cuenta Pablo.

Los primeros años fueron difíciles. Hubo pérdidas. Braun no conocía las dinámicas de una librería y tuvo que aprender todo desde cero. Luego, se obsesionó con la idea de fundar una editorial, así que un día se juntó con Leonora Djament -quien había sido editora de Alfaguara y Norma- y la convenció de trabajar junto a  él. Ella no dudó. Era 2007. Al año siguiente, empezaría a funcionar la editorial Eterna Cadencia, que a la fecha ha publicado más de 100 libros, y a autores como Sylvia Molloy, Diamela Eltit, Felisberto Hernández, Perec, y jóvenes como Hernán Ronsino y Lina Meruane. 

Una editorial independiente, pero con distribución en México, España y Chile, y que es rentable económicamente. Un proyecto que publica traducciones, reedita libros inencontrables y se preocupa de cuidar a sus autores jóvenes, de acompañarlos en sus presentaciones y difundirlos. De hecho, Meruane cuenta que cuando obtuvo el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, en la Feria del Libro de Guadalajara, el año pasado, Braun se quedó unos días más para acompañarla en la ceremonia. Y esos gestos se repiten con sus demás autores.

-Pablo viene desarrollando un trabajo muy minucioso, pasional y sobre todo orgánico. Está pensando al mismo tiempo todos los ámbitos del libro, desde la relación con los autores y la apuesta por textos de calidad, hasta la incidencia de lo literario en el ámbito público. Es de una generosidad enorme -dice Meruane.

La editorial, entonces, fue lo primero que empezó a darle visibilidad a la librería. Lo segundo, también en 2008, fue la creación del blog Eterna Cadencia, que serviría para difundir los libros que llegaban a la tienda, pero que luego se fue transformando en uno de los sitios web más importantes dedicado a la literatura hispanoamericana, con alrededor de cinco mil visitas diarias.

Pero faltaba algo.

Faltaba Filba.

 

                                                                                                    ***

 

Fue a fines de 2007 cuando Soledad Costantini, directora del área de literatura del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), se acercó a Braun con la propuesta de un festival de literatura. Ahí nació, entonces, el primer Filba, que se realizó en 2008 y que estuvo dedicado a Roberto Bolaño. Resultó un éxito y ella le planteó la idea de que fuera cada dos años. Pero Braun tuvo la intuición de que un festival así se tenía que realizar anualmente. Y su entusiasmo, una vez más, se transformó en algo concreto: decidió hacer una fundación dedicada al fomento de la lectura, la Fundación Filba.

- Todo el año tenemos un programa, en el que se va a escuelas a hacer lecturas para acompañar o iniciar a los chicos en un camino lector -explica Braun-.  Luego, la fundación sumó a su labor el festival de literatura, con importantes escritores internacionales como invitados.

Este 2013 cumplieron ya su quinta versión. Y este año fue la primera vez que el festival traspasó las fronteras y se realizó en Chile. Y por la voz de satisfacción que se le escucha a Braun, de seguro no va a ser la última.

-La sensación es inmejorable. No tenía dudas del funcionamiento, aunque sí de la asistencia del público, pero sobrepasó mis expectativas -dice. Las actividades de Filba en Santiago, a inicios de octubre, reunieron a más de tres mil personas y todas las salas estuvieron llenas.

Braun se interesó en Chile por tres motivos: por la cercanía geográfica, porque le interesa el mundo editorial chileno (“mucho de lo más interesante de la producción literaria que he leído en el último tiempo viene de ahí”), y, finalmente, porque el año pasado vino a ver si conseguía apoyo, y rápidamente lo encontró en la UDP, el GAM, el Consejo Nacional del Libro y la Lectura y distintas embajadas. Además, se asoció con Plaza Pública -una consultora de gestión cultural que dirige Carola Roa-, que organizó gran parte del contenido y la producción. De hecho, Braun delegó gran parte del trabajo en la consultora. Una decisión que ejemplifica su estilo de trabajo.  

-Parte importante de su éxito es que confía mucho en sus equipos. Trabaja de manera muy cercana y siempre está al tanto de los distintos proyectos -explica Roa. 

La producción del próximo Filba en Santiago ya está en marcha. Ya postularon a un Fondo del Libro para conseguir financiamiento para la versión 2014. Pero los vínculos de Braun con Chile no terminan ahí. Para la Feria Internacional del Libro de Santiago, que se inaugura este 25 de octubre, Eterna Cadencia estará en “Los siete logos”, un stand que compartirá junto a otras editoriales independientes de Argentina, como La Bestia Equilátera, Adriana Hidalgo y Mardulce. 

Braun no sabe si vendrá a la feria, dice que está cansado, que ha debido viajar mucho, pero no deja de pensar en nuevos proyectos. Ha estado tentado de abrir una nueva sucursal de Eterna Cadencia, pero tiene miedo de convertirse en una cadena y perder la esencia.

-Estoy pensando qué cosas nuevas hacer… tengo ganas de que el festival sea en tres países, pero vamos a ver -dice, con el tono de quien sabe que mañana se le ocurrirá otro proyecto y que no dudará en hacerlo.

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