Por Diego Zúñiga Noviembre 6, 2013

“Me sorprendí mucho cuando escuché a Javiera Mena y a Gepe.  Lo que pasa es que su música me retrotrae a lo que ocurría en España en los 80. Ese pop efervescente, un poco electrónico, con esa mentalidad más festiva, más colorista”, cuenta Carrillo.

Santi Carrillo participará en tres conferencias en Pulsar,  festival que se realizará entre los días 22 y 24 de noviembre.

Toma aire y empieza:

-Van Morrison, Tom Waits, Elvis Costello, Bruce Springsteen, Public Enemy, New Order, Al Green, Neil Young, los Swans, Ornette Coleman, Rubén Blades, Sonny Rollins, los Pet Shop Boys, Patti Smith, muchos, muchísimos, Kanye West, Sufjan Stevens, Rufus Wainwright…

Podría seguir por un buen rato, porque ha ido a muchos conciertos memorables, pero el aire se le acaba, así que guarda silencio. Aunque los nombres quedan ahí, dando vueltas: Santi Carrillo (50), el hombre que dirige la revista de música Rockdelux desde hace más de 25 años -una de las más prestigiosas de habla hispana-, ha pasado más de la mitad de su vida dedicado a eso: a ir a conciertos, a escuchar discos, a escribir sobre aquello, sobre la sensación que te produce ver arriba del escenario a Bruce Springsteen o a una banda española desconocida.

Ésa es la historia de Santi Carrillo: la música, las palabras y una revista que en estos últimos años ha fijado la mirada en Latinoamérica, en Chile, y eso es justamente lo que lo trae a nuestro país: participará en la cuarta versión de Pulsar, la Feria Internacional de la Música de Santiago, y hablará de cómo se ve la industria chilena desde España, hablará de por qué Javiera Mena, Gepe y compañía han funcionado tan bien allá, donde se editan sus discos y cada cierto tiempo van de gira y revistas, como Rockdelux, les dedican entrevistas y reportajes.

 

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La imagen: personas que coleccionan la revista desde hace años -10, 15 años-, chilenos que escriben sobre música en sitios web dedicados al tema y que llevan años leyendo Rockdelux saben perfectamente quién es Santi Carrillo o Juan Cervera -director de redacción-, conocen el tono, las polémicas, el desenfado y la libertad que se puede encontrar en la revista. No hay intocables, sí, muchas veces, apuestas que luego el tiempo confirma.

-Fuimos los primeros que hablamos de Los Planetas o Nacho Vegas antes de que se hicieran grandes, y los primeros que hablamos en España de PJ Harvey, Björk, Public Enemy o Nick Cave -dice Carrillo al teléfono, desde Barcelona.

Y aunque para algunos ese “hablar primero de ciertos grupos” podría sonar algo arrogante, la verdad es que no lo es: Rockdelux, desde que fue fundada en 1984, y particularmente cuando Carrillo toma la dirección en 1987, se ha especializado en descubrir grupos, en estar atenta a lo que ocurre en otros lugares, poner los ojos -y los oídos- en una escena más oculta que la dominada por las figuras del pop y el rock, una escena indie, pero también más arriesgada. Y por eso los lectores responden y coleccionan la revista: lectores chilenos, colombianos, argentinos, mexicanos, lugares donde la revista no circula periódicamente, sino que llega con varios meses de retraso -cinco, seis, siete-, pero eso no es impedimento para los lectores, para los músicos de estas nuevas generaciones que se han educado, en parte, leyendo Rockdelux: la revista que viene del futuro.

Carrillo tiene 50 años y más de la mitad de su vida la ha pasado dirigiendo Rockdelux. Pero antes, cuando tenía 18 años y estudiaba Filología, empezó a colaborar con la revista Rock Espezial, que tuvo vida entre 1981 y 1984, cuando se pasó a llamar Rockdelux.

Carrillo recuerda esas primeras colaboraciones: crónicas de conciertos pequeños, perdidos en pueblos cercanos a Barcelona; grupos españoles que luego desaparecieron o que hicieron una carrera silenciosa; música de todo tipo: punk, rock, heavy metal, tecno-pop, el eclecticismo necesario, también, para poder disfrutar a una figura del pop como a esa banda garage que sólo conocen algunos. En esos comienzos era un seguidor de música más comercial, pero ocurrieron un par de cosas que le cambiaron -o afinaron, quizás- su gusto musical, algo que es muy parecido a decir que le cambiaron la vida. Uno, fue Bruce Springsteen, en la época de The River, en los 80.

Y lo otro, que también alteró su percepción musical, fue un concierto de los Ramones, en Barcelona. Era un cartel doble: abrían los Ramones, pero el show principal estaba a cargo del músico británico Mike Oldfield. Carrillo fue a ver a Oldfield, pero antes se encontró con los Ramones y ya nada fue igual.

-Ahí me di cuenta de que lo que realmente me gustaba eran los Ramones y no lo otro.

Avanzaron los 80, Carrillo dejó de estudiar y siguió colaborando con revistas de música, hasta que comenzó a escribir en Rock Espezial y, luego, en Rockdelux. En un par de años llegó a la dirección de la revista. Y tomó algunas decisiones.

-Con Juan Cervera intentamos cambiar la línea de la revista, abrirnos a otras músicas: hip hop, étnicas, electrónica. Abrir el foco y no circunscribirlo estrictamente al pop y al rock, y ése fue uno de los aciertos: mostrar una música transversal estilísticamente. Y buscamos ser una revista que sigue la actualidad, pero siempre mirando atrás para explicar por qué ocurren las cosas que pasan ahora, pues todo tiene una explicación histórica.

Los referentes de Rockdelux eran revistas como New Musical Express, Q Magazine, Spin y Les Inrockuptibles. Revistas que abrieran caminos, que apostaran por esos grupos que recién estaban comenzando o que habían pasado desapercibidos quién sabe por qué.

-Queríamos una revista donde los que escribieran tuvieran personalidad, fueran valientes y dieran su opinión, pero que siempre estuviera equilibrada con la información -explica Carrillo. Y eso ha hecho, por ejemplo, que varios de los colaboradores sean extranjeros, latinoamericanos que ayudan a que la revista ponga los ojos, también, en música que va más allá de la española y la anglosajona. Por ejemplo, en el número de septiembre, una colaboradora venezolana escribió un artículo dedicado a algunas bandas de rock latinoamericano, y destacaba a dos países: Venezuela y Chile, y mencionaba a grupos locales como Perrosky y La BIG Rabia.

-Los colaboradores nos ayudan mucho para descubrir qué está pasando en sus países, porque no nos podemos dejar influir por internet -dice Carrillo, quien mira, de hecho, con desconfianza el papel que ha asumido internet en estos años.

-Es un gran invento, pero ha ido en contra de la prensa. Al ofrecer el contenido gratuito, la gente ha dejado de comprar diarios y revistas -dice, y luego agrega que en la redacción de la revista, en Barcelona, trabajan alrededor de 10 personas. El resto son colaboradores. Y explica que eso ocurre con otras publicaciones. Ellos, de hecho, recién en 2008 decidieron armar la página web de la revista, en la que suben contenidos antiguos: rescatan entrevistas o críticas de números anteriores, pero nunca del número actual, pues creen ciegamente en el papel, en que si llevan en portada un Nick Cave, pues la gente debe comprar la revista para leerla.

-Sé que es un poco raro, porque mucha gente nos acusa de anticuados, pero nosotros no queremos regalar nuestro trabajo. Un panadero no regala su pan, un taxista no te lleva gratis en su coche. Es absurdo, internet es un medio, no un fin… y la gente tiene que pagar por esa información como paga por ver un canal satélite de televisión-y agrega-: la cultura y los medios de comunicación son las grandes víctimas de internet. Un artista, para consolidarse, necesita tiempo para componer, grabar, y ahora con un clic tienes todo gratis, sin pagar nada. Es una vergüenza. Hay que decirlo como es, por muy impopular que sea. Porque lo que hace esto es debilitar a los artistas y que cada vez haya menos gente que se dedique al arte, porque no recibirán recompensa por su trabajo.

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Más allá de la mirada crítica que tiene Santi Carrillo con respecto a internet, también sabe destacar la importancia que ha tenido en el flujo de música que hay ahora entre los distintos países. Fue así como descubrió al sello Quemasucabeza, con el que la revista ha tenido una sintonía importante. De hecho, en el número de octubre, junto a la revista circuló un disco con un compilado de artistas del sello, como Gepe, Pedropiedra y Ases Falsos, además de artículos y entrevistas dedicados a chilenos, lo que se viene repitiendo desde hace ya un par de años, cuando Carrillo escuchó a dos músicos nacionales que le hicieron poner los ojos en esta escena: Javiera Mena y Gepe.

-Me sorprendieron mucho cuando los escuché -dice Carrillo-. Lo que pasa es que su música me retrotrae a lo que ocurría en España en los 80, en la movida madrileña y en la posmovida. Ese pop efervescente, un poco electrónico, con esa mentalidad más festiva, más colorista. Reconoce, eso sí, que no conoce tanto como quisiera la escena chilena, por lo que espera aprovechar Pulsar para escuchar a las bandas nacionales que estarán tocando entre el 22 y el 24 de noviembre en la Estación Mapocho: Dënver, los Electrodomésticos, Alex Anwandter, Chinoy, entre otros.

-Chile es un mercado cada vez más pujante. Con México y Argentina, probablemente sean los tres más relevantes, donde las bandas españolas quieren mostrar su música. Será una buena oportunidad para ver lo que está pasando ahí -dice Carrillo, quien además también ha seguido la carrera de otra chilena, pero que está avecindada en España: Soledad Vélez, quien ha sido bien criticada en la revista, la que estrenó en su página web su último disco: Run with wolves.

-Es bastante convincente haciendo ese rock-folk áspero y con fuste -dice Carrillo. La próxima semana irá a un concierto de Vélez, en Barcelona, a la presentación de su nuevo disco. Luego se viene a  Chile, donde además de escuchar a las bandas del festival, espera encontrar algo que viene buscando desde hace años: un socio que quiera imprimir la revista para Latinoamérica. Un valiente que apueste para que los números ya no lleguen con meses de retraso. Para que el futuro esté un poco más cerca.

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