Por Diego Zúñiga Noviembre 20, 2013

© Jorge Sánchez

Los guionistas recalcan que “Secretos en el jardín” es una  ficción, con la época como referencia, pero los personajes partieron desde cero. Un thriller absoluto, con guiños a “Twin Peaks” y a “Zodiac”.

-Cuando partimos, uno escribía por encargo. Ahora los escritores están tomando una postura más importante, de autor. Pero nunca olvidamos que estamos escribiendo una teleserie, no “The Wire” -dice Leonart.

Se lee en una pizarra que está en el antejardín de una casa de Ñuñoa: “Para hablar con los muertos hay que saber esperar”.

La frase es de un poema de Jorge Teillier.

La frase se lee en las afueras de la casa de Nona Fernández y Marcelo Leonart, y no, ellos no están muertos, pero uno debe esperar unos segundos antes de que aparezcan en la puerta.

Y ahí están:

Nona Fernández: 42 años, escritora, guionista, actriz, dramaturga.

Marcelo Leonart: 43 años, escritor, guionista, dramaturgo, director.

Ahora ya no están en la entrada de la casa, sino que están sentados en una habitación -que antes fue un garaje-, en la que Nona tiene instalada su oficina: un escritorio, un Mac y muchos estantes llenos de libros y series.

Ahí, en ese lugar donde ella ha escrito sus últimas novelas (Fuenzalida y Space invaders, que acaba de llegar a librerías), ahí, durante más de 10 meses, ellos -Nona y Marcelo-, junto a Ximena Carrera y Simón Soto estuvieron conversando, discutiendo y creando la que sería la nueva teleserie nocturna de Canal 13.

Ahí, entre mayo de 2012 y marzo de 2013, escribieron Secretos en el jardín, que se estrena este domingo 24: la historia de una época, de una ciudad, de unos asesinatos sin resolver. Viña del Mar, los 80, la dictadura, el caso de los sicópatas y unos años siniestros que el equipo de guionistas de Secretos en el jardín ha tratado de retratar. Una época que en las novelas y cuentos Nona Fernández y Marcelo Leonart también han escrito y reescrito, como una pequeña obsesión que recién ahora se ha podido traducir completamente al idioma televisivo, después de llevar más de 15 años escribiendo teleseries y series exitosas, a veces juntos, a veces separados, aunque siempre en un mismo canal: TVN. Leonart fue parte del equipo de guionistas de teleseries como Romané y Amores de Mercado, y Fernández de teleseries como Iorana, El circo de las Montini, Alguien te mira, ¿Dónde está Elisa?  y la serie Los archivos del Cardenal. Entre los proyectos de los que estuvieron a cargo, están las teleseries 16, 17 y Los treinta.

Y ahora, entonces, comienzan una nueva apuesta: otro canal, otro proyecto, quizás el más ambicioso en el que les ha tocado trabajar juntos.

Y -lo dicen rápido y sin dudar- del que se sienten más orgullosos.

 

                                                                                ***

Tenemos que retroceder más de 20 años: Campus Oriente de la Universidad Católica, 1989, el patio en el que podías encontrarte con estudiantes de Literatura, de Periodismo, de Teatro. Ahí empieza esto. En ese patio, en esas salas de clase, en esos dos alumnos de Teatro que se conocen, se hacen amigos -muy amigos- y luego, inevitablemente, terminan pololeando.

Nona Fernández y Marcelo Leonart.

Quieren ser actores, quieren escribir algún día una obra de teatro, quizá dirigir. Sí, quieren escribir, eso es seguro.  Y, entonces, un día Leonart decide salirse de la carrera, siente que la actuación no es lo suyo, pero sí la escritura, sí dirigir, entonces escribe: una obra, dos obras de teatro, y las monta junto a Fernández -quien actúa- y otros amigos, y participan en festivales y los ganan y en una de esas presentaciones, un día, los ve el escritor y guionista Jorge Marchant Lazcano, sin que ellos sepan que a partir de ahí empezará otra cosa, una nueva etapa en sus vidas, porque será a través de él que comenzarán a escribir guiones para la televisión. Pero en esos años, a principios de los 90, ellos no lo saben, pero escriben. Sí. Mucho. Entran al mítico taller de Antonio Skármeta, que dicta en el Goethe, en 1994, y donde conocerán a los que tiempo después se convertirán en sus compañeros de generación literaria: Alejandra Costamagna, Luis López-Aliaga, Andrea Jeftanovic, María José Viera-Gallo, Francisco Ortega.

-Fue el primero que hicimos juntos -dice Leonart.

-Para mí fue muy importante, porque había seriedad, compromiso. Todos tenían una inquietud muy desarrollada, talento, un interés real. Y fuimos viendo a los compañeros avanzar en su trabajo -dice Fernández.

Ahí, en ese taller, surgirían los primeros textos que luego serían parte de su debut literario: Mujer desnuda fumando en la ventana (Planeta, 1999), de Leonart, y El Cielo (Cuarto Propio, 2000), de Fernández. Empezaron a tratar de vivir de la literatura: enviaron cuentos a concursos y ganaron varias veces. Vivían de eso: de los premios, de algún Fondart, de lo que la literatura proveyera, mientras hacían un viaje por Europa, mochileando, lanzados un poco a la vida. En uno de esos viajes, de hecho, en Barcelona, se cruzarían con un escritor chileno que después sería una leyenda. Pero por mientras viajaban y escribían y vivían, hasta que en un momento deciden volver, porque ya la vida nómade pierde cierta gracia, y entonces aparece la televisión.

La televisión, los guiones y la invitación de Marchant Lazcano, en 1997, para que se integren a un taller de guionistas en TVN.

-Yo creo que Jorge nos llamó porque vio que nuestras obras de teatro eran más cinematográficas que lo que se hacía en los 90, más concreta, más de escena, y eso podía funcionar en la tele -cuenta Leonart.

-Claro, la idea era desarrollar proyectos, potenciarlos, y lo que hacía Jorge era tantear en los talleristas la creatividad, el desarrollo de escenas, el talento para estructurar -agrega Fernández.

Ninguno de ellos había imaginado que terminaría escribiendo teleseries. No eran adictos al género, a pesar de que habían visto con interés piezas clave, como La madrastra y Los títeres. Pero casi no veían televisión. Ellos venían de otro lado, del teatro, de la literatura, pero entraron al taller y nos les pareció algo tan lejano: los dramaturgos Egon Wolff (Vivir así) y Sergio Vodanovic (Los títeres, Secreto de familia, Villa Nápoli) habían escrito teleseries, así que se lanzaron, sin saber que pasarían más de 15 años trabajando en eso.

Vivieron las teleseries de la tarde y luego las nocturnas, y fueron viendo cómo la televisión chilena -y la ficción local- ha ido cambiando en todos estos años. También han sido protagonistas de cómo la mirada sobre los escritores que se dedican a escribir para la televisión ha ido cambiando.

-Cuando entramos había cierto resquemor y muchos prejuicios con respecto a eso, pero con el tiempo, de hecho, se ha vuelto atractivo para los escritores trabajar en la tele, y creo que es porque ahora hay más productos, y el escritor tiene un lugar distinto -dice Fernández.

-Cuando nosotros entramos, era la época de los directores, uno escribía por encargo. Te pedían algo, y dentro de los límites, que eran bastante pequeños, ibas desarrollando ciertas cosas, pero ahora los escritores están tomando una postura más importante, de autor -dice Leonart aunque agrega-: ahora, nunca olvidamos que estamos escribiendo una teleserie, no The Wire.

-¿Les costó entender esos límites que les ponía la televisión?

-No, porque siempre lo vi como un trabajo, y porque de alguna manera si hubiera depositado ahí todo mi goce creativo, me hubiera ido quién sabe dónde. Entonces, yo preguntaba “qué quieren que haga”, y les proponía algo y trataba de cambiar un poco las cosas -dice Fernández.

-Sí, así vas empujando imperceptiblemente los códigos -dice Leonart.

-Y con el tiempo esos espacios de autoridad que uno gana se van respetando más. Yo he ido entendiendo los límites, he ido ampliándolos y ese espacio ganado no se retrocede. Ahora trabajo con mucho más goce que antes -agrega Fernández.

-Esta última teleserie es lo más gozoso que hemos hecho -dice Leonart, y esa última teleserie es Secretos en el jardín. La nocturna que les hizo cambiarse de canal por primera vez.

                                                                                                   ***

La propuesta que le hicieron a Nona Fernández -a fines de 2011, principios de 2012- fue la siguiente: escribir una teleserie nocturna ambientada en los 80, en Viña del Mar, inspirada en el caso de los sicópatas.

-Un proyecto de absoluta ficción, donde debíamos inventarlo todo -cuenta ella.

-La idea era que el proyecto tuviera una imaginería de la época, que es básicamente la imagen de la Ciudad Jardín, el Festival de Viña, la dictadura, las clases sociales y una serie de referencias que tenían que ver con conexiones cinematográficas, como Zodiac -dice Leonart.

Ésa era la propuesta inicial, y Fernández no lo dudó mucho. Sólo pidió que la dejaran conformar el equipo como ella quisiera. Entonces decidió trabajar con Leonart, con Ximena Carrera -con quien había compartido equipo en otras producciones- e invitó al escritor joven Simón Soto (Cielo negro) a ser parte de los guionistas.

Así se conformó el equipo. Y así empezaron a trabajar, entre mayo de 2012 y marzo de 2013, trazando líneas en las que la atmósfera y la ambientación serían trascendentales. Para eso, contaron con la ayuda de la periodista Carola Trejo, quien hizo la investigación de la época y les llevaba recortes de diarios en los que se mostraban las noticias internacionales, políticas, de espectáculos.

-A diferencia de Los 80,  esta serie no tienen ningún vínculo con los hechos históricos. Lo que nos servía, lo ocupábamos; lo que no, lo botábamos -dice Leonart.

La relación entre esta historia y el caso de los “sicópatas de Viña” es bastante evidente -el subtítulo de la teleserie es “El misterio de los sicópatas de Viña”-, a pesar de que desde Canal 13 han insistido en que la teleserie es una ficción y que no está inspirada en el caso, al parecer para evitar cualquier problema judicial. Pero la historia está ahí: la ciudad, la época, unos sicópatas, tal como ocurrió en la realidad.

Sin embargo, Fernández y Leonart recalcan que el trabajo que tuvieron que hacer fue siempre desde la ficción, con la época como referencia, pero los personajes y las líneas dramáticas debieron partir desde cero. Un thriller absoluto, con referencias a Twin Peaks y a Zodiac. Un relato protagonizado por un detective (Francisco Pérez-Bannen) y un periodista (Mario Horton) que se encuentran con el caso policial y lo investigan. Así empieza todo en Secretos en el jardín, que cuenta en el elenco con Blanca Lewin, Daniela Ramírez, Mónica Godoy, Cristián Campos y Alejandro Goic, entre otros.

-Algo que nos llamó la atención -dice Fernández-, es que sin hacer ninguna mención política, la teleserie quedó superpolítica. No encontrarán ningún discurso, pero está todo el tema de la impunidad, la violencia soterrada que fue apareciendo inevitablemente. En algún momento aparece Lucía Hiriart, que hace una visita a Viña, pero nada más. Sólo fue el goce de retratar lo que era esa época de mierda, una época cínica, frívola, siniestra, y esta Viña, que era una postal de exportación de Chile. Toda la inversión que se iba en que tuviéramos al Puma Rodríguez, a Julio Iglesias, a Bosé, a Raffaella Carrà, porque esto era una fiesta, porque Chile era una fiesta.

Y Leonart agrega:

-Para nosotros también fue superinteresante que ésta fuera una teleserie completamente transversal, donde por primera vez en una nocturna pudimos trabajar la lucha de clases, porque en la teleserie hay gente pobre, de clase media, de clase alta, y pudimos retratar todos esos mundos.

No saben cómo le va a ir a la teleserie, pero la apuesta ya está hecha. De lo que no tienen dudas -ninguna- es que éste es el proyecto del que se sienten más orgullosos. Y lo dicen así, rápido, sin dudar.

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