Por José Manuel Simián Diciembre 5, 2013

“Escogí ‘Tour Eiffel’ porque tiene un aspecto lúdico, pero también una cualidad surrealista. Posee una cierta inocencia, pero combinada con una sensación moderna: el proceso de construcción de la Torre Eiffel. Es realmente un poema encantador”, dice Bryce Dessner.

Abajo, en la foto: Bryce Dessner (al medio) junto a los integrantes de Kronos Quartet.

Resulta difícil imaginar un guitarrista de una banda de rock de éxito mundial que se aleje más del cliché del rockstar flojo y reventado que Bryce Dessner. Con su banda The National lleva de gira casi ininterrumpidamente desde mayo tras el aclamado disco Trouble Will Find Me (2013) y, salvo pausas de un par de semanas, no pararán hasta fines de febrero, tras haber cubierto tres continentes. Cada disco de The National suele ser el fruto de un agonizante y meticuloso proceso de producción que lo tiene a él como orquestador -se graduó de la Yale School of Music-, y cuando no están de gira, Dessner se ocupa de otros proyectos: su banda de música de vanguardia Clogs; colaboraciones con músicos como el compositor Philip Glass y Jonny Greenwood de Radiohead; o curando eventos como el festival multimedia Crossing Brooklyn Ferry (junto a su hermano Aaron, también miembro de The National) o el festival MusicNOW, que fundó en 2006 en Cincinnati.

Y esa lista acaba de ampliarse con Aheym, el primer disco de sus composiciones instrumentales, grabado por el Kronos Quartet, quizás el grupo de música contemporánea más influyente de las últimas décadas, responsables de hacer la música clásica contemporánea accesible a un público más amplio a través de trabajos como la banda sonora de la película Réquiem por un sueño, además de interpretar  versiones de trabajos de artistas tan diversos como Thelonious Monk, Jimi Hendrix o Sigur Rós.

El hito encontró a Dessner en medio de la segunda parte de la gira europea de Trouble Will Find Me. “Estoy en París, ¿desde dónde me hablas?”,  dice, como si se sorprendiera de que la entrevista lo pille antes de la prueba de sonido de un concierto en la arena Le Zenith. O como si se asombrara del interés en su trabajo como compositor.

Pero la pregunta es sólo parte de un perfil modesto para un músico inmensamente consumado a los 37 años. Dessner conoció a David Harrington, fundador del Kronos Quartet, en 2009, a través de su trabajo con el destacado compositor estadounidense Steve Reich. Por entonces, curaba junto a su hermano Aaron el disco Dark Was The Night, parte de la serie de compilaciones musicales para combatir el VIH/Sida de la fundación Red Hot.

“Realmente queríamos incluir a Kronos, teníamos muchas ganas de expandir los límites de ese disco”, dice Dessner sobre el álbum que incluyó grabaciones de músicos que van desde David Byrne a Arcade Fire y Yo La Tengo, y que ha recaudado más de dos millones de dólares. “Sabíamos que íbamos a tener a muchas bandas y cantautores, pero también queríamos que tuviera instrumentales y una orquestación interesante. Y Kronos es una influencia importantísima para muchos músicos de mi generación”.

En esa ocasión, los hermanos Dessner le pidieron a Kronos interpretar la canción que le daba título al álbum, el clásico “Dark Was The Night, Cold Was The Ground” del blusero Blind Willie Johnson, y a partir de ello surgió una relación de colaboración mutua. El cuarteto de San Francisco le pidió a Dessner que escribiera una pieza para ellos, y él respondió con “Aheym”, inspirada en la migración de sus abuelos judíos desde Rusia y Polonia a Estados Unidos (“Aheym” significa “camino a casa” en yiddish). A cuatro años desde su estreno, la pieza se convirtió número fijo del repertorio de Kronos, tocándola en vivo más de 100 veces.

“Por alguna razón, funcionó”, dice Dessner. “Y cuando Kronos trabaja bien con un compositor, le siguen pidiendo obras. Son músicos voraces, siempre en busca de cosas nuevas. Entonces me encargaron que escribiera ‘Tenebre’, una suerte de respuesta a ‘Aheym’, que se basa en un par de acordes. Para ‘Tenebre’ quería componer algo más diverso, con más colores y más sutil; más largo, con un doble cuarteto y voces al final”.

“Tenebre” se basa en la ceremonia cristiana del mismo nombre, que consiste en la extinción gradual de 15 velas durante Semana Santa. La inspiración de Dessner para establecer esa conexión fue que el encargo de Kronos era en parte un regalo al iluminador del cuarteto, que cumplía 50 años. Dessner usó atributos formales de la misa, y se basó en composiciones renacentistas y barrocas, pero invirtió el significado: si la ceremonia original se basa en la extinción de la luz, en su pieza quería sugerir que las luces y la música se encendían.

“Después de eso, no paramos. Para cuando escribí ‘Little Blue Something’ -señala, sobre su tercera composición para el cuarteto-, David y yo comenzamos a hablar de que podíamos tener un disco entre manos”.

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La pieza final para completar el disco sería “Tour Eiffel”, basada en el poema del mismo nombre que Vicente Huidobro publicó en 1918. En este caso, la composición surgió de un encargo del Brooklyn Youth Chorus, el reconocido coro juvenil de Brooklyn, formado principalmente por mujeres de 14 a 17 años.

“El Brooklyn Youth es uno de los mejores de su especie, probablemente en el mundo entero”, dice Dessner. “Y, por otra parte, mi hermana, Jessica Dessner, es poeta, y Huidobro es uno de sus autores favoritos, así que me pasó un libro de sus poemas”.

“Escogí ‘Tour Eiffel’ porque tiene un aspecto lúdico, pero también una cualidad surrealista, con imágenes muy poderosas. Posee una cierta inocencia, pero combinada con una sensación moderna: el proceso de construcción de la Torre Eiffel, con la modernidad acercándose. Es realmente un poema encantador”. Y agrega: “Lo elegí porque estaba trabajando con niños, porque tenía esta cualidad juguetona, pero también un arco formal muy ambicioso. El poema guía lo que está haciendo la música”.

Dessner se dio libertades al adaptar el poema en una composición de 11 minutos y medio: usó versos de la versión original en francés y otros de la traducción al inglés; comenzó la letra de su composición con versos ubicados en el medio del poema; y convirtió los versos en la escala musical que ocupa Huidobro en el poema (“Do / re / mi …”) en una escala ascendente, pero sin ocupar palabras.

“Tour Eiffel” es también la pieza más singular dentro de las cuatro que forman Aheym: las tres primeras son principalmente para cuarteto de cuerdas, mientras que en ésta, además del rol estelar del coro de Brooklyn, hay un piano y la guitarra eléctrica de Dessner.

“Eso era parte de la naturaleza de la comisión”, explica. “Me pidieron que yo también tocara, por lo que escribí una parte para mí. Y también se debe a que el resto de la música en el disco es un poco más contemporánea, y tiene un lado agresivo o un poco abstracto, y ‘Tour Eiffel’ es un poco más cercano a lo que habría hecho con mi banda Clogs. O incluso, la parte de guitarra es lo más parecido que podrías llegar a encontrar a The National. Es más complejo que eso, pero tiene que ver con que estaba escribiendo para niños, pensando en algo que fuera agradable de escuchar y que les gustara cantar, que no fuera necesariamente demasiado académico”.

Más allá de eso, “Tour Eiffel” adquirió otra capa de significado gracias a la infatigable agenda de Dessner: para el festival Crossing Brooklyn Ferry, que curó junto a su hermano para la Brooklyn Academy of Music (el nombre del evento hace referencia al poeta más famoso de ese condado neoyorquino: Walt Whitman), le pidió a la cineasta Poppy de Villeneuve que creara un video inspirándose en su composición.

“En el poema, Huidobro habla de ‘Mi pequeño niño’, la imagen de un padre hablándole a su hijo, así que De Villeneuve decidió desarrollar las imágenes del poema dentro de su propia narrativa, una suerte de corto narrativo,” señala Dessner. “En ese sentido, le di completa libertad creativa”. A De Villeneuve la pieza le sugirió la idea de un viaje, lo que sumado al verso sobre el padre y el hijo la llevó a filmar el viaje que Kim Sanders, un ex detective de homicidios de Texas, realizó hacia el Gran Cañón tras la inesperada muerte de su hijo. “Passages”, que es como tituló el resultado, es una meditación sombría sobre el continuo tránsito de la vida, pero también una jugada maestra a la hora de demostrar las infinitas lecturas posibles para un poema.

“Sería maravilloso interpretar esta pieza en Chile”, dice Dessner, justo antes de que se acabe la entrevista, como si no tuviera suficientes proyectos entre manos. “Sería genial si me pudieras ayudar a encontrar un coro que quiera hacerlo”.

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