Por Diego Zúñiga Diciembre 18, 2013

“Cuando mostramos el proyecto en el mercado de la Berlinale, todos nos preguntaban para qué nos metíamos con el nazismo. Pero en la medida que estos hombres entraron en nuestro país, también es nuestra historia y tenemos derecho a contarla”, explica Puenzo.

“Siempre me llamó la atención que el rol de los médicos nazis no había sido tan contado, porque estaba en el corazón del nazismo esa idea fanática de modelar una nación, y para eso necesitaban médicos”, cuenta Puenzo, quien eligió como protagonista de su historia a Josef Mengele.

“Wakolda” fue elegida para representar a Argentina en los Premios Goya y es la precandidata de su país para competir en los premios Oscar.

Es difícil creerlo, pero el dato es exacto: veinticinco.

Lucía Puenzo dice que en el equipo de trabajo de Wakolda, su última y premiada película, recién estrenada en Chile, trabajaron veinticinco personas. Lo dice con un tono de satisfacción y de orgullo, pues la noche anterior a esta entrevista, la película arrasó en los Premios Sur -otorgados por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Argentina-, obteniendo diez de las dieciséis nominaciones a las que postuló, entre ellas Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor.

-Fue una fiesta para el equipo, pues casi todos pasaron a recibir premios -cuenta Puenzo desde Argentina-. Lo que pasa es que hoy la película nos está dando muchas alegrías, pero no fue fácil armarla. Tardamos mucho porque el tema metía miedo, claramente.

El tema: una familia argentina, una niña casi perfecta y un misterioso doctor alemán que se obsesiona con ella. Un doctor alemán que se llama Josef Mengele (Àlex Brendemühl), y que está escondido en Bariloche, junto a otros alemanes nazis.

-Cuando empezaba a hablar del tema y se vislumbraba esto de la fascinación de una niña adolescente y una familia por un médico nazi, salían huyendo casi todos los potenciales productores. Se cayó muchas veces el proyecto, y lo terminamos gracias a ahorros de amigos, todos pusimos algo -cuenta Puenzo. Y entonces es ahí cuando lanza el número y dice que, aunque no lo parezca, aunque la factura de la película no lo delate, su equipo de trabajo eran veinticinco personas.

Y cuesta creerlo. Porque uno ve la película y la fotografía y la ambientación y el vestuario, y esas imágenes hermosas y siniestras del sur argentino parecen haber sido filmadas por un equipo enorme, y no por una producción que costó casi dos millones de dólares.

Cuesta creerlo ahora, también, cuando la película fue elegida para representar a Argentina en los Premios Goya y cuando es la precandidata de su país para competir en los premios Oscar.

Pero llegar hasta aquí no fue fácil para Lucía Puenzo.

De hecho lo dice así, directamente: que es la película que más le ha costado filmar.

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Lucía Puenzo: 37 años, argentina, estudios formales en cine y literatura, cinco novelas, tres largometrajes, muchos premios, como el Grand Prix de la Semana de la Crítica, en el Festival de Cannes, y un premio Goya a Mejor Película por XXY, traducción de sus novelas en Francia, Alemania, Estados Unidos, Brasil, Turquía.

Hace unos meses, en El País, aparecieron una serie de entrevistas y artículos dedicados a “Nuevos escritores latinoamericanos”, entre ellos, Lucía Puenzo. El texto sobre su obra lo escribió el crítico de cine argentino Quintín, quien anota: “No es insólito que un escritor filme ni que un cineasta escriba (…), pero Puenzo practica las dos disciplinas concienzudamente y en su vida se alternan sistemáticamente los meses gregarios de preparación y rodaje de películas con otros de escritura solitaria”.

Y ésa es, ahora, la vida de Lucía Puenzo: años dedicados a la escritura, años dedicados al cine, poniéndose un traje en el que lo que importa son las palabras, el fraseo, los tonos y la voz de quien cuenta la historia, y otro en el que importan el punto de vista, las imágenes, la forma en que se desarrollan las tramas.

Si tuviéramos que ordenar esta historia en términos cronológicos, primero estuvo el cine y después la literatura, aunque más bien por motivos externos a la voluntad de la autora de Wakolda: es hija del director de cine argentino Luis Puenzo, ganador de un Oscar en 1986 por La historia oficial. Es decir, el cine estuvo en su vida, ir a un set de filmación era algo habitual, su casa muchas veces fue un lugar donde se filmaron escenas de las películas de su padre. Pero también siempre estuvo la literatura, o la lectura, en realidad.

-Desde muy chiquita era una lectora voraz. Y estudié Letras como la excusa para seguir leyendo, que es lo que hice. Después empecé a escribir -cuenta Puenzo.

Y entonces empezó a escribir novelas: El niño pez (2004), 9 minutos (2005), La maldición de Jacinta Pichimahuida (2007), todas publicadas con editoriales independientes y prestigiosas (Beatriz Viterbo, Interzona), hasta que después de haber escrito varios guiones y haber trabajado en televisión, en 2007 filmó su primer largometraje,  XXY, basado en un cuento del escritor argentino Sergio Bizzio -quien es su pareja-, y entonces todo cambió. O, más bien, ya no sólo era una escritora respetada, sino que ahora era una cineasta. Una cineasta que fue ovacionada en Cannes.

Después vendrían más novelas -ahora publicadas en editoriales como Mondadori y Emecé- y más películas y más premios. En 2010 sería elegida por la revista Granta como uno de los 22 mejores narradores en castellano menores de 35 años. Y comenzarían las traducciones. Y al año siguiente publicaría Wakolda, y tendría uno de los primeros problemas con esta historia de nazis en Argentina. Poco antes de publicar la novela, desde la editorial alemana que había traducido sus libros anteriores, Wagenbach, le preguntaron de qué iba su nuevo libro, y ella les contó el argumento de Wakolda. La respuesta de ellos fue que pasaban esta vez, que preferían no meterse en esos temas.

-Me desconcertó, porque cuando escribí la novela pensé que el lugar donde sí o sí tenía que publicarse era Alemania -cuenta Puenzo-. Finalmente, el libro empezó a traducirse a varios idiomas, así que ellos decidieron testearlo con un grupo de lectores y se dieron cuenta de que funcionaba. Me pidieron, eso sí, que la publicara con un glosario para diferenciar qué era real y qué era ficticio en la novela.

En ese momento, sin embargo, cuando Puenzo recién comenzaba a pensar en adaptar la novela al cine, no tenía idea que después vendrían muchos más problemas.

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-Hice ese viaje al Sur muchas veces con mi familia, y en uno de los últimos me quedé pensando en cómo podías evaporarte en medio de la nada -dice Puenzo-. Después de eso, en unas vacaciones en Bariloche, empecé a escribir y fueron apareciendo los personajes.

Al principio, no estaba Mengele. Sí había un médico alemán -sin nombre- y una niña, un personaje magnético. Y el encuentro entre estos dos personajes, en el sur de Argentina. Poco después, Puenzo descubriría que ese médico alemán era Mengele, y entonces conectaría toda la historia con este médico nazi obsesionado con la pureza racial, que experimentó con los judíos en los campos de concentración y que luego escaparía hacia Sudamérica. El hombre que fue conocido como “El ángel de la muerte” y que tuvo un paso fugaz -y poco documentado- por Argentina. Era la primera vez que tomaba un personaje histórico, aunque para ella lo más importante era la niña, esta obsesión con el cuerpo del alemán, pues Mengele se da cuenta de que la niña no crece como el resto de sus compañeras, por lo que decide experimentar con ella.

-A mí siempre me llamó la atención que el rol de los médicos en el nazismo no había sido tan contado, porque estaba en el corazón del nazismo esa idea fanática de modelar una nación, y para eso necesitaban médicos -cuenta Puenzo-. Mengele era un fanático perverso, pero a su alrededor había cientos de médicos que también se transformaron. Y eso siempre me ha producido mucho miedo y perplejidad.

Una vez que terminó la novela, empezó a darle vueltas a la idea de adaptarla al cine. Ya lo había hecho con su novela El niño pez, así que no era un proyecto descabellado.

-Cuando escribo una novela, más que saber  la trama, me interesa el ritmo de la prosa. Pero cuando escribo guiones, lo que me lleva de la mano es el punto de vista de quien va a contar esa historia. Y con Wakolda lo tenía claro: eran los ojos de la niña y su familia. En la novela  el lector es cómplice con Mengele, y en la película es todo lo contrario, porque es a través de la nena que vamos viendo lo que va pasando.

No es primera vez que Puenzo decide armar un relato a través de un niño. Tampoco es primera vez que se obsesiona con el cuerpo. Ya esas marcas estaban en sus películas y novelas anteriores, como pequeñas obsesiones que hablan de su mundo, de su mirada, de una forma de enfrentarse a la realidad desde una cierta inocencia, pero sin caer en la ingenuidad. Pues en Wakolda hay una relación entre Mengele y la niña protagonista -interpretada de forma magistral por Florencia Bado-, que recuerda por momentos a Lolita, aunque aquí todo sea mucho más siniestro e inquietante. Y eso, justamente, también hizo que la película tuviera dificultades para filmarse: una parte de la comunidad alemana en Bariloche, por ejemplo, se mostró reacia a la película.

-Lo que pasa es que el colegio que aparece en la película es real, y uno de sus fundadores fue Erich Priebke, un ex oficial nazi, al que después extraditaron. Pero fue un colegio abiertamente nazi, los niños hacían el saludo, y aún existe en Bariloche, pero nosotros no quisimos decir que el colegio siga siendo simpatizante del nazismo. Sin embargo varios nos cerraron las puertas.

Al buscar productores, muchos le preguntaron a Puenzo por qué meterse en este tema.

-Cuando mostramos el proyecto en el mercado de la Berlinale, todos nos preguntaban eso, para qué nos metíamos con el nazismo. Pero en la medida que estos hombres entraron en nuestro país, también es nuestra historia y tenemos derecho a contarla.

Finalmente, lograron filmarla y la película ha sido un éxito. Está vendida a más de 40 países. Se estrenó en casi toda Europa, menos en Alemania.

Por estos días, Puenzo está concentrada escribiendo una nueva novela. Dice que quedó muy cansada después de la filmación de Wakolda. De hecho, estaba el proyecto de filmar una película sobre la fotógrafa Tina Modotti (que interpretará Leonor Varela). Finalmente, Puenzo escribió el guión, pero prefirió no dirigirla. Ahora sólo queda esperar a los primeros días de enero, cuando se decida cuáles serán las películas extranjeras que competirán en los premios Oscar, donde se medirá con Gloria, de Sebastián Lelio, entre otras. Aunque Puenzo no se hace ilusiones.

-Yo de verdad creo, pero lo digo sinceramente, que no va a ocurrir. Porque ésta es una historia con un final muy denso, más allá del tema que podría interesar, es una película con densidad… Nos ha dado muchísimas alegrías, pero yo estoy con la cabeza en mi novela nueva, estoy ahí. No creo que pase algo más…

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