Los británicos no pueden competir en el mundo como fabricantes, ni en la navegación. Sólo podemos competir con el poder de nuestra creatividad y nuestras ideas. Es crítico crear negocios en la nueva economía del conocimiento y la economía digital
El futuro será el avisaje a través de un clic: que estés viendo un programa, veas un aviso publicitario, recibas una señal en el teléfono y puedas acceder inmediatamente a hacer una compra o recibir una oferta. La televisión tiene muchas maneras de adaptarse al nuevo escenario
Resuelto y despreocupado. Sir Peter Bazalgette. Sir. Lo declararon caballero el 2012, por sus servicios a la radiodifusión británica, en un país que se toma su radio y televisión en serio. Bazalgette entró como reportero a la BBC a fines de los 70. Pero pasó a la historia de la televisión el 2005, cuando se convirtió en el director creativo de Endemol, la gigante de la televisión global y desde ahí masificó el reality Gran Hermano en la televisión británica. También creó clásicos de la televisión reality inglesa como Changing Rooms, donde un par de vecinos intercambiaban sus casas para decorarlas. También se le considera el inventor de los chefs de televisión: “Así dicen, pero los chefs estaban allí y tenían un ego enorme; sólo tuvimos que abrir la puerta de la cocina”, cuenta una soleada mañana de enero en Santiago, hasta donde llegó invitado por el Consejo de la Cultura y las Artes para exponer en la Sexta Cumbre Mundial del ramo, en el Centro Cultural Estación Mapocho.
Millonario, polémico y entusiasta, la nominación de Bazalgette al consejo que hoy preside y que maneja los fondos estatales para la difusión de la cultura en Inglaterra, llamó a escándalo a periódicos como el Daily Mail, que en septiembre de 2012 titulaba, sin concesiones: “El hombre que llevó la TV a las alcantarillas es el nuevo director del Consejo de las Artes”. Pero Bazalgette no parece un hombre fácil de desanimar. Y sobre alcantarillas, Londres entero se las debe a su familia. Fue su tatarabuelo, Joseph Bazalgette, también Sir, el ingeniero victoriano que inventó el sistema de desagües que limpió el majestuoso río Támesis y elevó los estándares sanitarios de Londres. No se ofende con alcantarillas a un Bazalgette, adivina uno, y la descripción es mezquina. Bazalgette es también un filántropo y una persona con extensas conexiones en el mundo de los negocios y la cultura británica.
“Yo no inventé el Gran Hermano”, precisa. Y no tiene muchas ganas de hablar de televisión. “Quiero discutir de por qué debemos invertir fondos públicos en cultura, y eso se aplica a la televisión, la radio y otras artes”.
-¿Por qué cree que el Estado debe financiar la cultura?
-Piensa en la historia. Durante la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña estaba bajo asedio y el gobierno se volvió más paternalista que nunca. Se preocupó de que todos los niños pudieran tomar un vaso de jugo de naranja, de que hubiera alimento. Pero no se trataba sólo de alimentar el cuerpo. Pensaron que un pueblo bajo acecho necesitaba fortalecer su cuerpo y su alma. Y destinaron fondos estatales y una organización a la cultura. Tras la guerra, Maynard Keynes, el famoso economista, instaló el Consejo de las Artes. Dijo que habían descubierto que habían llenado un vacío. Que lo que el Estado invertía en cultura generaba enormes resultados. La historia muestra que puedes tener una economía capitalista con un gobierno interesado en su cultura y el bienestar de las personas. No hay un problema ideológico allí.
-Usted ha planteado que la cultura debe ser financiada por el Estado, pero también por la filantropía y las empresas.
-Porque cuando una compañía invierte en arte, también está diciendo que quiere construir un buen lugar para vivir y trabajar. Una comunidad sana necesita arte y cultura. A las compañías les conviene invertir en crear una buena calidad de vida, es un beneficio para ellas.
-¿Cómo cambia la cultura la vida en las ciudades?
-Una cultura fuerte cambia la perspectiva de las personas, convierte a las ciudades en lugares atractivos que otros quieren visitar, donde otros quieren estudiar o trabajar. Los talentos forman industrias creativas. Piensa en 12 años de esclavitud, es una película que probablemente gane un Oscar este año y la dirige Steve McQueen, que fue uno de los ganadores del Turner Prize, un premio a las vanguardias artísticas que financia en parte el Estado. Danny Boyle, que dirigió la inauguración de las Olimpiadas en Londres y una película mundialmente exitosa como Slumdog Millionaire, se formó en un teatro con fondos públicos. Son dos ejemplos de que la inversión estatal en arte y cultura puede generar talento y, a la larga, una industria.
-Son beneficios que también tienen un impacto a nivel país.
-No sé cómo será para Chile, porque ustedes tienen muchas materias primas, pero en el futuro, la economía británica será impulsada por el poder de sus ideas. Los británicos no pueden competir en el mundo como fabricantes, ni en la navegación. Sólo podemos competir con el poder de nuestra creatividad y nuestras ideas, con una economía de propiedad intelectual. Es crítico crear negocios en la nueva economía del conocimiento y la economía digital.
-O sea, hay un gran beneficio económico en la cultura.
-Pero ése no es el punto. Si partes preguntándote por el beneficio económico de la cultura estás pensando como los que conocen el precio de todo y el valor de nada, como decía Oscar Wilde. No es sólo un juego de costo y beneficio, tienes que partir por reconocer el valor intrínseco del arte y la cultura, el valor que tiene una mejor calidad de vida, junto a ciudadanos empáticos, creativos, entusiastas. Generar una identidad personal y nacional: ésa es la primera razón por la que vas a invertir en cultura. Además habrá beneficios económicos, pero eso es sólo una parte del cuadro.
EL FUTURO DE LA TV
-En Chile existe una televisión pública, pero debe autofinanciarse con el avisaje.
-No estoy aquí para opinar de Chile, pero lo importante de un modelo son sus efectos, la pregunta es si genera un servicio público o no. En Gran Bretaña existe una graduación: a mayor uso de dineros públicos, mayor responsabilidad de servicio público. La mayor responsabilidad la tiene BBC, y luego tienes otros canales con ingresos publicitarios y menos responsabilidad. Pero todos tienen que invertir en programación original, por ejemplo, y si sólo transmitieran series estadounidenses estarían quebrando las reglas. Porque todo país necesita invertir en programación original: es esa producción, en radio, en televisión, la que ayuda a definir su cultura, influye en sus discusiones públicas y construye su identidad.
-¿Cuál es la principal responsabilidad pública de los medios?
-Creo que la diversidad en la información, porque es esencial para la democracia. Necesitas una diversidad de puntos de vista. En segundo lugar, necesitas invertir en producción original, que enriquezca la conversación pública. Y tercero, tienes que invertir en la creación de talento.
-¿Y qué pasa con esa función en el mundo digital, cuando los contenidos están gratis en internet?
-Google está rompiendo el modelo tradicional de negocios de los medios. En Google los avisos son individuales, son medibles, puedes saber quién hizo clic y qué quiere esa persona, dónde vive, cuáles son sus gustos. Pero el modelo tradicional todavía funciona en televisión. La televisión tiene una audiencia masiva, y a los auspiciadores todavía les encantan las audiencias masivas. Por el momento, funciona. Pero quizás la televisión tenga que desarrollar una mejor manera de medir su audiencia y de personalizarla. Probablemente la televisión tendrá que trabajar con los dos modelos: los avisos masivos y los personalizados.
-¿Cree que la televisión va a enfrentar mejor el cambio de modelo?
-Ya lo está haciendo. Piensa en la televisión digital, Sky, DirecTV o Netflix. Esas empresas funcionan con suscriptores. Saben las películas que les gustan, lo que ven. Son clientes potenciales de la publicidad masiva y la personalizada.
-¿Así se va a financiar la televisión a futuro?
-En 1913, hace un siglo, un profesor alemán, Wolfgang Riepl formuló una ley para la innovación en los medios. Plantea que los medios tienden a agregar más que a reemplazar, como los carros de un tren. Por supuesto que hay excepciones. Pero creo que en televisión todo se va a terminar sumando. Los avisadores seguirán buscando audiencias masivas, pero también buscarán crear avisos personalizados. El futuro será el avisaje a través de un clic: que estés viendo un programa, veas un aviso publicitario, recibas una señal en el teléfono y puedas acceder inmediatamente a hacer una compra o recibir una oferta. La televisión tiene muchas maneras de adaptarse al nuevo escenario.
-O sea, la televisión será el medio que mejor se adaptará al futuro.
-¿Mejor que quién?
-¿Mejor que los diarios?
-Que los diarios, seguro; que la radio, no tanto. Pero no voy a predecir nada. Estamos recién en los primeros años de un nuevo milenio. Y ésta es una gran revolución, no tenemos todas las respuestas.
-Pero podemos decir qué ha pasado hasta ahora...
-Hasta ahora, la televisión no ha sufrido como otros medios. Y, por los próximos cinco años, el negocio televisivo va a estar bien. Es lo que creo.
-¿Cómo se va a relacionar la televisión con Twitter?
-Lo que estamos viendo es que durante las horas del prime, la televisión es el tema que domina las conversaciones en Twitter: la gente está viendo, comentando, reaccionando. Todo eso agrega valor a la transmisión. Creo que hay espacio para los dos medios, la televisión y las redes sociales y para que trabajen en simbiosis. Hay que inventar cómo.
-¿Y con YouTube?
-YouTube está buscando un modelo para obtener ganancias, porque es un sistema de enormes costos, que todavía no encuentra cómo sustentarse. Y lo que necesita YouTube no es más contenido amateur, sino más contenido profesional. Hay más avisos en YouTube, pero te los puedes saltar, ¿no?
-Yo me los salto.
-¿Pero puedes imaginar el valor que tienen los avisos que efectivamente se ven en YouTube, los que la persona decide ver? Es un valor enorme. Hay una gran oportunidad de negocios allí.
-Usted hizo masivo el Gran Hermano, que era además un concepto que venía de las profecías de Orwell en 1984.
-Yo no inventé Gran Hermano, pero ya estábamos pensando en esas ideas hace tiempo en televisión. Ya hablábamos de hacer TV “con lunares y todo”, o sea mostrarlo todo. Ya estábamos hablando de conectar la televisión con el teléfono y con internet en 1999. El Gran Hermano parecía la vida real, pero no lo era. Era un programa editado. Y no se parece a Orwell. George Orwell pensó en el Gran Hermano como un Estado totalitario que controlaba a las personas. En el Gran Hermano de la televisión, la gente se exponía voluntariamente a un totalitarismo que no era estatal.
-También inventó a los chefs de televisión.
-Eso dicen. Fue en los 80. Ya habíamos hecho como 300 programas de comida en la BBC. Un día alguien en la producción tuvo esta idea, de hacer que un chef del hotel Dorchester de Londres cocinara para el chofer de un taxi, ajustándose a sus necesidades, a su presupuesto. Abrimos la puerta de la cocina y ahí estaban los chef, que eran personajes con egos enormes, con carácter. Y de ahí surgió.
-¿Qué prefiere, trabajar en las artes o la televisión?
-Creo en la televisión, el arte, la cultura, el teatro, la literatura, las artes visuales. Para mí no hay alta cultura ni baja cultura: sólo hay cultura.