Por Valeria Bastías Abril 29, 2014

© Francisco Negroni

Para formar la Orquesta y Coro del Teatro, invitaron a jóvenes músicos y cantantes de Chile y el extranjero a participar de una audición online. Postularon alrededor de 200 personas, de las que quedaron seleccionadas 54. Así, el teatro busca abrir sus puertas y encontrar nuevos talentos.

El olor a leña y la noche fría rodean el Teatro del Lago. Adentro, en la Sala Tronador, las voces y los instrumentos se apoderan del escenario. Tenores, barítonos, sopranos y contraltos, acompañados de chelistas, oboístas, flautistas y más. Todos bajo el mando de un hombre mayor de pelo blanco, que dirige con energía una obra llena de contrastes. Si los que oyen atentos desde sus asientos no supieran la historia, ninguno creería que ésa es la primera vez que tocan juntos. Ni mucho menos imaginarían que en ese coro hay una joven que antes de estar ahí sólo había cantado en su ex liceo, y que junto a ella una abogada brasileña viajó desde Salvador para participar en este concierto. O que un futuro ingeniero en Minas de La Serena es uno de los violinistas. Si no supieran la historia, cualquiera hubiera creído que esa orquesta tiene varios años de vida y no apenas una semana. Por eso, cuando termina la función, el aplauso se torna incansable. 

Detrás de esta escena, hubo una idea que parecía imposible de realizar: conformar en Frutillar un ensamble bajo el concepto de Academia Internacional Teatro del Lago. La historia partió cuando a través del sitio web del teatro invitaron a jóvenes músicos y cantantes -menores de 35 años- de Chile y el extranjero a participar de una audición online. Sólo tenían que enviar un video o un audio que demostrara su talento. El llamado tuvo eco y postularon alrededor de 200 personas, las que fueron evaluadas por docentes internacionales, quienes seleccionaron a 68 jóvenes de países como Brasil, Venezuela, Canadá, Estados Unidos y Chile. Juntos viajaron hasta aquí, gastos incluidos, para formar parte de un proyecto inédito en el país: la primera versión de la Orquesta y Coro del Teatro, creados especialmente para interpretar Pasión según San Juan, de Johann Sebastian Bach en Semana Santa y, de paso, ser parte de la actividad más importante de la Academia Internacional. Todo bajo la dirección de uno de los mayores expertos en la música de Bach, el también alemán Helmuth Rilling, quien ya había pisado el mismo escenario en 2012 y 2013 con sus propios ensambles Bach-Collegium y el Gächinger Kantorei de Stuttgart, agrupaciones con décadas de experiencia. 

La iniciativa se concretó en tan sólo una semana de ensayos, clases, afinaciones, desayunos, cenas y correcciones de idioma, y terminó siendo elogiado por el público, la crítica y también por el maestro Rilling. De ahí que la emoción vivida en el teatro la noche del pasado Sábado Santo fuera tan grande. Ésa era la primera vez del ensamble nacional sobre aquel escenario. Y también la última.

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Después de cuatro años firme a orillas del lago Llanquihue, el Teatro del Lago ha llamado la atención por estar cambiando el panorama cultural en toda la Región de Los Lagos. Ahí, el espacio abrazó un motivo de existencia mayor: educar.  Bajo esa premisa es que se instaló la idea de la Academia Internacional, la que hoy abarca desde cursos magistrales, principalmente sobre música de cámara, hasta proyectos más grandes, como la celebrada orquesta y coro, creados con un detalle peculiar: sus integrantes cambiarán año a año, después de nuevas audiciones. El propósito es dar constantemente la oportunidad a diferentes talentos y  generar una red internacional de músicos. 

Que un director como Helmuth Rilling (en la foto, a la derecha), de 81 años, haya dirigido el Coro y Orquesta del Teatro no fue antojadizo. Él, con la totalidad de las composiciones de Bach grabadas, casi mil obras, destacado pedagogo y con un Grammy en su currículum, es uno de los artistas que se apasionaron por la filosofía del Teatro del Lago: educar a través del arte para mejorar la calidad de vida de las personas.  La  maestría de Rilling formando orquestas y sus anteriores presentaciones obligaban a que él inaugurara la primera experiencia nacional de este tipo. Por eso vino desde Alemania con su Ensamble Johann Sebastian Bach, un conjunto de profesionales y avanzados estudiantes de 25 países, que ensayaron en Alemania y se unieron al grupo creado en Frutillar,  para ayudarlo en aspectos como la fonética -Pasión según San Juan fue cantada en alemán- o la dramatización de la obra.  

“Yo no sé leer música, aprendí escuchando MIDIS, a puro oído, pero aunque fue difícil, estoy feliz. Aquí he aprendido mucho porque los que saben más te enseñan sin problemas. Hay mucho compañerismo”, cuenta Rocío Gallardo (19),  quien por primera vez participó en un coro profesional. Antes sólo había cantado en su liceo, en Osorno,  y desde hace un año en el coro de la Universidad Austral, donde estudia Obstetricia y Puericultura. Su historia es similar a la de otros integrantes que fueron seleccionados, los que sin dedicarse 100% a la música llegaron hasta aquí cargando ganas y talento. Gonzalo Escuti (25), violinista y estudiante de Ingeniería en Minas, celebra la oportunidad: “Como soy del Norte, no me entero mucho de lo que pasa acá, de hecho supe de la audición por una amiga,  pero lo que hace el teatro es increíble porque rompe con la idea de que esta música es para la elite, y en vez de eso llega a las comunidades”.

Un sentimiento similar es el que tiene Valquíria Gomes (25), brasileña, cantante lírica de Minas Gerais, que por segunda vez participa en una actividad educativa del teatro. “Lo  que se está creando aquí es una red latinoamericana de música, principalmente. Yo no conozco en Brasil ningún tipo de academia parecida”, comenta.

Pero no todo fue tan bueno al principio. Porque primero el Teatro del Lago fue pensado como un centro cultural enfocado en una programación internacional, sin embargo chocó con la realidad. “La idea era crear un espacio profesional para la música y las artes, por eso al principio presentábamos sólo música de cámara. Entonces, tuvimos la idea  de regalar entradas a alumnos de colegios y liceos cercanos -las llamadas butacas educativas-, pero no llegó nadie”, explica el alemán Uli Bader, director ejecutivo y artístico del teatro, y que se instaló en Chile hace siete años para hacerse cargo del desarrollo del espacio, que se inauguró en 2010. Y cuando dice que no llegó nadie es literal: “Teníamos un problema de comunicación. ¿Qué es un centro de arte?, ¿por qué ir a una exposición o a un concierto? Eran preguntas que nosotros debíamos responder a los niños y a los más grandes también”.

Entonces supieron que, además de continuar con espectáculos  de alto nivel -el  año pasado recibieron, por ejemplo,  al famoso cellista Yo-Yo Ma-, debían también enfocarse en la educación.

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Parece casualidad que al entrar en las típicas tiendas de recuerdos, las personas que atienden comenten que su hija está aprendiendo ballet o un nieto a tocar el piano. Pero no es así: el trabajo perseverante del teatro es el que ha convertido a Frutillar en la capital cultural de la Región de Los Lagos.

Ubicada en la Avenida Philippi, la calle que bordea el lago, la Casa Richter-Escuela de las Artes abrió sus puertas en 2007 como parte del proyecto educativo del Teatro (en la foto, a la izquierda), para ofrecer talleres artísticos a la comunidad y también a los turistas. Durante el año acoge principalmente a niños de la zona, los que al terminar los cursos se presentan en el Teatro del Lago, haciendo de los talleres una experiencia completa. De los cerca de 300 alumnos inscritos, un 50% está becado. A un nivel más alto, el teatro imparte cursos para jóvenes profesionales o avanzados estudiantes, los que después de un tiempo impulsaron a formar el Campus Lírico, a cargo de la soprano Cristina Gallardo-Domâs, eso más el Camping Coral y el Camping Musical. Además, de la totalidad de artistas que se presentan en el teatro, hoy la mitad realiza actividades educativas. La meta de aquí al 2016 es que absolutamente todos los que vengan participen en alguna instancia de ese tipo porque, a diferencia de sus inicios, el teatro consigue llenar eventos para colegios con más de mil niños. Cada día se suman alumnos provenientes desde Puerto Varas, Puerto Octay, Puerto Montt, Osorno y otras ciudades del Sur, pues el teatro es su principal nexo con las artes. A este aporte se suma otro no menor: atenuar las diferencias sociales. “En Frutillar existe mucho eso de las dos clases, de saber si eres de Frutillar Alto o Frutillar Bajo. Pero yo siento que con la creación de nuestras actividades educativas  se juntan niños de todas partes”, dice Bader. Y continúa: “El teatro tiene todas estas ramas, que pretenden ser internacionales. Un niño que hoy toca el chelo en la Casa Richter podría tocar algún día en la orquesta y ser parte de la red musical”.

Lo que también es una red es el Círculo Mundial de Amigos del Teatro del Lago, que lo apoya financieramente,  le da ideas y suma a más “amigos”. “Este círculo lo estamos tratando de llevar a Estados Unidos, Brasil y también a Europa. No buscamos gente que dé 10 millones de pesos, sino que aporten con lo que deseen”, cuenta Bader.

Aparte del financiamiento, la preocupación es qué pasará en 25 años más, pues no quieren imaginarse solos en esta cruzada. “Queremos que el teatro tenga una red de instituciones educacionales y culturales a nivel global”, dice Bader, quien para hacer frente a esa preocupación viaja constantemente a las grandes urbes culturales con la idea de afianzar relaciones con otros teatros y escuelas. De hecho, hace un mes estuvo en Estados Unidos avanzando en este tema. “Estoy teniendo conversaciones con The Juilliard School y el Curtis Institute of Music para encontrar proyectos conjuntos. Nuestra academia requiere profesores, y podrían venir de escuelas líderes como ésas”.

Frutillar es una ciudad distinta. Más allá de sus atractivos turísticos, un día cualquiera te puedes encontrar con Julio Bocca o con los integrantes de Buena Vista Social Club caminando por sus calles. O como lo fue hace dos semanas, con  Helmuth Rilling en el café del teatro. “Nosotros no sólo queremos que el teatro crezca, también Frutillar. Queremos ser un destino turístico-cultural”. Así lo anhela Uli Bader. Así lo anhelan todos aquí.

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