Por Diego Zúñiga Mayo 14, 2014

© Jorge Sánchez

Todo ha sido rápido, como una canción pop. Se conocen en marzo de 2011, en la primera versión de Lollapalooza Chile. Durante 2012  comienzan a tocar juntas y la primera canción que componen es “Espero”. La misma que en septiembre de ese año deslumbrará a Javiera Mena y a Heyne.

-Fue desconcertante -dice Constanza, sobre la mención que tuvieron en el diario “El País”, donde en noviembre del año pasado las catalogaban como una de las cinco promesas latinoamericanas que había que escuchar en 2014.

Van arriba de un auto, escuchándose en la radio. No es la radio, en realidad, lo que suena, sino que es un disco que grabaron hace un par de semanas, un demo, un par de canciones, la maqueta de un álbum que esperan que alguna vez sí suene en las radios chilenas.

Van arriba de un auto, rumbo a la casa del productor Cristián Heyne, uno de los hombres claves detrás de todo el boom del pop chileno, ése que ha sido alabado en diarios como El País y que tiene a varios músicos girando por distintos lugares: Gepe, Álex Anwandter, Dënver, Javiera Mena. Detrás de sus discos más importantes ha estado la mano de Heyne, y ellas ahora van a su estudio, ubicado en Ñuñoa, pues acaba de escuchar esas mismas canciones, ese mismo demo, y les dijo que quería conocerlas, que quería conversar con ellas.

Soledad Puentes y Constanza Espina, el dúo que conforma Marineros, no lo pueden creer. Porque saben perfectamente quién es Cristián Heyne, porque les gusta desde la época de Shogún, porque discos como Mena o Música, gramática, gimnasia -producidos por Heyne- los escucharon con goce y admiración.

Es septiembre de 2012, Soledad y Constanza se conocen desde hace poco más de un año, llevan sólo un par de meses tocando juntas, pero están decididas a que ese proyecto nuevo que conforman, llamado Marineros, tenga larga vida. Eso piensan mientras van rumbo al estudio de Heyne y escuchan sus canciones -la voz es de Constanza, las guitarras y arreglos de Soledad- y piensan qué van a decirle si les pregunta por sus temas, las letras, porque en el fondo no esperaban esto.

-Es un hombre al que nunca nos hubiéramos atrevido a enviarle nuestras canciones -dice Soledad.

-Lo admirábamos mucho -agrega Constanza.

Y, efectivamente, no fueron ellas las que le enviaron el demo de su disco, sino que fue Javiera Mena.

-Queríamos hacer un disco y pensamos en cómo financiarlo. Así surgió la idea de enviarlo al Fondart, y pensamos que teníamos que mandárselo a algunos músicos para que nos escribieran una carta de recomendación. Y como Constanza es amiga de Javiera, ella se lo envió y después ocurrió todo -dice Soledad.

Lo que ocurrió fue que Javiera Mena escuchó la canción “Espero” y le gustó tanto que no pudo evitar compartirla con Heyne. Y él, a su vez, escuchó la canción y decidió no esperar nada: les dijo que se juntaran y un par de horas después ahí estaban ellas, junto a él, en su estudio, conversando sobre lo que querían hacer, sobre su proyecto y escuchando cómo Heyne estaba maravillado con su música, porque hace tiempo no escuchaba algo así, y veía en todo eso un futuro real. Un futuro auspicioso.

-Lo que nos dijo es que quería involucrarse artísticamente con Marineros, no sólo producir el disco -dice Constanza.

-Nos dijo que hace tiempo andaba buscando un grupo que le gustara, algo fresco -agrega Soledad.

Y, entonces, él les anunció la posibilidad de que fueran parte de Unión del Sur, el sello independiente que crearon Mena y Heyne.

Un par de semanas después, Soledad renunció a su trabajo como arquitecta y junto a Constanza decidieron que querían dedicarse exclusivamente a Marineros.

Ahí empieza esto, entonces: el camino de una de las bandas más promisorias del pop chileno, y que acaba de lanzar un segundo single -“Oh, Oh”-, que confirma lo que vio/escuchó Heyne en “Espero”: un futuro auspicioso. Un futuro que se parece cada vez más al presente.

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Todo ha sido rápido, como una canción pop. Todo ha sido al ritmo de la velocidad de las cosas: se conocen en marzo de 2011 en la primera versión de Lollapalooza Chile.  Tienen amigos en común, se saludan, pero no es un diálogo extendido ni mucho menos. Luego, cada una seguirá su camino, ese día escucharán a bandas distintas y no se volverán a encontrar en el Parque O`Higgins. Pero un par de meses después, Constanza agrega a Facebook a Soledad y empiezan esas largas conversaciones en las que hablan de música, se envían videos de YouTube y comparten el deseo por dedicarse, alguna vez, a la música. Soledad es arquitecta, vive en Concepción y trabaja allá. Constanza vive en Santiago y está convencida de que quiere ser una cantante pop, una cantante como Michael Jackson. Ambas componen, ambas han tenido bandas, aunque ningún proyecto las ha convencido del todo. Pero hablan por Facebook mucho, siguen intercambiando videos, y Constanza le manda algunas canciones suyas a Soledad. Ha escrito, sobre todo en ese 2011, canciones de amor, porque tiempo atrás le han roto el corazón. Y, entonces, entre intercambio e intercambio, entre algunos viajes que hace Soledad a Santiago, surge la idea de cumplir ese deseo irrefrenable que comparten: se juntan, conversan y guitarrean. Descubren que una es más rockera (Soledad) y la otra más popera (Constanza), pero que en ese cruce puede surgir algo nuevo.

-Me gustaba mucho cómo cantaba Constanza. Era algo muy pop, muy dulce -dice Soledad, quien decide a fines de 2011 venirse a vivir a Santiago y esos guitarreos primerizos se convierten en un proyecto. Ese proyecto va a ser Marineros: un dúo que va a transitar por el pop con soltura, pero también con la conciencia absoluta de que quieren agregar algo nuevo. Eso nuevo, en este caso, es una cierta oscuridad que se ve reflejada en las letras -ellas hablan, de hecho, de pop existencial-, pero también en un minimalismo musical que quieren que demuestre lo que son: sólo dos mujeres, una voz, una guitarra, y los arreglos que irán haciendo con el tiempo, en la medida que aprenden a usar distintos software para distorsionar su voz o los distintos sonidos que compondrán para cada canción. Y así, entre las dos, durante 2012, empiezan a componer y buscan ayuda entre los amigos para tocar en vivo, y hacer más real su deseo.

Y la primera canción que componen es “Espero”.

La misma que en septiembre de ese año deslumbrará a Mena y a Heyne.

La misma que se convertirá en el primer single de la banda, que se lanzará un año después, en octubre de 2013 con un video filmado por el hermano de Soledad, y que escuchará Alberto Fuguet y que lo convencerá de que deben aparecer en la nueva película que está planificando por esos días: Invierno.

-Creo que son intensamente cosmopolitas pero locales, claramente literarias (no es cualquier letra la que cantan… las chicas tiene prosa, tienen poesía) y tienen una vibra frágil y fuerte. Uno siente que está viendo algo tremendamente nuevo y algo clásico. Y no sabes muy bien qué sentir: si bailar o irte al rincón a tomar solo porque te llenaste de tristeza, porque conectaste con algo doloroso -comenta Fuguet sobre la experiencia de escucharlas. Finalmente, las filmó en una escena de Invierno tocando “Oh, oh” en vivo.

Así, al ritmo de la velocidad de las cosas, Marineros irrumpió en la nueva escena del pop chileno con una canción que le bastó para convertirse en una promesa, en una apuesta distinta e inesperada. Y que días después de que empezara a circular el video, iba a tener, también, una respuesta desde el extranjero.

 
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Todo ha sido rápido en la historia de Marineros Se formaron en 2012, y en mayo de 2013 tocaron por primera vez en vivo, teloneando a Rosario Bléfari y a Fernando Milagros en el Teatro del Puente. En octubre vendría la aparición del single “Espero”, y a principios de este año tocaron junto a Mena en el MFest. Todo rápido. Sin embargo han preferido, por sobre todo, trabajar eligiendo bien dónde tocar, con quién, sin hacer todavía un show grande, pues quieren esperar a que el disco esté listo y que sus canciones empiecen a sonar un poco más.

-No vamos a estar dando la lata una hora y media si nadie nos conoce todavía -dice Constanza y se ríe.

Y si bien es cierto que siguen siendo un pequeño secreto que ha corrido de boca en boca, pocos días después de la aparición de “Espero” se dieron cuenta de que su música empezaba a traspasar fronteras.

-Me acuerdo que era tarde, estaba en el computador y Soledad dormía en la otra pieza, cuando vi que aparecíamos en El País. Fue desconcertante -dice Constanza sobre la mención que tuvieron en el diario español, donde en noviembre del año pasado las catalogaban como una de las cinco promesas latinoamericanas que había que escuchar en 2014.

Así, a la velocidad de las cosas, pero sin dejar ningún detalle a la suerte, ha avanzado la vida de Marineros. Por estos días terminan de componer su disco, que aparecerá, dicen ellas, en primavera. Esta semana telonearon a Au Revoir Simone, y el sábado 17 estarán tocando en la marcha del Movilh. Por mientras, siguen avanzando en los arreglos del disco y no dejan de escuchar música. En el iPod de Constanza se refleja lo heterogéneos de sus gustos y de sus influencias: desde One Direction -fueron a verlos hace unas semanas- hasta Marilyn Manson -lo vieron en Maquinaria 2012-, desde Miley Cyrus hasta Elliott Smith, Leonard Cohen y Lorde. Admiran a Javiera Mena, tienen buena onda con la nueva escena del pop chileno, pero tampoco es su gran influencia. Marineros suena a otra cosa. A ratos se parece a The XX, y a ratos a una banda difícil de clasificar.

-Queremos sonar  simples, conscientemente simples, porque es algo más honesto. Somos dos personas, yo no toco tan bien -dice Constanza-, entonces creo que eso nos diferencia un poco de los otros grupos.

-Nos interesa la ausencia de elementos en una melodía. Si la voz suena perfecto con una sola base, pues lo dejamos así -dice Soledad y agrega-: la idea es que el disco sea así.

Sobre las expectativas no piensan mucho. Saben que son altas, pero ellas están enfocadas en que el disco suene como ellas quieren. Tienen todo calculado, y no tienen problema con eso.

-¿Qué tiene de malo ser calculador? -se pregunta Constanza, finalmente-. Nosotros calculamos cada paso que damos, calculamos cada cosa que hacemos, pero es porque nos preocupamos de lo que hacemos.

Hasta ahora, hay que decirlo, aquello les ha funcionado perfectamente.

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