Por Diego Zúñiga Octubre 1, 2014

Podemos imaginar que la escena es así: una sala grande, una mesa, muchas sillas en las que están sentados directores, dramaturgos, músicos, diseñadores, teóricos, actores, y una mujer dirigiendo la conversación. Aunque decir conversación quizá sea decir menos de lo que corresponde, pues más que una conversación, lo que hay en aquella sala, a principios de julio de este año, es un lugar que Manuela Infante -la mujer que dirige la conversación- había buscado hacía mucho tiempo, pero que no lograba hallar. Un lugar donde confrontar ideas, donde los personajes que conforman el mundo del teatro chileno se juntaran, discutieran y se contaminaran.

Hasta que lo encontró.

En esa sala, en esa mesa rodeada de personas, en ese lugar, Manuela Infante empezaba a juntarse, por primera vez, con el equipo que reunió para trabajar en la XVI versión de la Muestra Nacional de Dramaturgia de la cual es la directora artística.

Ese espacio que había buscado por mucho tiempo, Infante lo encontró en la Muestra.

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El lugar se llama El Invernadero y está dentro del Parque Quinta Normal. Una casa que es el Centro de Extensión de Balmaceda Arte Joven y que ha sido el espacio elegido para que se ensayen las cinco obras ganadoras del concurso de la Muestra en 2013, y que se montarán entre el 6 y el 12 de octubre en el Centro Cultural Matucana 100: Hilda Peña (Isidora Stevenson), Gastos de representación (Alejandro Moreno), La chica (Karen Bauer), La flor de Lirilay (Sebastián Chandía) y Ceremonia de premiación (Cristóbal Valenzuela). Cinco obras de las cuales cuatro tendrán dos montajes diferentes, con directores diferentes. Hilda Peña, por ejemplo, será dirigida en una versión por Aliocha de la Sotta, y en otra por Rocío Hernández, algo que no había ocurrido en las muestras anteriores y que es uno de los cambios que ha introducido Manuela Infante en su labor de directora artística. Y es que Infante -una de las dramaturgas y directoras chilenas más importantes de los últimos años- decidió aceptar este desafío cuando entendió que podía ser un lugar importante para experimentar algunas ideas a las que venía dándoles vueltas hace tiempo.

A mediados de 2013 la contactó Lucía de la Maza -coordinadora del área de Teatro del Consejo de la Cultura-, aunque se resistió un poco al principio.

-Me resistía porque yo, honestamente, considero que la Muestra no era algo que me interesaba. No me sentía para nada interpelada por la Muestra ni sentía que había algo significativo ahí pasando, como alguna vez lo sentí cuando iba en la Escuela -cuenta Infante desde Dublín, donde estuvo montando la semana pasada Zoo. Sin embargo, De la Maza insistió, pues estaba convencida de que Infante debía ser la directora artística.

-La invitación que le hicimos tenía que ver con la necesidad de poner en tensión el formato de la Muestra, que hasta ahora se mantenía igual por varios años. Buscamos una visión contemporánea del teatro y de los distintos procesos de creación y recepción de la escena. Y Manuela aceptó la invitación, comprendiendo que el desafío era revisar el formato  -explica De la Maza.

La Muestra -que tiene 19 años de existencia- nunca había sido dirigida por una mujer hasta ahora, cuando Infante aceptó el desafío.

-Hace rato estaba tratando de encontrar una instancia donde se pudieran generar espacios de confrontación un poco más ruda entre los artistas. Lo estaba tratando de hacer con la sala de Teatro de Chile, pero nunca lo logré totalmente. Siento que la escena teatral chilena está supercómoda, profesionalizada en muchos sentidos, acomodada a la industria, produciendo a la velocidad de los fondares, mirando para afuera, pero sin compartir miradas sobre lo que se hace, sin discutir. Entonces pensé que la Muestra podría ser ese lugar -dice Infante.

Cuando empezó a idear el proyecto, pensó en tres elementos centrales: primero, convocar a un equipo de artistas interdisciplinario que iban a decidir qué se hacía con los textos ganadores. Cincuenta artistas -directores, actores, músicos, coreógrafos, teóricos, diseñadores- que, en un segundo paso, se reunieron todos en seis sesiones, con los textos ganadores encima de la mesa, y discutieron cómo abordarlos, cómo trabajar con ellos, pues esta vez no se trataría de que Infante eligiera cinco directores y que cada uno eligiera sus equipos. No. Esta vez conversaron y discutieron hasta llegar a la idea de armar equipos interdisciplinarios -de los que sólo queda uno, a cargo de la obra La flor de Lirilay, en el que están Cristián Plana, Diego Noguera y la coreógrafa Elizabeth Rodríguez-, además de plantearse una pregunta importante en todo momento: ¿Qué tiene que ser hoy la Muestra?

A partir de esas reflexiones y discusiones llegaron al último elemento central, y fue que Infante decidió armar una trama -así lo llama ella- con todas las conversaciones y deseos del equipo y así se resolvió, finalmente, quién dirigiría cada obra, con qué actores, además de otras decisiones importantes: los diseñadores harían la escenografía de todas las obras, y Diego Noguera y Fernando Milagros estarían a cargo de hacer la música de todos los montajes. Además, por ejemplo, Cristián Plana sería parte de los directores de La flor de Lirilay, pero también dirigiría solo Gastos de representación, pues la idea de Infante fue que todos tuvieran doble función, que no hicieran lo que hacen siempre, que no trabajaran con los mismos de siempre.

-Lo de lo interdisciplinario significó dejar un poco lo que uno tiene, los mecanismos que tiene incorporados, y así integrar nuevos mecanismos, nuevas formas de trabajo. Y eso uno lo valora en estos espacios -dice Elizabeth Rodríguez y agrega-: Lo bueno, también, fue que los diálogos que tuvimos no significaban buscar necesariamente un consenso. Se podía divergir, plantear puntos de vista antagónicos. Y eso es necesario.

-Ha sido una buena oportunidad de cruzarse con los pares. Manuela añoraba ese espacio, pues no se estaba discutiendo con los pares, no nos estábamos contaminando y eso es necesario. Me parece interesante, más allá de lo agotador que es y el gasto que implica para cada uno. Encontrarme con gente que es de mi generación ha sido importante. Uno aprende mucho del encuentro con el otro, en la diferencia, en la discrepancia -dice Cristián Plana.

E Infante agrega:

-Una escena donde no hay confrontación es una escena que a la larga se termina por volver estéril, se muere.


En agosto se abrieron los ensayos de la Muestra al público. Toda la programación se puede revisar en www.muestranacional.cl.

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Son las 10 de la mañana de un jueves de septiembre, y una de las salas de El Invernadero está llena de estudiantes de teatro de la Universidad de Chile. Son parte del público que ha podido asistir, desde agosto, a los ensayos de la Muestra, que se ha abierto para que las personas también sean parte de este proceso. En esta sala escucharán cómo Rodríguez, Plana y Noguera les explicarán sus avances en el proceso del montaje de La flor de Lirilay, donde también estará Sebastián Chandía, quien escribió la obra. Será un diálogo en el que el equipo mostrará videos y la música de la obra. En ese mismo momento, en las otras salas del lugar se estarán ensayando los otros montajes de la Muestra. También en Matucana 100, donde montarán no sólo en las salas que tienen condicionadas, sino también en otros lugares del recinto que estarán habilitados especialmente para la Muestra.

Durante estas últimas semanas ha aumentado la intensidad de los ensayos. Marco Antonio de la Parra escribió un par de crónicas acerca de la Muestra -que se pueden revisar en internet- y todos reconocen estar cansados y nerviosos, pues quedan pocos días para el estreno. Sin embargo, no dejan de trabajar en estas obras, donde asistiremos a la ceremonia de premiación de un joven dramaturgo de provincia, donde escucharemos las voces de dos personajes enigmáticos, donde veremos el lamento de una mujer por su hijo muerto o la vida de una niña autista, en la que memoria familiar y memoria política se cruzarán inevitablemente. Imágenes, voces, personajes que transitan por las cinco obras que serán interpretadas por Paula Zúñiga, Amparo Noguera, Moisés Angulo, José Soza y Francisca Gavilán, entre otros.

-Una de las cosas que me parecen importante de la Muestra -dice la directora Aliocha de la Sotta- es que debemos recordar que es el único festival de teatro público que hay acá. Se piensa que Santiago a Mil es el festival de teatro, pero eso es privado, entonces me parece bien que se le dé relevancia y que se busquen otras formas de trabajo con la Muestra.

-Hay que aprovechar eso -agrega Infante-, porque como es un festival que no está sujeto a ningún requerimiento de mercado, ya que está financiado con fondos públicos, es el espacio perfecto para experimentar. Y con experimentación me refiero a reflexión. Un espacio donde uno se puede atrever a hacerse preguntas que en otros contextos no puede porque hay cosas que están en riesgo: la llegada del público, el sueldo.

Sobre el futuro de la Muestra, Lucía de la Maza dice que tienen que evaluar el impacto que tenga esta versión en los creadores y en el público.

-Es importante saber también que ésta es mi versión de la Muestra -explica Infante-, pero que eso no significa que yo diga que así debe ser siempre. No. La idea es que venga otro director y que ojalá pruebe otra forma, y así, para que siempre sea algo particular. Eso la hará atractiva para la gente y para quien quiera dirigirla.

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