Tienen 16, 17, 18 años, pero hablan como si fueran ya adultos, como si hubieran estudiado muchas cosas y entendieran más de lo que uno pudiera imaginar. Explican con seguridad, con desplante, una serie de obras de arte contemporáneo latinoamericano que acaban de instalar momentáneamente en su colegio, aunque parece que las conocieran de toda la vida.
Son alumnos de un tercero medio del Colegio Carampangue de Talagante, que fueron escogidos para convertirse en pequeños guías que explican esas obras de arte a los demás alumnos del establecimiento.
—Silencio, por favor —dice una de las guías, pero su voz se pierde entre los murmullos de un quinto básico que acaba de entrar a la iglesia del colegio, lugar escogido para montar la muestra que pertenece a la Fundación de las Artes Visuales Asociados de Chile (FAVA), fundación sin fines de lucro que nace a partir de Ch. ACO y que busca acercar el arte contemporáneo a los más jóvenes, a los alumnos de distintos colegios que tendrán la posibilidad de interactuar con esta muestra, obras conceptuales, trabajos que se escapan a la definición que muchos de ellos tienen de lo que es una obra de arte.
—Silencio, por favor —repite la guía y esta vez los niños van bajando lentamente la voz hasta quedarse callados y contemplar eso que está frente a ellos.
—Buenos días —dice Javiera, una de las guías—, nosotras les vamos a presentar La forma determina la función, que está dentro del arte conceptual, esto quiere decir… —y entonces esa alumna de tercero medio se transforma en una pequeña experta en arte contemporáneo.
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—Esto partió hace varios años atrás —dice Irene Abujatum, directora ejecutiva de FAVA—, cuando empezamos a invitar a colegios y a profesores a que fueran a Ch.ACO —feria de la que es directora fundadora— porque queríamos que tuvieran un vínculo más cercano con el arte contemporáneo, pero nos faltaba algo. En realidad, no habíamos conformado la institucionalidad correcta para hacer un proyecto más concreto, hasta que hace tres años formamos FAVA.
Ese fue el primer paso de la fundación, y luego empezaron a ver cómo conseguían financiamiento para realizar los distintos proyectos que tenían en mente —educativos, becas para artistas—. Así, crearon un programa de patronazgo: un grupo de patrones —privados— pone dinero para los proyectos concretos que planifique FAVA.
De esa forma consiguieron el financiamiento para crear la Colección FAVA, un grupo de obras que se adquieren anualmente en la Feria Ch.ACO y que está enfocada en el arte contemporáneo latinoamericano, bajo la curaduría, en esta primera etapa, de Pedro León de la Barra, prestigioso curador mexicano.
En la versión del año pasado de la feria, adquirieron trabajos de Sebastián Preece (Chile), Nicolás Robbio (Argentina), Francisca Benítez (Chile) y Anna Bella Geiger, una de las artistas contemporáneas más importantes de Brasil, además de la obra #Proyecto pregunta, de la plataforma de gestión cultural Mil M2. A ese grupo se sumaron este año obras de Nicolás Franco y Rodrigo Arteaga, donadas por un privado.
—Queríamos armar una colección privada en su gestión, pero pública, que se pudiera mostrar en distintos lugares. No contamos con una galería, así que decidimos que iba a ser una colección itinerante y a partir de eso llegamos a la idea de FAVA VA —cuenta Abujatum, acerca de este proyecto que busca exhibir la colección en distintos lugares de Chile, especialmente en colegios de escasos recursos. Ya estuvo en Cerro Navia y Talagante, a fin de mes se presentará en la nueva versión de Ch.ACO, para luego terminar el año en Arauco y exhibirse en 2016 en el MAVI.
—Nosotros creemos que hay dos problemas en esta área. Lo primero es que las artes visuales han dejado de tener importancia en la enseñanza escolar y eso es grave. Lo otro es que Chile tiene problemas severos de museos, y eso no ha permitido que la gente tenga acceso a una colección de arte moderno, clásico, lo que sea. ¿Qué hacemos con eso?
La pregunta de Irene Abujatum se responde, en parte, con un proyecto como FAVA VA: acercar una muestra de arte contemporáneo latinoamericano a alumnos vulnerables y explicarles detenidamente cada obra, que entiendan que esas instalaciones tienen muchos sentidos que a ellos los puede convocar.
En junio de este año tuvieron la primera experiencia en el Colegio Técnico-Profesional Don Enrique Alvear, de Cerro Navia. Instalaron la colección en una de las salas del colegio y eligieron a un grupo de alumnos de primero a cuarto medio para capacitarlos y convertirlos en guías de la exposición.
—Más del 90% de los chicos del colegio eran vulnerables, en un lugar donde no hay arraigo, los apoderados quieren que sus hijos se vayan de la comuna. Entonces llevar la muestra ahí era como darles algo diferente, hacerles un pequeño museo, un espacio de ellos —explica Abujatum.
El proyecto, en su primera experiencia, logró su objetivo: acercar las obras tanto a los alumnos-guías como a los demás estudiantes del colegio, y también a profesores, apoderados y vecinos del colegio, quienes pudieron recorrer la exposición.
—Esto nos sirve para que ellos vayan conociendo otras cosas y que cuando asistan a museos puedan entrar fácilmente y no se sientan unos extraños —dice Abujatum, quien agrega que una de las obras que más les llamaron la atención a los alumnos fue O Pão Nosso de cada dia, de Anna Bella Geiger: unas postales en las que se ve un par de rebanadas de pan con un mordisco con la forma de Sudamérica, que remite al tema del hambre y de la pobreza en esta parte del continente.
—Ellos entendieron muy bien eso porque tiene que ver con la escasez que hay en sus casas —explica Abujatum.
Luego de Cerro Navia, trasladaron la exposición a Talagante, al colegio particular Carampangue, que prestó su locación para que la exposición se quedara ahí durante un par de semanas de agosto, lo que permitió que alumnos del Complejo Educacional Agrícola Talagante, el Colegio Santa María de Paine y el Liceo Bicentenario de Talagante también pudieran ser parte del proyecto FAVA VA, siendo guías de la muestra y también visitantes.
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“¿Por qué el aprendizaje se mide en pruebas?”.
La pregunta la hace un niño de quinto básico del Colegio Carampangue. No sabemos su nombre, pero la pregunta está ahí, escrita en letras grandes, como parte de la obra #Proyecto pregunta, de MilM2, y va cambiando según lo que pregunte cada curso que asiste a la exposición. Los guías de tercero medio les pasan unas hojas a los alumnos en las que escriben sus preguntas, luego eligen la mejor y la exponen.
“¿Por qué el aprendizaje se mide en pruebas?”. La pregunta la hace un niño de quinto básico del Colegio Carampangue. No sabemos su nombre, pero la pregunta está ahí, escrita en letras grandes, como parte de la obra “#Proyecto pregunta”, de Mil M2.
La obra de Mil M2 es una de las que más les llaman la atención a los alumnos. De hecho, fue una de las más solicitadas cuando los estudiantes de tercero medio supieron que serían capacitados para ser guías de la exposición.
—Primero nos dimos una vuelta por la iglesia y vimos cuando estaban montando las obras. No sabíamos nada, sólo el nombre del autor de cada una y el año en que se hizo —cuenta Constanza, una de las alumnas que serían guías.
—Cuando llegamos no entendíamos nada —dice Javiera, otra alumna—. Vimos la obra de Nicolás Robbio y sólo veíamos unos alambres y una cara o algo así.
—A casi todos les gustó la de la pregunta (Mil M2) y también la de los chicles —indica Constanza refiriéndose a Chicles (andar por Curitiba), de Sebastián Preece—, pero esta de los alambres como que era fome.
—La vimos y dijimos: “Pero esto cualquier persona lo podría hacer” —explica Javiera—, pero después nos dimos cuenta del trasfondo que tenía.
Ese trasfondo lo entendieron cuando el artista y curador Camilo Yáñez les hizo una clase en la que les explicó las obras y sus diversos contextos históricos, políticos, sociales, estéticos. Les habló de arte contemporáneo, les amplió sus conocimientos, les explicó que el arte no sólo eran pinturas, fotografías o esculturas, que hoy se trabaja con otros materiales, les habló de las instalaciones y del trabajo de cada uno de los artistas de la muestra, y así los alumnos se fueron haciendo una idea, que luego se la transmitieron a sus demás compañeros. Javiera y Constanza, de hecho, eligieron la obra del argentino Nicolás Robbio La forma determina la función, y la explicaban con entusiasmo: una instalación en la que dialogan distintas piezas sobre los límites fronterizos entre los países sudamericanos. Ellas hablan del contexto político, de los últimos tratados fronterizos, de la idea del arte conceptual, y los alumnos de sexto básico las escuchan atentos y luego les hacen preguntas, que Javiera y Constanza responden atentamente. Luego pasan a ver Circa, de Nicolás Franco, una fotografía que el artista encontró en el archivo del Museo Histórico Nacional; o prefieren escuchar atentamente a los guías explicar el valor del trabajo de Preece y sus chicles, que aparecen pegados en un par de mesas: recorrió Curitiba y fue recolectando los chicles que iba encontrando, y luego de eso mostró cómo aquellos restos podían hablar de la ciudad.
—Un trabajo como éste les ayuda a los alumnos a recuperar conocimientos que ya han tenido y que van quedando guardados. Entonces aquí están al servicio de una situación práctica —explica Mariana Bórquez, directora de MYRE Educación, una consultora con la que está trabajando FAVA para poder cuantificar el impacto del proyecto. De hecho, cuando los alumnos terminan de recorrer la exposición deben contestar una encuesta, que luego MYRE transforma en resultados concretos de este trabajo.
—Queremos tener una evaluación concreta para ir al Consejo de la Cultura o al Ministerio de Educación y entregar nuestros resultados y que consideren las artes visuales como una posibilidad de flexibilización y de capacidad de inserción en la sociedad. La vida de muchas personas ha cambiado por las artes y eso hay que tenerlo en cuenta —explica Abujatum, y agrega que elegirán a los mejores alumnos de los colegios que han participado en FAVA VA para que sean guías de la exposición cuando se monte en Ch.ACO, entre el 25 y el 27 de septiembre, en el Centro Cultural Estación Mapocho.
Ahí, cuando visiten la Colección FAVA, estarán esos alumnos esperando que las personas se acerquen a alguna de las obras y entonces empezarán:
—Buenas tardes. Nosotros les vamos a presentar La forma determina la función, que está dentro del arte conceptual, esto quiere decir… —y explicarán cada obra, aunque esta vez su público, seguramente, será mayor que ellos y les hará preguntas más complejas. Pero los chicos están preparados. El equipo de FAVA está seguro de eso.