El domingo pasado, Eduardo Sacheri (48) se levantó nervioso. Su equipo de toda la vida, Independiente, recibía en la tarde a su clásico rival, Racing Club de Avellaneda, en un partido por la final de la liguilla del torneo de Primera División argentino, cuyo premio es un cupo para la próxima Copa Libertadores.
Ante un Libertadores de América repleto —el estadio de Independiente se llama así debido a las siete copas del mismo nombre que obtuvieron el siglo pasado, convirtiéndose en el equipo con más títulos internacionales del continente—, Sacheri vio junto a su hijo cómo su equipo caía derrotado por 2-0, perdiendo un récord de 14 años sin derrotas como local frente a su enemigo del barrio, que el próximo domingo los recibirá para el partido de vuelta.
A Sacheri le ofrecieron participar en la escritura del remake norteamericano de la película “El secreto de sus ojos”, pero se negó : “Si vamos a hacer la misma historia, simplemente hablada en otro idioma, me parece que no tiene razón de ser”.
Para el escritor argentino, el fútbol es más que un pasatiempo. Se hizo conocido en su país cuando el periodista deportivo Alejandro Apo comenzó a leer sus cuentos futboleros en un programa radial nocturno,y ahora es columnista de la revista El Gráfico.
Luego, publicó Papeles en el viento y La pregunta de sus ojos, ambas obras donde la pelota juega un rol protagónico. Este último libro, precisamente, fue adaptado al cine bajo la dirección de Juan José Campanella (El hijo de la novia) y con guión de Sacheri. Así nació El secreto de sus ojos, la exitosa película argentina que ganó el Oscar en 2010.
Hoy, Sacheri se prepara para la revancha contra Racing, pero también para ir a ver Secretos de una obsesión, el remake norteamericano de la película de Campanella, que se estrena esta semana en Chile y Argentina. Dirigida por Billy Ray (guionista de Capitán Phillips y Los juegos del hambre) y protagonizada por Nicole Kidman, Julia Roberts y Chiwetel Ejiofor, confiesa que aún no la ha visto.
La única expectativa que tiene, dice, es ver una buena película. Y asegura que no irá a verla con la planilla de inspección, marcando qué cambiaron y qué no.
—¿Para ti qué es una buena película?
—Aquella que me mantenga viéndola, que me atrape y que me deje pensando cuando termine. Así de básico soy como espectador. Si logra eso, es más que suficiente. Para mí, esa es una experiencia estética.
ADAPTADO
Diciembre de 2010. El secreto de sus ojos había ganado el Oscar y llamó la atención de los peces gordos del cine internacional. Finalmente, el productor de Breaking Bad, Mark Johnson, se quedó con sus derechos. A Sacheri le ofrecieron participar en la escritura del nuevo guión, pero se negó. Sentía que, si aceptaba, sólo entorpecería el trabajo de la producción estadounidense.
Para el autor de Papeles en el viento, un remake requiere libertad para distanciarse de la versión original. “Si vamos a hacer la misma historia, simplemente hablada en otro idioma, me parece que no tiene razón de ser. Para que el público estadounidense se interesara, era necesario anclarla allá, en un horizonte de conflictos creíbles para ese país. Si yo hubiera estado involucrado, probablemente hubiera dicho: ‘No, no me hagan esto. Déjenlo tal como está’. Uno tiende a defender las soluciones que encontró, en lo que es casi un acto reflejo creativo”, explica al teléfono desde Argentina.
Así, dejó que su obra más premiada fuera reescrita por manos estadounidenses, las que concibieron un thriller donde un equipo de investigadores del FBI, encargados de cuidar una mezquita en Los Ángeles, es remecido cuando descubren el cuerpo de la hija de uno de sus miembros (Julia Roberts) en un basurero cercano al templo que protegen. Para Sacheri, que leyó el guión sólo cuando estuvo terminado, la solución del terrorismo como eje fue una buena forma de anclar la película en California. Esto porque, para él, el telón de fondo que representaba la Argentina de los 70 en la película protagonizada por Ricardo Darín, no tenía un símil en Estados Unidos.
—¿Qué sientes cuando ves que la historia que escribiste en tu casa, diez años después de publicada, es protagonizada por Julia Roberts?
—(Ríe) ¿Sabés qué pasa? Que esta película ha sido una fuente enorme de sorpresas. Que la dirigiera Campanella, que contara con actores como Ricardo Darín, Guillermo Francella. Que ganara un Oscar. Son hitos que fueron perforando mi capacidad de asombro. Entonces ya estamos entregados a que pase cualquier cosa. Hasta que Julia Roberts, de la que estoy secretamente enamorado desde Flores de acero, protagonice esa historia. Por un lado es absolutamente asombroso, pero por otro esta película da para todo.
Esta vez la presencia del autor no necesariamente iba a ser enriquecedora, cree Sacheri, a diferencia de otras adaptaciones hechas para el público argentino donde sí participó, como Papeles en el viento y Metegol, donde junto al mismo Campanella adaptaron un cuento de Roberto Fontanarrosa.
Una de las escenas más recordadas de El secreto de sus ojos es aquella donde el personaje de Francella realiza, en un bar, un monólogo donde concluye que lo único que un hombre no puede ocultar es su pasión. Así descubren que el asesino, probablemente, esté viendo a su equipo, Racing, dando pie al famoso plano secuencia en la cancha de Huracán. En el remake pasa lo mismo, pero en un estadio de béisbol.
—¿Es verosímil encontrar la misma pasión en el estadio de los Dodgers de Los Ángeles que en una cancha de fútbol argentina?
—(Ríe) A lo mejor las manifestaciones son diferentes, pero las pasiones humanas se parecen mucho. Las buenas y las espantosas. Si yo voy a un partido de béisbol, no sentiré esa pasión. Pero esa dificultad es mi responsabilidad, porque es un mundo ajeno cuyos códigos no comprendo. Lo que nos cuesta de una cultura a la otra es detectar los caminos de esas pasiones pero, en el fondo, siempre están.
—¿Es la argentinidad uno de los puntos fuertes de tu obra?
—Si hubiera tenido que responderte hace seis o siete años, te hubiera dicho que sí, que la argentinidad sería poco menos que una condición para poder interpretar mi obra. Pero El secreto de sus ojos sale de la Argentina y es apreciada, también la novela. Creo que si uno cuenta el mundo que conoce, otro que no habita ese mundo puede apropiárselo y llevarlo al mundo que sí conoce.
A Sacheri le gusta pensar que las adaptaciones terminan haciendo que una obra sea más compleja y que tenga más lecturas posibles. Le gusta imaginar —en la que, dice, es una imagen un poco cursi— que si alguien escribe y publica un libro es como una hoja que anda dando vueltas, posándose donde la lleva el viento. Y que una película es como una ráfaga que la vuelve a levantar, llevándola a nuevos lugares.
—“Todas las hojas son del viento”, decía Spinetta.
—Exactamente. Y bueno: si es una imagen de Spinetta, no es cursi.
ADAPTANDO
Gran parte del 2015 Eduardo Sacheri lo ha dedicado a un proyecto chileno. Es la adaptación de Inés del alma mía, novela de Isabel Allende que se convertirá en una serie de televisión que transmitirá Chilevisión. A principios de este año fue contactado por Fábula Producciones (No, Gloria) para participar en el proyecto. Les pidió un tiempo para leer la novela, ver si podía aportar algo al adaptarla, y terminó aceptando. “En el camino me encontré con episodios de la historia de Chile que no conocía, por lo que tuve que ponerme a estudiar para entender bien aquella época”, dice Sacheri, quien además es profesor de Historia, y que en este caso se tuvo que sumergir en el periodo de la Conquista y en la vida de Inés de Suárez.
“En el camino me encontré con episodios de la historia de Chile que no conocía, por lo que tuve que ponerme a estudiar para entender bien aquella época”, dice Sacheri, sobre la adaptación de la novela de Isabel Allende “Inés del alma mía”.
El trabajo ha sido en dupla con el dramaturgo chileno Luis Barrales (Hans Pozo en teatro, Príncipes de barrio en televisión). Dice que están en una etapa de corregir y afinar detalles. Antes hubo un diseño general, del cual estuvo a cargo, y luego se sumó Barrales a la escritura del guión.
El haber sido adaptado le ha servido para transparentar sus pretensiones al momento de hacer el mismo trabajo con otros. Así, ha llegado a la conclusión de que lo mejor es aproximarse a estos textos con ánimo de lector; poniéndose en su lugar y definiendo un área límite de la que, si sale, probablemente moleste a los seguidores del libro. Lo que no le asusta que pase con Secretos de una obsesión: ”Es distinto, porque ya no es una traducción de libro a película. Es de película a película. Y ahí me parece que, si no vas a saltar, no hagas la remake. Ahí cambia mi paradigma”.
Pero la máxima preocupación de Sacheri por estos días —más que el estreno del remake, la adaptación de la novela de Isabel Allende o la promoción de su libro Las llaves del reino, una recopilación de sus columnas en El Gráfico editada recientemente por Alfaguara—es el partido de vuelta de la final de la liguilla argentina, que se juega este domingo en la cancha de Racing de Avellaneda.
—¿Vas a ir al estadio el próximo domingo?
—No, porque acá en Argentina somos tan salvajes que no toleramos la existencia de público visitante. Como hemos santificado la brutalidad, no se puede.
—Durante 2014 Independiente jugó, por primera vez, en la Segunda División del fútbol argentino. ¿Alcanzaste a adaptarte a verlo en el ascenso?
—La vida te enseña que el ser humano se adapta a casi todo. Por supuesto que siendo un equipo siete veces campeón de América, es una posibilidad que nunca te imaginás. Hasta que un día pasa.