Por Marisol García // Fotos: Rodrigo Villalón Enero 29, 2016

En los casi veinte años que lleva ocupado en la música, José Antonio Bravo (1975, Arica) acumula incontables funciones, créditos y hasta seudónimos, pero nunca hasta ahora lo habían llamado un “innovador social”. Productor, compositor y colaborador de destacados músicos locales, Latin Bitman es uno de los DJ locales de más profunda huella internacional, si bien su cruce al activismo colectivo es un emprendimiento ciento por ciento chileno.

Como director de proyectos de Chile Toca, y tras años de encargos de profesionales de la música, DJ Bitman busca hoy acercar su oficio a interesados de cualquier lugar del país, por pequeño que este sea. Desde junio de 2015, y junto a más de treinta DJ y productores, lleva adelante la iniciativa de convertir el discjockeo en herramienta de educación, descentralización y vínculo social. El lema de Chile Toca es elocuente: “Todos somos DJ”.

—Meterme en esto ha sido abrir tierra de un modo completamente nuevo para mí —comenta Bitman—. Partí con este proyecto en parte buscando salir de la discotheque, que se había convertido en una prisión. Más que una manera en la que yo pudiera expresarme creativamente, el asunto pasó a tratar de complacer a la gente. Por muy bien que me haya ido como DJ, y estoy superagradecido, llega un punto en que eso te agota. Ahora he descubierto que soy mucho más un hombre de proyectos y negocios que un virtuoso detrás de las tornamesas.

La figura del pinchadiscos se ha vuelto habitual en discotecas, restaurantes y actividades de marcas, pero no existe en Chile una entidad que los represente ni un registro que permita hacerse una idea de cuántos DJ se ganan la vida como tales. DJ Byte (31), activo en las mezclas desde los catorce años, y también parte de Chile Toca, explica que “ni siquiera están establecidas las bases que permitan decir qué hace a un DJ profesional. Por DJ se pueden entender muchas cosas, desde el tipo que pincha en un restobar hasta un productor que crea música propia”. En septiembre pasado, en Tokio (Japón), DJ Byte fue elegido campeón mundial de Thre3style 2015, una competencia organizada por Red Bull en la que durante quince minutos un jurado especializado evalúa a los postulantes en su habilidad técnica, originalidad de su repertorio y reacción de la audiencia. Su triunfo es marca del alto nivel, que hoy distingue a parte de la escena local de DJs, si bien no asegura la consolidación de esta escena, cree Bitman:

—La contradicción que yo comencé a ver acá en un momento era que, por un lado, surgían cada vez más interesados en ser DJ, cabros con un talento apabullante, pero, al mismo tiempo, que el ambiente estaba super mal educado en lo musical.

Chile Toca nació en parte por esa inquietud. Bitman confía en que el colectivo ayude a formar DJs “con criterio”.

—Suele asociarse el discjockeo a un oficio hedonista y frívolo.
—Claro, pero los que estamos sabemos que no es así. Chile Toca busca acercar a los chicos a lo que hacemos, bajándonos nosotros del escenario, de los afiches, de las luces… tiene algo de desendiosar a los DJs. Es hora de ir de alguna manera levantando una cultura en torno a nuestra actividad.

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Bitman recuerda la primera vez que tuvo al frente dos tornamesas. En los años noventa tenía que caminar hasta la tienda de un amigo, en Providencia, la única en Santiago que entonces contaba con el equipamiento adecuado para practicar. Nadie creía posible que el interés por pinchar discos pudiera convertirse en profesión.

“Chile Toca busca acercar a los chicos a lo que hacemos bajándonos nosotros del escenario, de los afiches, de las luces… tiene algo de desendiosar a los DJs”, dice DJ Bitman.

“La primera vez que me atreví a hacer scratch fue cuando quedé solo, sin nadie mirándome, pero ahí ya no paré más — recuerda—. Yo entiendo que alguien se intimide con esto. Pararte en un escenario con la misión de impresionar a mucha gente al frente es algo desconocido, expuesto, tal como salir a cantar frente a un micrófono. Y, por eso, lo primero que enseñamos en las clínicas de Chile Toca es a perderles el miedo a las máquinas”.

Fogueado a estas alturas en una discografía repartida entre proyectos propios o en colaboración (como los estupendos registros junto a Bitman & Roban o RVSB), DJ Bitman divide hoy su carrera entre Chile y Estados Unidos. Estuvo entre la primera camada de interés para el sello Nacional Records, con base en California, que lo fichó al mismo tiempo que a Los Tres y Los Bunkers. En 2011, con el disco Welcome to the Ritmo Machine estrenó su trabajo junto a uno de los integrantes del grupo Cypress Hill, Eric Bobo. Se ha presentado en Lollapalooza-Chicago, y hay temas suyos en videojuegos, comerciales y conocidas series de factura estadounidense.

Bitman dice que el valor de su trabajo con Chile Toca es que por primera vez ha encontrado una plataforma que trenza tecnología, arte y trabajo social. Le sorprende el buen primer impulso que ha tenido el proyecto, largado hace siete meses. Sólo este verano, el músico supervisa veinte clínicas en Arica, Iquique y Aysén. Las de esta última región fueron financiadas por un fondo de casi cuarenta millones de pesos, otorgado por el Subcomité de Difusión Tecnológica y Entorno para la Innovación de Corfo. Convenios con municipalidades y centros culturales les han asegurado hasta ahora un espacio y el equipamiento básico para sus actividades en otras regiones.

Chile Toca ofrece hoy dos formatos de instrucción, todos ellos a cargo de DJ profesionales y sin costo para los interesados. El más breve es la clínica interactiva, una jornada de cuatro a cinco horas de duración que introduce a los asistentes al oficio del DJ y entrega consejos generales sobre la técnica. “Una mezcla de charla teórica, técnica y motivacional”, resume Bitman. Al final de una clínica, cualquier participante despierto puede largarse, por ejemplo, a hacer scratch. “La idea es que manipulen los discos, que no les tengan miedo, y que entienda qué hace a un DJ mejor que otro”, explica el director de proyectos del grupo. “Nos interesa despertar en los chiquillos el interés, que vean que hay muchas maneras de ejercer como DJ. Que pasen de cero… a algo. Y que, si de verdad se interesan profesionalmente en esto, puedan luego seguir solos”.

El segundo formato es el de los talleres participativos, que irán de tres meses a un año completo. Su objetivo es ahondar en las prácticas asistidas, introducir a los alumnos a la autoproducción musical y la interacción con el público, y enseñar técnicas avanzadas de scratch y mezcla. La posibilidad de aprender de DJs que habitualmente trabajan con Ana Tijoux o Movimiento Original sin duda ha motivado la asistencia de los inscritos. C-Funk (Los Tetas), DJ Caso, DJ Squat (Makiza, Pánico), DJ Raff, Vicente Sanfuentes y Hordatoj son también parte del colectivo.

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En cada fiesta o concierto que anima desde un escenario, DJ Raff (39) siempre capta a al menos un asistente que se aparta de la masa en movimiento para mirarlo a él con detención. “Son los mateos. Los reconozco altiro, porque yo también fui uno”, cuenta el músico, quien a inicios de los años 90 se involucró con bandas como La Frecuencia Rebelde y La Pozze Latina, para largarse luego a la producción y creación solista en Chile y el extranjero. “Luego se me acercan y me hacen preguntas. Tienen mucho entusiasmo y ganas de aprender. Es triste decirlo, pero si quieres trabajar en esto y no te vienes a Santiago y estableces contactos, tus posibilidades son nulas. Este es un trabajo en el que tienes que manejar mucha información”.

DJ Raff ve su labor en Chile Toca precisamente como un modo de hablarles a esos mateos con más curiosidad que datos. “Puedo decirles: ‘Sí, he tocado en Europa, en Lollapalooza-Chicago, pero tuve los mismos sueños que tú, partiendo desde mi pieza con un tornamesa que tenía que llevar en la micro cuando me salía una tocata en la que no me pagaban nada”’.
Raff tiene un título chileno de estudios en sonido y un posgrado de Sonología en la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona). Cree que “hay muchas formas de ser DJ” y que el campo laboral y creativo para su oficio es amplio. Mantiene un sello, Pirotecnia, y lanza discos a un ritmo casi anual, solo o en colaboraciones.

—¿Tiene hoy Chile una escena de DJs descollante para Sudamérica?
—Al menos por los comentarios que recibo, sí. “¿Qué onda Santiago?”, te preguntan, como si acá hubiese un Berlín de Latinoamérica. Cuando me lo dicen, pienso: si supieran que casi no hay industria, que no hay managers ni revistas especializadas, que estamos todos haciendo un esfuerzo enorme a puro pulso. Si la música se ha podido exportar y sostener en estos años, ha sido por puro mérito de los músicos y la capacidad que hemos tenido para saber usar internet, y llevar la música lejos a través de gestiones personales.

Entre otras cosas, Chile Toca es parte de esa nueva gestión directa de la música, casi sin intermediarios, y en ese impulso se enlaza con un movimiento más amplio de cantautores, bandas y productores que hoy avivan la música chilena en olas de considerable altura. Es un cambio de papeles que exige también otros modos de transmisión de conocimientos, de los ejecutantes a los interesados, del que hace al que practica. Del que planifica al que toca.

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