Chicos, hay que ser puntuales. Mucha pinta, mucha facha, pero la ropa no actúa, chicos”. Los actores ríen, se ponen sus disfraces y comen frutas antes del ensayo, mientras entre ellos se pasea el payador Guillermo “Bigote” Villalobos (62) a pata pelada, tocando cuecas con su guitarra e imitando los retos habituales de Héctor Noguera (78), director de la obra, a sus actores.
Son las 11 de la mañana de la víspera de Nochebuena, y el elenco de Sueño de una noche de verano está por comenzar uno de sus últimos ensayos en una de las semanas más calurosas en años en Santiago, previo a sus dos presentaciones —completamente agotadas— en el CA 660, como parte del Festival Santiago a Mil.
Noguera llega un poco atrasado y su hijo, Diego, que en la obra representa a Juan, uno de los enamorados, bromea con un ensayo anterior que fue un fracaso. “Es que claro, no estaba papi presente”, le responde su padre.
Antes del ensayo, el Premio Nacional de Artes 2015 da instrucciones generales a su elenco: “Este es un ensayo serio, por favor hagamos la pasada de una vez, sin parar. Después tendremos tiempo para sugerencias y correcciones. Y Tato, sé que tienes una gran capacidad de improvisación, pero hoy seamos fieles al guión”.
“Tato” es Luis Dubó, quien responde asintiendo con la cabeza y replica con una anécdota. “Cuando yo trabajé en el circo y hacía de payaso Alambrito, el Tony Caluga nos decía: ‘Tienen que salir a escena como las vedettes’ ¡Así tenemos que salir ahora!”. Dubó corre hacia el centro como si viniera saliendo detrás del telón y se presenta con un movimiento de bailarina.
Las risas son interrumpidas por los acordes que salen de las cuerdas de “Bigote”, que indican que la obra está comenzando. Los actores —incluido Héctor Noguera, que tiene un pequeño papel— entran a escena en la calurosa sala de ensayo de la Escuela de Teatro de la Universidad Mayor, donde Noguera es director de carera. Los 14 actores bailan en parejas, mientras cantan acompañados de las guitarras de los payadores y dan inicio a la versión chilena de la obra de Shakespeare, ambientada durante la boda de Teseo e Hipólita, que toma elementos de la comedia de equivocaciones para configurar una historia de amor entre dos parejas nobles, donde aparecen cómicos, duendes y hadas.
Qué me dijiste
Nada le dije
Algo le haría como que se aflige…
Ay sí.
La idea fue de Héctor Noguera. Junto con su compañía Teatro Camino había representado en años anteriores La vida es sueño y El gran teatro del mundo, ambas piezas clásicas del español Calderón de la Barca, y Noguera, por su parte, había participado de los montajes de Hamlet y El rey Lear, del dramaturgo inglés. Para Noguera, Sueño de una noche de verano completa una trilogía con las obras de Calderón, porque “hablan sobre la sociedad en la que estamos viviendo. Se desarrollan en el contexto de la aparición del individualismo y de la pérdida de la humanidad que conlleva. La idea de que la vida es un sueño tiene mucho que ver con poner en jaque a la realidad. Con preguntarse: ¿la realidad es la realidad o es un sueño?”.
De todas las traducciones de Sueño de una noche de verano que el actor leyó, ninguna le gustó. Las encontraba empaquetadas, demasiado intelectuales. Por lo mismo, decidió volver a las raíces y dotar a la obra del carácter popular con el que fue escrita. “El verso chileno tenía la sabiduría, el humor y la picardía necesarias para reflejar el espíritu con el que se escribió esta obra de carácter popular”.
Concluyó que si trasladaba la obra a versos populares chilenos, se podía acercar de mejor manera al texto original. Así, a principios de 2015, decidió apoyarse en el actor Daniel Muñoz, quien aceptó participar en la coordinación de la dramaturgia.
“Con este trabajo la obra se revaloriza, porque adquiere un sentido popular que también tenían las obras originales. Shakespeare escribía para el pueblo. Con códigos y lenguaje del pueblo. Si uno se remonta a esta época, a mí me hace mucho sentido que sean escritores populares los que adapten esta historia”, dice Daniel Muñoz".
“Me invitó a trabajar pensando que yo podía hacer la adaptación a décimas, al verso chileno, similar a lo que era La Negra Ester, el trabajo del tío Roberto Parra. Pero, claro, para mí solo era imposible, demasiado complicado. Así que se me ocurrió pedirle ayuda a un par de payadores”, cuenta Muñoz.
Los escogidos fueron Guillermo “Bigote” Villalobos, payador desde hace más de 30 años que ya había hecho un trabajo similar con El Roto y el Diablo, de Antonio Acevedo Hernández, y que colaboraba con el grupo de cueca de Daniel Muñoz, 3x7 Veintiuna, y Manuel Sánchez, payador y guitarronero que ha trabajado con Inti-Illimani y Mauricio Redolés, además de haber compuesto, entre otros temas, la canción central del programa de TVN, Tierra Adentro.
Con Daniel Muñoz como coordinador, Noguera encargado de dar los vistos buenos y de dirigir el montaje, y los cantores populares como responsables de la adaptación a décimas, cuartetos, coplas y sonetos, en mayo del año pasado comenzaron el trabajo. Todos los lunes se juntaban en la oficina de Noguera en el centro de Santiago, para discutir los textos que traía Villalobos, encargado de las partes dramáticas, y Sánchez de las cómicas. Luego, seguían la discusión almorzando en el Mercado Central.
“Al principio, igual me asusté”, reconoce Bigote. “Me dio cosa, ¡si era Shakespeare! Pero después, leyendo el texto, me di cuenta de que, finalmente, son los mismos temas de los que hablamos en la poesía popular: el amor, las traiciones”, dice, y agrega que tuvo que leer varias veces la obra para hacerla propia y empaparse de su ritmo.
Y si bien en un principio la idea era hacer un texto inspirado en la obra del autor inglés, las versiones que traían los payadores eran muy fieles a la historia original, por lo que Noguera y Muñoz decidieron que esto tenía que ser una adaptación a la chilena. Comenzados los ensayos, los payadores entraron en escena, ya que en esta adaptación ellos son los encargados de darle el ritmo y de llevar el relato: son los únicos personajes que están presentes durante la hora y media que dura la obra.
“Mi principal motivación para participar fue poner en valor la poesía popular y chilenizar esta obra. La presencia de dos payadores en escena la chileniza. ¡Si cantamos hasta cuecas! Buscamos, con esto, poner en valor el quehacer de los payadores, que hemos estado presentes en la historia de este país desde que llegaron los españoles”, dice Guillermo Villalobos.
El trabajo dio origen a este tipo de diálogos, donde uno de los nobles —acá llamado Juan, interpretado por Diego Noguera— promete a su enamorada:
Escucha entonces atenta
Yo tengo una tía viuda
Nos recibirá sin duda
Su casa está en Aculeo
De Champa pa’l la’o del mar
Ahí nos vamos a casar
Sin que se entere Teseo.
Noguera aclara, eso sí, que no se trató de adaptar el clásico inglés al contexto chileno, sino de contar la historia desde ese punto de partida. “Desde el campo chileno, desde las tradiciones campesinas. Y esos personajes que son nuestros, son también de todo el mundo. Las hadas, los duendes, también están en Chile. Desde estos lugares, en que se concibe lo que es el alma popular, se construye la obra. Y se recurre a elementos que son muy nuestros. No solamente en el texto, sino también en la puesta en escena, que toma elementos del circo chileno. Es, desde lo nuestro, llegar a Shakespeare”.
Noguera está en todos los detalles. Dicha la última frase del guión, organiza la salida de los actores para recibir los aplausos. “Eso, mentón arriba, muy bien”. Ricardo Fernández, conocido actor de teleseries, que en esta obra encarna a Teseo, bromea invitando a la productora e hija del director, Piedad Noguera, a subir al escenario. “¡Venga, alcaldesa de Coquimbo!”, tras lo cual Piedad se sonroja. Porque los chistes sobre las presentaciones en regiones abundan, como preparándose para la extensa gira que los tendrá, luego de presentarse en el CA 660 esta semana, recorriendo Chile durante todo el verano, como parte de los homenajes por los 400 años de la muerte de Shakespeare. El recorrido incluye fechas gratuitas en Pedro Aguirre Cerda, San Felipe, La Granja, Quilicura, Casablanca, Melipilla, Peñalolén, Iquique, Antofagasta y Mejillones, para terminar con una presentación el 23 de enero en el Parque Bustamante.
Este martes, además, se lanzó en el GAM un libro con el texto íntegro de la obra, editado por LOM, para quienes quieran revisar el trabajo de Héctor Noguera, Daniel Muñoz, Guillermo Villalobos y Manuel Sánchez.
Sobre si los textos de Shakespeare se revitalizan al ser adaptados al lenguaje popular, Daniel Muñoz no tiene dudas. “Cuando se hace un trabajo como este, puede resultar un desastre. Porque, claro, la gente de teatro, los celosos, los estudiosos, consideran que no es traducible. Con este trabajo la obra se revaloriza, porque adquiere un sentido popular que también tenían las obras originales. Shakespeare escribía para el pueblo. Con códigos y lenguaje del pueblo. Claro, muchos siglos atrás. Si uno se remonta a esta época, a mí me hace mucho sentido que sean escritores populares los que adapten esta historia”.
Los actores salen de escena y Bigote, aún sin zapatos, sigue tocando. “Muy buen ensayo, chicos. A descansar, chicos. Vamos, chicos”, dice. Luis Dubó, Ricardo Fernández, Paloma Moreno, Héctor y Diego Noguera: todos celebran los chistes del cantor popular y se le acercan, de a uno, para hacerle sugerencias sobre los énfasis de las canciones que marcan la entrada de sus personajes a escena.
No hay duda. En esta obra, los payadores son los dueños del ritmo.