Álex Anwandter (32) llegó hace un día a Berlín. Le ha costado acostumbrarse al frío de la ciudad, pero le esperan días agitados: el sábado 13 en la noche será el estreno de su película, Nunca vas a estar solo, en el cine Cubix, en Alexanderplatz, y el domingo tiene una maratón de entrevistas con medios de todo el mundo. La agenda que le armaron sus encargados de prensa en el festival está llena y eso ha sorprendido a todos, incluso a él, que por primera vez no discutirá de electropop con los periodistas, sino que hablará de cine. Su primer largometraje, seleccionado en la sección Panorama, ha atraído bastante interés en la Berlinale, no sólo por el prestigio que tiene como músico en Latinoamérica y Estados Unidos. También por la historia que narra el filme, inspirado en el caso de homofobia más feroz y mediatizado del Chile reciente.
Anwandter lo ha aclarado varias veces: Nunca vas a estar solo no es sobre Daniel Zamudio ni está basada en su vida. Le han hecho esta pregunta tantas veces, que ya le resulta frustrante, pero sí es cierto que fue este caso el que lo motivó a dejar el formato pop de tres minutos para sentarse a escribir un guión. Anwandter y Zamudio habían intercambiado un par de mensajes después de que el joven, que era su fan, le escribiera a través de las redes sociales. “Fue superfuerte todo lo que pasó. Me afectó un montón, porque me vi tangencialmente involucrado en la muerte, como cuando ponían mis canciones en su funeral. Fue muy chocante. Lo artístico, lo personal y lo político para mí son una misma cosa, así que era un poco inevitable que el tema surgiera con fuerza en este primer guión. No imagino de qué otra cosa hubiese escrito en ese momento”.
Nunca vas a estar solo es la historia de Juan (Sergio Hernández), un trabajador de una empresa de maniquíes que vive con su hijo Pablo (Andrew Bargsted), un joven de 18 años que sufre una golpiza homofóbica brutal que lo deja en estado grave. En ese momento, Juan choca contra un sistema violento y cruel: mientras el hospital lo asfixia con deudas millonarias y el Poder Judicial no sanciona la golpiza por falta de testigos, su jefe lo traiciona. De la noche a la mañana, el padre se despierta en una especie de infierno kafkiano. Sus influencias fílmicas, dice Anwandter, son los alemanes Rainer Werner Fassbinder y Douglas Sirk, dos cineastas que toman el melodrama como una herramienta política.
—Una película no es un ensayo ni un artículo periodístico. No quería ser panfletario. Si uno es panfletario no conecta, y si alguien no empatiza con el violentado, difícilmente va a cuestionar esa violencia. Me pareció clave que no se tratara del niño. No es en él en quien tenemos que centrarnos, sino que en el resto de nosotros, que permitimos que esa violencia exista y lo permitimos en todo tipo de formas, desde a quién le puedes tomar la mano en la calle, hasta con quién te puedes casar.
Después de la función del sábado, en la que se llenó la sala y varios no pudieron entrar, mucha gente se quedó para hablar con el director. Una vez más le preguntaron por Daniel Zamudio, pero Anwandter lo volvió a decir: aquí hay un tema que desborda un caso particular. Es cierto que la mayoría de las causas funcionan con símbolos y mártires, admite, pero la discusión no puede quedarse ahí.
—La película está hecha para analizar el contexto que alberga la violencia más que para obsesionarse con el morbo de quien la sufrió. No fue sólo él. Mañana le van a gritar fleto culia’o en la calle a alguien. Hoy le gritaron a alguien, estoy seguro. Entonces me interesaba mucho que no se tratara de Daniel Zamudio. Que me pregunten tanto si la película es sobre él es otro símbolo de la poca disposición que hay de abstraer el tema y profundizar en él —advierte. La Ley Antidiscriminación dictada después del asesinato de Zamudio, dice, es un detalle en un contexto que no cambia, en el que otros jóvenes siguen muriendo.
—Le mencionaba a una periodista alemana que, en Chile, si eres mujer, tienes 13 años, te violan y te vas a morir por el embarazo, no puedes abortar. Y eso es el mismo tema que la homofobia, es parte de un mismo fenómeno que tiene que ver con lo que significa ser hombre y ser mujer. Cambiar esa idea es algo muy lento y difícil. Diariamente me llegan mensajes homofóbicos en las redes sociales y a veces son de fans. Así de escindida está la mente en relación a cuán violento se puede ser en torno a este tema.
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Una de las preguntas que más se repitieron la noche del estreno de Nunca vas a estar solo fue qué quería enseñarle a la gente con esta historia. Pero para Álex Anwandter ni el cine ni la música deben ser una clase de moral, sino un reflejo de lo que somos. Cuando estaba al frente de la banda Teleradio Donoso, el músico intentó deslizar en sus letras frases que remitieran a las problemáticas de género, pero fueron intentos tímidos. Fue en su etapa solista que se decidió a hacerlo sin miedo: “Tatuaje”, el primer single del disco Rebeldes (2011), se convirtió en la primera canción de amor dedicada a otro hombre en sonar en las radios chilenas, mientras que “¿Cómo puedes vivir contigo mismo?” fue adoptada como un himno por la comunidad gay. En el disco hace creer que las letras están escritas para un hombre, pero el músico confesó más tarde que están hechas para una mujer. La decisión de cambiar el género fue intencional.
—Me sorprende y me violenta que a la gente no le puedan caber en la cabeza las dos ideas. Una persona sólo puede ser blanco o negro y todo lo que está entremedio, matémoslo, porque no puede existir. Una de las formas que he encontrado para combatir esa violencia no es discutir ni argumentar, sino ser uno el tema, escribir yo una canción a un hombre y ponerla en la radio. Me resulta interesante autoinmolarme como vía para provocar. Lemebel me parece una guía increíble en ese sentido —cuenta Anwandter. Nunca vas a estar solo no está lejos de eso. Dice que, de cierta forma, se trata de un trabajo autobiográfico, que es él quien habla detrás de los personajes.
“La película está hecha para analizar el contexto que alberga la violencia más que para obsesionarse con el morbo de quien la sufrió. No fue sólo Zamudio. Mañana le van a gritar fleto culia’o en la calle a alguien. Hoy le gritaron a alguien, estoy seguro”.
La belleza estética de la película es uno de los detalles que sorprenden: cada plano está pensado de manera muy cuidadosa. Las escenas nocturnas, cargadas de contrastes entre luces de neón y oscuridad, dan al filme un ambiente sombrío que también anuncia la banda sonora. Fue el director el que se encargó de componer la música, y si la melodía de la secuencia inicial recuerda en algo a Taxi Driver, tiene que ver con que Bernard Herrmann es uno de los compositores preferidos de Anwandter. Eso sí, también se escucha a Juan Gabriel en la película.
—Soy superfan. Lo fui a ver la última vez que vino a Chile. Para mí, es quizás el mejor compositor latinoamericano, así de alto lo tengo clasificado —afirma el músico, quien mientras filmaba la película trabajó en paralelo en un nuevo disco, Amiga, que será lanzado en abril. En el primer single, “Siempre es viernes en mi corazón” —donde colaboran Ale Sergi y Juliana Gattas, del grupo argentino Miranda!—, Anwandter le declara la guerra a dos instituciones: “Si quiero prenderle fuego a algo, que sea a la Iglesia y al Congreso”.
—El disco tiene muchísima información. Y cuando digo esa palabra “autoinmolación”, no te imaginas el grado cuático de eso en el disco. Me da un poquitito de miedo. Sé que va a provocar alguna reacción. Es superlanzado, produce una reacción muy emocional y visceral en la gente.
—Hay quienes le recriminan frivolidad al pop chileno. ¿Por qué crees que aún no se hace cargo de su contexto?
—Hay muchas razones. Una es directamente una especie de inconsciencia social de los músicos. Está la horrorosa entrevista a Andrés Nusser, de Astro, donde le preguntaron algo parecido y él dijo “hasta cuándo”, casi como “hasta cuándo hay que hablar de los detenidos desaparecidos”. La respuesta se hizo famosa con justa razón, por atroz. Por otro lado, la protesta exige un grado altísimo de credibilidad. Si vas a pontificar sobre algo, más te vale que tu vida sea coherente con lo que estás diciendo. Eso es muy difícil hoy, en que todos transamos con el capitalismo. En la transición, Jorge González no volvió a hacer canciones de protesta, por decirlo de alguna manera. Porque la transición es eso: es todos vendiéndonos.
—Desde el disco Corazones, de Los Prisioneros, no ha habido mucho pop para bailar y pensar.
—Y es superinteresante el caso de Jorge González. “Si la cultura es tan rica en Alemania, por qué el próximo año no te quedas allá”. Corte: él en un video diciendo que sólo en (el barrio berlinés) Friedrichshain se sentía cómodo. Lo encontré impactante. A eso voy: no puedes hacer las dos cosas al mismo tiempo, criticar algo y no vivir coherentemente con eso. Y eso está bien. Hay algo que se puede hacer para paliar un poco lo penca que es esa situación y tiene que ver con qué haces cuando tu visibilidad mediática es un poco mayor, si vas a hablar de Heineken Lifestyle o si vas a hablar de la detención por sospecha. Eso es tu decisión. Estoy lejísimo de ser totalmente coherente, pero intento ocupar la poca visibilidad que tengo para lo que me parece correcto. No voy a hacer una canción sobre el maltrato del Estado chileno al pueblo mapuche porque, si bien estoy del lado de los mapuches, no tengo credibilidad para hacerlo. Yo hablo del mundo que me queda cerca.