Eran las 11 de la mañana en Cannes y la fila para ver la película de Alejandro Jodorowsky, Poesía sin fin, daba vuelta a la esquina del cine en el que se estrenan a diario las películas de la Quincena de los Realizadores. El público era variopinto: había periodistas, críticos, acreditados del Mercado del Cine —el mayor evento de negocios del cine mundial— y personas comunes y corrientes que compraron sus entradas, gran parte de ellas fanáticos leales del cineasta chileno. De la nada, aparece un hombre de pelo blanco y revuelto a lo Jim Jarmusch, quien reparte tarjetas que lleva en un bolso bordado con el símbolo hindú OM. "Eres hermoso", se lee en una cara, y en la otra, cuatro líneas en mayúscula: "No lo hagas sin disfrutarlo/No lo hagas sin tu alma/Hazlo como si fuera la última cosa que harás/Hazlo como si la vida en el universo entero dependiera de ti". Un gesto psicomágico antes de ver el filme del psicomago mayor. Un pequeño empujón para entrar en la frecuencia del filme.
El hombre de las tarjetas es el escritor esotérico argentino Leandro Taub, quien poco después lo veremos aparecer en pantalla interpretando a Enrique Lihn, uno de los poetas y amigos que marcaron la juventud de Jodorowsky, período el que se centra la cinta, continuación de La danza de la realidad (2013). Poesía sin fin es la reconstrucción fílmica y psicomágica de su vida, y es apenas la segunda de cinco películas que el cineasta planea rodar. En ella, vemos a Nicanor Parra (Felipe Ríos) y a su primera enamorada, "La Colorina", Stella Díaz Varín (Pamela Flores), quienes, junto a Lihn, marcaron el período chileno de Jodorowsky (interpretado por Adán, su hijo), aquel que va desde su partida de Tocopilla a Santiago, y que termina cuando el poeta decide partir a París a conocer a los surrealistas.
Tras una ovación de pie que duró largos minutos, Jodorowsky tomó la palabra y contó, entre otras cosas, el difícil proceso de creación del filme —que fue financiado en parte gracias al crowdfunding— y explicó que su objetivo era, entre otras cosas, "convertir en bello lo que era feo", en alusión a un pasado traumático marcado por un padre autoritario, por un amor retorcido y venenoso con Díaz Varín, y por la posterior traición a su amigo Enrique Lihn, con cuya mujer tuvo un romance. La revista especializada Variety alabó la cinta, apuntando que no sólo es su trabajo más accesible, sino también "podría ser el mejor".
Mientras Jodorowsky presentaba su película, el caos festivalero seguía su curso: el sábado ya se había presentado seis de las 21 películas en competencia oficial, entre ellas, Money Monster, de Jodie Foster, que no entusiasmó a la crítica, pero que dio la primera dosis de glamour al evento, al tener a George Clooney y Julia Roberts paseándose por la alfombra roja. Como ha venido ocurriendo en los años anteriores, la gran sorpresa hasta ahora ha sido el filme de la cineasta más desconocida de la competencia: si el año pasado fue la húngara El hijo de Saúl, de Lazlo Nemes (ganadora del Oscar a Mejor Película Extranjera), este año fue Toni Erdmann, de la alemana Maren Ade, la cinta que hasta ahora ha recibido la mayor cantidad de estrellas y buenas críticas en lo que va del certamen, con un promedio de 3,8 puntos de 4, según las estadísticas de Screen International, y que, para Le Figaro, hasta ahora "es la Palma de Oro". La cinta —que sacó carcajadas y ovaciones— relata el intento tragicómico y delirante de un padre por acercarse a su hija creando un alter-ego y usando el humor como arma.
Ayer domingo, Toni Erdmann tuvo competencia: Paterson, el último trabajo del gran cineasta estadounidense Jim Jarmusch, se convirtió en la favorita de varios. El filme narra la tranquila vida cotidiana de un chofer de bus llamado Paterson (Adam Driver), que vive en una ciudad que lleva su mismo nombre, que comparte sus días con su mujer, una poeta iraní-americana, y que, día a día, sentado en el asiento del conductor, escribe un poema sobre las cosas que vive y observa. Es un filme pequeño, delicado, detallista, melancólico y muy jarmuschiano: Indiewire lo describió como su trabajo más personal y destacó, ante todo, la notable actuación de Driver.
Los grandes perdedores hasta ahora han sido los franceses. Staying Vertical, de Alain Guiraudie, y From the Land of the Moon, de la actriz Nicole García, son las dos películas que menos han entusiasmado a la prensa y las que peor críticas han recibido. Para los días que vienen, las expectativas están puestas en el regreso del canadiense Xavier Dolan, con It's only the end of the world, y en Aquarius, del brasilero Kleber Mendonca Filho (con Sonia Braga como protagonista), un filme que también podría convertirse, según los rumores, en una sorpresa. En la Quincena, en tanto, el filme más aplaudido por el público ha sido Ma vie de Courgette, de Claude Barras, un trabajo de animación que fue aplaudido de pie durante largos minutos.
Aparte de la polémica que se dio al comienzo del certamen en torno a Woody Allen y las acusaciones de supuestos abusos sexuales, no ha habido aún grandes controversias ni películas que hayan sido destrozadas unánimemente por la prensa, como ocurrió el año pasado con Sea of Trees, de Gus Van Sant. En paralelo, mientras las estrellas siguen desfilando cada tarde por la alfombra roja —en los próximos días se verá a Sean Penn, Charlize Theron, Marion Cotillard, Kristen Stewart, entre otros—, en las calles los tumultos de gente que se agolpan alrededor del Palais des Festivals de Cannes, el epicentro del evento, ponen los pelos de punta a varios asistentes que ven en cada esquina un potencial peligro de atentado. Pero el miedo no ha impedido el desarrollo de Cannes, donde todavía queda el estreno de 12 películas de la competencia oficial.
El festival recién comienza.