Diana Fraczinet camina por el patio de la escuela municipal Sanitas, de La Granja, con los hombros rectos, la postura perfecta; en un momento se detiene, aprieta los puños y gesticula con su rostro como si estuviera muy enojada, tensando todo el cuerpo, mientras a su alrededor los cuarenta alumnos de quinto básico la observan atentos, fijándose en todos los detalles de sus movimientos, pues luego será su turno: tendrán que caminar por el patio en esa misma postura, y luego gesticular con la misma intensidad que ella, transmitir emociones con el cuerpo, confiar en sus movimientos. Diana gesticula y ellos la contemplan en silencio; pero hace unas semanas, cuando conocieron por primera vez a esta actriz y pedagoga teatral, ese silencio no existía por ninguna parte. Los cuarenta alumnos gritaban, se movían, no lograban concentrarse, no dejaban que ella hablara y les contara por qué estaba ahí, frente a ellos. El profesor Marcelo Molina (32) —a cargo del curso en esa hora— les había adelantado algo: serían parte de un proyecto piloto en el que tendrían semanalmente dos horas de Teatro como una asignatura más de su currículo. Pero sólo eso. No sabían los detalles, cómo serían las clases, en qué consistía este ramo nuevo. Entonces, llegó Diana y se dio cuenta de que no iba a ser fácil que le prestaran atención, así que se le ocurrió algo: que hicieran pantomima. Les enseñó algunas nociones básicas, logró mantenerlos en silencio y poco a poco se fue ganando su confianza y su interés.
“Para nosotros es una misión fundamental hacer que las artes escénicas sean importantes en la vida de las personas. Y ahí fue cuando pensamos que debíamos entrar en la educación, en todo el contexto de la reforma y esta idea de fortalecer la educación pública”, dice Carmen Romero.
Un par de clases más tarde estaban montando una primera obra frente al resto del colegio; todos vestidos de negro y con sus rostros pintados, todos convertidos en mimos. Y ahora están en el patio, en silencio, en una nueva hora de Teatro, entusiastas, mirando fijamente a su profesora, ya acostumbrados a lo que será este nuevo ramo que los tendrá todo el año aprendiendo distintos conceptos teatrales y a trabajar con máscaras, con marionetas, y a conocer las primeras nociones de actuación. Un proyecto piloto que busca ser el primer paso para que se pueda discutir, en medio de la reforma educacional, la posibilidad de que el teatro sea un ramo oficial en el currículo escolar. Un proyecto que fue ideado por la Fundación Teatro a Mil, que cuenta con la colaboración de la Municipalidad de La Granja, y que se está implementando, desde abril, en dos colegios de la comuna: Sanitas (5º y 6º básico) y Tecno Sur (1º y 2º básico).
Llevan cerca de 10 clases con cada curso, pero ya se empiezan a ver los primeros resultados.
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—Creo que una de las cosas fundamentales que nos hizo darnos cuenta de que debíamos llevar adelante este proyecto fue el trabajo que Ariane Mnouchkine hizo en la Escuela Nómade el año pasado, en el Centro Cultural Espacio Matta de La Granja —cuenta Carmen Romero, directora de Fundación Teatro a Mil.
Los distintos diálogos que tuvo con Mnouchkine —fundadora del Théâtre du Soleil— le hicieron darse cuenta a Carmen Romero y a su equipo que el proyecto de llevar el teatro a las aulas no era un simple capricho, sino más bien una necesidad.
—Lo que pasa es que dijimos: “Sabes qué, ya estamos en la ciudad con Santiago a Mil, estamos en distintas comunas con los espectáculos, con talleres de formación de público y artistas, con distintos proyectos, ¿pero cómo entramos más profundamente en la vida de las personas?”. Porque para nosotros es una misión fundamental hacer que las artes escénicas sean importantes en la vida de las personas. Y ahí fue cuando pensamos que debíamos entrar en la educación, en todo el contexto de la reforma y esta idea de fortalecer la educación pública. Ahí tenía sentido plantear este proyecto y lo hicimos —cuenta Romero.
Mientras todos terminan de dibujar, un chico está concentradísimo pintando. Y ese es un pequeño triunfo, explicará luego Nicole, pues ese niño viene de un hogar vulnerable y muchas veces no quiere hacer nada, pero ella se lo ha ganado de a poco. A él y a sus compañeros.
Lo que hicieron fue presentar a finales del año pasado la idea al diputado Pepe Auth: le mandaron una minuta y él la transformó en un proyecto de acuerdo —incorporar el teatro en los contenidos mínimos curriculares de la enseñanza básica y media— al cual se unió desde Felipe Kast a Gabriel Boric. A eso se sumaron reuniones en el Ministerio de Educación y en enero se aprobó la indicación para que el proyecto se discuta en el contexto de la reforma educacional, por votación unánime en la Cámara de Diputados. Ese día asistieron al Congreso distintas figuras del teatro, además de ChileActores y Sidarte.
Luego, entonces, la Fundación Teatro a Mil decidió dar otro paso más: echar a andar el proyecto piloto de cómo sería la experiencia real y probarlo al menos cuatro años en un par de colegios. Fue ahí cuando la Fundación empezó a trabajar estrechamente con la actriz Verónica García-Huidobro —directora del diplomado en Pedagogía Teatral que imparte la UC desde 2001— para coordinar el programa que se aplicaría en los colegios.
—Desde hace 30 años que estoy investigando sobre el vínculo entre teatro y la pedagogía, así que cuando me llamaron de la fundación y me contaron el proyecto, no dudé en sumarme —cuenta García-Huidobro, quien diseñó un plan de trabajo que la fundación decidió presentar a fines del año pasado en la Municipalidad de La Granja, con quienes ya habían trabajado en distintas instancias, por lo que el alcalde Felipe Delpin se entusiasmó inmediatamente con el proyecto. Así, empezaron a planificar todos los detalles junto a Grettys Bravo —directora de Educación del municipio—, y eligieron a dos colegios de la comuna: el Sanitas —que se ha caracterizado por tener buenos resultados— y el Tecno Sur —ubicado en una población altamente vulnerable—. En el caso de los cursos de Sanitas —5º y º6—, Teatro reemplazaría el ramo Habilidades para la vida, y en el caso de Tecno Sur —1º y 2º—, las clases de teatro se insertarían dentro de Lenguaje.
—En La Granja siempre hemos estado muy preocupados de una educación integral, nos importa mucho la formación afectiva también, y este proyecto nos ayuda en ambos sentidos, y no sólo aporta a los alumnos, sino también a los profesores con quienes están trabajando los pedagogos teatrales. Ellos también aprenden metodologías que luego usan en sus propias clases —explica Grettys Bravo.
Una vez diseñado completamente el proyecto, se les comunicó a las directoras de los colegios seleccionados y a los profesores que trabajarían junto a las pedagogas teatrales Diana Fraczinet (29) y Nicole Waak (31), quienes fueron seleccionadas por Verónica García-Huidobro.
En abril comenzó a funcionar el proyecto, y un par de semanas después, los alumnos de 5º básico del Sanitas estaban en el patio, interpretando una historia para los otros alumnos del colegio. Así, rápido, se han adaptado a esta materia que esperan ansiosos cada semana.
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Los niños de 1º básico del Tecno Sur gritan y se mueven por la sala cuando entra Nicole Waak con su bolso y distintos materiales que utilizará para la clase de ese lunes. La profesora jefe del curso, Jeanette López (34), los ordena y se ubica al fondo de la sala. Los niños saludan a Nicole y, entonces, para bajar las revoluciones, decide realizar un juego junto a la tía Jeanette: sacan una pelota imaginaria y les dicen a los niños que cada uno recibirá la pelota y que la deben devolver con fuerza a Nicole o a Jeanett
—¡Pero no hay ninguna pelota! ¡Yo no la veo! — grita uno.
—¡Pero cómo no la ves! —le dice Nicole, quien se la lanza a otro compañero, que la recibe y se la devuelve con fuerza. Jugarán así por varios minutos y el juego los relajará.
Una vez que logra captar su atención, Nicole le pedirá a uno de los niños que sea su ayudante y recién empezará la clase, donde no perderá nunca el tono lúdico. Quiere que los chicos aprendan divirtiéndose: les pide palabras que empiecen con las letras a, e y o, y ellos gritarán águila, escalera, olla, y entonces les indicará, luego, que con esas palabras construyan una historia entre todos y que después la dibujen.
—Al principio es todo como un juego, muy lúdico, para que vayan relacionando los contenidos y para que puedan incorporar las habilidades sociales. La idea es potenciar la lectoescritura y las habilidades comunicativas dentro del juego —explica Nicole Waak.
Mientras todos terminan de dibujar, su ayudante está concentradísimo pintando. Y ese es un pequeño triunfo, explicará luego Nicole, pues ese niño viene de un hogar vulnerable y muchas veces no quiere hacer nada, no tiene ánimo, pero ella se lo ha ganado de a poco. A él y a muchos de sus compañeros.
—Los papás están fascinados porque los chicos en la casa sacan sus dotes histriónicas, le cuentan historias a sus papás, se convierten en personajes, gesticulan, hacen un mundo —dice Jeanette López, quien agrega—: como profesora, cuesta romper el currículo porque a ti te piden resultados. Pero la municipalidad se atrevió con este proyecto y se agradecen estas oportunidades, porque estamos viendo que el foco son los niños y no el currículo. Se está mirando a los niños y no los resultados.
Y Waak complementa:
—Lo interesante es que esta enseñanza después repercuta en los resultados. Que en estas clases lúdicas reforcemos la lectoescritura y los conocimientos que vayan adquiriendo los niños en 1º y en 2º.
Todas las semanas, Nicole Waak y Diana Fraczinet se juntan con Verónica García-Huidobro para comentar las clases y analizar cómo va el programa. Además, desde la municipalidad también se monitorea el proyecto y la Fundación Santiago a Mil también está pendiente. Saben que este plan piloto puede ser fundamental a la hora de argumentar por qué es importante que el teatro entre en los colegios como una asignatura.
—Las artes escénicas son esenciales en la formación de un individuo. Las artes son un derecho, aprenderlas es un derecho, no es un don que te cae del cielo, porque si no las matemáticas también serían un don. El ser humano tiene derecho a relacionarse con el cuerpo, con su voz, eso es el teatro —explica García-Huidobro.
Marcelo Molina, profesor del Sanitas, complementa:
—Si el proyecto resulta, debería insertarse en básica y media. Hacen falta las artes en las escuelas públicas, donde en general no hay especialistas en música o en artes visuales. Somos los profes generalistas los que realizamos esas asignaturas y la idea es que sean especialistas los que las hagan. Falta que los niños puedan desarrollar otros talentos más allá del lenguaje y las matemáticas.
Lo dice, además, porque ha visto cómo los alumnos de 5º y 6º han ido mejorando su conducta, y también, cómo algunos alumnos que son disruptivos en general, en la clase de Teatro son los mejores, los que más aportan.
—Yo he trabajado en distintos colegios enseñando teatro y siempre hay una resistencia desde los mismos colegas. Pero cuando entienden cómo el teatro puede aportar a la enseñanza, siempre se suman. Porque al final, hacer clases también es un acto creativo —dice Diana Fraczinet.
Por ahora, el proyecto ha tenido una evaluación positiva tanto desde la municipalidad como desde la fundación. La idea es poder ir sumando otros colegios, para comprobar cuán efectivo es el proyecto. Aunque van paso a paso.
—Creo que es importante estar conscientes de que implantar la asignatura a corto plazo no es viable. Son muchos factores. En la Católica hace poco se abrió un programa de formación pedagógica para los licenciados en actuación, pero no damos abasto como para sustentar la asignatura en todo el país. Siento que estamos sumando un grano más en este proyecto, pero debemos trabajar mucho para concretarlo —dice García-Huidobro, quien una vez al mes está realizando un taller de Pedagogía Teatral para los profesores de La Granja. La idea es que todos se empapen con la enseñanza del teatro y que, además, aprovechen el Centro Cultural Espacio Matta, donde se montan continuamente obras y espectáculos.
Ahí justamente los chicos de 5º del Sanitas fueron a ver una obra de marionetas la semana recién pasada. Y ahí, a fin de año, esperan montar –junto a sus compañeros de 6º— una variété, con distintos números, mimos, máscaras, marionetas. Serán actores, tramoyas, se encargarán de las luces, de todos los detalles para demostrarles a sus padres y compañeros todo lo que aprendieron durante el año: la conciencia de su propio cuerpo, de sus gestos, de sus silencios y de cada movimiento que realizan en su día a día.