Jorge Baradit (1969) se dio cuenta de que todo se le había ido de las manos —irse todo de las manos significa, en este caso, escribir un libro y vender mil, dos mil, cinco mil, diez mil ejemplares en un par de semanas— cuando una mañana de julio de 2015 lo invitaron al Buenos días a todos y estuvo cerca de una hora hablando en el matinal sobre su libro Historia secreta de Chile (Sudamericana), sobre el Cristo de Mayo, sobre la Virgen de Peñablanca, sobre el cuerpo de Manuel Rodríguez, sobre una serie de hechos históricos que abordó en su primer libro de no ficción y que lo tenían ahí, en el matinal de TVN, subiendo el rating, moviendo las redes sociales, una cosa difícil de explicar, pues casi no hay registro de un escritor yendo a un matinal y, menos, teniendo un alto rating.
—Fue todo muy raro, porque llegué al canal y le pregunté a la productora cuánto rato podía hablar (para calcular lo que iba a decir), y me dijo unos diez minutos, pero que si guateaba podía ser menos. Y entré al estudio y pasaron los diez minutos, y después veinte, y treinta, y yo me tenía que ir, pero no me dejaban. Y estuve todo ese rato y nadie entendía por qué estaba funcionando eso. Cuando se fueron a comerciales, los productores se acercaron y me preguntaron si podía regresar la otra semana, y nada. No le tengo miedo al contacto masivo, pero creo que habría sido mucho quedarme en un matinal —recuerda Baradit acerca de ese día, cuando se dio cuenta de que lo que estaba ocurriendo con Historia secreta de Chile era algo que iba más allá de cualquier expectativa. Había un fenómeno que no tenía que ver exclusivamente con el libro, sino con el extraño deseo de hablar sobre historia de Chile.
Lo que vino después es algo que se sabe, pero que no por eso deja de ser sorprendente: en menos de un año, Baradit vendió más de 80 mil ejemplares, una cifra inédita para un autor chileno y para el mercado nacional. Las invitaciones a la televisión se multiplicaron —se lo puede ver, de hecho, de vez en cuando en Mentiras verdaderas, de La Red, y en TVN ya lo invitaron a tener un espacio en un nuevo programa— y también los viajes: este año ha recorrido todo Chile dando charlas, firmando libros y conociendo a esos miles de lectores que lo han tenido en el ranking de los más vendidos por más de 50 semanas.
Lo que vino, entonces, fue el éxito, pero también los anticuerpos, las polémicas y las críticas con las que ha tenido que aprender a convivir.
Lo que vino, finalmente, es esto que nos convoca ahora: Historia secreta de Chile 2 (Sudamericana), diez nuevos relatos históricos acerca de nuestro país: desde Bernardo O’Higgins hasta la Junta Militar, desde los brujos de Chiloé hasta los zoológicos humanos, pasando por una serie de personajes y sucesos que esperan convocar, una vez más, a esos miles de lectores que lo convirtieron en un best seller explosivo e inesperado.
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Todo empezó en Twitter, un 10 de septiembre de 2012.
Baradit (@baradit) decidió narrar el 11 de septiembre de 1973 a través de una serie de tuits, contando detalladamente los movimientos de los personajes que fueron protagonistas de aquel momento histórico.
Además de ganar una serie de nuevos seguidores, al año siguiente desde Radio Zero le pidieron participar en el programa Un país generoso y replicar, de alguna forma, ese ejercicio, pero con otros hechos de la historia de Chile. Y fue justamente una tarde en que Baradit hablaba de Arturo Prat cuando Melanie Jösch —directora editorial de Penguin Random House– lo escuchó en la radio del auto y se quedó pegada en su relato, en la historia que estaba contando. Llegó a su departamento, se estacionó y se quedó ahí por más de 20 minutos, pues no quería dejar de escuchar la historia que narraba Baradit. Y, entonces, pensó que ahí había un libro.
Eso fue una tarde de 2013.
“Yo creo que (los historiadores) se equivocaron y, con todo respeto, creo que hicieron el ridículo. Porque mis libros son narraciones con base histórica, son libros de divulgación, no es historiografía. Lo único que consiguieron fue que ‘Historia…’ volviera a estar arriba del ranking”.
Poco tiempo después, le propondría a Baradit la idea de hacer un libro que tuviera relación con lo que estaba haciendo en la radio. Ese es el germen de Historia secreta de Chile.
Pero antes de eso, Baradit ya había publicado novelas, cómics, novelas juveniles y tenía un grupo de lectores bastante numeroso.
Su nombre apareció en el mapa literario en 2005 con Ygdrasil, una novela ciberpunk que fue recibida de manera muy positiva por críticos y lectores. Era un paisaje nuevo que se convertiría en un libro icónico del género de la fantasía y la ciencia ficción que empezó a aparecer con fuerza en esos años. Luego de eso, la historia de Chile aparecería de manera más explícita y con fuerza en su novela Synco (2008), y así, entonces, Baradit fue transitando por la ciencia ficción y la historia de Chile hasta llegar a la no ficción.
—Desde chico mis intereses fueron muy marcados. Me gustaba la historia, la ciencia ficción y las teologías comparadas. Entonces, leía a Jung, la Biblia, leía sobre la Primera Guerra Mundial. Y en mis novelas estaban todos esos elementos. Ahora, con Historia… no me siento muy alejado de todo eso. La diferencia, claro, es que en las novelas conecto más con las capas superiores de mi inconsciente, entonces todo es más delirante. Pero sí, Historia… fue un accidente raro que ocurrió —dice Baradit, mientras se toma un té frente a la oficina donde trabaja como diseñador, cerca del barrio Italia. Ahí trabaja medio día y luego se dedica a sus proyectos literarios.
El 2015 fue un año muy movido, recorriendo Chile, yendo a ferias del libro, a universidades y a colegios, pero también a juntas de vecinos, por ejemplo, que se consiguen dinero con la municipalidad y lo invitan a hablar de su libro, conversaciones que inevitablemente desembocan en diálogos sobre la actualidad. Lo han invitado también a lugares más particulares: una vez un think tank de una corporación internacional le pidió que fuera a dar una charla, pero él desistió. No le encontró mucho sentido. Y a principios de este año, lo llamaron desde la Teletón, pues Mario Kreutzberger quería conversar con él. En ese caso, le ganó la curiosidad, así que Baradit se juntó con el animador y con distintos miembros de la Teletón para hablar sobre Chile, sobre historia, sobre el presente.
—El libro me ha hecho viajar mucho y poder conocer a los lectores. Ha sido una de las mejores experiencias de todo esto. Porque cuando yo decidí escribir este libro, estaba seguro que quería llegar a muchos lectores, a un público masivo, y funcionó —dice.
Para conseguir eso, una de las decisiones literarias que tomó Baradit fue modificar su prosa. En Ygdrasil uno se encuentra con una escritura más barroca. En Historia secreta de Chile 1 y 2, en cambio, lo que hay es una prosa mucho más legible, que busca atrapar de inmediato al lector.
“En todo esto también fue muy importante el momento político que estamos viviendo. La búsqueda de la transparencia, la sensación de que nos han mentido por mucho tiempo. Eso influyó en el éxito del libro, sin duda”.
—Las redes sociales me ayudaron a encontrar el tono que quería utilizar. Conversando con la gente en Facebook me di cuenta de que había una necesidad emocional de conectar con la Historia, y eso me lo permitía la narrativa. Quería generar puentes con nuestra Historia, que la gente entendiera que nos pertenece a todos y no sólo a la elite —explica y agrega—: En todo esto también fue muy importante el momento político que estamos viviendo. La búsqueda de la transparencia, la sensación de que nos han mentido por mucho tiempo. Eso influyó en el éxito del libro, sin duda.
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A fines de mayo, Jorge Baradit estaba en Coyhaique cuando le empezó a doler el estómago. Trató de no darle importancia, dictó un par de charlas, pero el dolor no cedió. Finalmente, volvió a Santiago y lo tuvieron que operar, pues casi le dio una pancreatitis. Ahí decidió bajar la intensidad del trabajo, de los viajes, sin embargo también está consciente de que ahora se viene con todo la promoción de Historia secreta de Chile 2. Y es que su vida, de una u otra forma, sí ha cambiado tras el libro. Los lectores son exigentes, quieren su firma, a veces le piden autógrafos en la calle, tomarse fotos. Se volvió indudablemente una figura mediática y, sobre todo, una figura en las redes sociales, donde tiene tantos seguidores como detractores.
—He tenido que aprender a manejarme ahí —dice Baradit—, porque a ratos es duro. Uno aprende a patadas. Estoy descubriendo cómo enfrentarme a esa ola de amor y de odio. Hay gente que te quiere y gente que te odia y no siempre sabes muy bien por qué. Ahora, todo esta figuración no me ha afectado tanto porque no tengo 23 años, así que no me he vuelto loco. Hay mucha buena onda y mucho veneno gratuito. Eso hizo que empezara a bloquear a gente. Me había negado a hacerlo, pero cuando te insultan y te amenazan, el asunto se vuelve más complicado.
“Uno aprende a patadas. Estoy descubriendo cómo enfrentarme a esa ola de amor y de odio. Hay gente que te quiere y gente que te odia y no siempre sabes muy bien por qué. Ahora, todo esta figuración no me ha afectado tanto porque no tengo 23 años, así que no me he vuelto loco”.
—Hace un mes, fuiste interpelado por cuatro historiadores que criticaron tu proyecto. Respondiste a través de las redes sociales, pero ¿qué piensas del revuelo que se armó a partir de todo eso?
—Creo que la columna que publicó el otro día Jocelyn-Holt en La Tercera (“Historiadorandos”, donde escribía, entre otras cosas, en contra de los historiadores que cuestionaron a Baradit) le pone punto final a toda esta polémica, y de manera apropiada a mi modo de ver. Fue muy chileno todo lo que pasó, esa idea de que debe haber sólo una verdad o una Historia. Yo creo que se equivocaron y, con todo respeto, creo que hicieron el ridículo. Porque mis libros son narraciones con base histórica, son libros de divulgación, no es historiografía. Lo único que consiguieron fue que Historia… volviera a estar arriba del ranking de los más vendidos.
—¿Pero no te haces cargo de ninguna de las críticas que planteaban los historiadores?
—No, porque nunca ninguneé a los profesores o a los historiadores, como dijeron ellos. De hecho, en el prólogo de Historia secreta de Chile 2 hablo bien de los historiadores. Lo que pasa es están juzgando una herramienta de divulgación con un criterio que no corresponde.
—Además de contar nuevos episodios e incluir otros personajes, en este segundo volumen (un sacrificio humano tras el terremoto de 1960, el niño del cerro El Plomo, la amante de Diego Portales), un cambio importante fue que hay un tono más explícitamente político. ¿Por qué hacer más evidente ese tono, que en el libro anterior sólo se insinuaba?
—Creo que fue un error no hacerlo más evidente antes, porque subestimé al lector. En todos estos viajes me fui dando cuenta de que los lectores quieren un discurso más directo, quieren puntos de vista. A ratos parece que todos estamos obsesionados con la objetividad y eso no tiene sentido. Es importante discutir y que haya diversidad de opiniones. No hay que tenerle miedo a eso, así que acá decidí que todo fuera más evidente.
Historia secreta de Chile 2 acaba de llegar a librerías con un tiraje inicial de 30 mil ejemplares. Vendrán los viajes, las presentaciones (el 14 de julio en Santiago, en el Café Literario del Parque Bustamante) y los nuevos proyectos de Baradit: está escribiendo una novela que pretende publicar en 2018, en noviembre aparecerá la reedición de Ygdrasil por Penguin Random House (editorial que reeditará todos sus libros) y en teoría el próximo año debería salir el tercer y último tomo de Historia...
—Si en algo me cambió la vida todo esto, fue que ahora es más fácil realizar distintos proyectos. Yo vengo de Valparaíso, no tengo plata ni contactos, lo que siempre dificulta la posibilidad de hacer cosas. Pero ahora es distinto. Han surgido hartas cosas, guiones de televisión, el espacio para hablar de historia en un programa de TVN, estoy escribiendo también una novela infantil y voy a colaborar con La Patogallina, que siempre los he admirado. Yo tengo claro que el éxito de Historia… tiene que ver con un fenómeno que va más allá de mí. Yo lo paso bien y sigo trabajando. Eso no va a cambiar.