Por Constanza Gutiérrez Diciembre 22, 2017

Salvo por el prólogo y el epílogo, en Es difícil hacer cosas fáciles jamás hablan sus autores.

Imagen LIBROOKLos que sí hablan —más de cuarenta entrevistados— son los protagonistas de esta historia; músicos, productores, periodistas: Marcelo Aldunate (director de la radio Rock & Pop entre 1992 y 2004), Sergio Lagos, Álvaro España (de Fiskales Ad-Hok), Gepe, Carla Arias (del sello Quemasucabeza), Walter Roblero (de Congelador), Edi Pistolas y Carolina Tres Estrellas (de Pánico) y  Javiera Mena, entre muchos otros.

Javiera Tapia (29) y Daniel Hernández (41), los autores de este libro que acaba de lanzarse, no hablan, pero sí hicieron un trabajo minucioso de investigación y montaje para reconstruir una época de la industria musical chilena que hasta ahora nadie había registrado: la llegada de las multinacionales, su fracaso y, tras este, el surgimiento de una nueva escena pop. Un trabajo periodístico que está estrechamente vinculado a lo que vienen haciendo desde hace años tanto Tapia como Hernández: ella, periodista, es directora de la revista digital POTQ —donde escribe sobre música, documentando, poniendo en perspectiva y entrevistando a muchos de los protagonistas de la nueva escena pop chilena—, y él, sociólogo, fundó en España —país donde nació— el sello independiente Discos Fup —en el que ha publicado discos de Gepe, Dënver, Felicia Morales y Álex Anwandter, entre otros— y hoy trabaja en Chile para Sudamerican Records (Chinoy, Amarga Marga, Oddó).

La cristalización de este trabajo de años es su primer libro, Es difícil hacer cosas fáciles (Los Libros de la Mujer Rota). Y para retratar el periodo entre 1995 y 2005, utilizan como punto de partida un proyecto impulsado por el entonces director artístico de EMI, Carlos Fonseca (conocido por haber sido el mánager de Los Prisioneros), llamado Proyecto de Nuevo Rock Nacional, con el que fichó a bandas como Lucybell, Santos Dumont, Los Tetas y Tiro de Gracia, definiendo así el sonido de los noventa en nuestro país. Entonces Chile salía de una dictadura y la idea era recuperar el tiempo perdido, convertirnos en un país moderno: llegaron MTV y la Rolling Stone, y teníamos nuestra propia y bullente escena musical. No sólo EMI invirtió en músicos locales: muchas otras multinacionales, como Sony y BMG, también apostaron por ellos. Se asignaron millones de pesos para estudios, viajes, posproducción de discos en otros países y videoclips. Pero ese alegre período no es lo único que cubre este libro, sino también el momento en el que, sin ver ganancias, las multinacionales dejaron Chile. Y el nacimiento de una nueva escena, aquella en la que artistas como Javiera Mena y Gepe, sin la presión de empresarios y ejecutivos, tuvieron la libertad suficiente como para hacer lo que ellos querían y llegar al mismo lugar que sus antecesores.

 

Las Transnacionales y el exceso

—¿Por qué comenzar en 1995, con el Proyecto de Nuevo Rock Nacional de EMI?

—(Daniel): Porque es simbólico. Ni siquiera es la primera multinacional que apuesta por grupos chilenos, el año anterior BMG había firmado con varios grupos, pero no tenían una idea global para venderlos. El Proyecto de Nuevo Rock Nacional, en cambio, es una idea concreta que se desarrolla a partir de ese año. Antes pudieron estar pasando cosas, que de hecho en el libro se cuentan, pero el Proyecto de Nuevo Rock Nacional es un hecho concreto.

 En el libro hablan más de 40 entrevistados, entre los que se encuentran Marcelo Aldunate (director de la radio Rock & Pop), Sergio Lagos, Álvaro España, Gepe, Carla Arias (del sello Quemasucabeza) y Javiera Mena.

—(Javiera): Lo que pasa es que en 1995, cuando aparece EMI con este proyecto, lo hace con un plan de marketing súperamplio e importante. Y queda la idea, mediáticamente, de que EMI es quien ficha grupos chilenos y arma un ejército de bandas nuevas, cuando en realidad Alerce ya lo estaba haciendo desde hacía cinco años. Así que nos pareció importante contar la historia desde esa perspectiva, dejando en evidencia que eso no es verdad. También queríamos contar que entre 1995 y 2005 hubo muchos más cambios que los que ha habido del 2005 al 2015, y estos son significativos para entender la música como funciona ahora.

—¿Cuál es la importancia de la radio Rock & Pop en todo este proceso?

—(Javiera): En primer lugar, creo que es importante porque moldea un estilo de hacer radio que no se usaba acá. Hasta ese momento los locutores siempre eran muy correctos, tú te los imaginabas en el estudio vestidos de etiqueta. Y la Rock & Pop no era eso, era todo lo contrario. Marcelo Aldunate y Marcelo Zúñiga agarran a muchos periodistas jóvenes que estaban intentando hacer un periodismo diferente, que querían llegar a especializarse. Y creo que hacer un modelo de locución diferente fue súperimportante para la época, en un momento en que Chile quería ser moderno porque venía saliendo de una dictadura.

—(Daniel): Aunque pasa siempre por encima, es evidente que todo lo que se cuenta de los noventa tiene que ver con la Concertación. Con la Concertación vendiendo la idea de un Chile rico. Al leerlo te das cuenta de que están hablando de la situación política del momento. ¿Por qué pasa en esos años y de esa forma? No es casualidad. Las multinacionales no eligen ese momento porque sí, eligen ese momento para invertir dinero en Chile porque la Concertación estaba como diciendo “hay dinero fácil para todos, incluso para la música”.

—Hoy, ¿qué piensan de las bandas de esa época? ¿Eran Los Tres tan políticos o La Ley tan mala como se decía?

—(Javiera): La Ley me parece una banda súpervaliosa, aparece desde un principio demostrando que es una banda grande. En alguna parte del libro los entrevistados lo dicen: apenas los ven, saben que están en otro estándar. Y se decía que Los Tres eran políticos por algo que es verdad: Los Tres hicieron un rescate de la cueca que nadie más hizo. Eso fue un gran cambio, porque la cueca y el folclor estaban súpermanchados en esa época posdictadura.

—(Daniel): Yo creo que este libro lo último que quiere juzgar es qué quedó y qué fue importante. Ni nos corresponde a nosotros ni tiene mucho sentido. Lo que nos interesaba era dar contexto a las cosas. A mí, por ejemplo, me parece que Los Prisioneros son un grupo muy pobre musicalmente. Aquí los tratan como si fueran los Beatles, pero yo vengo de otro lugar y no me parece así. Para mí, Los Tres, Gepe y Javiera Mena son infinitamente superiores musicalmente. Pero yo entiendo la importancia de Los Prisioneros, y por qué lo son más que todos los otros: por su contexto.

 

Rojo y una nueva escena

Aunque pudiese parecer que un programa de talentos como Rojo: Fama Contrafama no tiene nada que ver con Santos Dumont, Lucybell o La Ley, en esta historia es una pieza clave: después del primer año de fichar bandas locales, los ejecutivos de las multinacionales se dieron cuenta de que estas inversiones no tenían retorno. A los tres años ya no ven solución: Chile no tenía la infraestructura necesaria para una industria como esa. Además de haber pocos lugares donde tocar, era un país en el que todavía en 1997 se vendían más casetes que CDs, los que dejaban mucho menos margen de ganancia. Al mismo tiempo, las descargas de música por internet generaban una crisis a nivel mundial. En Chile, las multinacionales estaban en cero, con millones de pérdidas, hasta que aparece en diciembre de 2002 Rojo: Fama Contrafama. Esto mantuvo la industria a flote: no sólo ganaban con estos nuevos artistas, sino que también ahorraban mucho dinero, porque ya no necesitaban de cazatalentos o alguien que se encargara de los videoclips. Todo estaba cubierto por la tele.

—(Daniel): Rojo… es muy importante e interesante en la industria porque cuando esta ha explotado y no existe nada, los ejecutivos se engañan a sí mismos diciendo “no, no, todavía tenemos fuerza. Mira Rojo…, estamos vendiendo más que en los noventa”. Pero era mentira y eso se iba a acabar. Y a la vez de ser el salvador de la industria por tres años, es quien la entierra. ¿Por qué? Porque dejaron de invertir en todo lo demás. Todo el dinero se fue para Rojo… y similares. Entonces, cuando se acaba Rojo…, no tienen nada, porque llevaban años sin invertir.

Es ahí cuando las multinacionales se van del país, lo que cambió la manera de acercarse a la música de muchos artistas, generando una nueva escena, muy distinta a la anterior, en la que han destacado músicos como Gepe y Javiera Mena, que lanzaron discos por primera vez en 2005, y luego Dënver, Protistas, (Me llamo) Sebastián y Maifersoni, entre otros. Una camada de artistas cuya influencia no venía de Los Tres o Lucybell, sino de Corazones (1990), el último disco de Los Prisioneros en su primera etapa, que al ser editado había sido muy maltratado por la crítica.

—(Javiera): Bueno, todos lo saben: Corazones fue un disco al que hicieron mierda. Pero la generación que sigue lo recoge, y lo recoge como una influencia directa. Un círculo determinado no tiene por qué influenciar a la generación que viene, realmente.  Y también está, por ejemplo, Tobías Alcayota, que es una banda que apareció a finales de los noventa que sí influencia a gente que empezó a hacer música inmediatamente después. El Gepe dice: “Tobías Alcayota me cambió la vida. Me abrió la mente”, a pesar de que era gente de su misma edad, no anterior. La manera de hacer las cosas cambió. Ya no era llegar a un sello y que les gustara tu demo e invirtieran en tu disco. Ya no había sellos ni plata ni nada. Y así es como Javiera Mena parte haciendo cosas a lo Violeta Parra, porque era lo que tenía a mano.

—¿Hoy, qué le puede ofrecer una multinacional a artistas que giran con regularidad y tocan en festivales como Lollapalooza o Primavera Sound?

—(Javiera): Pueden ofrecer cosas más prácticas, por ejemplo, no ratonear presupuestos, estar en todas las listas, en el número uno, en Spotify. Porque esas listas se arman, no es que sea un robot, es una persona la que las hace. No son casualidades. El poder de las multinacionales ahora es que son socias de Spotify.

—(Daniel): Cuando empezamos a escribir el libro te hubiésemos respondido “nada”, pero mientras lo escribíamos, Javiera Mena fichó por Sony Argentina. Eso es una cosa interesante e irónica: ha fichado por una transnacional, pero ni siquiera ha firmado en Chile. ¿Por qué? Porque le están ofreciendo lanzarla fuertemente en México, Argentina y España, lugares donde ya está asentada, pero puede crecer porque son mercados mucho más grandes. En Chile, Mena ya no puede crecer. Entonces, por ejemplo: ¿qué le puede ofrecer una multinacional en Chile a Gepe? Nada. Pero quién sabe una en México o España.

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