Por Yenny Cáceres Septiembre 12, 2009

Podría ser el delirio de cualquier chica que ama la ropa: una sala con decenas de vestidos de colores. Sólo que una chica común jamás podrá usar uno de estos trajes, que pueden llegar a pesar 16 kilos. La afortunada se llama Turandot, una de las heroínas más conocidas de Puccini, y esta escena ocurre en el taller de vestuario del Municipal, donde el diseñador argentino Aníbal Lápiz se pasea con la confianza de un viejo conocido de este teatro. Desde marzo supervisa que los más de 200 trajes que necesita esta ópera estén impecables. "Nada se compra. Todo se elabora acá, hasta los sombreros", dice, mientras un ejército de costureras dan las últimas puntadas de los 50 trajes nuevos de esta producción. Entre vaporosos vestidos de doncellas, de guardias imperiales y de un emperador, todo parece dispuesto para vestir el delirio de una princesa china.

Turandot, desde el 15 de septiembre en el Teatro Municipal

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