Por Rodrigo Fresán Octubre 17, 2009

El 2009 será recordado, sin dudas, como uno de los años más nutritivos en la literatura en inglés de los últimos tiempos. Y es que este trimestre viene rebosante de esos libros que uno no podrá dejar pasar. Alice Munro, John Irving, Nicholson Baker, Richard Powers, E. L. Doctorow, Stephen King, Douglas Coupland, Lorrie Moore, William Trevor, Pete Dexter, Kurt Vonnegut, Philip Roth, James Ellroy y el fantasma de Vladimir Nabokov son, apenas, algunos de los autores que vuelven a decir "presente". Y, entre ellos  destaca el irlandés John Banville con su The Infinities, primera novela estrictamente banvilleana luego de un largo recreo con tres thrillers firmados por su "gemelo idiota" Benjamin Black.

Y estaba claro que Banville la tenía difícil porque ahora se enfrentaba al recuerdo de su anterior El mar, ganadora del Booker Prize y, por ende, novela que lo arrancó del nicho de "escritor para escritores" y lo elevó, automáticamente y sin traicionarse, a las listas de más vendidos. Pero -cabía esperarlo-Banville no hace ninguna concesión al gran público y The Infinities sea una de sus obras más arriesgadas y, seguro, entre las más admirables. Aquí, con aires de tragicomedia shakespeareana, en boca del antiguo dios Hermes, se nos narra el último día de la agonía de, Adam Godley, un teórico matemático en coma mientras, a su alrededor, se reúne su familia para despedirlo. Hermes contempla todo eso e introduce modificaciones aquí y allá, Zeus desciende para -según su costumbre- penetrar divinamente a una joven mortal y, al final, tal vez por primera vez en los paisajes de este todopoderoso escritor irlandés, impera una cierta calidez y optimismo cortesía de unos titanes que, dicen, nos envidian nuestra capacidad para complicarnos largamente nuestras breves existencias. Todo esto, claro, teniendo perfectamente claro -y Banville probablemente lo tenga más claro que nadie-que el verdadero tema, el único protagonista, es y será siempre el lenguaje y el estilo. Para comprenderlo, alcanza y sobra con reproducir la primera frase -en perfecto inglés- de The Infinities: "Of the things we fashioned for them that they might be comforted, dawn is the one that works". 

Dios mío, dioses míos.

*Escritor argentino.

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