Pasa a las diez y media de la noche: Nicolás Copano y José Ignacio Stark leen uno por uno los 27 retweets que Pablo Matamoros, ex encargado web de la presidencia, hizo -de modo más que histérico- del video de Michelle Bachelet el día del terremoto. El público grita desde atrás. Por supuesto, todo es impagable, estúpido e imprescindible: la política chilena como una mala sitcom protagonizada por actores de cuarta categoría. Por momentos así vale la pena ver Demasiado tarde, el show de noticias que Nicolás Copano transmite de lunes a jueves por internet (a las 10 p.m., por www.dtvtr.cl) y que después se repite en el cable por Vive Deportes a la 1 a.m. Porque donde otros convirtieron la pantalla en una corte de milagros (como los late de Vasco Moulian y Julio César Rodríguez), Copano terminó haciendo un programa político. Porque Demasiado tarde no es la televisión abierta y por ahí se pasean candidatos presidenciales y músicos de rock. Por ahí, las imágenes de YouTube ya no se exhiben como un “video loco” sino como algo llamado “derrota cultural”. Por ahí, Copano le cede el delirio a Stark, cada vez más feliz de exagerarlo todo en pantalla. Por ahí, Copano se manda todos los días un editorial lúcido o inquietante, donde le habla a un tú que es el espectador que agradece este respiro en la parrilla. Tiene sentido: Demasiado tarde es rápido, divertido y, cuando quiere, sanguinario. Este show es lo que esperábamos de él. Acá está más tranquilo, preciso y rudo; gracias a como está leyendo este año electoral y a como es capaz de bailar en este carnaval de las bestias, en esa marea de egos, sandeces de todo tipo y promesas hiladas con retórica vacía.
“Demasiado tarde”, en dtvtr.cl.