Más allá de lo que prometan los folletos turísticos, las ciudades extranjeras les ofrecen a sus visitantes la posibilidad de ser invisibles. Que entre calles nuevas y ojos desconocidos cualquiera pueda pasar colado y hacer cosas que en casa no se atrevería. La uruguaya, la última novela del argentino Pedro Mairal, trata más o menos de esto mismo.
El protagonista, un escritor cuarentón, que bien podría ser el narrador de Maniobras de evasión, el libro de no ficción que Mairal publicó el año pasado en Chile, toma un ferri a la capital uruguaya no sólo para buscar los dólares que le acaban de depositar sus editores extranjeros, sino para ver a una montevideana hermosa con la que planea tener una tarde de amor. Ya ven, dos pájaros de un tiro.
Entre la comedia de un tipo aburrido que encuentra en la infidelidad el último incentivo para ser un escritor latinoamericano y la novela policial en la que de pronto se transforma su aventura —moraleja: la ambición no conduce a nada bueno—, Mairal escribe un texto feliz, pulcro, estupendo. Una épica doméstica sobre los deseos que chocan como un piedrazo contra la realidad. Vista con distancia: una novela en estado de gracia.
“La uruguaya”, de Pedro Mairal.