Quizá deberíamos remontarnos a inicios del siglo XX, a uno de los momentos claves de la historia de la literatura contemporánea, cuando T. S. Eliot le entrega un manuscrito de La tierra baldía a Ezra Pound y este interviene esos poemas, cambiando su destino —mejorándolos, sin duda—, para entender la importancia del autor de los Cantos. Hay en ese gesto —un poeta leyendo a otro poeta, editándolo, sugiriéndole cambios, influyendo en su escritura— una demostración perfecta de quién fue Ezra Pound: un lector descomunal, que no tenía miedo de intervenir en la obra de los otros, que no tenía miedo de intervenir en la escritura de su tiempo, porque lo que él quería era encontrar interlocutores entre sus contemporáneos; deseaba, en el fondo, que la literatura que lo rodeara fuera siempre mejor, como explica Eliot en el prólogo de Ensayos literarios, una recopilación que él mismo seleccionó con algunos de los mejores textos de Pound en aquel género que dominó con un inmenso talento y que Tajamar Editores ha publicado por primera vez completo en nuestro idioma.
Prólogos, críticas, ensayos, textos que Ezra Pound utilizó para hablar de los que lo influyeron, de los más jóvenes, de aquellos proyectos en los que vislumbró el futuro, y también de sí mismo, de su propia poética, de lo que estaba haciendo en esos poemas que marcarían la poesía del siglo XX. Pound entendió el género de la crítica como un terreno más para experimentar con su escritura: indagar en la tradición anglosajona, pero también en la francesa y en la italiana; explorar en los trovadores y en los compositores de canciones provenzales, un antecedente fundamental para la poesía; volver una y otra vez sobre el ejercicio de la traducción; diseccionar la obra de Henry James de manera brillante y leer a sus contemporáneos con una rigurosidad admirable —W. B. Yeats, William Carlos Williams, Joyce y el mismo Eliot, por citar algunos—.
“La tradición no significa ataduras que nos liguen al pasado: es algo bello que nosotros conservamos”, anota Pound en uno de los ensayos, y entonces comprendemos su manera de mirar el mundo: leer a los otros para entender su tiempo, leer con curiosidad y también con la generosidad de quien quiere que la literatura del presente sea un lugar más complejo.
Más allá de todo el revuelo que causaron sus ideas políticas, y que terminaron opacando en muchos sentidos su trabajo, Pound fue un escritor excepcional, y estos Ensayos literarios —publicados originalmente en 1954— no dejan de ser un acontecimiento; un libro que interpela indudablemente al presente literario, que parece ser un llamado de atención para críticos y escritores, que los invita a intervenir en las escrituras y poéticas que se están desarrollando hoy, que les exige salir de sus trabajos personales, mirar hacia fuera —otras tradiciones, otros géneros, otros lugares— y, entonces, ver qué resulta de todo ese ejercicio. Leer con dedicación a los otros: eso que parece algo tan simple —que hizo Pound durante tantos años—, pero que hoy no deja de ser una rareza.
“Ensayos literarios”, de Ezra Pound.